142. Entre Pradilla de Belorado y Eterna
near Pradilla de Belorado, Castilla y León (España)
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📸 FOTOS:
▶ Las 6 primeras seleccionan aspectos de interés (con descripción al pie).
▶ Las siguientes se ordenan según el itinerario (asociadas a cada 'waypoint').
📝 TEXTO (5 secciones):
▶ Índice IBP de la ruta,
▶ Preámbulo: antecedentes y motivos,
▶ La Ruta: recorrido y dificultades,
▶ Destacado: rasgos sobresalientes, y
▶ Anécdota: hechos curiosos.
INDICE IBP de Dificultad de la Ruta
Para Criterios y Tabla de Interpretación, Ir a:
https://www.ibpindex.com/index.php/es/
El resultado del análisis IBP es de 65 (para Senderismo): dificultad 'Media' para una preparación física 'Media'.
El cómputo del desnivel acumulado de la ruta por parte de IBP es de 597 metros (superior al que estima Wikiloc).
PREÁMBULO
Nuestros pasos fueron pespunteando lo que nuestras mentes creían deshilachado. Torpe credo, porque allí nada estaba rasgado. El terreno de uno y otro lado era indistinguible. Las gentes de uno y otro lado seguían afanosas en los mismos trajines: el cuidado y aprovechamiento de sus montes y sus ganaderías; para sobrevivir y prosperar.
Es más, comenzamos la ruta en un costado de la línea divisoria. Allí quedaban los restos de un despoblado (Pradilla de Belorado); en él se erguía ya sólo su iglesia. Pasamos enseguida al otro flanco, donde el primer signo de civilización era otro despoblado (Anguta). Allí también quedaba su iglesia o, más bien, su frontal y su espadaña. No había fronteras.
Hasta tal punto no las había que un pueblo (Avellanosa de Rioja) de una parte pertenece a la otra, a pesar del nombre. Justo detrás, imponentes cerros de casi, o más de, dos mil metros como el Torocuervo o el Campos Blancos, son compartidos. Exclusivamente los mapas nos indicaban ‘ahora aquí; ahora allí; ahora aquí…’. Todo lo demás era una fluida continuidad.
Da gusto moverse así por el diverso mundo. Pongamos que hablo de Burgos (‘un lado’) y La Rioja (‘otro lado’); que tanto monta.
LA RUTA
Tomamos como referencia-guía el trazado en Wikiloc de ‘Agosto1965’ https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/pradilla-de-belorado-28926040 . Todo bien indicado y fiable. Sólo hay una excepción que comentaré debajo (último párrafo de esta sección).
La ruta comienza en el alto de Pradilla, a unos pocos km al este de Fresneda de la Sierra Tirón, antes de llegar al puerto. Puedes aparcar junto a la carretera, justo frente a una granja de ganado. Tendrás que abrir y cerrar una rústica valla. Ahí estuvo Pradilla de Belorado hasta principios de los años 60 del s. XX. Un incendio, primero, y el hundimiento del coro de la iglesia, con daños personales, después, le pusieron fin como asentamiento humano.
En poco más de 2 km, entramos en La Rioja. Descendemos después suavemente hasta el despoblado de Anguta (km 4,4) y luego Avellanosa (km 7,3), por el valle del arroyo Reláchigo. Allí lo cruzamos y afrontamos una zona escarpada con dos notables dientes de sierra, de inclinadas pendientes, hasta llegar a la población de Eterna (km 11,8).
Toca de nuevo subir. Es el ascenso más largo de la ruta, pero la belleza del entorno—incluidas la torre del reloj y las ruinas de la iglesia en un altozano (km 12,4) —diluye la sensación de esfuerzo. Subjetivamente, la demanda se experimenta allí como menor que en los sube-y-baja previos. A partir de allí, unas onduladas praderas nos mecerán hasta la cuesta abajo final.
Las exigencias físicas se incrementan sólo en los dos dientes de sierra entre Avellanosa y Eterna. En las subidas hay que apretar. Los descensos requieren buenos frenos de contención; y cuidado con los resbalones. Casi todo lo demás resulta muy llevadero, cuando no (a menudo) sumamente plácido, con terreno afelpado.
