76. Entre Dobro y Ahedo del Butrón
near Dobro, Castilla y León (España)
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INDICE IBP de Dificultad de la Ruta
Para Criterios y Tabla de Interpretación, Ir a:
https://www.ibpindex.com/index.php/es/
El resultado del análisis IBP es de 60 (para Senderismo): dificultad 'Media' para una preparación física 'Media'.
El cómputo del desnivel acumulado de la ruta por parte de IBP es de 543 metros (superior al que estima Wikiloc).
Unos meses atrás habíamos visitado Ahedo del Butrón, de camino a Tudanca de Ebro por el barranco de Valdeahedo ( https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/sendero-de-valdeahedo-hasta-el-ebro-98603895 ). Nos quedamos prendados del entorno y deseosos de más. Es comprensible que estos dos pueblos sean punto de referencia para muchas excursiones. No en vano la excelente senda GR-85, también conocida como ‘Ruta de los Sentidos’ (de modo algo enfático; como yo mismo, a veces) atraviesa dicha área. Ésta incluye también nuestro punto de partida para hoy, la localidad de Dobro.
Las previsiones meteorológicas para esa zona eran de día soleado sin mácula. Confirmado el día anterior y también (‘por si acaso’) poco antes de amanecer la mañana actual. “Perfecto para disfrutar del paisaje”, nos dijimos. …Sin embargo, en nuestro lugar de procedencia, aún lejos, teníamos niebla espesa alrededor. Su densidad fue en aumento conforme nos acercábamos al objetivo (faros antiniebla delante y detrás; 50-60 km por hora; no se veía a más de 25 metros). “¿Nos habremos equivocado de día?”….“¿O de lugar?”. No, esto último no; a menos que hubieran cambiado los difuminados carteles en la carretera.
Con dudas, pero seguimos confiando en las ‘previsiones meteorológicas’ (‘en Dobro y Ahedo habrá pleno sol’). Faltaban ya menos de 5 km y sólo se veía niebla. Desvío a Dobro; a un tiro de piedra. De pronto (…sí, del ‘de repente’) se abrió un boquete azul en la masa de algodón y apareció el cielo. Liberamos la respiración contenida. A ese agujero siguieron otros. Cinco minutos después, al iniciar la marcha en Dobro, quedaba de niebla en el valle, pero se veía la hilera de aerogeneradores por encima de nosotros, a lo largo de la cresta de la Peña Alta de Dobro. Después, cercanos al pleno sol para toda la jornada.
Seguimos fielmente el itinerario de ‘Angelbur’ en Wikiloc para esta ruta y consultamos sus ‘Sendas de Burgos’ (http://sendasdeburgos.blogspot.com/2013/06/de-dobro-ahedo-del-butron.html). Prácticamente, sólo hubo una diferencia. Justo antes de iniciar el descenso final a Ahedo, en nuestro km 6,4, giramos a la izquierda y cruzamos un lomo de monte limpio y verde, hasta un mirador sobre el pueblo. Desde allí tomamos una antigua calzada de bajada. Nuestro trazado y el de ‘Angelbur’ terminan coincidiendo en esta calzada, un poco más abajo. Una de las partes más bonitas de la excursión. Es una opción viable la nuestra, si se quiere atajar (ahorramos algo menos de 1 km).
La ruta transcurre entre Dobro y Ahedo, transición entre el Páramo de Masa y el valle del Ebro. Descendemos de Dobro bordeando el monte y los cerros peñascosos, por la derecha, y el valle de sembrados, por la izquierda. Sobrepasado el valle, nos situamos por encima de Ahedo y zigzagueamos por una ancestral calzada para salvar un fuerte desnivel. Callejeamos por este bonito pueblo. Desde allí, para el regreso, tomamos un valle paralelo al de la ida. En un punto determinado (ver debajo) hay que cruzar el monte, con algunas rampas. Bajamos hasta un desfiladero a nuestra izquierda. Nos lleva hasta la laguna denominada La Balsa. Estamos ya en el mismo valle de la ida. Tenemos Dobro a la vista.
