Espinama - Casetón de Ándara (Ida y vuelta)
near Espinama, Cantabria (España)
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Trail photos
Itinerary description
Distancia 45 km
Desnivel acumulado total 4776 m
Duración de la ruta 2 días
Estación Principios de invierno, enero
Punto más bajo 873 m s. n. m.
Punto más alto 1725 m s. n. m.
Nota: Para esta nuestra primera ruta invernal por Picos de Europa decidimos alquilar raquetas y bastones en la empresa K2 Aventura de Torrelavega. Nos salió bastante bien de precio y además fueron bastante flexibles con el horario de recogida y de entrega.
El día 27 de enero partimos hasta Espinama, a 19,2 km de Potes por la CA-185. Aa las 6:30 de la mañana dejamos el coche en una plazoleta que se encuentra a mano derecha nada más entrar al pueblo. Pasamos por debajo de un bello corredor de madera que une dos casas de piedra y nos ponemos en marcha hacia los invernales de Igüedri (Km 3) por la pista del GR-203, que está perfectamente indicado. Una vez dejamos atrás las cabañas seguimos ascendiendo hasta las Portillas del Boquejón, que dan paso a los extensos pastos, ahora cubiertos por la nieve, de los Puertos de Áliva.
En el kilómetro 5 llegamos una bifurcación. Tomamos el ramal de la izquierda, que avanza hacia el oeste para ascender rápidamente hasta el Refugio-Hotel de Áliva, gestionado por Cantur. Obviamente, nos lo encontramos cerrado a cal y canto pero el paisaje nos permitió deleitarnos durante un buen rato y grabar algunos videos. Sin duda, este desvío aunque supuso un esfuerzo notable mereció mucho la pena.
Después del cafetín para entrar en calor nos volvemos a dirigir hacia el norte por la Llomba del Toro. Pudimos experimentar de primera mano el poder del viento que, por estos terrenos desolados sin ningún tipo de abrigo, apretaba con fuerza y se colaba por cualquier hueco que encontrara. Llegamos a la divisoria entre Cantabria y Asturias y allí encontramos la Casa de la Llomba, una pequeña construcción de hormigón de unos 4 m2 sin ventanas ni chimenea que puede de servir como un refugio improvisado en caso de emergencia.
Continuamos nuestro descenso hacia el norte por la pista del PR-S8 por la Vega de Piedra Llé y cruzamos el estrecho río Duje por el Vao Jurniellu, un pequeño puente. Avanzamos poco a poco hasta las Vegas del Toro, donde nos encontramos los invernales de Sotres. Realmente nos encontramos en un sitio único con un paisaje espectacular en condiciones muy singulares, todo un espectáculo para los sentidos. Aprovechamos el lugar para descansar y comer algo.
Tres kilómetros más al norte llegamos a los invernales del Texu y nos salimos del PR-S8 para tomar la CA-1 en su p.k. 10,3. De esa manera, entramos en ella y comenzamos a ascender hacia Sotres, que ya deja entrever sus tejados. Nos gustaría recomendar el bar donde paramos a tomar el café pero lamentablemente no aparece en GoogleMaps y no podemos recordar el nombre. Solo sabemos que, según entramos a Sotres, fue el primero que encontramos a mano izquierda. Allí, dos hermanos nos atendieron como si hubiéramos llegado a nuestra casa y nos enseñaron muchos secretos de la zona.
Después de este improvisado pero magnífico encuentro volvimos a meternos en faena y tomamos la carretera que une Sotres y Tresviso. Todavía no lo sabíamos, pero acababa de comenzar la parte más exigente de toda la ruta. Debemos recordar que ya llevábamos 16 kilómetros andados con toda la ropa de repuesto, la comida, la leña y las raquetas a la espalda. No obstante, teníamos el ánimo por las nubes y así empezamos a subir durante dos kilómetros hasta el Collado de la Caballar, donde los invernales ya estaban cubiertos por la nieve. Un último tramo de asfalto nos llevó al famoso Jitu de Escarandi, a unos 1300 m s.n.m.
En este lugar nos encontramos con un amplio aparcamiento que además cuenta con varios paneles informativos. Uno de ellos, nos habla del tramo que tenemos que seguir ahora para llegar al Casetón de Ándara, que se encuentra a unos 4 kilómetros de distancia y del que nos separa un desnivel de 300 metros. En condiciones normales, un senderista promedio recorre este tramo en una hora y así lo indican todas las señales. Sin embargo, nosotros tenemos que calzarnos (por fin) las raquetas y ponernos a bregar sin descanso para terminar salvando la distancia en 1 hora y 25 minutos. ¡Casi casi nos pilla la noche! Los últimos 20 fueron horribles. La nieve comenzaba a caer con ganas y a nosotros comenzaban a abandonarnos las fuerzas. Podíamos ver el refugio a lo lejos pero cada cien metros teníamos que parar a comer unos cacahuetes y a tomar un poco de agua. No obstante, no cambiaría por nada en el mundo la sensación que sentí cuando abrimos aquella puerta de madera.
