150. Entre Ibeas de Juarros y Arlanzón: Monte y Ribera
near Ibeas de Juarros, Castilla y León (España)
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📸 FOTOS:
▶ Las 6 primeras seleccionan aspectos de interés (con descripción al pie).
▶ Las siguientes se ordenan según el itinerario (asociadas a cada 'waypoint').
📝 TEXTO (5 secciones):
▶ Índice IBP de la ruta,
▶ Preámbulo: antecedentes y motivos,
▶ La Ruta: recorrido y dificultades,
▶ Destacado: rasgos sobresalientes, y
▶ Anécdota: hechos curiosos.
INDICE IBP de Dificultad de la Ruta
Para Criterios y Tabla de Interpretación, Ir a:
https://www.ibpindex.com/index.php/es/
El resultado del análisis IBP es de 54 (para Senderismo): dificultad 'Media' para una preparación física 'Media'.
El cómputo del desnivel acumulado de la ruta por parte de IBP es de 226 metros (superior al que estima Wikiloc).
PREÁMBULO
Hacía sólo seis días que la ruta de hoy se me había resistido. Tras el primer centenar de metros, me expulsó de su territorio. Llovía entonces blandamente mientras llegaba a Ibeas de Juarros, con la intención de recorrer la ribera del río Arlanzón. Llovía y había estado lloviendo varios días, aunque sin mucha convicción.
En cuanto puse los pies sobre la tierra herbosa y mojada, y vi los caminos con charcos y barro, comprendí la inviabilidad del plan. ‘¡Taisa, atrás!’. Y eso a pesar de mi dudoso ‘realismo’ (y/o exceso de entusiasmo) habituales, en lo que a las exigencias de las rutas se refiere. Y menos mal que lo hice; retroceder entonces, digo.
Había que pergeñar un plan alternativo sobre la marcha. La retirada allí no significaba la claudicación; volver a casa con la cabeza gacha. Respecto a lo de llover, tendría que escampar; y no era para tanto. Lo que sí había que evitar eran los terrenos bajos y blandos. La alternativa era ir por zonas más altas y con caminos firmes de suelo duro.
Cercana, en el pueblo de Arlanzón, se inicia una vía verde: la de la Sierra de la Demanda. ‘Esa no me fallaría’. Allí me encaminé (sobre ruedas). Seguía lloviendo, pero no había barro, sólo pequeños charquinales sorteables. Me agarré a la vía (y luego a lo demás). ‘Esa no se me iba a escapar’. Aquel día la hice (*: ver Rutas Cercanas); como sustituta de la de hoy.
Pero las tareas inacabadas legan desasosiego. Ahí me quedó, en la trasera de la mente, un hormigueo. Un runrún insidioso. Seis días después, seguía en manifestación; beligerante: ‘¡qué hay de lo mío!’. Había que calmarlo. Me reclamaba desde Ibeas de Juarros. Y aquí me ha traído de nuevo, para cerrar el trato, para cumplir mi parte.
LA RUTA (y Dificultades)
Había diseñado previamente esta ruta sobre mapa, buscando caminos y senderos. Queríamos saborear el otoño por la ribera del río Arlanzón. Pero también por las zonas altas de cerros y bosques por encima de la vega ribereña. El monte, la parte más difícil, lo abordaríamos en la ida (de Ibeas a Arlanzón), por el sur; la ribera, para la vuelta, por el lado norte del río.
Primero, hasta el km 3,1 vamos aún cerca del río. Allí nos topamos con un muro de vegetación. Hubo que dar un rodeo (con retroceso) para subir a los cerros (km 3,6). Se puede evitar ese descarrío si nos desviamos antes (km 2,7), por la derecha, hacia un sendero de ascenso.
Segundo, del km 3,6 al 5,5 caminamos por zonas altas de campos cerealistas con la cuenca del Arlanzón abajo. Seguidamente, entramos en zona de bosque (del km 5,5 al 7,6). El camino abre una estricta frontera entre un pinar a la derecha y un robledal a la izquierda.
Tercero, al final de ese tramo (km 7,6; quizá sea mejor hacerlo un poco después), dejamos el camino. Cruzamos una alambrada y nos introducimos de lleno en un bosque de robles (hasta el km 10,6). Finalmente, una zona de praderas nos lleva al pueblo de Arlanzón (km 11,5).
La cuarta y última parte es muy fácil de describir. Desde el km 11,5 al 19,0 en Ibeas, un camino nos mantiene siempre cerca del río, por su otro costado. Aunque con pocos contrastes en el terreno, llano, sí encontraremos variedad en el entorno de vegetación.
