226. Estribaciones Sur-orientales de Peña Amaya desde Congosto
near Congosto, Castilla y León (España)
Viewed 71 times, downloaded 1 times
Trail photos
Itinerary description
📸 FOTOS:
▶ Las 6 primeras seleccionan aspectos de interés (con descripción al pie).
▶ Las siguientes se ordenan según el itinerario (asociadas a cada 'waypoint').
📝 TEXTO (5 secciones):
▶ Índice IBP de la ruta,
▶ Preámbulo: antecedentes y motivos,
▶ La Ruta: recorrido y dificultades,
▶ Destacado: rasgos sobresalientes, y
▶ Anécdota: hechos curiosos.
INDICE IBP de Dificultad de la Ruta
Para Criterios y Tabla de Interpretación, Ir a:
https://www.ibpindex.com/index.php/es/
El resultado del análisis IBP es de 75 (para Senderismo): dificultad 'Media' (en el límite de 'Dura') para una preparación física 'Media'.
El cómputo del desnivel acumulado de la ruta por parte de IBP es de 687 metros (superior al que estima Wikiloc).
PREÁMBULO
Peña Amaya y su par, Peña Castro, a un lado. La alineación de Peña Ulaña, al otro. La boca de acceso a Valdehumada, en medio. Eslabones de la última frontera entre las montañas cantábricas, por el norte, y la tierra de campos, por el sur.
Por su posición estratégica, fueron durante siglos atalayas de vigilancia y baluartes defensivos; desde antes de la colonización romana hasta después de La Reconquista. En Peña Amaya y La Ulaña quedan restos arqueológicos de asentamientos humanos.
Ellas fueron los ojos y las espaldas en el avance de los foramontanos repoblando las tierras castellanas hasta el Duero. Ya sólo por ese papel histórico, debería emocionar su presencia.
Pero, además, está su belleza natural. La suya, la de esas altiplanicies rocosas; esas imponentes loras. Sí. Pero igualmente la de sus estribaciones aledañas, escuderos de vanguardia.
A éstas hemos dedicado la ruta anterior por su lado occidental (https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/estribaciones-occidentales-de-pena-amaya-y-pena-castro-desde-cuevas-de-amaya-141067712 ). Dedicaré la de hoy a su flanco sur-oriental.
Por cierto, si alguien se encandila con el norte burgalés, y con todo el largo este, de arriba-abajo, y también con el centro (y el resto), tiene muy sobrados motivos para ello.
Pero que eso no le merme ni un ápice de justificado poder hipnótico al amplio oeste-noroeste. Si lo hace, se perderá una excelencia: paisajística, geológica, histórica y cultural. ‘He dicho’.
Vale la pena explorar esa zona cruda, sin dulcificarla por caminos trillados, con suelos de seda. Precisamente, para experimentar sus esencias, haría (hice) ahora un recorrido en gran medida monte a través (‘como los foramontanos’; pero sin pretensiones).
LA RUTA
La ruta comienza en el pequeño pueblo de Congosto, en un remanso del río Odra, nacido unos km más arriba, en las faldas de La Lorilla. Como algo conocía, me lancé inmediatamente monte arriba, sin ‘paños calientes’ preparatorios.
Por un cuasi-camino, se sube hasta el km 2,1. Luego descendemos sin senda clara, pero sin pérdida, hasta el desfiladero de Los Piscárdanos, hacia su mitad, el Pozo de la Olla. Para cruzar el Odra es importante localizar unos pasaderos (km 3,9).
Ya al otro lado, se puede ir hacia la derecha por la campiña o tirarse al monte de nuevo. Elegí esta opción, para disponer de vistas aéreas cuanto antes. A partir de ese punto ya no habrá senda o camino hasta los últimos km de la ruta.
Desde el sur de Valdehumada, iremos bordeando largamente (hasta el km 9,1) el lado sur de Peña Amaya. A distancia suficiente como para tener perspectiva de toda ella, pero con cercanía suficiente como para apreciar los detalles de sus cantiles.
En el km 9,1 bajamos a la vega de Amaya y Peones de Amaya. En el km 10,2 podríamos continuar por camino hasta Peones y luego coger el que va a Congosto (opción más cómoda). Pero, siendo aventureros, nos complicaremos subiendo al monte otra vez.
Desde el km 10,4 hasta el 13,5 hacemos una travesía tan sufrida (tampoco ‘tanto’) como estimulante, por lo más áspero de toda la ruta. Entre el km 12 y el 12,3 hay un trecho de arduo descenso (sin peligro), pedregoso; poco a poco.