En lo referente al refugio, tenemos que decir que es uno de los mejores en los que nos hemos quedado. Tiene una pequeña recepción con un fregadero y demás que suponemos que funcione en verano y donde se pueden dejar todas las cosas que estén mojadas para no ensuciarlo todo. Luego, a mano izquierda, se encuentra una sala muy amplia y bien cuidada, con un par de mesas largas, bancos y una estufa de leña. También cuenta con un tendal, revistas de montañismo, etc. La parte de arriba funciona como dormitorio y cuenta con unos 20 colchones, todos ellos con su almohada y su manta. La letrina se encuentra afuera, a unos 30 metros.
Cuando descargamos todo el equipaje y nos pusimos ropa seca, comenzamos la tarea más difícil del día, encender el fuego. No debemos olvidar que nos encontramos a unos 1725 m s.n.m., que se está haciendo de noche y que afuera no deja de nevar; hace un frío que pela. Estuvimos una hora casi soplando y requetesoplando, gastando pastillas de encendido como cosa mala y haciendo mil experimentos con los bloques de pellet que llevábamos. Al final, afortunadamente, nuestros esfuerzos no fueron en vano y pudimos disfrutar de una cena caliente y una entretenida partida al chinchón al lado de la lumbre.
A la mañana siguiente, desayunamos poco para hacer sitio al bocata que teníamos pensado meternos entre pecho y espalda cuando llegáramos a Sotres. A las 10 de la mañana ya estábamos pisando nieve virgen fuera del refugio. El camino de vuelta lo hicimos casi exactamente igual que el de ida. Solo nos desviamos por una pista en el Collado de la Caballar (discurre en paralelo a la carretera, no tiene pérdida) y ya en los Puertos de Áliva, al dejar atrás el límite de las CC.AA para visitar Campomayor, Campomenor y la Ermituca de las Nieves.
Desnivel acumulado total 4776 m
Duración de la ruta 2 días
Estación Principios de invierno, enero
Punto más bajo 873 m s. n. m.
Punto más alto 1725 m s. n. m.
Nota: Para esta nuestra primera ruta invernal por Picos de Europa decidimos alquilar raquetas y bastones en la empresa K2 Aventura de Torrelavega. Nos salió bastante bien de precio y además fueron bastante flexibles con el horario de recogida y de entrega.
El día 27 de enero partimos hasta Espinama, a 19,2 km de Potes por la CA-185. Aa las 6:30 de la mañana dejamos el coche en una plazoleta que se encuentra a mano derecha nada más entrar al pueblo. Pasamos por debajo de un bello corredor de madera que une dos casas de piedra y nos ponemos en marcha hacia los invernales de Igüedri (Km 3) por la pista del GR-203, que está perfectamente indicado. Una vez dejamos atrás las cabañas seguimos ascendiendo hasta las Portillas del Boquejón, que dan paso a los extensos pastos, ahora cubiertos por la nieve, de los Puertos de Áliva.
En el kilómetro 5 llegamos una bifurcación. Tomamos el ramal de la izquierda, que avanza hacia el oeste para ascender rápidamente hasta el Refugio-Hotel de Áliva, gestionado por Cantur. Obviamente, nos lo encontramos cerrado a cal y canto pero el paisaje nos permitió deleitarnos durante un buen rato y grabar algunos videos. Sin duda, este desvío aunque supuso un esfuerzo notable mereció mucho la pena.
Después del cafetín para entrar en calor nos volvemos a dirigir hacia el norte por la Llomba del Toro. Pudimos experimentar de primera mano el poder del viento que, por estos terrenos desolados sin ningún tipo de abrigo, apretaba con fuerza y se colaba por cualquier hueco que encontrara. Llegamos a la divisoria entre Cantabria y Asturias y allí encontramos la Casa de la Llomba, una pequeña construcción de hormigón de unos 4 m2 sin ventanas ni chimenea que puede de servir como un refugio improvisado en caso de emergencia.
Continuamos nuestro descenso hacia el norte por la pista del PR-S8 por la Vega de Piedra Llé y cruzamos el estrecho río Duje por el Vao Jurniellu, un pequeño puente. Avanzamos poco a poco hasta las Vegas del Toro, donde nos encontramos los invernales de Sotres. Realmente nos encontramos en un sitio único con un paisaje espectacular en condiciones muy singulares, todo un espectáculo para los sentidos. Aprovechamos el lugar para descansar y comer algo.
Tres kilómetros más al norte llegamos a los invernales del Texu y nos salimos del PR-S8 para tomar la CA-1 en su p.k. 10,3. De esa manera, entramos en ella y comenzamos a ascender hacia Sotres, que ya deja entrever sus tejados. Nos gustaría recomendar el bar donde paramos a tomar el café pero lamentablemente no aparece en GoogleMaps y no podemos recordar el nombre. Solo sabemos que, según entramos a Sotres, fue el primero que encontramos a mano izquierda. Allí, dos hermanos nos atendieron como si hubiéramos llegado a nuestra casa y nos enseñaron muchos secretos de la zona.