Tal como diseñé la ruta, debería haber tenido 16,05 km de longitud y 131 m de desnivel. Admito que algunos tramos en mi esbozo teórico eran algo aventureros, sin una vía clara. Pero había que explorar, afrontar lo inesperado; vivir la ruta con intensidad. Y así resultó en la práctica, 3 km más larga y 30 m adicionales de desnivel sobre lo previsto. Tuvimos que dar algunos rodeos y hacer algunas salidas de la zona de confort.
Las demandas físicas son de cierta entidad:
(a) Por un lado, están sus 19 km de extensión. Es cierto que éstos se pueden acortar algo en la ida (más de 1 km), eliminando desvíos o re-vueltas innecesarias.
(b) Por otro, los sólo 161 metros de desnivel son engañosos. Hay muchos dientes de sierra ‘rompe-piernas’, agudos; sobre todo en el bosque de robles.
(c) El terreno, sin ser abrupto o escarpado, es a menudo áspero; no sólo en el bosque, sino también en varios trechos de los caminos, incluido el de regreso.
Esas incomodidades apenas las recuerdas como tales después, pero allí, en vivo, pueden pesar(te). Bueno, tampoco mucho más que en otras rutas. Sólo que aquí no las esperabas.
Las demandas de orientación son inexistentes en el regreso de Arlanzón a Ibeas. Basta con dejarse llevar por el camino cercano al río. En cambio, en el trayecto de ida, sí las hay: (a) en el inicio se deben evitar incursiones de vía muerta por la orilla del río; (b) luego hay que esquivar el rodeo desde el km 3, acortando desde el 2,7, para subir al cerro; y (c) atravesar el extenso bosque de robles tiene cierta complejidad, porque allí, mayormente, no hay senderos.
DESTACADO
Encontrándonos a mediados del otoño, el colorido de la vegetación constituye siempre un atractivo seguro. Destacan dos entornos. Por un lado, el de la ribera. Las tonalidades entre el verde, el vivo amarillo, y el dorado dominan y alegran el paisaje. Por otro, el bosque. Dejando al lado a los inmutables pinos, los robles aportan su apagado tinte entre verde y beige, resistiéndose aún a su inevitable declive estacional.
Más allá del circunstancial colorido, el mayor atractivo lo constituye la variedad de ecosistemas y paisajes:
La ribera. Está poblada por una infinidad de chopos y álamos (he leído que hay más de 40 especies del género Populus al que pertenecen), algunos fresnos y sauces, e incontables decenas de arbustos diferentes, algunos con frutos rojos o azules.
Los cerros. Recogida ya la mies y aún no iniciada la sementera, los cerros se hallan ahora lampiños y solitarios. Pero no inhóspitos. Trasmiten paz y trascendencia, elevándose sobre el valle; sin estorbos. Resulta liberador transitar por ellos, vapuleados por el viento.
El bosque de pinos. Sorprendentemente oscuro (en un día claro), como ‘la boca del lobo’, atrae. No te puedes resistir al deseo de entrar y pasear por él. En sus ‘fauces’ uno se siente igual de amedrentado que acogido (‘por si acaso, no te internes mucho…’).
Los robledales. Digo ‘los’ porque, en su amplitud, hay zonas muy distintas de quejigos jóvenes y de gruesos robles vetustos. Las ‘mil’ vaguadas de ese bosque cubiertas de hojas secas pueden no ser cómodas de recorrer para el cuerpo, pero dilatan el alma.
Las praderas. Saliendo del bosque, hay un trecho de verdes praderas. El camino es como de terciopelo. Desde lo alto contemplas los perfiles del bosque detrás, las arboledas del río abajo, y el pueblo de Arlanzón al fondo. La estampa disipa cualquier resquemor que te hubiera quedado dentro por las incomodidades boscosas.
Mención aparte merece el río Arlanzón. Es cierto que la espesura vegetal sólo permite acercarte su misma orilla en contadas ocasiones. Celoso de su intimidad, protegido tras barreras de fronda, sólo a trechos se deja admirar. Cuando lo hace, muestra rincones y recovecos tan bellos como salvajes.
ANÉCDOTA
Llevábamos ya 11 km recorridos. Hasta allí, había sido una travesía por terreno áspero; con tramos de monte a través; con ‘rompe-piernas’. Más demandante y duro de lo esperado. Y aún nos encontrábamos en la ida. Nos faltaba medio km para llegar a Arlanzón más todo el trayecto de vuelta… (que se preveía mucho más llevadero, pero visto lo imprevisto, quién sabe…).
