219. Entre Valdehumada y Valdelucio (...y la irresistible Lorilla)

📸 FOTOS:
▶ Las 6 primeras seleccionan aspectos de interés (con descripción al pie).
▶ Las siguientes se ordenan según el itinerario (asociadas a cada 'waypoint').

📝 TEXTO (5 secciones):
▶ Índice IBP de la ruta,
▶ Preámbulo: antecedentes y motivos,
▶ La Ruta: recorrido y dificultades,
▶ Destacado: rasgos sobresalientes, y
▶ Anécdota: hechos curiosos.


INDICE IBP de Dificultad de la Ruta

Para Criterios y Tabla de Interpretación, Ir a:
https://www.ibpindex.com/index.php/es/

El resultado del análisis IBP es de 41 (para Senderismo): dificultad 'Fácil' para una preparación física 'Media'.

El cómputo del desnivel acumulado de la ruta por parte de IBP es de 258 metros (superior al que estima Wikiloc).

PREÁMBULO

--“Mira, no vuelvo más a tus rutas ‘sobre mapa’”. Eso dijo. Así de fuerte. En la ruta inmediatamente anterior. [1]

[1] https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/por-los-roquedos-de-valdelucio-desde-la-riba-139243028

Y era perfectamente comprensible, dadas las circunstancias. Después de dura brega, y ya cerca del final, nos habíamos quedado atrapados en una encerrona:

• Por delante, en nuestras narices, un bosque impenetrable; a un lado, pegando con el hombro, un muro vertical de kilómetros de largo y muchos metros de alto; al otro, nada más mover el pie, un talud atestado de maleza. “Marcha atrás…”.

Y ‘llovía sobre mojado’. En la penúltima ruta (también ‘sobre mapa’), habíamos tenido nuestros ‘más’ y nuestros ‘menos’ (cada uno consigo mismo) en un tramo ‘exploratorio’…. [2].

[2] https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/valle-de-valdelucio-y-cascada-de-barriolucio-desde-corralejo-139007022

Así que no me extrañé cuando, el día previo a la excursión de hoy, me dijo –“Pues, vete sólo”. Y es que, a su pregunta: –“¿Mañana también sobre mapa?”, yo había respondido afirmativamente; “y por la misma zona también…”, remachando el clavo.

De poco sirvieron entonces mis peroratas sobre: “¿Qué es la vida (y la felicidad que uno extrae de ella) sino una lucha constante por afrontar dificultades y superar obstáculos?”. “¿O prefieres diluirte en el facilismo; o vegetar en el hedonismo…?”.

Eso fue 'entonces' (la noche anterior)…. Pero, a la mañana siguiente, apenas despuntando el temprano amanecer de un largo día de verano, allí estaba poniéndose sus botas de gala (las sempiternas, las de las mil rutas)…. En marcha. Tampoco me extrañó.

Iríamos hoy, por cierto, a una ruta muy próxima a las dos precedentes [1 y 2]; y con sólo unos días de diferencia. Y eso a pesar de que aún nos escocían las heridas. Algo (de bueno) debía de tener la zona. O lo nuestro era delirio, era enfermedad…. (Se verá).

LA RUTA

Nada más alcanzar el Puerto de Humada, en una de las dorsales que separan Valdehumada y Valdelucio, está el Mirador de La Lorilla. Hay allí habilitado un espacio de aparcamiento. Fue el inicio y el final de la ruta.

Es ésta, fundamentalmente, una ruta panorámica. Hasta el km 3,6, nos mantenemos por el lomo del cordal que cierra Valdehumada por el noreste. Es todo monte a través, sin senderos ni caminos. Pero se avanza fácilmente, con vegetación baja y espacio libre.

Un camino nos descuelga hacia Valdelucio. Sin bajar del todo, en el km 4,3, nos desviamos a la izquierda por un vallejo interior. Iremos por un estrecho y algo abigarrado sendero hasta el km 5,9, y luego por camino hasta cruzar la carretera BU-621 (km 7,2).

Entramos en terreno de La Lorilla; monte a través, casi todo. Primero, llegamos hasta un mirador hacia Valdelucio (km 8), justo por encima del Molino del Diablo. Luego, remontamos hasta los cantiles del norte de La Lorilla (km 8,4).

Bordeamos la cornisa norte hasta el km 9,3. Si por alguno de nosotros hubiera sido, habríamos continuado…, pero la razón, en su ‘tira y afloja’, se impuso a la pasión. Cruzamos la meseta de La Lorilla hasta su cornisa sur (km 10,1). Valdehumada se extiende debajo.

Tenemos al lado el camino que atraviesa La Lorilla longitudinalmente (de este a oeste). Sin embargo, preferimos el borde durante un trecho, y sus vistas al valle y las torres de Peña Amaya y Peña Castro.

Finalmente (km 10,9), nos agarramos al camino hasta término.

Posibles Dificultades:

No las hay de importancia. Nos movemos casi siempre por encima de los 1.100 m, pero sin grandes desniveles. El terreno, sin ser cómodo, no es incómodo. Casi todo está al alcance de tus ojos. La orientación es fácil. Los caminos son pocos, pero no se echan en falta.

Hay sólo un tramo con dudas de orientación y leve incomodidad (del km 4,3 al 5,9). Es el sendero de ‘mejor-lleva-la-lupa-cerca-para-verlo'; y también mangas y pantalones largos. Algo escondido entre la vegetación, podrías perder su trazado. No lo perdimos.

DESTACADO

Uno de los principales ‘ganchos’ de esta ruta eran las previstas perspectivas aéreas del Molino del Diablo. En las dos rutas previas habíamos estado dentro del lugar, inmersos [1]; o por debajo [2]. Queríamos ahora ver sus retorcidas rocas desde arriba.

