El Robledal - Cerro Malascamas - Cerro Albucaz - Collado de Cuesta Pardilla - La Tacita de Plata.

Me reincorporo a las caminatas semanales tras el parón del Camino de Santiago; hoy nos reunimos el grupo casi al completo, Lara, Guanchi, Curro, Galo y yo vamos a internarnos en el corazón de la sierra Tejeda para visitar un cerro, el Malascamas, que es nuevo para todos excepto para Lara. Dejamos los coches en el Robledal y tomamos el camino de ascenso a la Maroma, si bien ya antes de la barrera nos desviamos por un sendero que sale por la izquierda en busca de la Venta Palma. He de indicar que aquí hay un titubeo, ya que por una parte llevábamos un track y por otra Lara había hecho esta ruta un par de veces por otro camino, así que iniciamos con esta segunda opción pero al complicarse decidimos retomar el track, que va por un carril mucho más cómodo, aunque con un rodeo bastante amplio.

Tras esas dudas iniciales y un posterior paseo por el amplio carril, llegamos a la intersección que nos mete en la parte mollar de la ruta. Para llegar al Malascamas no hay senda clara y tenemos que caminar campo a través y por sendas de animales, superando una serie de cimas que se van elevando desde los 1.150 hasta cerca de los 1.500 metros, hitos en los que nos vamos deteniendo para disfrutar de unas bonitas vistas, si bien los altos picos que llevamos de frente (caminamos de norte a sur) quedan cubiertos por una espesa niebla. Pasada la última de las antecimas nos paramos a ponernos los chubasqueros por tercera vez, pues ahora alcanzamos el reino de la niebla que está acompañada por un persistente sirimiri y así entramos en un enorme canchal por el que hemos de acceder a nuestro primer objetivo. La mala lectura del track provocada por la niebla y la lluvia, hace que suba por las laderas de dos cimas consecutivas que tapan el Malascamas, cuando es bastante más cómodo seguir por la parte baja y realizar sólo el ataque final; en cualquier caso, alcanzamos la cima (1.792 m.) que nos recibe con una lluvia bastante más fuerte, por lo que únicamente nos detenemos el tiempo necesario para tomar un par de fotos junto al vértice geodésico.

Viene ahora un duro descenso por un canal de fortísima pendiente que yo comienzo a bajar arrastrando el culo, antes de encontrar unos apoyos más sencillos en las piedras de uno de los laterales. Pasado el canal continuamos por un inclinado canchal que nos lleva al collado que separa este cerro de otro cuyo ascenso iniciamos ahora. Se trata del cerro Albucaz (1.735 m.), que nos recibe con fortísimas rachas de viento que vienen acompañadas de lluvia y algo de granizo; ahora vamos a caminar en dirección este-oeste por un cordal que delimita las provincias de Granada y Málaga, buscando la puerta de Santiago, donde entramos en un carril y encontramos refugio del viento protegidos por el cerro Santiago. Ahí hacemos una parada para reponer fuerzas, mientras vemos como la niebla va abriéndose paulatinamente. Siguiendo el carril llegamos a las llanadas de Sedella, tradicional zona de pastoreo de la sierra que nos recibe con una clara mejoría del tiempo, algo que resultará fundamental de cara a la continuación de la ruta.

En las llanadas de Sedella suele soplar el viento de forma contundente y ahí tenemos que decidir por donde continuar la caminata. Desde aquí parte el sendero a la Tacita de Plata por el que tenemos que rodear el cerro Cuascuadra (1.808 m.) y hay dos formas de hacerlo, una directa por el collado de Cuesta Pardilla y otra indirecta que zigzaguea por la ladera y se une con el camino anterior una vez rodeado el cerro. La primera es más expuesta y con viento casi impracticable, pero como éste había amainado decidimos que merecía la pena optar por esta opción. Y la verdad es que no defrauda, se trata de una senda dura pero muy divertida, ya que combina sencillos cresteos y trepadas con unas panorámicas bellísimas, sobre todo aquellas que nos revelan toda la grandiosidad del barranco del arroyo del Cerezal, así que el esfuerzo merece mucho la pena. Pasado el collado bordeamos el cerro Cuascuadra, cuyo morrón dejamos a nuestra izquierda para bajar al encuentro del sendero que habíamos desechado para realizar esta emocionante variante.

Desde aquí nos vuelve a encontrar la niebla, pero ya sólo nos queda seguir el sendero que bordea los cerros el Morrón y Tacita de Plata, en cuya ladera se encuentra una fuente homónima de agua fresquísima. Un poco más adelante ya encontramos la intersección que se dirige hacia la Maroma y únicamente nos queda encarar las eses de los tajos del Salto del Caballo y completar el sendero tantas veces recorrido hasta el Robledal, donde se cierra esta amplia ruta circular.