Excepto dos o tres postes con letreros (alguno caído) y unas pocas marcas en los árboles, no hay señalización en todo el recorrido. Éste, no obstante, no es complicado (pero, mejor siempre con ayuda), excepto en un tramo crítico. En el km 12,1, ascendiendo, en una curva, hay que dejar la pista por la derecha e internarse en la maleza, por una débil (por no decir invisible) trocha. Son sólo unos cien metros, pero durante ellos recibimos más de cien pinchazos en las piernas. Luego vimos que parecía un atajo para evitar unos 500 m de revuelta, en subida, por la pista que traíamos. No sé si merece la pena; tal vez.
Con respecto a la exigencia física, no se plantean problemas. El desnivel no es grande, salvo en las rampas de ascenso durante el regreso, entre los km 11,4 y 12,4. Excepto en el corto tramo mencionado para el km 12,1, siempre hay senderos, caminos, pistas, o la calzada mencionada. Todos se encuentran en buen estado; son cómodos y seguros para caminar. Eso sí, cuidado con no pisar los montones de orugas procesionarias (supongo que sólo en esta época del año), en el largo camino de ida bordeando los pinares.
Cabe resaltar algunos aspectos con especial interés, según nuestra apreciación:
Primero, tenemos el pueblo de Ahedo del Butrón. Sin desmerecer a su vecino, en Ahedo destacan varias cosas. Por un lado, la arquitectura tradicional de sus calles y sus casas, con balconadas en la solana, con postigos y gateras en sus puertas, y con blasones en sus frontales (parece inevitable que en sus estrechas calles algunos coches aparcados resulten disonantes). Por otro, está su iglesia, en la que sobresale la portada románica representando escenas bíblicas. Los relieves escultóricos en ella y en los capiteles a ambos lados son de un exquisito refinamiento. La ermita de Santa Marina aporta también valor cultural.
Segundo, resulta novedosa la laguna La Balsa, que añade vistosidad al paisaje; de un considerable tamaño (más de 500 m de larga por entre 50 y 400 m de ancha). Aunque artificial, al parecer, no lo parece. Se ha integrado de forma natural en el entorno, desarrollando vegetación propia. Con el tiempo, se ha convertido en un humedal, refugio de aves y animales acuáticos. Vimos una grulla, que no nos dio tiempo a fotografiar. Y vimos muchas ranas en innumerables poses, que sí fotografiamos. Pero, examinando el resultado, salían escasamente agraciadas (de un color y aspecto poco estéticos); no las exhibiremos en ‘la pasarela’.
Tercero, tenemos los bosques. Generalmente, los circundamos o bordeamos, aunque a veces los cruzamos, en tramos más cortos. Los pinares presentan aquí menos atractivo (y presentan algo de ‘suciedad’: muchas ramas caídas, maleza, etc.). En cambio, los robledales y, sobre todo, los hayedos, más limpios, en las laderas, guardan su típico y sempiterno encanto. Deshojados, no es ahora su época de mayor esplendor. En otoño deben estar tan lindos como para dejarle a uno extasiado.
Cuarto, no hay majestuosas vistas panorámicas. No obstante, sí podemos ensalzar las que se tienen desde el mirador sobre Ahedo del Butrón, antes de llegar, e incluso después, saliendo de él. No es sólo el propio valle en el que Ahedo se asienta; también sobresalen las elevaciones montañosas y los cortados que se vislumbran continuando hacia el valle del Ebro. Tenemos, además, la muralla rocosa de la Peña Alta de Dobro, aunque su belleza natural queda deslucida artificialmente por los aerogeneradores.
Finalmente, está la calzada de descenso a Ahedo. En su parte superior, resulta admirable el trabajo de ingeniería. Al modo de las calzadas romanas (ese podría ser su origen, según los vecinos); como lo es la cercana y más espectacular de El Almiñé. Sobre una empinada ladera, el terreno fue nivelado para el paso de un carro holgadamente: picando la roca en la parte interior (la ladera) de la calzada y levantando un refuerzo de piedras en lado exterior (con un ligero peralte que aún se aprecia; inteligente). Sigue en pie, o acostada; firme. No he localizado su historia real, pero seguro que la tiene; y meritoria.