Por su parte, las dificultades de orientación son escasas, al menos con la guía de ‘Agosto1965’ de la que nos servimos. Bien diseñada. Siempre hay un camino evidente. Con una salvedad que, a nuestro juicio, es mejorable, aunque suponga un pequeño alargamiento (quizá 200 metros más):
En el km 7,8 (y hasta el 8,0) de nuestro recorrido, ‘Agosto1965’ propone (en septiembre de 2018; cuatro años atrás) un sendero que ahora estaba cubierto de maleza. A duras penas lo pasamos, confiados en el buen criterio de nuestro guía. Luego vimos que eso era meramente un atajo. Por poco más, pudimos haber seguido el camino limpio, por la derecha.
DESTACADO
(1) Primera parte: De Pradilla hasta Avellanosa
Es un paseo por verdes y acolchadas praderas y dehesas. Las laderas boscosas empiezan a cambiar de color. Echando la vista atrás o hacia la derecha, se recortan las siluetas de varios colosos de la Sierra de La Demanda: Torocuervo, Campos Blancos, San Lorenzo, San Millán, Trigaza…. Luego, en el prolongado y suave descenso, nos arropa la vegetación, pero sin agobios, dándonos espacio para que vague libre nuestra mirada.
En ese trayecto, el despoblado de Anguta (resiste en pie parte de dos edificaciones; una es una porción de la iglesia) añade misterio; vianda para la mente y el sentimiento. Un lugar lejos de ninguna parte. ‘Si aquí no sabes estar solo, no eres buena compañía’, diría el sabio. Es verdad, no obstante, que su encanto puede resultar algo melancólico.
Durante tres km más, frondosos, la cañada y el valle del arroyo Reláchigo siguen impregnándonos de sosiego. Avellanosa también tiene encanto, pero éste es vitalista. Sus habitantes han conseguido hacerlo rebrotar. Destaca la arquitectura popular en sus casas y su iglesia, con el entramado de vigas de madera a la vista. Su aire antiguo y rústico cautiva.
(2) Parte intermedia: De Avellanosa a Eterna
La zona de ‘dientes de sierra’ (de agrestes sube-y-baja) es exigente, pero te hace sentir en un mundo al margen. Antes (en la primera parte) y después (en la tercera) la presencia de las vacas pastando te permitía confirmar que aún te encontrabas en este mundo. Ahora, sin embargo, en medio, te pueden entrar dudas.
Cuando estás en el pico de los ‘dientes’ se te ofrecen, no obstante, maravillosas vistas de la cordillera de los Montes Obarenes, por el norte, y de la Sierra de La Demanda, por el sur. Cuando desciendes al fondo de la V, entre los dos ‘dientes’, sólo ves un quebrado y pindio camino en los ribazos que encajonan al arroyo Pichona; y el cielo arriba…. Irreal.
Un apartado especial merece aquí el entorno de Eterna. Por un lado, la propia localidad, diminuta en una hondonada; con la torre del reloj y las ruinas de la iglesia proyectándose al fondo. Luego las palparemos en el camino de salida. Por otro, estaban ahora las laderas empezando a mostrar un cuadro de colores otoñales; refulgiendo bajo el sol. El conjunto, contemplado desde arriba, era de postal. Más que una vista, semejaba ‘una visión’.
(3) Parte final: Desde Eterna a Pradilla
Dejamos atrás Eterna, pero no la dejamos. De hecho, habíamos pasado por aquí en el pasado otoño, con otra procedencia y destino, y en sentido contrario. El lugar perduraba indeleble en nuestra memoria (como corresponde a su nombre). Dejamos atrás sus decenas de perros vigilantes (alguno fiero). Una vecina bienintencionada sale en auxilio de nuestra cachava (no era necesario, pero se agradece).
Pero no abandonamos Eterna del todo porque su presencia se prolonga en la irrepetible torre del reloj en la ladera; como amparando los anhelos y las fatigas del pueblo, abajo. Ignoro si tendrá un nombre propio, pero seguro que tendrá una historia. Y no dejamos Eterna aún porque un poco más arriba están las ruinas de su iglesia (ésta si tiene nombre: de San Esteban). Sobrecogen. Otra perspectiva de postal, ahora desde este lado.
