192. Entre Cillaperlata y Villanueva de los Montes
near El Barrio de Abajo, Castilla y León (España)
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Trail photos
Itinerary description
✔ NOTA.
Durante la propia ruta, comprobé que no se grabaron 4 ‘waypoints’. No era cuestión de dar marcha atrás para reponerlos, aunque eran ubicaciones de interés.
Para recuperarlos, reconstruí el trazado, utilizando el original como plantilla. Así que el reconstruido es prácticamente idéntico. Dejo éste con todos los ‘waypoints’.
Longitud: (a) Original (15,96 km); (b) Reconstruido (16,01 km). Diferencia: 50 m.
Desnivel: (a) Original (598 m); (b) Reconstruido (600 m). Diferencia: 2 m.
Tiempo (real) total de la ruta: 4 horas y 44 minutos. En movimiento: 3 h 40 min.
📸 FOTOS:
▶ Las 6 primeras seleccionan aspectos de interés (con descripción al pie).
▶ Las siguientes se ordenan según el itinerario (asociadas a cada 'waypoint').
📝 TEXTO (5 secciones):
▶ Índice IBP de la ruta,
▶ Preámbulo: antecedentes y motivos,
▶ La Ruta: recorrido y dificultades,
▶ Destacado: rasgos sobresalientes, y
▶ Anécdota: hechos curiosos.
INDICE IBP de Dificultad de la Ruta
Para Criterios y Tabla de Interpretación, Ir a:
https://www.ibpindex.com/index.php/es/
El resultado del análisis IBP es de 69 (para Senderismo): dificultad 'Media' para una preparación física 'Media'.
El cómputo del desnivel acumulado de la ruta por parte de IBP es de 646 metros (superior al que estima Wikiloc).
PREÁMBULO
Desde que hicimos una excursión entre Trespaderne y Cillaperlata por las orillas del Ebro (https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/fortaleza-de-tedeja-y-ribera-del-ebro-desde-trespaderne-117606019 ), teníamos ganas de hacer la presente ruta.
Habíamos leído sobre sus variopintos atractivos, tanto naturales y paisajísticos como culturales e históricos: las ruinas del Monasterio de La Hoz, la necrópolis medieval, la escarpada garganta de la Hoz, los penachos calizos, etc.
Quería, además, añadirle un complemento, aunque exigiera esfuerzo adicional: Una vez superadas las fuertes rampas del cordal (en el que se halla el tajo de La Hoz) por entre el Castro y Valdenubla, remolonearía por el altiplano hasta Villanueva de los Montes.
…. / ….
Me acercaba (conduciendo) a Cillaperlata. Unas nubes en llamas, anaranjadas, centelleaban como heraldos anunciando la inminente salida del sol. Fue una escena telonera de lujo. ¡Fulgurante preámbulo de una gran ruta!
A las 8 en punto di el primer paso. Se me quedó grabado porque coincidió con el melodioso sonido del reloj de carillón en la iglesia de Nuestra Señora de Covadonga, en Cillaperlata.
¡Ya sólo con esas nubes y ese sonido, celestiales…!, …iba a ser difícil mantener los pies en el suelo durante el resto de la mañana.
LA RUTA
Frente al lavadero de Cillaperlata hay sitio para aparcar. De allí partimos (la hice en solitario), siguiendo primero la orilla del Ebro hasta el km 1. Luego se cruza la carretera y nos dirigimos hacia el sureste, hasta la necrópolis medieval (km 2,3).
Seguidamente, podemos ir directamente a las ruinas del Monasterio de San Juan de La Hoz (a 100 m de la necrópolis). También tenemos la opción (merece la pena) de continuar junto al arroyo del Coto hasta la parte inferior de la garganta de La Hoz (km 2,7).
En ese punto, se hace imposible avanzar debido a la verticalidad de las rocas. Si acaso, tal vez se pueda con un buen equipo de escalada y con profesionalidad. Retornamos hacia las ruinas del monasterio (km 3,3).
Poco después, la senda gira bruscamente hacia el sur y se inicia un exigente (más del 20% de desnivel) ascenso de 1,4 km hasta un collado (km 5). Avanzaremos por él hasta la campa Orihuela (km 5,5).
