El Marchal del Abogado- los Canos

El Marchal del Abogado- los Canos
Magnifica jornada juntando el PR de las Encinas Milenarias con la visita al despoblado de los Canos.
Los puntos significativos y cada cual más emocionantes de esta etapa han sido:
Cómo se está haciendo leña de la Carrasca milenaria de la Poza abatida por la nevada de la tormenta Gloria.
Cómo duermen los muertos del corazón de Filabres en el cementerio de La loma.
Cómo se mantiene a tres pies la encina de las Trébedes.
Cómo se manifiestan otra docena de grandes y viejas encinas fuera del sendero homologado cerca del cortijo del Serval.
Cómo paseamos por todo el despoblado de los Canos cómo si de un fantástico bulevar se tratara su única calle de pedregal y ruina.
Cómo caminamos por los viejos y trabajados bancales abandonados buscando un camino para cruzar el Rubicon (perdón, el Escomite), y trepar por la otra vertiente y emprender el regreso.
Cómo disfrutamos compartiendo nuestro bocadillo con nuestro perro invitado a la sombra de la Peana, la encina más monumental de Andalucía.
Como colofón de esta jornada dedicada a los que se han muerto y a los que se han ido, leemos a Rosalia De Castro decir
¡VOLVED!
“Volved, que os aseguro
que al pie de cada arroyo y cada fuente
de linfa trasparente
donde se reflejó vuestro semblante,
y en cada viejo muro
que os prestó sombra cuando niños erais
y jugabais inquietos,
y que escuchó más tarde los secretos
del que ya adolescente
o mozo enamorado,
en el soto, en el monte y en el prado,
dondequiera que un día
os guió el pie ligero…,
yo os lo digo y os juro
que hay genios misteriosos
que os llaman tan sentidos y amorosos
y con tan hondo y dolorido acento,
que hacen más triste el suspirar del viento
cuando en las noches del invierno duro
de vuestro hogar, que entristeció el ausente,
discurren por los ámbitos medrosos,
y en las eras sollozan silenciosos.

Y van del monte al río
llenos de luto y siempre murmurando:
«¡Partieron…! ¿Hasta cuándo?
¡Qué soledad! ¿No volverán, Dios mío?»

Tornó la golondrina al viejo nido,
y al ver los muros y el hogar desierto,
preguntóle a la brisa: «¿Es que se han muerto?»
Y ella en silencio respondió: «¡Se han ido
como el barco perdido
que para siempre ha abandonado el puerto!»