143. El Río y la Ermita de la Soledad

📸 FOTOS:
▶ Las 6 primeras seleccionan aspectos de interés (con descripción al pie).
▶ Las siguientes se ordenan según el itinerario (asociadas a cada 'waypoint').

📝 TEXTO (5 secciones):
▶ Índice IBP de la ruta,
▶ Preámbulo: antecedentes y motivos,
▶ La Ruta: recorrido y dificultades,
▶ Destacado: rasgos sobresalientes, y
▶ Anécdota: hechos curiosos.


INDICE IBP de Dificultad de la Ruta

Para Criterios y Tabla de Interpretación, Ir a:
https://www.ibpindex.com/index.php/es/

El resultado del análisis IBP es de 57 (para Senderismo): dificultad 'Media' para una preparación física 'Media'.

El cómputo del desnivel acumulado de la ruta por parte de IBP es de 489 metros (superior al que estima Wikiloc).

PREÁMBULO

Con ese nombre, ‘resonaba tan bien, tan afinado, con reverberación…’: “Río y ermita de La Soledad”. Así lo habíamos oído y leído. En medio de densos bosques de robles y hayas. Entre escarpadas laderas, en un profundo valle. Como cantos de sirena (pero sin incitación ilusoria hacia la perdición).

Era imposible escaparse a la atracción de su gravedad. Hasta tal punto que, dos semanas atrás, finalizada otra excursión cercana (*), nos habíamos acercado para explorar el acceso a esos parajes recónditos del suroeste riojano. Fueron luego dos semanas de espera, dejando que se ‘pre-cocinara’ el otoño.

“…Bueno, vamos ya, aunque no estén aún los colores en la vegetación en su punto óptimo. Que este año parece haberse adelantado ese proceso de cambio cromático a causa de la sequía. Por si acaso lloviera fuerte o hiciera mucho viento y los árboles se quedaran desnudos…. No fuera que, por exceso de avaricia, por querer el premio en su máximo esplendor, termináramos sin nada, o con la pedrea”.

Y con esa expectativa nos pusimos en marcha. Para llegar, había que hacer un viaje largo y algo tortuoso. No importaba. La ilusión generada con antelación dejaba en una nimiedad cualquier obstáculo, dificultad, o esfuerzo; el madrugar, incluido. Y allí llegamos cuando amanecía, llenos de esperanza. Entre el magnético nombre del lugar y el imán otoñal….

No era, sin embargo, una ilusión vana, infundada. Ya dos semanas antes (*), desde el Cerro Veneras (Monterrubio de la Demanda), habíamos visto cómo los bosques se empezaban a teñir de amarillo. Eso estaba justo por encima de La Umbría, toda la zona en la que se hallaba encajado del valle de La Soledad.

LA RUTA

La ruta comienza junto a unas praderas al lado del Camino de la Soledad; asfaltado, pero estrecho. Para tomarlo, hay que desviarse en la carretera que une Monterrubio de la Demanda (Burgos; BU-825) con Canales de la Sierra (La Rioja; LR-113); hacia la izquierda, si se llega desde Monterrubio. A unos 4 km del desvío, hay espacio sobrado para aparcar en una explanada cerca de un pilón, fuente-abrevadero.

Seguimos como guía el trazado de ‘Fernandoni’ (https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/ermita-de-la-soledad-60791726 ). La hicimos, no obstante, en sentido inverso (para, supuestamente, mejor afrontar lo más duro al inicio). También incluimos algunas variaciones menores y añadidos (por ej., ascender por el barranco del río Viguillas).

Nada más empezar, hay que encarar una subida con fuerte desnivel, por un sendero (en realidad, parece un surco de escorrentías) con densa vegetación. En total, 1,2 km (la parte más dura está entre el km 0,5 y el 1,1). Nos adentramos luego, ya en descenso, por un hayedo durante 2 km. Vamos por un camino algo salvaje, con muchas ramas secas, pero agradable.

En el km 3,2, el trazado hace un cambio de dirección de casi 180 grados. Estamos muy cerca del nacimiento del río de la Soledad. En ese punto aún no tenía agua. Allí iniciamos un escabroso descenso hasta el km 4,5, sin sendero; siempre cerca del cauce del río. Seguimos dentro del extenso y sombrío hayedo. La senda aparece y se va suavizando.

Hacia el km 5,3 nos separamos del río de la Soledad. Aparecen claros y entramos en el valle del río Viguillas. Lo cruzamos en el km 6,4 y continuamos curso arriba. Esto nos proporciona contraste en el desarrollo de la ruta, ahora con espacios abiertos. Desde muy abajo, como muros, apreciamos algunas cumbres. Es el cordal de la Sierra de la Demanda que sale del Pico San Lorenzo hacia la Cruz de la Demanda.