Uno del equipo le planteó entonces al otro:
--“Te voy a hacer una propuesta” (lo de ‘proposición’ suena, ya por principio, a deshonesto; y ésta no podía ser más honesta y considerada hacia el otro).
--“Suelta”.
--“Hemos hecho 11 km. Nos faltan 7 de vuelta, si bien por camino llano. Pero, uno, ayer tuvimos caminata ‘durilla’; dos, hoy seguimos en el tajo; y, tres, mañana hay que hacer otra ruta más, que aún va a hacer bueno”.
--“Ya, …¿y?”.
--“Si quieres, llegamos a Arlanzón y buscamos un taxi que nos devuelva a Ibeas de Juarros. La ruta se nos va a quedar ‘coja’; de sólo ida. Nunca hemos hecho tal cosa, pero ‘la gente’ lo comprenderá; en estas circunstancias…”.
…. (Silencio). Se suponía que la propuesta venía del miembro más ‘fuerte’ del dúo, o, dejémoslo en del más entrenado. Éste era, además, el que llegaba allí menos resentido del terreno escabroso previo en la propia ruta.
Además, iban a ser sólo una docena de euros de taxi, imagino. Aunque eso, para el miembro interpelado, el más desprendido, era absolutamente irrelevante. El otro, el proponente, estaba casi convencido de que la propuesta sería aceptada.
Pero hete aquí la respuesta:
--“Pero, ¿cómo vamos a hacer eso? Un taxi. Suena raro”.
Pasmo y admiración por parte del proponente.
--“Sea. ¡‘Adelante con los faroles’, pues!”.
Al final fueron 8 km más, hasta los 19. A nosotros, las sumas siempre nos dan ‘más algo’…. Nunca le pregunté si se había arrepentido, ni nunca lo sacó a colación después.
¡Qué correa (la suya)!
A ver cómo tenemos el cuerpo para la de mañana….
RUTAS CERCANAS
(*) https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/arlanzon-dehesa-ruinas-de-abadia-y-fuente-de-santo-domingo-116969325
https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/paseo-otonal-por-el-arlanzon-este-87889378
Hay numerosas rutas de interés próximas a ésta, por la comarca de Juarros. Algunas las realicé antes de conocer Wikiloc. No guardo, pues, referencia grabada. Reconstruirlas podría conllevar errores de fidelidad. Seguro que otros usuarios las aportan originales.
▶ Las 6 primeras seleccionan aspectos de interés (con descripción al pie).
▶ Las siguientes se ordenan según el itinerario (asociadas a cada 'waypoint').
📝 TEXTO (5 secciones):
▶ Índice IBP de la ruta,
▶ Preámbulo: antecedentes y motivos,
▶ La Ruta: recorrido y dificultades,
▶ Destacado: rasgos sobresalientes, y
▶ Anécdota: hechos curiosos.
INDICE IBP de Dificultad de la Ruta
Para Criterios y Tabla de Interpretación, Ir a:
https://www.ibpindex.com/index.php/es/
El resultado del análisis IBP es de 54 (para Senderismo): dificultad 'Media' para una preparación física 'Media'.
El cómputo del desnivel acumulado de la ruta por parte de IBP es de 226 metros (superior al que estima Wikiloc).
PREÁMBULO
Hacía sólo seis días que la ruta de hoy se me había resistido. Tras el primer centenar de metros, me expulsó de su territorio. Llovía entonces blandamente mientras llegaba a Ibeas de Juarros, con la intención de recorrer la ribera del río Arlanzón. Llovía y había estado lloviendo varios días, aunque sin mucha convicción.
En cuanto puse los pies sobre la tierra herbosa y mojada, y vi los caminos con charcos y barro, comprendí la inviabilidad del plan. ‘¡Taisa, atrás!’. Y eso a pesar de mi dudoso ‘realismo’ (y/o exceso de entusiasmo) habituales, en lo que a las exigencias de las rutas se refiere. Y menos mal que lo hice; retroceder entonces, digo.
Había que pergeñar un plan alternativo sobre la marcha. La retirada allí no significaba la claudicación; volver a casa con la cabeza gacha. Respecto a lo de llover, tendría que escampar; y no era para tanto. Lo que sí había que evitar eran los terrenos bajos y blandos. La alternativa era ir por zonas más altas y con caminos firmes de suelo duro.
Cercana, en el pueblo de Arlanzón, se inicia una vía verde: la de la Sierra de la Demanda. ‘Esa no me fallaría’. Allí me encaminé (sobre ruedas). Seguía lloviendo, pero no había barro, sólo pequeños charquinales sorteables. Me agarré a la vía (y luego a lo demás). ‘Esa no se me iba a escapar’. Aquel día la hice (*: ver Rutas Cercanas); como sustituta de la de hoy.