Muy cerca, a un lado nos queda la cima del Castro (al oeste); al otro, la del Tozo (al este). Con tiempo y ganas, es posible ampliar la ruta subiendo a esas alturas. Seguimos descendiendo hasta un cruce de caminos (km 5,8).
En esa encrucijada, se puede continuar hasta Villanueva de los Montes, hacia el sur (lo que hice); o bien, se puede coger el camino de Oña hacia el oeste, acortando la ruta (éste lo tomaré después de regresar de Villanueva).
El trayecto hasta esa localidad (km 7,6), y luego el circuito de regreso, constituyen un agradable paseo. Son leves desniveles entre campos de labranza y reductos boscosos. El pequeño pueblo se resiste a desaparecer. Meritoriamente.
Tras el circuito, llegamos de nuevo al cruce de caminos (ahora km 9,9). Descendemos ingrávidamente hasta la parte superior del desfiladero de La Hoz (km 10,9). Iniciamos un liviano remonte hasta las ruinas de la granja de Valdenubla (km 11,7).
Allí comienza un ascenso más acusado hasta la cima del cordal (km 12,6). Sin descansillo, acometemos el descenso hasta las ruinas del Barrio de Arriba (km 14,4). Iremos disfrutando de excelentes panorámicas, más las vistas de las entretelas del desfiladero.
Dejado atrás el Barrio de Arriba, en lugar de bajar de nuevo hasta la orilla del Ebro, tomamos un camino (km 14,7) que acorta llevándonos hasta la carretera. Nos quedan poco más de 500 m por ella, con bonitas perspectivas por todos los lados.
Posibles Dificultades:
Dificultades técnicas no las hay; a menos que quieras adentrarte (trepando, escalando, reptando) en el desfiladero de La Hoz (fuera de la ruta).
Físicamente, 16 km de longitud y 600 m de desnivel conllevan una exigencia respetable. Subjetivamente, me pareció bastante menos dura que otras con menos números. Probablemente, el interés del entorno diluyó la percepción de esas demandas.
En orientación, es un trazado fácil, porque está muy bien señalizado. Siempre hay un sendero o un camino definidos. Hay que poner, obviamente, atención en los desvíos.
DESTACADO
La ruta tiene muchos atractivos, pero ‘la joya de la corona’ se concentra en el área de La Hoz:
La garganta-desfiladero y sus afiladas y retorcidas crestas de caída proporcionan el diamante de naturaleza y paisaje. Las ruinas del monasterio y sus aledaños, como la necrópolis o las ruinas del Barrio de Arriba, aportan el oro de cultura e historia.
(1) El Monasterio de San Juan de La Hoz (y la Necrópolis):
Hay abundante documentación en internet sobre este monasterio. Baste aquí una pincelada.
Fue levantado entre los siglos VII y VIII, en época visigoda, con raíces en un eremitorio primitivo. A la arquitectura (y motivos escultóricos) visigótica original, se le incorporaron posteriormente construcciones románicas, como se aprecia en la planta de la iglesia.
La necrópolis próxima, con decenas de tumbas antropomorfas en la piedra, atestigua el floreciente asentamiento durante la Edad Media. En el siglo XIX, con la desamortización, entró en irremediable declive. Las guerras y el expolio terminaron dejando sólo ruinas.
Un largo milenio de existencia aferrándose y creciendo a los pies de aquellas murallas naturales. En ese agreste enclave, allí, en soledad, contemplando los vestigios, en la mente del observador confluyen las grandezas y miserias del devenir humano.
(2) La ‘Cluse’ o Tajo Transversal de La Hoz (y las Crestas):
El paraje en el que se asienta el monasterio anonada: Es la salvaje garganta de La Hoz, sobre la que se curvan y comprimen los eslabones de la cadena de rocas.
Si en un día soleado y pacífico ya transpiran repelús, imagino el escalofrío entre la niebla o la lluvia; o con el ulular del viento por los resquicios, por las tripas de la quebrada en la noche….