Ya en la zona alta, vuelven las amplias y verdes praderas (a pesar de las fechas, recién finalizado el verano). Alfombradas de hierba y salpicadas de arbustos, incluidos los acebos con sus frutos rojos. Es fácil dejarse llevar…, y sentirse libre. Y vuelven las vistas de la Sierra de la Demanda, ahora de frente. Y aparecen, nuevos, los valles que hacen pinza sobre Fresneda por el sur; ahora descarados en su exhibición de colorido otoñal.
ANÉCDOTA(s)
Una larga (¡UuuffF!) y una corta (Los guardianes).
(1) ¡UuuffF!
Habíamos dejado atrás el pueblo de Eterna, nombre y lugar fantásticos; subiendo. Acabábamos de pasar junto a las ruinas de su iglesia, en un paraje fabuloso. Algo en el suelo del camino me paralizó. No sé cómo pude verlo, teniendo únicamente dos ojos (y la vista cansada; y con tantas maravillas alrededor; y tantos cachivaches a los que atender).
Pero lo vi. A la semi-sombra de una mata y sobre terreno parduzco y herboso, y algo de hojarasca. Apenas se distinguía. Sus buenos 50 cm estaban mimetizados con el terreno del suelo. Podría haber sido un palitroque, una rama seca. Pude haberlo pisado sin darme cuenta. Pudo haber sido fatal. Cuántas ramas habré hollado sin prestarles atención. Ni ellas a mí. Pero ésta sí estaba avizor.
Afortunadamente, supe que aquello era ‘algo malo’ antes de saber ‘qué’ era. Mi cerebro emocional (más tosco y ancestral) se adelantó al racional (más refinado y evolucionado; dicen). En milésimas de segundo, la amígdala ‘gritó’: “peligro” (y ‘ordenó’: “párate” o “apártate”). Antes de que el cortex visual reconociera el ‘objeto’. Y mucho antes de que el prefrontal analizase las opciones de respuesta (entre otras varias, la de coger la cámara de fotos y, a una prudencial distancia, tomar muestras del objeto).
Y menos mal que fue así. Si el proceso hubiera sido al revés (primero, la razón, y luego la emoción), tal vez yo no estaría ya aquí para relatarlo, o con ganas de hacerlo.
Era una Vipera Berus, la víbora común europea, según una de las dos alternativas preferentes que me ofrece Google Lens. La otra opción la identifica como una Vipera Aspis, o víbora áspid. No te arriendo las ganancias, porque una mordedura de la Aspis puede tener consecuencias aún más severas que la de Berus.
Se movió ‘tranquila’, así que pude dejar constancia de ello con fotografías. Precaución.
(2) Los guardianes
Hubo una anécdota más ruidosa, pero más relajada. Dicho sea telegráficamente. Ocurrió en Avellanosa de Rioja. Cantó un gallo. En la calle, varios gansos nos salieron al paso enérgicos y vociferantes. Un clamor. Una escandalera. Se oiría en varios km a la redonda. Salió el dueño. “Buenos días”, por ambas partes. “Con guardianes así, ¿¡quién necesita un perro!?”, por la mía.
"Efectivamente", admitió. Las ocas o gansos domésticos son conocidos por su agresividad territorial; con otros animales y con los humanos. Logran ser incluso más eficientes que un perro guardián: avisan de la presencia de un intruso; están siempre alerta y organizan un gran alboroto de gritos y graznidos en cuanto detectan a un extraño; y pueden atacarlo.
En este caso, ‘no llegó la sangre al río’. “Ya nos íbamos…”.
RUTAS CERCANAS
https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/pico-san-lorenzo-desde-valdezcaray-version-extendida-114206465
https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/sendero-dos-aguas-y-arroyo-trambasaguas-93466657
https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/pradoluengo-107360384
https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/en-busca-del-remendia-en-la-sierra-de-la-demanda-112845221
https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/de-espinosa-del-monte-a-eterna-89352391
▶ Las 6 primeras seleccionan aspectos de interés (con descripción al pie).
