ERENTZIN (JAIZKIBEL) Hondarribia

Con meteorología perfecta, ni frio ni calor, con algo de viento Sur, y no demasiado sol, ni demasiadas nubes.
Somos cuatro amigos, de lujo, dos de ellos además buenos guías y conocedores de Jaizkibel (Javier y Enrique), además de Carlos. Y todos, como se puede ver, buenos y generosos fotógrafos.
Nos encontramos con algún cazador de becadas, que está en Jaizkibel más para que los perros “no engorden”; también con un hendayais y un landais, maravillados, pero un poco despistados, y con unas damas euskaldunak de Iparralde, a quienes Enrique les pasa información de mapas y lugares de Jaizkibel, y a cambio, nos invitan a unas muy ricas galletas del “autre coté”.
Bajamos desde el parking de Zioso por Artxinar, y pasamos junto a las casas Etxepare, Lekueta (Leuta) y Etxebeste. Unas máquinas están ‘desbrozando‘ y ‘limpiando’ el camino, aunque parece más que lo están ensanchando, y esperemos que no preparando para algún otro uso. Vemos algunas prospecciones de agua, y algún que otro aliviadero y respiradero.
Disfrutamos un rato de las geoformas de Lezonabar, y vemos al Oeste parte de Putrekabia. Llegamos a Motelu, desde donde hacia el Oeste vemos y fotografiamos la Concha Blanca, situada en Punta Turruia. Pero hoy nos detenemos especialmente en Erentzin, viendo abajo hacia el Este, el que se cree puerto usado en tiempos por los romanos, y un poco más lejos el ‘Guardián de las paramoudras’.
Admiramos, nos extasiamos, y fotografiamos hasta casi la saciedad las geoformas de este inmenso muro de Erentzin. Pero sacamos la conclusión de que no se puede describir, hay que verlo en vivo y sentirlo. Las fotos enseñan bastante, pero no expresan lo que es en directo.
Tras el amaiketako, en acusada y zigzagueante pendiente, y algún paso algo dificilillo, bajamos por el valle para cruzar la regata Erentzin, y ver la cueva-txabola donde vivió Iñaki, el ermitaño donostiarra, durante unos cuantos años. Curiosa construcción que aprovecha la roca, en el fondo del valle.
Subimos por Isiro, junto al antiguo cuartel abandonado (y con profusión de ‘grafittis’ y desperdicios en su interior) y cruzamos el valle Mintegi, para llegar al punto de partida, tras una subida larga y tendida.
Reponemos fuerzas y recuperamos energías en Gastroteka Xera de Errenteria.
Día perfecto, con alto nivel de disfrute.
Ver: http://donosticity.org/valle-de-erentzin-maravillas-ocultas-de-jaizkibel/