Subimos de nuevo (tras cruzar una alambrada). El monte se suaviza. En el km 13,4 hay otra alambrada. Ahora ya será todo fácil por camino hasta Congosto, de vuelta. Bonitas vistas por detrás, hacia Peña Amaya; y por delante, hacia Peña Ulaña y sus aledaños.
Posibles Dificultades:
Antes que nada, los 17 km actuales de longitud se pueden acortar en varios puntos, casi a voluntad de cada cual. A mí me parecieron bien así.
La ruta es agreste y montaraz, prácticamente toda ella. No creo que lleguemos a ir por caminos o senderos más de un 20% del trayecto. No obstante, en su mayor parte, es monte terso. Puedes caminar mirando al suelo sólo de reojo.
⚠️ Hay, sin embargo, un tramo particularmente incómodo del km 10,4 al 13,5. Hay allí, además, dos alambradas; con hueco para pasar. No es para todos los gustos, aunque yo no tengo queja. Tiene, además, difícil orientación (ver Alternativa debajo).
* Como Alternativa para ese tramo crítico, sugiero lo siguiente:
En el km 10,3-10,4, en lugar de girar hacia el monte (como hice aquí), puedes continuar hasta el pueblo de Peones. Allí puedes coger el camino hasta Congosto (enlazarás con el presente trazado en el km 13,5). No creo que esta opción alargue la ruta.
En cuanto a la orientación, con un poco de experiencia montañera, casi toda la ruta parece fácil, al haber bastante visibilidad a lo lejos. No obstante, la navegación espacial en esa parte crítica (del km 10,4 al 13,5) puede hacerse complicada.
DESTACADO
La ruta tiene mucho de grandeza ascética, sin florituras, sin remilgos:
El monte es pelado o espolvoreado de encinas. Sólo la corta ribera del Odra por Los Piscárdanos es frondosa. Los valles albergan campos de cereales y de girasoles. Por encima de todo, enseñoreada, Peña Amaya. Y un espectacular final en Congosto.
(1) Los Valles, incluido el Odra:
El primer valle del recorrido es el del río Odra. Nos incorporamos a él a mitad del desfiladero de Los Piscárdanos. Ya conocíamos sus fantásticos bosquetes, la Cueva de los Cartujos, los verticales roquedos que lo aprisionan…. ¡Ójala fuera más largo!
Luego está Valdehumada, hacia el norte, entre La Ulaña, el cordal que lo separa de Valdelucio, y el tándem Peña Castro-Peña Amaya. Aún se resistía a perder el verde. Villamartín, Rebolledo Traspeña, Fuenteodra, Humada, Ordejón…. Pequeños-grandes pueblos.
Finalmente, el valle de Amaya. Este no sólo lo vemos desde su borde, sino que descendemos a él; lo acariciamos. No importaba que hubiera que remontarlo de nuevo en dos ocasiones. Eran los primeros campos de girasoles de la temporada al alcance de la mano.
(2) Peña Amaya (desde abajo):
Uno de los principales alicientes que me movían eran las perspectivas cercanas de la cara ‘más bonita’ de Peña Amaya, la meridional. Flanquearla a lo largo de todo su lado sur, desde su mayor prominencia al este hasta su redondeado ‘castillo’ al oeste.
Los graderíos anillados que la recorren, con poderosas cornisas, en doble escalón, casi simétricos. De belleza apolínea (¿deberíamos decir venusina?). Las estrías, los detalles, y las mil figuras de los farallones. Destellando, hoy sí, a favor del sol.
Si te sacia ver ese lado durante más de una hora ininterrumpida, desvelándosete paulatinamente mientras avanzas de oriente a poniente (desde el km 4,8 al 9,3)…. Si te sacia, digo, es porque quieres. En realidad, basta con dejarse llevar….
(3) Congosto:
Congosto, ‘cuatro’ casas y una generosa fuente de agua fresca. Se resiste, bravo, a desaparecer bajo la apisonadora de ‘la civilización’, la dura intemperie y el inexorable paso de los siglos.
Con su bonita iglesia recuperada del declive hacia la ruina, gracias al tesón y el entusiasmo de sus pocos vecinos y la magnanimidad y el sudor de sus muchos amigos. ¡Y vaya paraje!
Era tercera vez en tres años que pasaba por allí. De la primera no teníamos registro, más allá de unas fotos personales. Sí de la segunda: https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/de-rioparaiso-a-los-piscardanos-107140406 . Muy gratas ambas.
En la primera, había conocido a Espe y a Helio. Me dio un alegrón verlos de nuevo. Juntos, en pie, animosos y valientes, desafiando al implacable devenir del tiempo; camino de sus cien. Iba (yo) ya ‘con prisa’ y ‘con retraso’, pero me quedé con ellos más de media hora.