▶ Las siguientes se ordenan según el itinerario (asociadas a cada 'waypoint').
📝 TEXTO (5 secciones):
▶ Índice IBP de la ruta,
▶ Preámbulo: antecedentes y motivos,
▶ La Ruta: recorrido y dificultades,
▶ Destacado: rasgos sobresalientes, y
▶ Anécdota: hechos curiosos.
INDICE IBP de Dificultad de la Ruta
Para Criterios y Tabla de Interpretación, Ir a:
https://www.ibpindex.com/index.php/es/
El resultado del análisis IBP es de 65 (para Senderismo): dificultad 'Media' para una preparación física 'Media'.
El cómputo del desnivel acumulado de la ruta por parte de IBP es de 597 metros (superior al que estima Wikiloc).
PREÁMBULO
Nuestros pasos fueron pespunteando lo que nuestras mentes creían deshilachado. Torpe credo, porque allí nada estaba rasgado. El terreno de uno y otro lado era indistinguible. Las gentes de uno y otro lado seguían afanosas en los mismos trajines: el cuidado y aprovechamiento de sus montes y sus ganaderías; para sobrevivir y prosperar.
Es más, comenzamos la ruta en un costado de la línea divisoria. Allí quedaban los restos de un despoblado (Pradilla de Belorado); en él se erguía ya sólo su iglesia. Pasamos enseguida al otro flanco, donde el primer signo de civilización era otro despoblado (Anguta). Allí también quedaba su iglesia o, más bien, su frontal y su espadaña. No había fronteras.
Hasta tal punto no las había que un pueblo (Avellanosa de Rioja) de una parte pertenece a la otra, a pesar del nombre. Justo detrás, imponentes cerros de casi, o más de, dos mil metros como el Torocuervo o el Campos Blancos, son compartidos. Exclusivamente los mapas nos indicaban ‘ahora aquí; ahora allí; ahora aquí…’. Todo lo demás era una fluida continuidad.
Da gusto moverse así por el diverso mundo. Pongamos que hablo de Burgos (‘un lado’) y La Rioja (‘otro lado’); que tanto monta.
LA RUTA
Tomamos como referencia-guía el trazado en Wikiloc de ‘Agosto1965’ https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/pradilla-de-belorado-28926040 . Todo bien indicado y fiable. Sólo hay una excepción que comentaré debajo (último párrafo de esta sección).
La ruta comienza en el alto de Pradilla, a unos pocos km al este de Fresneda de la Sierra Tirón, antes de llegar al puerto. Puedes aparcar junto a la carretera, justo frente a una granja de ganado. Tendrás que abrir y cerrar una rústica valla. Ahí estuvo Pradilla de Belorado hasta principios de los años 60 del s. XX. Un incendio, primero, y el hundimiento del coro de la iglesia, con daños personales, después, le pusieron fin como asentamiento humano.
En poco más de 2 km, entramos en La Rioja. Descendemos después suavemente hasta el despoblado de Anguta (km 4,4) y luego Avellanosa (km 7,3), por el valle del arroyo Reláchigo. Allí lo cruzamos y afrontamos una zona escarpada con dos notables dientes de sierra, de inclinadas pendientes, hasta llegar a la población de Eterna (km 11,8).
Toca de nuevo subir. Es el ascenso más largo de la ruta, pero la belleza del entorno—incluidas la torre del reloj y las ruinas de la iglesia en un altozano (km 12,4) —diluye la sensación de esfuerzo. Subjetivamente, la demanda se experimenta allí como menor que en los sube-y-baja previos. A partir de allí, unas onduladas praderas nos mecerán hasta la cuesta abajo final.
Las exigencias físicas se incrementan sólo en los dos dientes de sierra entre Avellanosa y Eterna. En las subidas hay que apretar. Los descensos requieren buenos frenos de contención; y cuidado con los resbalones. Casi todo lo demás resulta muy llevadero, cuando no (a menudo) sumamente plácido, con terreno afelpado.