Es de suponer que el nombre de La Hoz le viene de la enorme escarpadura hendida por el arroyo del Coto. Ahora estaba sin agua. Con lluvias, el torrente debe salvar cerca de 200 metros, casi en vertical, horadando las paredes pétreas.
La profunda garganta y los crestones pueden verse desde abajo y desde arriba. Cimbrados y en caída, son éstos llamativos. Parecen un Estegosaurio (tipo de dinosaurio) con placas verticales y espinas sobre su lomo arqueado, la cabeza hacia el suelo y la cola en el aire.
En realidad, a cierta distancia parecen dos (o varios pares de) estegosaurios enfrentándose, testuz contra testuz, con los hocicos en tierra, cogiendo impulso. La fuerza del empuje ha prensado y combado sus cabezas.
(3) Los Otros Atractivos Culturales:
A un tiro de piedra del monasterio, estuvo emplazado durante siglos el poblado de La Revilla o Barrio de Arriba de Cillaperlata. Probablemente se mantuvo como ‘área de servicio’ (o servidumbre). Ya sólo quedan algunos muros ahogados por las zarzas.
Por Cillaperlata habíamos pasado no hacía mucho (ver PREÁMBULO). Ahora no me detuve. En su iglesia hay una talla de la Virgen de Covadonga del siglo XII (algunos dicen que es la auténtica). Al lado, sobre el Ebro, están las cuevas del eremitorio rupestre del Covanuto.
Villanueva de los Montes planta cara a la apisonadora del aislamiento y el paso del tiempo. Varias casas se mantienen hidalgas y con cuidados jardines; señal del apego de sus habitantes. Sin duda lo es también el arreglo en curso de su iglesia.
(4) Los Otros Atractivos Naturales (y las Panorámicas):
Aparte de la garganta de La Hoz y las crestas calizas ‘estegosáuricas’, la naturaleza ofrece numerosos atractivos a lo largo de la ruta.
Ya nada más empezar, podemos disfrutar del paseo por la orilla del Ebro. Allí, embalsado, parece un pequeño Amazonas. Calmado y liso en la superficie, sus aguas reflejan la vegetación de los lados como un espejo.
Conforme ascendemos monte arriba por la sierra de La Llana desde el monasterio, y luego al descender, tenemos amplias panorámicas del valle del Ebro y de las montañas cantábricas al norte:
Hacia el noroeste, la extensa hondonada de Las Merindades y las sierras que delimitan las provincias de Burgos y Cantabria. Hacia el noreste, se intuyen los valles de Tobalina y de Losa, y se perfilan las sierras que culebrean entre Burgos y Vizcaya y Álava.
ANÉCDOTA
Hoy va de motores. Algo inesperado en la naturaleza. Y más en una tan agreste como ésta.
Eran poco más de las 8:30 h am (km 2,5, aprox.), en el pasillo que acerca a la garganta de La Hoz; un poco por encima de las ruinas del monasterio. El ruido de un motor se acercaba por arriba; pero no acababa de llegar. …Yo a lo mío.
Seguía…. Tal vez una avioneta. ¿A esas horas? Recién amanecido. Desde abajo, entre la vegetación y los roquedos, sólo quedaban estrechos resquicios de cielo. Miro otra vez. Por allí pasaban dos parapentes con motor. Uno salió en la foto.
Desaparecieron. La paz rasgada volvía a recuperar la magia de aquel paraje. Bueno, el cielo es para volar y aquél era un día semi-festivo (Jueves Santo). El apabullante ilusionismo del lugar me hizo olvidar los motores al momento.
Seguí a lo mío…. Hipnotizado. Hasta el km 9,8, más de 2 h después. En aquel bravío escenario, y para lo que luego vino, estaba yo menos preparado incluso que para lo anterior. Dejábamos el cielo y su calma. Ahora le tocaría al suelo y su ebullición.
Volví a oír más motores. Bajaba yo por el camino a Valdenubla, con procedencia de Villanueva de los Montes y en dirección a la parte alta del desfiladero de La Hoz. Estos ruidos sí los identifiqué. Seguro que eran motos.