ANÉCDOTA
Hoy me había dejado el ‘freno de mano (humano)’ en casa; o, más bien, en otros quehaceres. No supe lo de las repercusiones de esa carencia hasta después. Cuando ya era tarde, cuando el incontenible fervor ‘me perdió’. Metafórica y literalmente.
Había diseñado antes un itinerario de la ruta (sobre mapa); para seguirlo. Cerca del 90% de su trazado me era desconocido. Las libertades habría que tomarlas, pues, con mesura. La longitud prevista era de 13,1 km y el desnivel 410 m. Ya estaba bien, para terreno agreste.
Hasta el km 4,0 (en el vadeo del río Odra), me mantuve obediente al plan. Allí cogí la senda de la derecha, pero me dije: ‘¡Qué…!, vuelve y tira por la izquierda’, por lo difícil; ‘deja la campiña y arranca ya para el monte’, para arriba. A donde el viento te lleve.
Y allí se salió todo de madre. El día era magnífico. La temperatura y la brisa, frescas. No eran aún las 9 de la mañana. No se alcanzarían los (deliciosos) 22 grados hasta las 13 horas. ‘Tengo tiempo de sobra’. Los paisajes eran insuperables….
De haber llevado ‘el freno’ conmigo, como compañía, (yo) me habría contenido. Por ella, que no por mí. Para que siga creyendo (ella) que soy un hombre de fiar, que cumple con sus planes y su palabra. Pero ella no estaba allí ese día.
Así que ¡‘ancha es Castilla’! Caminé y caminé, …subí y bajé. ‘Ay, mira allá, campos de girasoles’ (los primeros de cerca). ‘Hay que tocarlos’. Y así, una zanahoria tras otra, el frenesí fue empujando…. Sin freno. Hasta que la razón se impuso a la pasión.
Al final fueron 17 km de longitud y 558 m de desnivel. El 130% y el 136%, respectivamente, de lo planificado; un tercio más. Y bastante más de la mitad del total por zonas diferentes de las previstas. Y con algunas travesías durillas en la parte añadida.
Y tan contento…. Menos mal que nadie me miraba ni juzgaba… (entonces; supongo—presuntuoso—que sí después, ahora).
▶ Las 6 primeras seleccionan aspectos de interés (con descripción al pie).
▶ Las siguientes se ordenan según el itinerario (asociadas a cada 'waypoint').
📝 TEXTO (5 secciones):
▶ Índice IBP de la ruta,
▶ Preámbulo: antecedentes y motivos,
▶ La Ruta: recorrido y dificultades,
▶ Destacado: rasgos sobresalientes, y
▶ Anécdota: hechos curiosos.
INDICE IBP de Dificultad de la Ruta
Para Criterios y Tabla de Interpretación, Ir a:
https://www.ibpindex.com/index.php/es/
El resultado del análisis IBP es de 75 (para Senderismo): dificultad 'Media' (en el límite de 'Dura') para una preparación física 'Media'.
El cómputo del desnivel acumulado de la ruta por parte de IBP es de 687 metros (superior al que estima Wikiloc).
PREÁMBULO
Peña Amaya y su par, Peña Castro, a un lado. La alineación de Peña Ulaña, al otro. La boca de acceso a Valdehumada, en medio. Eslabones de la última frontera entre las montañas cantábricas, por el norte, y la tierra de campos, por el sur.
Por su posición estratégica, fueron durante siglos atalayas de vigilancia y baluartes defensivos; desde antes de la colonización romana hasta después de La Reconquista. En Peña Amaya y La Ulaña quedan restos arqueológicos de asentamientos humanos.
Ellas fueron los ojos y las espaldas en el avance de los foramontanos repoblando las tierras castellanas hasta el Duero. Ya sólo por ese papel histórico, debería emocionar su presencia.
Pero, además, está su belleza natural. La suya, la de esas altiplanicies rocosas; esas imponentes loras. Sí. Pero igualmente la de sus estribaciones aledañas, escuderos de vanguardia.
A éstas hemos dedicado la ruta anterior por su lado occidental (https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/estribaciones-occidentales-de-pena-amaya-y-pena-castro-desde-cuevas-de-amaya-141067712 ). Dedicaré la de hoy a su flanco sur-oriental.
Por cierto, si alguien se encandila con el norte burgalés, y con todo el largo este, de arriba-abajo, y también con el centro (y el resto), tiene muy sobrados motivos para ello.