A ello se unieron a lo largo de la ruta varios atractivos más, no menos sugestivos. Fue una pequeña-gran ruta: poco exigente (corta y de poco desnivel), pero pródiga y liberal en recompensas.

(1) Valdehumada y Valdelucio (a un lado y a otro):

Valdehumada queda al sur de la alineación montañosa que separa este valle del de Valdelucio, al norte. Peña Amaya y Peña Castro, imponentes, resguardan Valdehumada por el oeste; Peña Ulaña lo hace por el este.

La espina dorsal entre los dos valles tiene, en realidad, varios cordales; estos encierran vallejos intermedios. Es un espectáculo digno de recorrer. Empezando desde arriba, desde el Puerto de Humada, los pies se ahorran la carretera.

En la primera parte de la ruta, por el lomo oriental, vamos viendo dos valles paralelos próximos debajo. Luego se despliegan las amplias hondonadas de Valdehumada y Valdelucio. Y, más al norte, las montañas cantábricas; y, más al sur, las tierras de la meseta.

El vallejo intermedio que tomamos a continuación, aprisionado, está poblado de robles principalmente. Aporta un saludable complemento paisajístico a las alturas previas y posteriores. Cada cosa da valor a la otra, por contraste.

Después, ya por occidente, volveremos a disfrutar de vistas de Valdelucio y Valdehumada. Ahí llegarán, por parte del primero, el Molino del Diablo, el valle de Fuentilloso…; y, por cuenta del segundo, La Lorilla, Peña Amaya….

(2) …Y la Irresistible Lorilla (en medio):

¡Ay, La Lorilla! En poco más de un año, habíamos estado en ella dos veces más, empapándonos de su sublime y ascético retiro. ‘Aquél era un amor, o no los hay en el mundo…’. Bueno, La Lorilla, … y La Tesla, …y La Demanda, … y El Ebro y El Rudrón,… y Los Sabinares. Y… “¡Para ya!”.

Creo que esas dos ocasiones previas habían sido en invierno. Ahora, recién estrenado el verano, seguro que estaría aún más lustrosa; si cabe, porque siempre lo está. “Vale, pero sólo entramos en ella un poco… y nos volvemos; que te conozco”.

De hecho, el mirador hacia el Molino del Diablo se halla en el extremo oriental de La Lorilla; el más cercano. Así que no hacía falta extenderse mucho por su altiplano. Pero luego, bajo sus acantilados del norte, está el cautivador valle del arroyo de Fuentilloso.

Habíamos recorrido este último en la ruta anterior [1]. Ahora había que contemplarlo también desde arriba. Y el árido (¿‘árido’?) suelo de La Lorilla estaba alfrombrado de florecillas. Y más allá, por el oeste, se veía nítida la Montaña Palentina….

No pudimos resistirnos al embrujo de La Lorilla. Hicimos por ella, al menos, un par de km más de los previstos. Si la razón nos hubiera dejado, habríamos llegado hasta Peña Lora; o más; otra vez…(¡uuufff!). Es un lugar quimérico. Incluso si no eres un devoto.

ANÉCDOTA

Nada más poner pie en tierra, al lado del aparcamiento, hay un cartel oficial del ‘Geoparque Las Loras’. Dice así, literalmente y en resumen:

“Presencia de depredadores”. “Mastines protegiendo el ganado”. Añade varios avisos sobre lo que “No” debes hacer. Y sobre lo que Sí: “Mantenga la calma”. “Ignórelos”. Y muestra una foto con dos mastines.

Así, de sopetón. A alguien podría ‘darle un yeyo’; un desfallecimiento. O que se le atragante un susto.

--“¿Seguimos…?”.

--“¿¡’Comóoor!? Claro, a eso hemos venido. No a pasear alrededor del coche durante 3 o 4 horas; y con las puertas entreabiertas…, por si acaso”.

--“Ya, pero…. Estos perros son bravos. No se echan para atrás ni ante el lobo”.

--”¿Somos acaso lobos? Además, ya conoces la complicidad y ‘el buen rollo’ entre los perros y yo. Y, ¿no nos hemos encontrado con mastines más de media docena de veces?”.

--“…/…”.

--“Son tipos nobles. Sólo marcan su territorio. Si respetas su función de guardianes y te apartas…”. “Es más, ¿no te acuerdas del que se me subió ‘a la chepa’ *Y* ‘a las barbas’ en Montecillo, allá por tu tierra?”. “¿Me quedaron marcas en el cuello?”.

Cuando, de modo concluyente, me vio tocar la cachava colgada al hombro, la tormenta se apaciguó.

Pero, durante kilómetros (en plural) alguien fue mirando de reojo y escuchando de reoído. –“¿No se oyen vacas u ovejas, el sonido de sus cencerros o esquilas...?”. (“Ya te entiendo”).

Al cabo, terminamos dando por supuesto que el aviso en el cartel había sido ‘un ¡que viene el lobo!’. Y nos olvidamos del asunto.

Pero, ya llegando al coche, al final, vemos algo de cuatro patas y cabeza grande, por delante. ¿Hacia dónde iba? Al coche también. Y allí se quedó. –“¿!Que los evites!?, dice el cartel”.

He de admitir (sin vergüenza) que palpé donde tendría que llevar la cachava en bandolera. Estaba allí. Seguí, seguimos caminando.

Al acercarnos, nos miró, merodeó un poco, y se alejó tranquilo, remoloneando. Ni una voz. Ni un ladrido. Ni un ‘mal gesto’. Una mirada limpia. Pongo foto.

Nos había dejado un pequeño ‘regalo’ en una rueda. De vuelta a casa, cayó un fuerte chaparrón.

Tal cual. TODO.