Después de este improvisado pero magnífico encuentro volvimos a meternos en faena y tomamos la carretera que une Sotres y Tresviso. Todavía no lo sabíamos, pero acababa de comenzar la parte más exigente de toda la ruta. Debemos recordar que ya llevábamos 16 kilómetros andados con toda la ropa de repuesto, la comida, la leña y las raquetas a la espalda. No obstante, teníamos el ánimo por las nubes y así empezamos a subir durante dos kilómetros hasta el Collado de la Caballar, donde los invernales ya estaban cubiertos por la nieve. Un último tramo de asfalto nos llevó al famoso Jitu de Escarandi, a unos 1300 m s.n.m.
En este lugar nos encontramos con un amplio aparcamiento que además cuenta con varios paneles informativos. Uno de ellos, nos habla del tramo que tenemos que seguir ahora para llegar al Casetón de Ándara, que se encuentra a unos 4 kilómetros de distancia y del que nos separa un desnivel de 300 metros. En condiciones normales, un senderista promedio recorre este tramo en una hora y así lo indican todas las señales. Sin embargo, nosotros tenemos que calzarnos (por fin) las raquetas y ponernos a bregar sin descanso para terminar salvando la distancia en 1 hora y 25 minutos. ¡Casi casi nos pilla la noche! Los últimos 20 fueron horribles. La nieve comenzaba a caer con ganas y a nosotros comenzaban a abandonarnos las fuerzas. Podíamos ver el refugio a lo lejos pero cada cien metros teníamos que parar a comer unos cacahuetes y a tomar un poco de agua. No obstante, no cambiaría por nada en el mundo la sensación que sentí cuando abrimos aquella puerta de madera.
En lo referente al refugio, tenemos que decir que es uno de los mejores en los que nos hemos quedado. Tiene una pequeña recepción con un fregadero y demás que suponemos que funcione en verano y donde se pueden dejar todas las cosas que estén mojadas para no ensuciarlo todo. Luego, a mano izquierda, se encuentra una sala muy amplia y bien cuidada, con un par de mesas largas, bancos y una estufa de leña. También cuenta con un tendal, revistas de montañismo, etc. La parte de arriba funciona como dormitorio y cuenta con unos 20 colchones, todos ellos con su almohada y su manta. La letrina se encuentra afuera, a unos 30 metros.
Cuando descargamos todo el equipaje y nos pusimos ropa seca, comenzamos la tarea más difícil del día, encender el fuego. No debemos olvidar que nos encontramos a unos 1725 m s.n.m., que se está haciendo de noche y que afuera no deja de nevar; hace un frío que pela. Estuvimos una hora casi soplando y requetesoplando, gastando pastillas de encendido como cosa mala y haciendo mil experimentos con los bloques de pellet que llevábamos. Al final, afortunadamente, nuestros esfuerzos no fueron en vano y pudimos disfrutar de una cena caliente y una entretenida partida al chinchón al lado de la lumbre.
A la mañana siguiente, desayunamos poco para hacer sitio al bocata que teníamos pensado meternos entre pecho y espalda cuando llegáramos a Sotres. A las 10 de la mañana ya estábamos pisando nieve virgen fuera del refugio. El camino de vuelta lo hicimos casi exactamente igual que el de ida. Solo nos desviamos por una pista en el Collado de la Caballar (discurre en paralelo a la carretera, no tiene pérdida) y ya en los Puertos de Áliva, al dejar atrás el límite de las CC.AA para visitar Campomayor, Campomenor y la Ermituca de las Nieves.
Waypoints
Tunnel
2,887 ft
Corredor
Lo pongo como túnel porque hay que pasar por debajo de un corredor de madera que une dos casas tradicionales de piedra.
Waypoint
0 ft
Portillas del Boquejón
Portillas que nos indican que entramos en los Puertos de Áliva.
Waypoint
4,633 ft
Puertos de Áliva
Impresionantes praderías que, en las fechas en las que recorrimos estos parajes, estaban enteras cubiertas de nieve.
Monument
4,439 ft
Pequeño refugio-vivac Casa de la Llomba
Pequeño refugio-vivac. Solo es un espacio reducido entre cuatro paredes. No hay ventanas, chimenea, ni ningún tipo de comodidad.
Fauna
4,121 ft
Piedra Llé
Waypoint
3,002 ft
GR-203
Waypoint
4,806 ft
PR- S8
Waypoint
0 ft
Inicio del asfalto CA-1
Waypoint
0 ft
Carretera CM-88/01
Car park
4,245 ft
Aparcamiento - Jitu de Escarandi
Monument
4,567 ft
Majada de Jazuca - Invernales
Waypoint
0 ft
Canal de las Vacas - Ruta alternativa
Waypoint
3,383 ft
Bar donde tomamos el café los dos días
Waypoint
3,392 ft
Tienduca La Gallega
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