Pero las tareas inacabadas legan desasosiego. Ahí me quedó, en la trasera de la mente, un hormigueo. Un runrún insidioso. Seis días después, seguía en manifestación; beligerante: ‘¡qué hay de lo mío!’. Había que calmarlo. Me reclamaba desde Ibeas de Juarros. Y aquí me ha traído de nuevo, para cerrar el trato, para cumplir mi parte.
LA RUTA (y Dificultades)
Había diseñado previamente esta ruta sobre mapa, buscando caminos y senderos. Queríamos saborear el otoño por la ribera del río Arlanzón. Pero también por las zonas altas de cerros y bosques por encima de la vega ribereña. El monte, la parte más difícil, lo abordaríamos en la ida (de Ibeas a Arlanzón), por el sur; la ribera, para la vuelta, por el lado norte del río.
Primero, hasta el km 3,1 vamos aún cerca del río. Allí nos topamos con un muro de vegetación. Hubo que dar un rodeo (con retroceso) para subir a los cerros (km 3,6). Se puede evitar ese descarrío si nos desviamos antes (km 2,7), por la derecha, hacia un sendero de ascenso.
Segundo, del km 3,6 al 5,5 caminamos por zonas altas de campos cerealistas con la cuenca del Arlanzón abajo. Seguidamente, entramos en zona de bosque (del km 5,5 al 7,6). El camino abre una estricta frontera entre un pinar a la derecha y un robledal a la izquierda.
Tercero, al final de ese tramo (km 7,6; quizá sea mejor hacerlo un poco después), dejamos el camino. Cruzamos una alambrada y nos introducimos de lleno en un bosque de robles (hasta el km 10,6). Finalmente, una zona de praderas nos lleva al pueblo de Arlanzón (km 11,5).
La cuarta y última parte es muy fácil de describir. Desde el km 11,5 al 19,0 en Ibeas, un camino nos mantiene siempre cerca del río, por su otro costado. Aunque con pocos contrastes en el terreno, llano, sí encontraremos variedad en el entorno de vegetación.
Tal como diseñé la ruta, debería haber tenido 16,05 km de longitud y 131 m de desnivel. Admito que algunos tramos en mi esbozo teórico eran algo aventureros, sin una vía clara. Pero había que explorar, afrontar lo inesperado; vivir la ruta con intensidad. Y así resultó en la práctica, 3 km más larga y 30 m adicionales de desnivel sobre lo previsto. Tuvimos que dar algunos rodeos y hacer algunas salidas de la zona de confort.
Las demandas físicas son de cierta entidad:
(a) Por un lado, están sus 19 km de extensión. Es cierto que éstos se pueden acortar algo en la ida (más de 1 km), eliminando desvíos o re-vueltas innecesarias.
(b) Por otro, los sólo 161 metros de desnivel son engañosos. Hay muchos dientes de sierra ‘rompe-piernas’, agudos; sobre todo en el bosque de robles.
(c) El terreno, sin ser abrupto o escarpado, es a menudo áspero; no sólo en el bosque, sino también en varios trechos de los caminos, incluido el de regreso.
Esas incomodidades apenas las recuerdas como tales después, pero allí, en vivo, pueden pesar(te). Bueno, tampoco mucho más que en otras rutas. Sólo que aquí no las esperabas.
Las demandas de orientación son inexistentes en el regreso de Arlanzón a Ibeas. Basta con dejarse llevar por el camino cercano al río. En cambio, en el trayecto de ida, sí las hay: (a) en el inicio se deben evitar incursiones de vía muerta por la orilla del río; (b) luego hay que esquivar el rodeo desde el km 3, acortando desde el 2,7, para subir al cerro; y (c) atravesar el extenso bosque de robles tiene cierta complejidad, porque allí, mayormente, no hay senderos.
DESTACADO
Encontrándonos a mediados del otoño, el colorido de la vegetación constituye siempre un atractivo seguro. Destacan dos entornos. Por un lado, el de la ribera. Las tonalidades entre el verde, el vivo amarillo, y el dorado dominan y alegran el paisaje. Por otro, el bosque. Dejando al lado a los inmutables pinos, los robles aportan su apagado tinte entre verde y beige, resistiéndose aún a su inevitable declive estacional.