Supuse que vendrían por el camino; transitable. “…De atrás deben venir, desde Villanueva”, me dije. Pero no, yo las oía de lado (¡no por detrás!): por el montaraz sendero que me había izado antes desde el valle de Cillaperlata.
“Por ese apretado senderillo, pedregoso, revirado, espeso de vegetación, …no puede ser”, pensé. “Que, además, son casi 300 metros de desnivel”. Así que, en contra de la insistencia de mis oídos, mi mente los canceló por ‘mentirosos’.
Me sobrepasaron. Eran cuatro jinetes motorizados; muy bien equipados. Y muy educados. Uno a uno, todos saludaron efusivamente. Hasta levantaron las viseras de sus cascos para hacerlo. Con variedad de saludos. (Así que No eran ‘los Cuatro del Apocalipsis’).
Siguieron camino abajo. Pero la historia no había terminado. Mi obcecación por lo ‘razonable’ tendría que claudicar. Lo que a mi mente le pareciera impensable, terminaría por confirmarse como realidad. A la evidencia sonora se uniría, redoblada, la visual.
Casi una hora después, en el km 12,6, en lo más alto de la segunda elevación de la ruta (creo que lo denominan El Carril), justo antes de empezar el descenso final, veo venir a los cuatro de frente. No cabía duda. Lo habían hecho, ahora por el otro lado.
Aflojaron y saludaron de nuevo. Ya como viejos conocidos. Estaban recorriendo la Sierra de La Llana. Entiendo que esas motos de ‘trail’ (o de trial) sean buenas en lo suyo. Pero me asombra más la pericia de los moteros.
Habían subido. Y ahora el desnivel era aún mayor y este sendero era aún más accidentado que el de antes. Para dar crédito a mis oídos y a mis ojos, mi cabeza me exigió tacto; ‘el tacto’: Es decir, tocar las marcas de los tacos de sus ruedas en el suelo.
Me quedó buen cuerpo, a pesar de los momentáneos revuelos.
(Dejo un par de fotos. Para los incrédulos; …como yo).
Durante la propia ruta, comprobé que no se grabaron 4 ‘waypoints’. No era cuestión de dar marcha atrás para reponerlos, aunque eran ubicaciones de interés.
Para recuperarlos, reconstruí el trazado, utilizando el original como plantilla. Así que el reconstruido es prácticamente idéntico. Dejo éste con todos los ‘waypoints’.
Longitud: (a) Original (15,96 km); (b) Reconstruido (16,01 km). Diferencia: 50 m.
Desnivel: (a) Original (598 m); (b) Reconstruido (600 m). Diferencia: 2 m.
Tiempo (real) total de la ruta: 4 horas y 44 minutos. En movimiento: 3 h 40 min.
📸 FOTOS:
▶ Las 6 primeras seleccionan aspectos de interés (con descripción al pie).
▶ Las siguientes se ordenan según el itinerario (asociadas a cada 'waypoint').
📝 TEXTO (5 secciones):
▶ Índice IBP de la ruta,
▶ Preámbulo: antecedentes y motivos,
▶ La Ruta: recorrido y dificultades,
▶ Destacado: rasgos sobresalientes, y
▶ Anécdota: hechos curiosos.
INDICE IBP de Dificultad de la Ruta
Para Criterios y Tabla de Interpretación, Ir a:
https://www.ibpindex.com/index.php/es/
El resultado del análisis IBP es de 69 (para Senderismo): dificultad 'Media' para una preparación física 'Media'.
El cómputo del desnivel acumulado de la ruta por parte de IBP es de 646 metros (superior al que estima Wikiloc).
PREÁMBULO
Desde que hicimos una excursión entre Trespaderne y Cillaperlata por las orillas del Ebro (https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/fortaleza-de-tedeja-y-ribera-del-ebro-desde-trespaderne-117606019 ), teníamos ganas de hacer la presente ruta.
Habíamos leído sobre sus variopintos atractivos, tanto naturales y paisajísticos como culturales e históricos: las ruinas del Monasterio de La Hoz, la necrópolis medieval, la escarpada garganta de la Hoz, los penachos calizos, etc.
