ENCINAS MILENARIAS Y POBLADO DE LOS CANOS (S. DE FILABRES)

Bonita ruta que recorre cuatro árboles singulares y el poblado abandonado de Los Canos.
Partimos del Marchal del Abogado, en el término municipal de Serón, donde dejaremos el coche a la sombra de una enorme encina, la encina del Marchal, primer árbol singular que visitaremos. Justo al lado está un enorme álamo, que también está recogido en el catálogo de La Junta de Andalucía como árbol singular. Cogemos dirección de La Loma, y pronto, siguiendo un camino y unas rodadas de 4x4, llegaremos al cementerio de La Loma, y justo pasado el mismo, veremos el siguiente árbol singular, la encina de La Loma, o de las Trébedes, como también se le conoce. En este punto nos desviamos del camino que nos dirige a la aldea de Los Sapos, y cogemos el camino que sale justo enfrente de la encina, que nos indica la localización de la encina de la Peana. Cogemos ese camino y antes de llegar a dicha encina, nos desviamos para acercamos antes a la aldea abandonada de los canos. Primero por un barranco donde el sendero se pierde, pero que luego vuelve a aparecer y se convierte en camino, pasando por el cortijo del Serval. Seguimos el camino hasta desembocar en un cortafuegos, que viene del cerro del Escomite, el cual vamos bajando por buen sendero hasta encontrarnos con el poblado de Los Canos, gran conjunto de viviendas hechas de pizarra, medio derruidas, y camufladas con el terreno, donde vivían bastantes familias en la época de la minería de Filabres. El lugar merece una visita tranquila, donde nos podemos remontar en el tiempo a un pasado no muy lejano y donde la vida era mucho más dura que ahora. Vemos los antiguos aterrazamientos de la gente del poblado y abajo, cerca del barranco, grandes árboles frutales y álamos.
Volvemos sobre nuestros pasos para seguir con el camino que nos dirigía a la encina de La Peana, considerado el árbol con mayor porte de Andalucía y uno de los más viejos (más de mil años).
Una vez visitado este enorme árbol tenemos la opción de regresar al punto de partida siguiendo el sendero de las encinas milenarias, que da algo de rodeo, o bien atajar campo a través, siguiendo algunas trazas de sendero. Elegimos la segunda opción, al ver que el terreno no es difícil de andar.
En poco tiempo estaremos otra vez en el Marchal del Abogado.