Por su parte, las dificultades de orientación son escasas, al menos con la guía de ‘Agosto1965’ de la que nos servimos. Bien diseñada. Siempre hay un camino evidente. Con una salvedad que, a nuestro juicio, es mejorable, aunque suponga un pequeño alargamiento (quizá 200 metros más):
En el km 7,8 (y hasta el 8,0) de nuestro recorrido, ‘Agosto1965’ propone (en septiembre de 2018; cuatro años atrás) un sendero que ahora estaba cubierto de maleza. A duras penas lo pasamos, confiados en el buen criterio de nuestro guía. Luego vimos que eso era meramente un atajo. Por poco más, pudimos haber seguido el camino limpio, por la derecha.
DESTACADO
(1) Primera parte: De Pradilla hasta Avellanosa
Es un paseo por verdes y acolchadas praderas y dehesas. Las laderas boscosas empiezan a cambiar de color. Echando la vista atrás o hacia la derecha, se recortan las siluetas de varios colosos de la Sierra de La Demanda: Torocuervo, Campos Blancos, San Lorenzo, San Millán, Trigaza…. Luego, en el prolongado y suave descenso, nos arropa la vegetación, pero sin agobios, dándonos espacio para que vague libre nuestra mirada.
En ese trayecto, el despoblado de Anguta (resiste en pie parte de dos edificaciones; una es una porción de la iglesia) añade misterio; vianda para la mente y el sentimiento. Un lugar lejos de ninguna parte. ‘Si aquí no sabes estar solo, no eres buena compañía’, diría el sabio. Es verdad, no obstante, que su encanto puede resultar algo melancólico.
Durante tres km más, frondosos, la cañada y el valle del arroyo Reláchigo siguen impregnándonos de sosiego. Avellanosa también tiene encanto, pero éste es vitalista. Sus habitantes han conseguido hacerlo rebrotar. Destaca la arquitectura popular en sus casas y su iglesia, con el entramado de vigas de madera a la vista. Su aire antiguo y rústico cautiva.
(2) Parte intermedia: De Avellanosa a Eterna
La zona de ‘dientes de sierra’ (de agrestes sube-y-baja) es exigente, pero te hace sentir en un mundo al margen. Antes (en la primera parte) y después (en la tercera) la presencia de las vacas pastando te permitía confirmar que aún te encontrabas en este mundo. Ahora, sin embargo, en medio, te pueden entrar dudas.
Cuando estás en el pico de los ‘dientes’ se te ofrecen, no obstante, maravillosas vistas de la cordillera de los Montes Obarenes, por el norte, y de la Sierra de La Demanda, por el sur. Cuando desciendes al fondo de la V, entre los dos ‘dientes’, sólo ves un quebrado y pindio camino en los ribazos que encajonan al arroyo Pichona; y el cielo arriba…. Irreal.
Un apartado especial merece aquí el entorno de Eterna. Por un lado, la propia localidad, diminuta en una hondonada; con la torre del reloj y las ruinas de la iglesia proyectándose al fondo. Luego las palparemos en el camino de salida. Por otro, estaban ahora las laderas empezando a mostrar un cuadro de colores otoñales; refulgiendo bajo el sol. El conjunto, contemplado desde arriba, era de postal. Más que una vista, semejaba ‘una visión’.
(3) Parte final: Desde Eterna a Pradilla
Dejamos atrás Eterna, pero no la dejamos. De hecho, habíamos pasado por aquí en el pasado otoño, con otra procedencia y destino, y en sentido contrario. El lugar perduraba indeleble en nuestra memoria (como corresponde a su nombre). Dejamos atrás sus decenas de perros vigilantes (alguno fiero). Una vecina bienintencionada sale en auxilio de nuestra cachava (no era necesario, pero se agradece).
Pero no abandonamos Eterna del todo porque su presencia se prolonga en la irrepetible torre del reloj en la ladera; como amparando los anhelos y las fatigas del pueblo, abajo. Ignoro si tendrá un nombre propio, pero seguro que tendrá una historia. Y no dejamos Eterna aún porque un poco más arriba están las ruinas de su iglesia (ésta si tiene nombre: de San Esteban). Sobrecogen. Otra perspectiva de postal, ahora desde este lado.