Quería, además, añadirle un complemento, aunque exigiera esfuerzo adicional: Una vez superadas las fuertes rampas del cordal (en el que se halla el tajo de La Hoz) por entre el Castro y Valdenubla, remolonearía por el altiplano hasta Villanueva de los Montes.
…. / ….
Me acercaba (conduciendo) a Cillaperlata. Unas nubes en llamas, anaranjadas, centelleaban como heraldos anunciando la inminente salida del sol. Fue una escena telonera de lujo. ¡Fulgurante preámbulo de una gran ruta!
A las 8 en punto di el primer paso. Se me quedó grabado porque coincidió con el melodioso sonido del reloj de carillón en la iglesia de Nuestra Señora de Covadonga, en Cillaperlata.
¡Ya sólo con esas nubes y ese sonido, celestiales…!, …iba a ser difícil mantener los pies en el suelo durante el resto de la mañana.
LA RUTA
Frente al lavadero de Cillaperlata hay sitio para aparcar. De allí partimos (la hice en solitario), siguiendo primero la orilla del Ebro hasta el km 1. Luego se cruza la carretera y nos dirigimos hacia el sureste, hasta la necrópolis medieval (km 2,3).
Seguidamente, podemos ir directamente a las ruinas del Monasterio de San Juan de La Hoz (a 100 m de la necrópolis). También tenemos la opción (merece la pena) de continuar junto al arroyo del Coto hasta la parte inferior de la garganta de La Hoz (km 2,7).
En ese punto, se hace imposible avanzar debido a la verticalidad de las rocas. Si acaso, tal vez se pueda con un buen equipo de escalada y con profesionalidad. Retornamos hacia las ruinas del monasterio (km 3,3).
Poco después, la senda gira bruscamente hacia el sur y se inicia un exigente (más del 20% de desnivel) ascenso de 1,4 km hasta un collado (km 5). Avanzaremos por él hasta la campa Orihuela (km 5,5).
Muy cerca, a un lado nos queda la cima del Castro (al oeste); al otro, la del Tozo (al este). Con tiempo y ganas, es posible ampliar la ruta subiendo a esas alturas. Seguimos descendiendo hasta un cruce de caminos (km 5,8).
En esa encrucijada, se puede continuar hasta Villanueva de los Montes, hacia el sur (lo que hice); o bien, se puede coger el camino de Oña hacia el oeste, acortando la ruta (éste lo tomaré después de regresar de Villanueva).
El trayecto hasta esa localidad (km 7,6), y luego el circuito de regreso, constituyen un agradable paseo. Son leves desniveles entre campos de labranza y reductos boscosos. El pequeño pueblo se resiste a desaparecer. Meritoriamente.
Tras el circuito, llegamos de nuevo al cruce de caminos (ahora km 9,9). Descendemos ingrávidamente hasta la parte superior del desfiladero de La Hoz (km 10,9). Iniciamos un liviano remonte hasta las ruinas de la granja de Valdenubla (km 11,7).
Allí comienza un ascenso más acusado hasta la cima del cordal (km 12,6). Sin descansillo, acometemos el descenso hasta las ruinas del Barrio de Arriba (km 14,4). Iremos disfrutando de excelentes panorámicas, más las vistas de las entretelas del desfiladero.
Dejado atrás el Barrio de Arriba, en lugar de bajar de nuevo hasta la orilla del Ebro, tomamos un camino (km 14,7) que acorta llevándonos hasta la carretera. Nos quedan poco más de 500 m por ella, con bonitas perspectivas por todos los lados.
Posibles Dificultades:
Dificultades técnicas no las hay; a menos que quieras adentrarte (trepando, escalando, reptando) en el desfiladero de La Hoz (fuera de la ruta).
Físicamente, 16 km de longitud y 600 m de desnivel conllevan una exigencia respetable. Subjetivamente, me pareció bastante menos dura que otras con menos números. Probablemente, el interés del entorno diluyó la percepción de esas demandas.
En orientación, es un trazado fácil, porque está muy bien señalizado. Siempre hay un sendero o un camino definidos. Hay que poner, obviamente, atención en los desvíos.
