Enguinzas (964 m), circular desde La Cantolla pasando por collado Castrejón y vuelta por collado Irias
near La Cantolla, Cantabria (España)
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Trail photos
Itinerary description
Para los amantes de los macizos kársticos esta ruta o alguna otra quizá más completa debería ser imprescindible. Laberinto de lapiaz con faldas herbosas y hoyadas por doquier, agujas y muy curiosas formas que a mí se me hace irresistible. Ni la denominación es universal. Conocido como macizo Las Enguinzas chirría un poco que su cumbre más conocida se llame Enguinza o Enguinzas, mientras que la cumbre que en realidad es un poco más alta se denomine la Esquenta, que fonéticamente parece un plagio de esos que hacen algunos artistas de moda; y además, toda la zona es conocida como Peña Herrera, incluyendo probablemente la cumbre de Las Enguinzas. También donde La Esquenta le llaman Peña Herrera…
En fin, que cada uno las llame como quiera, pero que sepa que es una ruta de “trekking” por un terreno sorprendente y bellísimo. Parte de La Cantolla, barrio al norte de Mirones y donde hay una plaza donde podemos dejar el coche y empezar a andar. Imposible que no nos llame la atención una construcción en un alto y conocida como “La Torre”: El hotel París, que no es tal, ni lo ha sido nunca, sino que hace alusión a la arquitectura francesa de finales del s XIX y construido en 1905 por D. Primitivo Pérez Acabo, indiano emigrado a Méjico, natural de Mirones.
En diferentes páginas pone que la ruta sigue el PR S-73, afirmación cuya veracidad yo no dudo, aunque no vimos ni un solo letrero que lo indicase en los casi 15 km que anduvimos. Carteles de neveros, eso es lo que vimos. Los neveros a la izquierda, los neveros a la derecha, pero señalización del susodicho PR, nientis nientis.
Salimos pues de la plaza de La Cantolla por carreterilla que al rato se convierte en pista asfaltada; camino de Guspedroso creo que se llama. Por ahí vemos una fuente y en nada ya estamos en un curioso camino, que en muchos tramos asemeja una calzada romana, y que en otros tiempos serviría para el transporte quién sabe que mercancías, dicen que daba servicio a los carboneros que surtían de combustible a los hornos de la Real Fábrica de Artillería de La Cavada. El camino sigue en dirección Este y se anda muy bien. Hay diferentes casas, todas de sillería, haciendo imposible no meditar en el trabajo y tiempo que llevaría llevar todas esas piedras por semejantes caminucos. Vamos dejando diferentes hoyos a nuestra derecha, que realmente no parecen gran cosa hasta que andamos por las cumbres y podemos apreciar su curiosa conformación. A los 3 km encontramos a nuestra izquierda, entre carteles de a “los neveros”, un camino de tierra que en dirección sur y atravesando un hayedo precioso nos llevará hasta un lugar que parece sacado de un cuento de los hermanos Grimm. La fresquera de Fiñumiga. Una maravilla inimaginable construida en 1764 y que podía albergar hasta 20 toneladas de hielo, parece ser que con el fin de llevarlo a la susodicha fábrica de armas (Real, claro) para aliviar las quemaduras que los trabajadores se hacían en la fundición. Es fácil de adivinar las estupendas condiciones laborales de las que disfrutaban dichos obreros. La nevera consiste en un pozo excavado en la piedra viva, de varios metros de profundidad, rodeado de una pared circular de sillería, fabricada a cal y canto, y rematada con un techo de falsa cúpula. Estoy seguro que todo el mundo piensa lo mismo al asomarse al pozo, ahora bien, no seré yo quien lo diga.