Más allá del circunstancial colorido, el mayor atractivo lo constituye la variedad de ecosistemas y paisajes:
La ribera. Está poblada por una infinidad de chopos y álamos (he leído que hay más de 40 especies del género Populus al que pertenecen), algunos fresnos y sauces, e incontables decenas de arbustos diferentes, algunos con frutos rojos o azules.
Los cerros. Recogida ya la mies y aún no iniciada la sementera, los cerros se hallan ahora lampiños y solitarios. Pero no inhóspitos. Trasmiten paz y trascendencia, elevándose sobre el valle; sin estorbos. Resulta liberador transitar por ellos, vapuleados por el viento.
El bosque de pinos. Sorprendentemente oscuro (en un día claro), como ‘la boca del lobo’, atrae. No te puedes resistir al deseo de entrar y pasear por él. En sus ‘fauces’ uno se siente igual de amedrentado que acogido (‘por si acaso, no te internes mucho…’).
Los robledales. Digo ‘los’ porque, en su amplitud, hay zonas muy distintas de quejigos jóvenes y de gruesos robles vetustos. Las ‘mil’ vaguadas de ese bosque cubiertas de hojas secas pueden no ser cómodas de recorrer para el cuerpo, pero dilatan el alma.
Las praderas. Saliendo del bosque, hay un trecho de verdes praderas. El camino es como de terciopelo. Desde lo alto contemplas los perfiles del bosque detrás, las arboledas del río abajo, y el pueblo de Arlanzón al fondo. La estampa disipa cualquier resquemor que te hubiera quedado dentro por las incomodidades boscosas.
Mención aparte merece el río Arlanzón. Es cierto que la espesura vegetal sólo permite acercarte su misma orilla en contadas ocasiones. Celoso de su intimidad, protegido tras barreras de fronda, sólo a trechos se deja admirar. Cuando lo hace, muestra rincones y recovecos tan bellos como salvajes.
ANÉCDOTA
Llevábamos ya 11 km recorridos. Hasta allí, había sido una travesía por terreno áspero; con tramos de monte a través; con ‘rompe-piernas’. Más demandante y duro de lo esperado. Y aún nos encontrábamos en la ida. Nos faltaba medio km para llegar a Arlanzón más todo el trayecto de vuelta… (que se preveía mucho más llevadero, pero visto lo imprevisto, quién sabe…).
Uno del equipo le planteó entonces al otro:
--“Te voy a hacer una propuesta” (lo de ‘proposición’ suena, ya por principio, a deshonesto; y ésta no podía ser más honesta y considerada hacia el otro).
--“Suelta”.
--“Hemos hecho 11 km. Nos faltan 7 de vuelta, si bien por camino llano. Pero, uno, ayer tuvimos caminata ‘durilla’; dos, hoy seguimos en el tajo; y, tres, mañana hay que hacer otra ruta más, que aún va a hacer bueno”.
--“Ya, …¿y?”.
--“Si quieres, llegamos a Arlanzón y buscamos un taxi que nos devuelva a Ibeas de Juarros. La ruta se nos va a quedar ‘coja’; de sólo ida. Nunca hemos hecho tal cosa, pero ‘la gente’ lo comprenderá; en estas circunstancias…”.
…. (Silencio). Se suponía que la propuesta venía del miembro más ‘fuerte’ del dúo, o, dejémoslo en del más entrenado. Éste era, además, el que llegaba allí menos resentido del terreno escabroso previo en la propia ruta.
Además, iban a ser sólo una docena de euros de taxi, imagino. Aunque eso, para el miembro interpelado, el más desprendido, era absolutamente irrelevante. El otro, el proponente, estaba casi convencido de que la propuesta sería aceptada.
Pero hete aquí la respuesta:
--“Pero, ¿cómo vamos a hacer eso? Un taxi. Suena raro”.
Pasmo y admiración por parte del proponente.
--“Sea. ¡‘Adelante con los faroles’, pues!”.
Al final fueron 8 km más, hasta los 19. A nosotros, las sumas siempre nos dan ‘más algo’…. Nunca le pregunté si se había arrepentido, ni nunca lo sacó a colación después.
¡Qué correa (la suya)!
A ver cómo tenemos el cuerpo para la de mañana….
RUTAS CERCANAS
(*) https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/arlanzon-dehesa-ruinas-de-abadia-y-fuente-de-santo-domingo-116969325
https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/paseo-otonal-por-el-arlanzon-este-87889378
Hay numerosas rutas de interés próximas a ésta, por la comarca de Juarros. Algunas las realicé antes de conocer Wikiloc. No guardo, pues, referencia grabada. Reconstruirlas podría conllevar errores de fidelidad. Seguro que otros usuarios las aportan originales.
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3,239 ft
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