Para Criterios y Tabla de Interpretación, Ir a:
https://www.ibpindex.com/index.php/es/
El resultado del análisis IBP es de 60 (para Senderismo): dificultad 'Media' para una preparación física 'Media'.
El cómputo del desnivel acumulado de la ruta por parte de IBP es de 543 metros (superior al que estima Wikiloc).
Unos meses atrás habíamos visitado Ahedo del Butrón, de camino a Tudanca de Ebro por el barranco de Valdeahedo ( https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/sendero-de-valdeahedo-hasta-el-ebro-98603895 ). Nos quedamos prendados del entorno y deseosos de más. Es comprensible que estos dos pueblos sean punto de referencia para muchas excursiones. No en vano la excelente senda GR-85, también conocida como ‘Ruta de los Sentidos’ (de modo algo enfático; como yo mismo, a veces) atraviesa dicha área. Ésta incluye también nuestro punto de partida para hoy, la localidad de Dobro.
Las previsiones meteorológicas para esa zona eran de día soleado sin mácula. Confirmado el día anterior y también (‘por si acaso’) poco antes de amanecer la mañana actual. “Perfecto para disfrutar del paisaje”, nos dijimos. …Sin embargo, en nuestro lugar de procedencia, aún lejos, teníamos niebla espesa alrededor. Su densidad fue en aumento conforme nos acercábamos al objetivo (faros antiniebla delante y detrás; 50-60 km por hora; no se veía a más de 25 metros). “¿Nos habremos equivocado de día?”….“¿O de lugar?”. No, esto último no; a menos que hubieran cambiado los difuminados carteles en la carretera.
Con dudas, pero seguimos confiando en las ‘previsiones meteorológicas’ (‘en Dobro y Ahedo habrá pleno sol’). Faltaban ya menos de 5 km y sólo se veía niebla. Desvío a Dobro; a un tiro de piedra. De pronto (…sí, del ‘de repente’) se abrió un boquete azul en la masa de algodón y apareció el cielo. Liberamos la respiración contenida. A ese agujero siguieron otros. Cinco minutos después, al iniciar la marcha en Dobro, quedaba de niebla en el valle, pero se veía la hilera de aerogeneradores por encima de nosotros, a lo largo de la cresta de la Peña Alta de Dobro. Después, cercanos al pleno sol para toda la jornada.
Seguimos fielmente el itinerario de ‘Angelbur’ en Wikiloc para esta ruta y consultamos sus ‘Sendas de Burgos’ (http://sendasdeburgos.blogspot.com/2013/06/de-dobro-ahedo-del-butron.html). Prácticamente, sólo hubo una diferencia. Justo antes de iniciar el descenso final a Ahedo, en nuestro km 6,4, giramos a la izquierda y cruzamos un lomo de monte limpio y verde, hasta un mirador sobre el pueblo. Desde allí tomamos una antigua calzada de bajada. Nuestro trazado y el de ‘Angelbur’ terminan coincidiendo en esta calzada, un poco más abajo. Una de las partes más bonitas de la excursión. Es una opción viable la nuestra, si se quiere atajar (ahorramos algo menos de 1 km).
La ruta transcurre entre Dobro y Ahedo, transición entre el Páramo de Masa y el valle del Ebro. Descendemos de Dobro bordeando el monte y los cerros peñascosos, por la derecha, y el valle de sembrados, por la izquierda. Sobrepasado el valle, nos situamos por encima de Ahedo y zigzagueamos por una ancestral calzada para salvar un fuerte desnivel. Callejeamos por este bonito pueblo. Desde allí, para el regreso, tomamos un valle paralelo al de la ida. En un punto determinado (ver debajo) hay que cruzar el monte, con algunas rampas. Bajamos hasta un desfiladero a nuestra izquierda. Nos lleva hasta la laguna denominada La Balsa. Estamos ya en el mismo valle de la ida. Tenemos Dobro a la vista.