Volvemos sobre nuestros pasos a la ruta con sus carteles y en un pispas nos plantamos en el collado Castrejón, desde donde podemos ver el hoyo y más al norte el pico del mismo nombre. Aquí el camino da un giro de 90º en dirección S-SE, con una muy curiosa palizada a la derecha, y con un suelo que poco a poco se convierte en hierba, con algún tramo con pendiente superior a 30º, pero que en seco se sube muy bien. Ojo si está mojado ya que a partir de un cierre de alambre (que por una vez se abre y cierra sin curso de perfeccionamento) llegamos a un collado (855 m) donde empieza la verdadera ascensión y si resbalamos podemos darnos un buen sopapo. En este collado tenemos dos alternativas, una en dirección oeste que nos permitiría atacar la Enguinza por su cara norte, y otra, que es la que tomamos, en dirección sur. La hierba, que aquí alcanza dimensiones gigantes está más o menos pisada y el camino bien hitado, aunque habrá que ir fijándose, y poniendo mucho cuidado en donde ponemos la bota, sobre todo cuando nos acercamos a la cumbre
Ya arriba, tenemos una preciosa vista de la Peña del Lobo y Esquenta, del peculiar, diferente y bellísimo macizo kárstico en el que nos encontramos, los valles pasiegos, Castro Valnera, Porracolina…y hasta Santander…una muy agradable sorpresa en una cumbre que no llega a los 1000 metros, y que nos hace sentir bien bien…mucho mejor que mil metros más abajo.
Aquí nos papeamos nuestras provisiones, ricas ricas, y al rato, con mucho ojito, iniciamos el descenso, y nos dirigimos en dirección Este por donde mejor nos parezca; hay diferentes zonas donde parece que hay caminos que empiezan y terminan sin mucho sentido, así que dejando a nuestra izqda la estribación de algunas cumbres accesorias innominadas, y teniendo enfrente la peña del Lobo, que se ve negra, y sin saber muy bien como íbamos a salir, exceptuando por lo que nos decía el GPS, con algo de inquietud, y tras un giro no muy intuitivo de 90º, encontramos en nada un camino estupendo, que tras descender y descender nos lleva a través de bosques de hayas al hoyo de Juntanosa, y posteriormente al collado Irias, desde donde hay una buena visión de la famosa cueva. En medio km más nos plantamos en Irias, desde donde por pista asfaltada llegamos a nuestro punto de partida, no sin antes pasar por la entrada del hotel París, fantástico nombre aunque nunca lo fuera y que añora tiempos pasados, mejores o peores, pero indiferentes para Las Enguinzas.
En fin, que cada uno las llame como quiera, pero que sepa que es una ruta de “trekking” por un terreno sorprendente y bellísimo. Parte de La Cantolla, barrio al norte de Mirones y donde hay una plaza donde podemos dejar el coche y empezar a andar. Imposible que no nos llame la atención una construcción en un alto y conocida como “La Torre”: El hotel París, que no es tal, ni lo ha sido nunca, sino que hace alusión a la arquitectura francesa de finales del s XIX y construido en 1905 por D. Primitivo Pérez Acabo, indiano emigrado a Méjico, natural de Mirones.
En diferentes páginas pone que la ruta sigue el PR S-73, afirmación cuya veracidad yo no dudo, aunque no vimos ni un solo letrero que lo indicase en los casi 15 km que anduvimos. Carteles de neveros, eso es lo que vimos. Los neveros a la izquierda, los neveros a la derecha, pero señalización del susodicho PR, nientis nientis.
Salimos pues de la plaza de La Cantolla por carreterilla que al rato se convierte en pista asfaltada; camino de Guspedroso creo que se llama. Por ahí vemos una fuente y en nada ya estamos en un curioso camino, que en muchos tramos asemeja una calzada romana, y que en otros tiempos serviría para el transporte quién sabe que mercancías, dicen que daba servicio a los carboneros que surtían de combustible a los hornos de la Real Fábrica de Artillería de La Cavada. El camino sigue en dirección Este y se anda muy bien. Hay diferentes casas, todas de sillería, haciendo imposible no meditar en el trabajo y tiempo que llevaría llevar todas esas piedras por semejantes caminucos. Vamos dejando diferentes hoyos a nuestra derecha, que realmente no parecen gran cosa hasta que andamos por las cumbres y podemos apreciar su curiosa conformación. A los 3 km encontramos a nuestra izquierda, entre carteles de a “los neveros”, un camino de tierra que en dirección sur y atravesando un hayedo precioso nos llevará hasta un lugar que parece sacado de un cuento de los hermanos Grimm. La fresquera de Fiñumiga. Una maravilla inimaginable construida en 1764 y que podía albergar hasta 20 toneladas de hielo, parece ser que con el fin de llevarlo a la susodicha fábrica de armas (Real, claro) para aliviar las quemaduras que los trabajadores se hacían en la fundición. Es fácil de adivinar las estupendas condiciones laborales de las que disfrutaban dichos obreros. La nevera consiste en un pozo excavado en la piedra viva, de varios metros de profundidad, rodeado de una pared circular de sillería, fabricada a cal y canto, y rematada con un techo de falsa cúpula. Estoy seguro que todo el mundo piensa lo mismo al asomarse al pozo, ahora bien, no seré yo quien lo diga.
