Escamilla: a Villaescusa de Palositos
near Escamilla, Castilla-La Mancha (España)
Viewed 1357 times, downloaded 9 times
Trail photos
Itinerary description
Lo mejor (por orden de aparición): (1) Escamilla y su torre brillaban al sol de la mañana como la Jerusalén bíblica “engalanada como una novia”. (2) Los sembrados de la planicie lucen sus mejores verdes “como el trigo verde”. (3) Los robles y encinas cubren las laderas de los barrancos de manera tan tupida que podríamos creer que nos hallamos en la falda de la cordillera cantábrica. (4) El ambiente en Villaescusa es reivindicativo pero, sobre todo, festivo.
Lo peor: (1) Encontramos gravemente enfermo al viejo “manzano” que admiramos hace dos años (y que no es manzano sino peral). (2) Advertimos en algunos de los asistentes esa rabia latente que refleja el profundo descontento de la población con los poderes públicos y que ha conducido recientemente a un asesinato.
Hoy es el día de la Marcha de las Flores (www.villescusadepalositos.es) y elegimos Escamilla como punto de partida para acudir. Otras veces lo hemos hecho desde Peralveche (como "cuencamagica,id=1651471), Salmerón (id=2860512), La Puerta y Viana de Mondéjar (como “cuencamagica”, id=1651459). Porque con esos cinco pueblos, y con Torronteras además, se comunicaba Villaescusa antes de la usurpación de sus caminos.
Escamilla es un pueblo de la Guadalajara de allende el Tajo que uno no entiende qué singularidades ofrece para tener en su patrimonio: una monumental iglesia barroca con la mejor torre de toda La Alcarria, las ruinas de un castillo urbano y restos de muralla. Su pasado debe de haber sido esplendoroso. Hoy está muy animado y todas sus casas, en perfecto estado de conservación. De aquí salimos por el “carril de Escamilla a Peralveche” (IGN). Nuestro recorrido de ida es más largo que el de vuelta, pero también mucho más cómodo porque sólo baja y sube una vez, y no tres como el otro. Por él alcanzamos el camino por el que llegamos de Salmerón hace dos años, cambiamos el rumbo con él, descendemos a la Boquilla de Valhondo, saludamos a nuestro viejo manzano amigo (que en realidad es peral y nos entristece su mal estado de salud), y subimos por el barranco del tendido eléctrico. Esta ruta es forzada porque el camino directo y la “cañada Real de Andalucía a Aragón” (según el mapa del IGN en Internet) están cortados por la fuerte valla del coto de “Villaescusa, S.A.”
Llegamos a Villaescusa antes que la columna principal y salimos a recibirla. Encontramos que los caminantes llegan marchosos y alegres como si, sin pretenderlo, estuvieran representando el papel de la canción eucarística: “Vienen trayendo la esperanza / a un mundo cargado de ansiedad; / a un mundo que busca y que no alcanza / c-a-m-i-n-o-s de amor y de amistad”.
En Villaescusa nada ha cambiado. Allí sigue ostentoso el asentamiento “El Algarrobico de La Alcarria”, vallado como los asentamientos judíos, enfrentando su supuesta nueva capilla a la hermosa y vieja iglesia románica, bien éste de interés cultural por quien nadie se interesa. Decimos “supuesta” capilla porque sus formas son las de una airosa ermita moderna con pequeña espadaña, pero no tiene símbolo religioso visible; a menos que la figura del cabrito sea para indicar qué se adora en el lugar (ver fotos). La plaza de El Coso, antiguo lugar de convivencia, parece hoy un museo de cornamentas ajadas (ver fotos), museo de muerte. El cementerio conserva sus buenas puertas de piedra tallada; esperemos que sobrevivan. En él rezamos con fervor una padrenuestro; una gaita entona una sentida sonata.
Un anciano nos explica cómo él mismo participó en la construcción del puente sobre el arroyo, y de otros dos en otros tantos lugares, que se financiaron --dice--, con el producto de unos árboles vendidos. Se lamenta con vehemencia y acritud de cómo han sido usurpados. Lo entendemos. Conocimos el pueblo de El Atance, destruido por la construcción del embalse que lleva su nombre, y el trauma que significó para sus hijos. En aquel caso el sufrimiento fue por el bien común. En éste, por la inoperancia de políticos, jueces y fuerzas de orden, inaceptable.
Después de comer y echar una corta siesta al amparo de los robles de El Llano, regresamos por la misma ruta hasta el Barranco de Valhondo. Aquí ya podemos tomar el camino verdadero a Escamilla, el más corto pero que sube y baja repetidamente. Cansados llegamos a Escamilla, pero no dejamos de visitarla para fotografiar los encantos antes enumerados.
