Embalse de El Atance y Hoz de Santamera.

Una bonita y fácil, a pesar de su longitud, ruta por la ribera oeste del embalse de El Atance, desde la presa del embalse hasta la hoz de Santamera, donde el río Salado corta el paso al caminante, impidiendo seguir hasta la aldea de Santamera. El embalse es bastante reciente (fué inaugurado en 1997), y bajo sus aguas quedaron los restos de la población de El Atance, ubicada en la confluencia del río Salado con el arroyo de la Hoz, y del que algunos restos son apreciables aún en superficie por el bajo nivel de las aguas. El paisaje del embalse está fuertemente condicionado por el duro clima de la Sierra Norte de Guadalajara, pero en esta época llama mucho la atención la combinación de zonas donde los cambios producidos por la otoñada son muy notables con otras donde la flora está dominada por extensos encinares y matorral. Buen sitio para disfrutar de una otoñada diferente,
El punto de inicio de la caminata (en su mayoría por una cómoda pista próxima al agua) se encuentra muy cerca de la presa del embalse de El Atance, a donde llegamos desde Imón por la GU-148 , pasando por Riofrío del Llano y Santiustey girando hacia la izquierda, en dirección al embalse en las afueras de Huérmeces. Muy cerca de la presa, frente a algunas casas, hay espacio amplio para dejar el coche.
Poco más adelante se encuentra la presa, sobre la que pasamos para alcanzar la ribera oeste, por la que ascenderemos, a los pies de Navavieja (un ascenso ligero y bastante cómodo, donde lo que más llama la atención es el encinar helado), y luego del Alto de Soriela, hasta llegar a la zona ancha, donde desemboca por la otra ribera el río de la Hoz, en una zona donde se pueden ver los restos de algunas construcciones que pertenecen al antiguo pueblo de El Atance, no sumergidas ahora en las aguas.
Pasado el arroyo de Valdevilla el embalse se estrecha, entre los picos de Valdeaguilera y Chivía, aunque aún no se encañona, como hace más adelante, cuando las elevaciones pasan a superar los 1000 metros y el paisaje se hace más impresionante. Aquí vemos con más frecuencia los cambios de la otoñada en chopos y brezo, y empezamos a darnos cuenta de que no va a ser posible dar la vuelta al llegar al Barrando del Hocino, porque la belleza del paisaje a medida que nos acercamos a la Hoz de Santamera hace imposible parar antes de llegar al final o ser detenedidos por algún obstáculo insalvable.
Pasamos el Barranco del Hocino, donde el brezo está particularmente bonito, y entramos en la Hoz, entre las Peñas de Abantos y el Alto del Cuerno, y llegamos hasta la punta donde comienza a verse la Ermita de la Soledad y otras construcciones de Santamera. Ahí nos encontramos con que no podemos seguir: el río Salado, crecido y con un buen nivel de aguas nos impide seguir adelante. A los lados tampoco está claro que podamos pasar sin exponernos a una buena mojadura: todo el cauce está cubierto a los lados por cañas entre las que asoma el agua. Es el momento de dar la vuelta, con todos los senderistas impresionados por la belleza de un lugar donde la sensación de soledad es palmaria. Sin duda esa España vaciada que visitamos siempre que podemos nos ofrece montones de paisajes mágicos, la otoñada aquí no será vista por muchas personas, pero sin duda es magnífica.
Y sólo queda dar la vuelta, por el mismo camino que hemos utilizado a la ida, hasta volver al lugar donde hemos dejado el coche y termina esta ruta, para seguir mañana por otras partes de esta preciosa Sierra Norte de Guadalajara.