DESTACADO
La ruta tiene muchos atractivos, pero ‘la joya de la corona’ se concentra en el área de La Hoz:
La garganta-desfiladero y sus afiladas y retorcidas crestas de caída proporcionan el diamante de naturaleza y paisaje. Las ruinas del monasterio y sus aledaños, como la necrópolis o las ruinas del Barrio de Arriba, aportan el oro de cultura e historia.
(1) El Monasterio de San Juan de La Hoz (y la Necrópolis):
Hay abundante documentación en internet sobre este monasterio. Baste aquí una pincelada.
Fue levantado entre los siglos VII y VIII, en época visigoda, con raíces en un eremitorio primitivo. A la arquitectura (y motivos escultóricos) visigótica original, se le incorporaron posteriormente construcciones románicas, como se aprecia en la planta de la iglesia.
La necrópolis próxima, con decenas de tumbas antropomorfas en la piedra, atestigua el floreciente asentamiento durante la Edad Media. En el siglo XIX, con la desamortización, entró en irremediable declive. Las guerras y el expolio terminaron dejando sólo ruinas.
Un largo milenio de existencia aferrándose y creciendo a los pies de aquellas murallas naturales. En ese agreste enclave, allí, en soledad, contemplando los vestigios, en la mente del observador confluyen las grandezas y miserias del devenir humano.
(2) La ‘Cluse’ o Tajo Transversal de La Hoz (y las Crestas):
El paraje en el que se asienta el monasterio anonada: Es la salvaje garganta de La Hoz, sobre la que se curvan y comprimen los eslabones de la cadena de rocas.
Si en un día soleado y pacífico ya transpiran repelús, imagino el escalofrío entre la niebla o la lluvia; o con el ulular del viento por los resquicios, por las tripas de la quebrada en la noche….
Es de suponer que el nombre de La Hoz le viene de la enorme escarpadura hendida por el arroyo del Coto. Ahora estaba sin agua. Con lluvias, el torrente debe salvar cerca de 200 metros, casi en vertical, horadando las paredes pétreas.
La profunda garganta y los crestones pueden verse desde abajo y desde arriba. Cimbrados y en caída, son éstos llamativos. Parecen un Estegosaurio (tipo de dinosaurio) con placas verticales y espinas sobre su lomo arqueado, la cabeza hacia el suelo y la cola en el aire.
En realidad, a cierta distancia parecen dos (o varios pares de) estegosaurios enfrentándose, testuz contra testuz, con los hocicos en tierra, cogiendo impulso. La fuerza del empuje ha prensado y combado sus cabezas.
(3) Los Otros Atractivos Culturales:
A un tiro de piedra del monasterio, estuvo emplazado durante siglos el poblado de La Revilla o Barrio de Arriba de Cillaperlata. Probablemente se mantuvo como ‘área de servicio’ (o servidumbre). Ya sólo quedan algunos muros ahogados por las zarzas.
Por Cillaperlata habíamos pasado no hacía mucho (ver PREÁMBULO). Ahora no me detuve. En su iglesia hay una talla de la Virgen de Covadonga del siglo XII (algunos dicen que es la auténtica). Al lado, sobre el Ebro, están las cuevas del eremitorio rupestre del Covanuto.
Villanueva de los Montes planta cara a la apisonadora del aislamiento y el paso del tiempo. Varias casas se mantienen hidalgas y con cuidados jardines; señal del apego de sus habitantes. Sin duda lo es también el arreglo en curso de su iglesia.
(4) Los Otros Atractivos Naturales (y las Panorámicas):
Aparte de la garganta de La Hoz y las crestas calizas ‘estegosáuricas’, la naturaleza ofrece numerosos atractivos a lo largo de la ruta.
Ya nada más empezar, podemos disfrutar del paseo por la orilla del Ebro. Allí, embalsado, parece un pequeño Amazonas. Calmado y liso en la superficie, sus aguas reflejan la vegetación de los lados como un espejo.