Esos ‘muros’ quedarán para otro día (**). Damos media vuelta en el km 6,8. Nos encaminamos hacia la ermita de La Soledad. Los bosques de hayas se han tornado ahora en montes de robles. Nos acompañarán hasta el final de la ruta. Con densa espesura y variedad vegetal, las laderas de los profundos valles a un lado y a otro refulgen coloridas bajo el sol.

Llegamos a la ermita en el km 9,8. Aunque la construcción de su estado actual está datada en el siglo XVIII, hay fechadas peregrinaciones desde el XVI. No es de extrañar. Enclave impresionante en el fondo de un barranco, al lado del río. Desde allí, nos restan 3 km por la solitaria pista asfaltada hasta el final: un placentero paseo con liviano ascenso.

Las posibles dificultades a considerar son escasas. En términos de exigencia física, está por un lado, la fuerte y farragosa subida inicial. Luego, la primera parte del incómodo descenso por la cabecera del río de la Soledad, por terreno abrupto y resbaladizo. Basta con tener cuidado. Las demandas de orientación, con guía, son inexistentes; sin ella, pueden ser complicadas. En la subida inicial, el sendero es casi imperceptible; no lo hay en la cabecera del río, aunque en este caso basta con mantenerse cerca de él.

DESTACADO

(1) En el corazón de los bosques:

El itinerario transcurre mayormente dentro de los bosques; sea en medianías de ladera, sea en áreas bajas de valle. Son tupidos, pero no te sientes encerrado, sino protegido, como en un gran regazo interior. La experiencia resulta particularmente intensa bajo la espesa umbría de los hayedos. Poco antes de entrar en ella, el sol ya alumbraba luminoso en el exterior; sólo filtrado por algo de neblina alta. Cuando salimos de la umbría, el intenso cielo azul deslumbraba. Pero allí dentro todo era penumbra. No penetraban los rayos de la ardiente bola celeste. Como en un mundo diferente. Existen el día, la noche, y… la umbría.

(2) Las vistas exteriores:

En contraste, hay varios puntos con ventanales panorámicos. El principal lo tenemos en el cerro al que llegamos tras el esfuerzo inicial de subida (km 1,2). De frente, destacan las cumbres de la Sierra de la Demanda, en el ramal que va del Pico San Lorenzo al alto de la Cruz de la Demanda. Dentro de las cumbres de más de dos mil metros en esa columna vertebral, probablemente el Gatón sea el más cercano. A nuestra espalda, la Sierra de Neila, y más hacia el este, la de Urbión. Después, las vistas serán más limitadas. Un observatorio adicional, si bien desde el fondo del valle, lo tenemos ascendiendo por el río Viguillas.

(3) El río de la Soledad:

El río, en su origen, estaba seco. Era luego apenas un regato en su parte alta. Sólo más abajo, al recibir auxilio de algunos arroyos, adquiría suficiente volumen (no mucho) como para oírse, además de verse. A pesar de la escasez de agua (en esta época), resultaba encantador: Sus vertiginosas caídas de un hilo líquido entre peñascos, en las zonas más altas; y, sobre todo, en sus descansillos y remansos planos, en las zonas más bajas; sus regueros cantarines; sus pequeñas pozas como espejos negros; el musgo en las rocas del cauce; las hojas alfombrando sus orillas…. Todo ello arropado bajo el manto del hayedo.

(4) La ermita de la Virgen de la Soledad:

Muchas expectativas teníamos en la ermita, al estar enclavada en ese visualmente privilegiado paisaje, en el fondo de un angosto valle. Un lugar de peregrinación donde la gente llevaba sus anhelos; y también un lugar lúdico, de romería, para diluir las penas. Ya mucho antes, a más de un km de distancia, por detrás, se entrevé la ermita. Se respira magia. Al llegar, no obstante, había obreros trabajando. Sus trajines rompían la inmensa paz y soledad del entorno. A pesar de ello, el paraje y el emplazamiento resultaban arrebatadores. En otras circunstancias, nos habríamos detenido más para impregnarnos de esa fascinación.

(5) El panorama otoñal:

El otoño le añade a esta excursión un atractivo extra. Los bosques, mayoritariamente hayas y robles, pueblan densamente las laderas y el fondo de los valles. En esta época están cambiando de color, del verde al amarillo, al beige, y al marrón; con múltiples tonalidades en cada rango del espectro. Probablemente, por no decir con total seguridad, es la época ideal del año para visitar la zona. No obstante, quizás nuestras propias ansias por no perdernos este deleitoso obsequio nos llevaron a adelantarnos un poco a su punto álgido; en particular, el de las hayas. En dos semanas más, el colorido otoñal estaría en su cenit.

ANÉCDOTA

(Hoy, este espacio podría haberse quedado ‘en blanco’. Totalmente. Pero no fue así).

