Embalse del Pontón - Pesquerías reales - Valsaín

Embalse del Pontón Alto - Pesquerías reales - Valsaín - embalse del Pontón Alto:

Aficionado a la pesca de la trucha, el rey Carlos III ordenó enlosar entre 1767 y 1769 la orilla izquierda del río Eresma desde su nacimiento, en las confluencias de los arroyos del Telégrafo y de Minguete, hasta el puente de Segovia, que hoy salva el paso sobre el embalse del Pontón Alto, en las proximidades del palacio de La Granja de San Ildefonso.

A ese empedrado tan real como caprichoso (en qué se invertía el pecunio de la hacienda pública), de unos 9 kilómetros de recorrido, se le conoce como las Pesquerías Reales. Y lo que antaño fue vereda acondicionada para satisfacer las aficiones del monarca, hoy es un sendero que guía al caminante por las aguas cristalinas del cauce, que en este tramo naciente también recibe el nombre de río Valsaín.

Escalinatas, puentes, saltos y losas se suceden a lo largo de un recorrido majestuoso que es una delicia transitar si no se congrega la muchedumbre, algo habitual en días no laborables de buen tiempo.

La caminata que aquí se propone es un cómodo paseo de 10 kilómetros y apenas 90 metros de desnivel, entre el embalse del Pontón Alto y el pueblo de Valsaín, para remontar el tercio inicial inferior de las pesquerías reales.

Una vez en la localidad serrana, visitaremos las ruinas del palacio de Valsaín, primero de los Reales Sitios, y cuyo origen se remonta a un antiguo pabellón de caza en tiempos de Enrique III (1379-1406: dinastía de los Trastámara), luego convertido en palacio por Felipe II entre 1552 y 1556. De su esplendor apenas queda en pie un noble esquinazo de un edificio que no se recuperó del incendio sufrido en 1682 (reinaba Carlos II, el último de los Habsburgo).

Su sucesor, Felipe V (el primer Borbón), lo amortajó definitivamente cuando en lugar de rehabilitarlo decidió construir el palacio de La Granja de San Ildefonso (1721-1724).

Aprendida la lección de historia, desde Valsaín retornaremos al embalse del Pontón Alto por los prados y robledales que se elevan sobre la orilla derecha del Eresma, ya alejados de la corriente (el lado zurdo o diestro de un río se determina según el sentido descendente de sus aguas). Al puente de Segovia llegaremos por el extremo opuesto al que iniciamos la marcha.