Excepto dos o tres postes con letreros (alguno caído) y unas pocas marcas en los árboles, no hay señalización en todo el recorrido. Éste, no obstante, no es complicado (pero, mejor siempre con ayuda), excepto en un tramo crítico. En el km 12,1, ascendiendo, en una curva, hay que dejar la pista por la derecha e internarse en la maleza, por una débil (por no decir invisible) trocha. Son sólo unos cien metros, pero durante ellos recibimos más de cien pinchazos en las piernas. Luego vimos que parecía un atajo para evitar unos 500 m de revuelta, en subida, por la pista que traíamos. No sé si merece la pena; tal vez.
Con respecto a la exigencia física, no se plantean problemas. El desnivel no es grande, salvo en las rampas de ascenso durante el regreso, entre los km 11,4 y 12,4. Excepto en el corto tramo mencionado para el km 12,1, siempre hay senderos, caminos, pistas, o la calzada mencionada. Todos se encuentran en buen estado; son cómodos y seguros para caminar. Eso sí, cuidado con no pisar los montones de orugas procesionarias (supongo que sólo en esta época del año), en el largo camino de ida bordeando los pinares.
Cabe resaltar algunos aspectos con especial interés, según nuestra apreciación:
Primero, tenemos el pueblo de Ahedo del Butrón. Sin desmerecer a su vecino, en Ahedo destacan varias cosas. Por un lado, la arquitectura tradicional de sus calles y sus casas, con balconadas en la solana, con postigos y gateras en sus puertas, y con blasones en sus frontales (parece inevitable que en sus estrechas calles algunos coches aparcados resulten disonantes). Por otro, está su iglesia, en la que sobresale la portada románica representando escenas bíblicas. Los relieves escultóricos en ella y en los capiteles a ambos lados son de un exquisito refinamiento. La ermita de Santa Marina aporta también valor cultural.
Segundo, resulta novedosa la laguna La Balsa, que añade vistosidad al paisaje; de un considerable tamaño (más de 500 m de larga por entre 50 y 400 m de ancha). Aunque artificial, al parecer, no lo parece. Se ha integrado de forma natural en el entorno, desarrollando vegetación propia. Con el tiempo, se ha convertido en un humedal, refugio de aves y animales acuáticos. Vimos una grulla, que no nos dio tiempo a fotografiar. Y vimos muchas ranas en innumerables poses, que sí fotografiamos. Pero, examinando el resultado, salían escasamente agraciadas (de un color y aspecto poco estéticos); no las exhibiremos en ‘la pasarela’.
Tercero, tenemos los bosques. Generalmente, los circundamos o bordeamos, aunque a veces los cruzamos, en tramos más cortos. Los pinares presentan aquí menos atractivo (y presentan algo de ‘suciedad’: muchas ramas caídas, maleza, etc.). En cambio, los robledales y, sobre todo, los hayedos, más limpios, en las laderas, guardan su típico y sempiterno encanto. Deshojados, no es ahora su época de mayor esplendor. En otoño deben estar tan lindos como para dejarle a uno extasiado.
Cuarto, no hay majestuosas vistas panorámicas. No obstante, sí podemos ensalzar las que se tienen desde el mirador sobre Ahedo del Butrón, antes de llegar, e incluso después, saliendo de él. No es sólo el propio valle en el que Ahedo se asienta; también sobresalen las elevaciones montañosas y los cortados que se vislumbran continuando hacia el valle del Ebro. Tenemos, además, la muralla rocosa de la Peña Alta de Dobro, aunque su belleza natural queda deslucida artificialmente por los aerogeneradores.
Finalmente, está la calzada de descenso a Ahedo. En su parte superior, resulta admirable el trabajo de ingeniería. Al modo de las calzadas romanas (ese podría ser su origen, según los vecinos); como lo es la cercana y más espectacular de El Almiñé. Sobre una empinada ladera, el terreno fue nivelado para el paso de un carro holgadamente: picando la roca en la parte interior (la ladera) de la calzada y levantando un refuerzo de piedras en lado exterior (con un ligero peralte que aún se aprecia; inteligente). Sigue en pie, o acostada; firme. No he localizado su historia real, pero seguro que la tiene; y meritoria.
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