El día ha sido fantástico y la marcha, muy satisfactoria. Las fotos y sus comentarios pretenden reflejar las experiencias vividas e ilustrar lo dicho.
Lo peor: (1) Encontramos gravemente enfermo al viejo “manzano” que admiramos hace dos años (y que no es manzano sino peral). (2) Advertimos en algunos de los asistentes esa rabia latente que refleja el profundo descontento de la población con los poderes públicos y que ha conducido recientemente a un asesinato.
Hoy es el día de la Marcha de las Flores (www.villescusadepalositos.es) y elegimos Escamilla como punto de partida para acudir. Otras veces lo hemos hecho desde Peralveche (como "cuencamagica,id=1651471), Salmerón (id=2860512), La Puerta y Viana de Mondéjar (como “cuencamagica”, id=1651459). Porque con esos cinco pueblos, y con Torronteras además, se comunicaba Villaescusa antes de la usurpación de sus caminos.
Escamilla es un pueblo de la Guadalajara de allende el Tajo que uno no entiende qué singularidades ofrece para tener en su patrimonio: una monumental iglesia barroca con la mejor torre de toda La Alcarria, las ruinas de un castillo urbano y restos de muralla. Su pasado debe de haber sido esplendoroso. Hoy está muy animado y todas sus casas, en perfecto estado de conservación. De aquí salimos por el “carril de Escamilla a Peralveche” (IGN). Nuestro recorrido de ida es más largo que el de vuelta, pero también mucho más cómodo porque sólo baja y sube una vez, y no tres como el otro. Por él alcanzamos el camino por el que llegamos de Salmerón hace dos años, cambiamos el rumbo con él, descendemos a la Boquilla de Valhondo, saludamos a nuestro viejo manzano amigo (que en realidad es peral y nos entristece su mal estado de salud), y subimos por el barranco del tendido eléctrico. Esta ruta es forzada porque el camino directo y la “cañada Real de Andalucía a Aragón” (según el mapa del IGN en Internet) están cortados por la fuerte valla del coto de “Villaescusa, S.A.”
Llegamos a Villaescusa antes que la columna principal y salimos a recibirla. Encontramos que los caminantes llegan marchosos y alegres como si, sin pretenderlo, estuvieran representando el papel de la canción eucarística: “Vienen trayendo la esperanza / a un mundo cargado de ansiedad; / a un mundo que busca y que no alcanza / c-a-m-i-n-o-s de amor y de amistad”.
En Villaescusa nada ha cambiado. Allí sigue ostentoso el asentamiento “El Algarrobico de La Alcarria”, vallado como los asentamientos judíos, enfrentando su supuesta nueva capilla a la hermosa y vieja iglesia románica, bien éste de interés cultural por quien nadie se interesa. Decimos “supuesta” capilla porque sus formas son las de una airosa ermita moderna con pequeña espadaña, pero no tiene símbolo religioso visible; a menos que la figura del cabrito sea para indicar qué se adora en el lugar (ver fotos). La plaza de El Coso, antiguo lugar de convivencia, parece hoy un museo de cornamentas ajadas (ver fotos), museo de muerte. El cementerio conserva sus buenas puertas de piedra tallada; esperemos que sobrevivan. En él rezamos con fervor una padrenuestro; una gaita entona una sentida sonata.
Un anciano nos explica cómo él mismo participó en la construcción del puente sobre el arroyo, y de otros dos en otros tantos lugares, que se financiaron --dice--, con el producto de unos árboles vendidos. Se lamenta con vehemencia y acritud de cómo han sido usurpados. Lo entendemos. Conocimos el pueblo de El Atance, destruido por la construcción del embalse que lleva su nombre, y el trauma que significó para sus hijos. En aquel caso el sufrimiento fue por el bien común. En éste, por la inoperancia de políticos, jueces y fuerzas de orden, inaceptable.
Después de comer y echar una corta siesta al amparo de los robles de El Llano, regresamos por la misma ruta hasta el Barranco de Valhondo. Aquí ya podemos tomar el camino verdadero a Escamilla, el más corto pero que sube y baja repetidamente. Cansados llegamos a Escamilla, pero no dejamos de visitarla para fotografiar los encantos antes enumerados.
El día ha sido fantástico y la marcha, muy satisfactoria. Las fotos y sus comentarios pretenden reflejar las experiencias vividas e ilustrar lo dicho.
Waypoints
Intersection
3,405 ft
003
Llegamos al camino
You can add a comment or review this trail
Comments