EL ENIGMA DE FELIX KLEIN Homenaje a mi buen amigo Elio Grafiña

Felix Klein nació en Dusseldorf, desde pequeño se sintió atraido por la naturaleza, su coleccion de piedras era tal que algunos profesores de geología de la universidad de su ciudad le solicitaban de vez en cuando algun ejemplar para ilustrar alguna de sus clases.

Su padre Frank disponia de una pequeña libreria en la Central Strasse, dedicada casi en exclusividad a guias de viajes y especialmente rutas y senderos a pie de casi toda Europa, gran parte de America y algunas de Afria y Asia. Por lo que no era de extrañar que Felix sintiera esa atracción. Habian sido muchas las guias utilizadas de la pequeña libreria para que leidas con verdadera pasión novelezca las usara para una vez con la suficiente edad se aventurarse mochila al hombro, a recorrer las rutas y senderos que en ellas se describián, vivir y sentir la naturaleza, y entre otras cosas más ampliar su colección de minerales.

Sabia por algunos de sus amigos de la existencia de un pequeño archipiélago al oeste de Africa situado en el paralelo veintiocho al norte de ecuador denominado Islas Canarias. Frank, su padre habia patentado un tipo de guia para senderistas muy útil, en la que mediante un triptico era capaz de almacenar la información necesaria para recorrer cualquier ruta con verdadera facilidad. Pero con sorpresa Felix descubrió que de estas islas la información de la que se disponía era muy escasa. Las guias existentes eran muy antiguas, y, una vez hubo heredado el negocio de su padre, decidió retiratrlas del mercado y con la pasión que siempre le caraterizó se aventuró a realizar un viaje durante un mes por estas islas para recabar la información necesaria y publicar con el mismo criterio que su padre unas de verdadera calidad.

Y es aqui en este punto, en la Isla Tenerife donde una mañana soleada del mes de abril, con su libreta y boligragrafo en la mano tomando notas, adentrado en uno de sus montes se topa al paso de una curva del sendero con un grupo de extraños personajes, que de entre todos uno llamo especialmente su atención. De un pequeño envase metalico repartia con un exquisito cariño un liquido negruzco al resto de los otros extraños personajes, que todos con casi ceremoniasa postura se acercaban a llenar un pequeño vaso, y con ese lenguage del que nunca consiguio aprender ni una sola palabra daban lo que parecia las gracias, pero con ese impetu que solo los caracteres latinos son capaces de expresar.

Un tanto extrañado, pero a la vista de la felicidad que de las caras de estos extraños personajes emanaba, y que de alguna manera era motivada por la presencia del más extraño de todos, el que repartía ese liquido, se acercó con la esperanza de que alguno pudiera hablar un poco de aleman, esperanza que desapareció en muy breves momentos.

Y con ese lenguage de signos que cualquiera es capaz de entender hizo saber acercándose a este adorable personaje que ruta tomar para llegar a su destino. Pero he aqui que éste levantando su mano izquierda con los dedos extendidos y separados recorrió con el dedo índice de su derecha todos ellos y una vez finalizada esta operación hizo con el mismo dedo y a modo de corte un recorrido por todas las falanges de los mismos.

Ahora ya estaba seguro, esto es un grupo de locos que se han escapado del manicomio. A su memoria le llego esa escena de la pelicula Alguien volo sobre el nido del cuco en la que Nicolsson sacando a todos los locos de paseo los embarcaba para llevarlos de pesca, y los presentaba como doctor tal, o dortor cual, doctores en psiquiatria.

No con pocas dificultades logro llegar a su destino, asustado, y apesadumbrado, retornó a Alemania, preguntandose para que sirve una guia de rutas y senderos de un lugar donde los locos pululan libremente por los montes, mejor se decía, informar a sus compatriotas de no pisar esos montes por el peligro de encontarse con algun que otro extraño personaje.

Pero transcurrido algun tiempo de este incidente, y revisando la correspondencia que su abuelo Feli