Volvemos sobre nuestros pasos a la ruta con sus carteles y en un pispas nos plantamos en el collado Castrejón, desde donde podemos ver el hoyo y más al norte el pico del mismo nombre. Aquí el camino da un giro de 90º en dirección S-SE, con una muy curiosa palizada a la derecha, y con un suelo que poco a poco se convierte en hierba, con algún tramo con pendiente superior a 30º, pero que en seco se sube muy bien. Ojo si está mojado ya que a partir de un cierre de alambre (que por una vez se abre y cierra sin curso de perfeccionamento) llegamos a un collado (855 m) donde empieza la verdadera ascensión y si resbalamos podemos darnos un buen sopapo. En este collado tenemos dos alternativas, una en dirección oeste que nos permitiría atacar la Enguinza por su cara norte, y otra, que es la que tomamos, en dirección sur. La hierba, que aquí alcanza dimensiones gigantes está más o menos pisada y el camino bien hitado, aunque habrá que ir fijándose, y poniendo mucho cuidado en donde ponemos la bota, sobre todo cuando nos acercamos a la cumbre
Ya arriba, tenemos una preciosa vista de la Peña del Lobo y Esquenta, del peculiar, diferente y bellísimo macizo kárstico en el que nos encontramos, los valles pasiegos, Castro Valnera, Porracolina…y hasta Santander…una muy agradable sorpresa en una cumbre que no llega a los 1000 metros, y que nos hace sentir bien bien…mucho mejor que mil metros más abajo.
Aquí nos papeamos nuestras provisiones, ricas ricas, y al rato, con mucho ojito, iniciamos el descenso, y nos dirigimos en dirección Este por donde mejor nos parezca; hay diferentes zonas donde parece que hay caminos que empiezan y terminan sin mucho sentido, así que dejando a nuestra izqda la estribación de algunas cumbres accesorias innominadas, y teniendo enfrente la peña del Lobo, que se ve negra, y sin saber muy bien como íbamos a salir, exceptuando por lo que nos decía el GPS, con algo de inquietud, y tras un giro no muy intuitivo de 90º, encontramos en nada un camino estupendo, que tras descender y descender nos lleva a través de bosques de hayas al hoyo de Juntanosa, y posteriormente al collado Irias, desde donde hay una buena visión de la famosa cueva. En medio km más nos plantamos en Irias, desde donde por pista asfaltada llegamos a nuestro punto de partida, no sin antes pasar por la entrada del hotel París, fantástico nombre aunque nunca lo fuera y que añora tiempos pasados, mejores o peores, pero indiferentes para Las Enguinzas.
Waypoints
Summit
2,910 ft
Pico del Berezal
Summit
2,452 ft
Castrejón
Waypoint
1,519 ft
Hoyo de Juntarnosa
Waypoint
1,467 ft
Llerado
Comments (6)
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Sensacional descripción de una ruta, q donde otros veríamos hierbajos, picachus y bonitos paisajes, tu compones una sinfonía, enhorabuena!
Muchas gracias , y a ver si empiezas a escalar!
Estoy de camino al K2….
Una descripción que transporta;. Como siempre.
Gracias por tu descripción detallada y útil, a la vez que mágica, como siempre.
Porque a pesar de que en la montaña, como en la vida misma, suele haber bastantes caminos que empiezan y terminan sin mucho sentido, tus experiencias e indicaciones, cargadas de humor y pasión, son de lo más útil e inspirador.
¡Gracias!
Muchas gracias Paula por tu interesante comentario...aunque no dijeras lo que todo el mundo piensa al asomarse a la fresquera....;)