Conforme ascendemos monte arriba por la sierra de La Llana desde el monasterio, y luego al descender, tenemos amplias panorámicas del valle del Ebro y de las montañas cantábricas al norte:
Hacia el noroeste, la extensa hondonada de Las Merindades y las sierras que delimitan las provincias de Burgos y Cantabria. Hacia el noreste, se intuyen los valles de Tobalina y de Losa, y se perfilan las sierras que culebrean entre Burgos y Vizcaya y Álava.
ANÉCDOTA
Hoy va de motores. Algo inesperado en la naturaleza. Y más en una tan agreste como ésta.
Eran poco más de las 8:30 h am (km 2,5, aprox.), en el pasillo que acerca a la garganta de La Hoz; un poco por encima de las ruinas del monasterio. El ruido de un motor se acercaba por arriba; pero no acababa de llegar. …Yo a lo mío.
Seguía…. Tal vez una avioneta. ¿A esas horas? Recién amanecido. Desde abajo, entre la vegetación y los roquedos, sólo quedaban estrechos resquicios de cielo. Miro otra vez. Por allí pasaban dos parapentes con motor. Uno salió en la foto.
Desaparecieron. La paz rasgada volvía a recuperar la magia de aquel paraje. Bueno, el cielo es para volar y aquél era un día semi-festivo (Jueves Santo). El apabullante ilusionismo del lugar me hizo olvidar los motores al momento.
Seguí a lo mío…. Hipnotizado. Hasta el km 9,8, más de 2 h después. En aquel bravío escenario, y para lo que luego vino, estaba yo menos preparado incluso que para lo anterior. Dejábamos el cielo y su calma. Ahora le tocaría al suelo y su ebullición.
Volví a oír más motores. Bajaba yo por el camino a Valdenubla, con procedencia de Villanueva de los Montes y en dirección a la parte alta del desfiladero de La Hoz. Estos ruidos sí los identifiqué. Seguro que eran motos.
Supuse que vendrían por el camino; transitable. “…De atrás deben venir, desde Villanueva”, me dije. Pero no, yo las oía de lado (¡no por detrás!): por el montaraz sendero que me había izado antes desde el valle de Cillaperlata.
“Por ese apretado senderillo, pedregoso, revirado, espeso de vegetación, …no puede ser”, pensé. “Que, además, son casi 300 metros de desnivel”. Así que, en contra de la insistencia de mis oídos, mi mente los canceló por ‘mentirosos’.
Me sobrepasaron. Eran cuatro jinetes motorizados; muy bien equipados. Y muy educados. Uno a uno, todos saludaron efusivamente. Hasta levantaron las viseras de sus cascos para hacerlo. Con variedad de saludos. (Así que No eran ‘los Cuatro del Apocalipsis’).
Siguieron camino abajo. Pero la historia no había terminado. Mi obcecación por lo ‘razonable’ tendría que claudicar. Lo que a mi mente le pareciera impensable, terminaría por confirmarse como realidad. A la evidencia sonora se uniría, redoblada, la visual.
Casi una hora después, en el km 12,6, en lo más alto de la segunda elevación de la ruta (creo que lo denominan El Carril), justo antes de empezar el descenso final, veo venir a los cuatro de frente. No cabía duda. Lo habían hecho, ahora por el otro lado.
Aflojaron y saludaron de nuevo. Ya como viejos conocidos. Estaban recorriendo la Sierra de La Llana. Entiendo que esas motos de ‘trail’ (o de trial) sean buenas en lo suyo. Pero me asombra más la pericia de los moteros.
Habían subido. Y ahora el desnivel era aún mayor y este sendero era aún más accidentado que el de antes. Para dar crédito a mis oídos y a mis ojos, mi cabeza me exigió tacto; ‘el tacto’: Es decir, tocar las marcas de los tacos de sus ruedas en el suelo.
Me quedó buen cuerpo, a pesar de los momentáneos revuelos.
(Dejo un par de fotos. Para los incrédulos; …como yo).
Waypoints
Comments (2)
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Information
Easy to follow
Scenery
Moderate
Buena ruta 💪💪
Gracias, 'jbr' (🙂). Me alegro de que te gustase. La recuerdo como una gran ruta.