Ya en la zona alta, vuelven las amplias y verdes praderas (a pesar de las fechas, recién finalizado el verano). Alfombradas de hierba y salpicadas de arbustos, incluidos los acebos con sus frutos rojos. Es fácil dejarse llevar…, y sentirse libre. Y vuelven las vistas de la Sierra de la Demanda, ahora de frente. Y aparecen, nuevos, los valles que hacen pinza sobre Fresneda por el sur; ahora descarados en su exhibición de colorido otoñal.
ANÉCDOTA(s)
Una larga (¡UuuffF!) y una corta (Los guardianes).
(1) ¡UuuffF!
Habíamos dejado atrás el pueblo de Eterna, nombre y lugar fantásticos; subiendo. Acabábamos de pasar junto a las ruinas de su iglesia, en un paraje fabuloso. Algo en el suelo del camino me paralizó. No sé cómo pude verlo, teniendo únicamente dos ojos (y la vista cansada; y con tantas maravillas alrededor; y tantos cachivaches a los que atender).
Pero lo vi. A la semi-sombra de una mata y sobre terreno parduzco y herboso, y algo de hojarasca. Apenas se distinguía. Sus buenos 50 cm estaban mimetizados con el terreno del suelo. Podría haber sido un palitroque, una rama seca. Pude haberlo pisado sin darme cuenta. Pudo haber sido fatal. Cuántas ramas habré hollado sin prestarles atención. Ni ellas a mí. Pero ésta sí estaba avizor.
Afortunadamente, supe que aquello era ‘algo malo’ antes de saber ‘qué’ era. Mi cerebro emocional (más tosco y ancestral) se adelantó al racional (más refinado y evolucionado; dicen). En milésimas de segundo, la amígdala ‘gritó’: “peligro” (y ‘ordenó’: “párate” o “apártate”). Antes de que el cortex visual reconociera el ‘objeto’. Y mucho antes de que el prefrontal analizase las opciones de respuesta (entre otras varias, la de coger la cámara de fotos y, a una prudencial distancia, tomar muestras del objeto).
Y menos mal que fue así. Si el proceso hubiera sido al revés (primero, la razón, y luego la emoción), tal vez yo no estaría ya aquí para relatarlo, o con ganas de hacerlo.
Era una Vipera Berus, la víbora común europea, según una de las dos alternativas preferentes que me ofrece Google Lens. La otra opción la identifica como una Vipera Aspis, o víbora áspid. No te arriendo las ganancias, porque una mordedura de la Aspis puede tener consecuencias aún más severas que la de Berus.
Se movió ‘tranquila’, así que pude dejar constancia de ello con fotografías. Precaución.
(2) Los guardianes
Hubo una anécdota más ruidosa, pero más relajada. Dicho sea telegráficamente. Ocurrió en Avellanosa de Rioja. Cantó un gallo. En la calle, varios gansos nos salieron al paso enérgicos y vociferantes. Un clamor. Una escandalera. Se oiría en varios km a la redonda. Salió el dueño. “Buenos días”, por ambas partes. “Con guardianes así, ¿¡quién necesita un perro!?”, por la mía.
"Efectivamente", admitió. Las ocas o gansos domésticos son conocidos por su agresividad territorial; con otros animales y con los humanos. Logran ser incluso más eficientes que un perro guardián: avisan de la presencia de un intruso; están siempre alerta y organizan un gran alboroto de gritos y graznidos en cuanto detectan a un extraño; y pueden atacarlo.
En este caso, ‘no llegó la sangre al río’. “Ya nos íbamos…”.
RUTAS CERCANAS
https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/pico-san-lorenzo-desde-valdezcaray-version-extendida-114206465
https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/sendero-dos-aguas-y-arroyo-trambasaguas-93466657
https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/pradoluengo-107360384
https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/en-busca-del-remendia-en-la-sierra-de-la-demanda-112845221
https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/de-espinosa-del-monte-a-eterna-89352391
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Comments (2)
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Muy conseguida la foto que enfrenta el pasado –la arruinada iglesia– con el futuro incierto –la estelas de los aviones.
Un saludo maisid
Gracias, luis.itxina. Esa ruta fue una gozada total, incluido el susto ('uuuffF'!...).