El Chorro - Puente de las Herrerías

Ruta realizada con un grupo de estudiantes, lo que facilitó el acceso a los puntos de inicio y fin porque contratamos un autobús. En condiciones normales, hacen falta dos coches o un taxi para acceder a estos puntos, puesto que no hay transporte público a ninguno de los dos. La pista hasta El Chorro está en buen estado (mayo 2015) y hasta el Puente de las Herrerías hay carretera (con muchos badenes en los últimos tres kilómetros, eso sí). La advertencia más seria respecto a la ruta es que no hay fuentes durante prácticamente todo el trayecto, por lo cual habrá que cargar el agua necesaria para la ruta.

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Partimos desde el observatorio de aves de El Chorro y transitamos por la veredilla que discurre sobre los paredones donde anidan los buitres, siguiendo las indicaciones del GR-247. Pasamos por la fuente, ascendemos hasta alcanzar la antigua pista y conectamos con la moderna unos cientos de metros más arriba. Cuando el camino deja de subir, pasamos una gran recta llana y, en lugar de proseguir por la pista forestal tomando la curva ascendente a la izquierda, seguimos de frente campo a través hasta encontrar, en unos cien metros, la vereda que viene desde Montesión y se dirige al Gilillo. Giramos a la derecha por la vereda e iniciamos la ascensión.

En el largo ascenso, primero entre pinos y luego por espartizales y piornales, pasaremos por el Collado de Cagahierro, ganaremos vistas de Sierra Nevada y otras sierras de Andalucía Oriental y, finalmente, alcanzaremos Puerto Gilillo, donde los vientos siempre baten. Desde aquí, hay que abandonar la ruta si queremos subir a la cumbre, que se alza cien metros más arriba en dirección sur (a nuestra derecha, según ascendíamos). La subida a la cumbre se realiza, en un primer momento, por un senderillo bien marcado que atraviesa un piornal; una vez alcanzada la base rocosa, podemos optar por subir directamente por una grieta bien visible que ataca directamente la cumbre o por seguir los hitos que hay en la cara oeste. Las vistas desde la cumbre, en un día claro, alcanzan desde Sierra Nevada hasta Sierra Morena, con el Valle del Guadalquivir y el resto de las sierras de Cazorla y Segura a nuestros pies.

De vuelta en Puerto Gilillo, tomamos el sendero que baja en dirección norte-noreste, por encima de una caseta derruida. Las señales del GR247 nos acompañarán en un largo descenso entre pinares de repoblación, piornales y espartizales. Después de una hora de marcha, aproximadamente, tras un descenso con tres o cuatro revueltas entre pinos, alcanzaremos la dolina conocida como Laguna de Cazorla (habitualmente seca, claro), donde es fácil ver grupos de herbívoros pastando. Interceptamos el tramo final de una pista forestal que viene desde el valle del Guadalquivir y transitamos por ella hacia el norte unos cien metros, hasta que la pista se torna vereda y nos internamos de nuevo en un pinar. Llaneamos unos cientos de metros y alcanzamos el Puerto del Tejo. Los vallados cinegéticos a nuestra izquierda y derecha esconden uno de los tesoros de la ruta, una comunidad de viola cazorlensis que florece, habitualmente, en mayo.

Proseguimos la ruta por el ramal derecho del camino (el izquierdo conduce a La Iruela y Cazorla), descendiendo por una vereda rocosa que se transforma en pista forestal. La pista desciende suavemente hasta llegar a un cruce en que las señales del GR247 nos invitan a descender hacia la derecha. Ignoramos las balizas y giramos a la izquierda por una fuerte pendiente ascendente. En un par de minutos, alcanzamos otra dolina, mucho más modesta, que rodeamos por la izquierda, hasta situarnos en el extremo norte siguiendo un camino poco evidente. Las vistas del valle del Guadalquivir y la Sierra de las Villas son impresionantes desde este punto.

Comenzamos un abrupto descenso entre grandes pinos por una vereda estrecha y llena de piñas, que va trazando revueltas. Al final de un tramo recto, tras siete u ocho revueltas, el camino se bifurca. Ignoramos el ramal descendente de la izquierda, que baja hacia Rechita, y tomamos el ascendente de la derecha. Tras un corto ascenso con sólo dos curvas, llegamos al Puerto de los Arenales. Desde aquí, podemos ver intuir el trazado de la senda por la que caminamos, que lleva hasta un collado bien visible a la derecha del Empalme del Valle. Seguimos la marcha, siempre por la vereda bien marcada (con balizas del GR7 acá y allá), descendiendo casi todo el tiempo. Alcanzamos el collado que vimos anteriormente y proseguimos por el camino de la derecha, que en unos diez minutos de senda arenosa (ojo, en verano se escurre que da gusto) nos lleva hasta la Fuente del Oso.

El final de la ruta está ya cerca. Cruzamos la carretera y, tomando una senda que hay entre el asfalto y la valla del cortijo, nos adentramos de nuevo en el pinar. Siguiendo el trazado de la valla, encontramos el camino más ancho que baja hacia el Puente de las Herrerías, nuestro destino final. En el único cruce de la ruta, hay que seguir de frente, ignorando la vereda que cruza la pista principal. Al final de esta larga ruta, nos espera un magnífico paraje, con una hermosa fuente, mesas con bancos para reponer fuerzas y una poza de aguas cristalinas.