A lo largo de 150 rutas, habitualmente hemos vivido experiencias sorprendentes y/o sorpresivas, inesperadas. Eso, aparte de las bondades inherentes a las propias rutas, con las que ya contábamos. En la mayoría de los casos, fueron experiencias agradables, que nos regalaron una sonrisa. Tal cual las he relatado, siempre fueron veraces, fieles a la realidad.

Hoy podría decir que no hubo ese tipo de experiencia, y dejar vacía la sección de Anécdotas. Pero sí ocurrió, aunque fuera desagradable. Para ‘huir’ de su recuerdo, al rememorar o leer sobre esta excursión, podría haberme ‘inventado’ una anécdota de naturaleza opuesta. Pero me falta imaginación para ello. Y, sobre todo, sería un acto de cobardía por mi parte.

La realidad es la que es y hay que afrontarla. La mejor forma de hacerlo, de exorcizar esa vivencia es verbalizarla, para que no se quede ahí larvada, contaminando esta bonita ruta. Sabido es que la bondad y la belleza conviven diariamente con sus opuestos. Hay, pues, que estar preparados también para éstos, para hacerles cirugía y que no mancillen.

Mas no me regodearé en lo sombrío. En realidad, todo sucedió repentinamente y duró pocos segundos. Tan rápido como sobrevino, se desvaneció. Me limitaré a narrar brevemente los hechos estrictos. Evitaré las interpretaciones. Así, cada cual puede hacer sus propias conjeturas.

Anticiparé que, en el ámbito objetivo, no hubo consecuencias físicas negativas; pero casi. En el dominio moral (mental o emocional), pasado el susto, dejó de afectarnos en cuanto iniciamos la marcha, adentrándonos en el bosque. Fue varias horas después, a la hora de escribir esta crónica, cuando nos ha llegado su eco.

Vayamos, pues, a los hechos:

Confluimos con otro vehículo a la entrada del Camino de la Soledad. Aquél se acercaba por el lado de Canales de la Sierra; nosotros, por el opuesto, de Monterrubio de la Demanda. Le cedimos el paso. Parecía tener prisa. Enseguida, ésta amainó y fue frenando, reteniéndose delante de nosotros. “Estará buscado algo”. No mostramos ninguna impaciencia. No hicimos la más mínima intención de adelantarle. A los dos km, se desvió a la derecha. ‘Fin’.

Pero no. Habíamos ya aparcado unos dos km más allá, camino de la ermita. Varios metros fuera de la carretera. Antes de iniciar la marcha, fui a ver la fuente-abrevadero, muy cerca. Vimos entonces al otro vehículo venir veloz, un todo terreno grande y con caja abierta por detrás. “Querrá saludarnos, decirnos o preguntarnos algo… urgente…”.

Al llegar donde estábamos, sobradamente fuera de la vía, en el prado, el conductor frenó bruscamente, salió de la carretera, e hizo un giro bronco en nuestra dirección. Pasó a menos de un metro de donde estábamos; estupefactos. En aquella amplia explanada podría haber hecho su maniobra en cualquier otro punto, y despacio, sin molestar ni causar peligro.

No saludó, ni con la mano, ni con un gesto facial, ni verbalmente. Sólo giró como un poseso (allí quedaron las marcas de sus ruedas) y se fue como el rayo. El modelo, forma y color, y la matrícula de su vehículo se nos quedaron grabados. La emoción cinceló a fuego una huella con esa información en nuestra memoria.

¿Quién era y por qué lo hizo? Aunque llevaba un perro en la cabina, no parecía un cazador; de hecho, no oímos ningún tiro. Difícilmente podría ser un ganadero, porque no vimos ni una sola vaca (caballo, etc.) en todo el recorrido. Cuesta creer que fuera un vigilante forestal, porque el vehículo no llevaba ninguna indicación al respecto. ¿?…. Se me ocurren otras interpretaciones del hecho y de los motivos. Pero he prometido no entrar en ellos.

Exorcizado, pues; conjurado. …Total, en 150 rutas, hemos tenido poco más de un par de casos para olvidar; el 98% restante han constituido fuentes de enorme satisfacción. El percance no mermó un ápice nuestro disfrute de la ruta. A por la siguiente.

RUTAS CERCANAS

(*) https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/monterrubio-de-demanda-dehesa-ermita-de-los-martires-y-cerro-114360804

https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/pico-san-lorenzo-desde-valdezcaray-version-extendida-114206465

https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/entre-pradilla-de-belorado-y-eterna-115265387

https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/prc-bu-204-sendero-del-collado-de-neila-112407842

(**) Pendiente de publicar en Wikiloc (próximamente):
https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/cumbres-riojanas-en-la-demanda-entre-el-salineros-2-101-y-el-gaton-2-037-116257083