Pero que eso no le merme ni un ápice de justificado poder hipnótico al amplio oeste-noroeste. Si lo hace, se perderá una excelencia: paisajística, geológica, histórica y cultural. ‘He dicho’.
Vale la pena explorar esa zona cruda, sin dulcificarla por caminos trillados, con suelos de seda. Precisamente, para experimentar sus esencias, haría (hice) ahora un recorrido en gran medida monte a través (‘como los foramontanos’; pero sin pretensiones).
LA RUTA
La ruta comienza en el pequeño pueblo de Congosto, en un remanso del río Odra, nacido unos km más arriba, en las faldas de La Lorilla. Como algo conocía, me lancé inmediatamente monte arriba, sin ‘paños calientes’ preparatorios.
Por un cuasi-camino, se sube hasta el km 2,1. Luego descendemos sin senda clara, pero sin pérdida, hasta el desfiladero de Los Piscárdanos, hacia su mitad, el Pozo de la Olla. Para cruzar el Odra es importante localizar unos pasaderos (km 3,9).
Ya al otro lado, se puede ir hacia la derecha por la campiña o tirarse al monte de nuevo. Elegí esta opción, para disponer de vistas aéreas cuanto antes. A partir de ese punto ya no habrá senda o camino hasta los últimos km de la ruta.
Desde el sur de Valdehumada, iremos bordeando largamente (hasta el km 9,1) el lado sur de Peña Amaya. A distancia suficiente como para tener perspectiva de toda ella, pero con cercanía suficiente como para apreciar los detalles de sus cantiles.
En el km 9,1 bajamos a la vega de Amaya y Peones de Amaya. En el km 10,2 podríamos continuar por camino hasta Peones y luego coger el que va a Congosto (opción más cómoda). Pero, siendo aventureros, nos complicaremos subiendo al monte otra vez.
Desde el km 10,4 hasta el 13,5 hacemos una travesía tan sufrida (tampoco ‘tanto’) como estimulante, por lo más áspero de toda la ruta. Entre el km 12 y el 12,3 hay un trecho de arduo descenso (sin peligro), pedregoso; poco a poco.
Subimos de nuevo (tras cruzar una alambrada). El monte se suaviza. En el km 13,4 hay otra alambrada. Ahora ya será todo fácil por camino hasta Congosto, de vuelta. Bonitas vistas por detrás, hacia Peña Amaya; y por delante, hacia Peña Ulaña y sus aledaños.
Posibles Dificultades:
Antes que nada, los 17 km actuales de longitud se pueden acortar en varios puntos, casi a voluntad de cada cual. A mí me parecieron bien así.
La ruta es agreste y montaraz, prácticamente toda ella. No creo que lleguemos a ir por caminos o senderos más de un 20% del trayecto. No obstante, en su mayor parte, es monte terso. Puedes caminar mirando al suelo sólo de reojo.
⚠️ Hay, sin embargo, un tramo particularmente incómodo del km 10,4 al 13,5. Hay allí, además, dos alambradas; con hueco para pasar. No es para todos los gustos, aunque yo no tengo queja. Tiene, además, difícil orientación (ver Alternativa debajo).
* Como Alternativa para ese tramo crítico, sugiero lo siguiente:
En el km 10,3-10,4, en lugar de girar hacia el monte (como hice aquí), puedes continuar hasta el pueblo de Peones. Allí puedes coger el camino hasta Congosto (enlazarás con el presente trazado en el km 13,5). No creo que esta opción alargue la ruta.
En cuanto a la orientación, con un poco de experiencia montañera, casi toda la ruta parece fácil, al haber bastante visibilidad a lo lejos. No obstante, la navegación espacial en esa parte crítica (del km 10,4 al 13,5) puede hacerse complicada.
DESTACADO
La ruta tiene mucho de grandeza ascética, sin florituras, sin remilgos:
El monte es pelado o espolvoreado de encinas. Sólo la corta ribera del Odra por Los Piscárdanos es frondosa. Los valles albergan campos de cereales y de girasoles. Por encima de todo, enseñoreada, Peña Amaya. Y un espectacular final en Congosto.
(1) Los Valles, incluido el Odra:
El primer valle del recorrido es el del río Odra. Nos incorporamos a él a mitad del desfiladero de Los Piscárdanos. Ya conocíamos sus fantásticos bosquetes, la Cueva de los Cartujos, los verticales roquedos que lo aprisionan…. ¡Ójala fuera más largo!
Luego está Valdehumada, hacia el norte, entre La Ulaña, el cordal que lo separa de Valdelucio, y el tándem Peña Castro-Peña Amaya. Aún se resistía a perder el verde. Villamartín, Rebolledo Traspeña, Fuenteodra, Humada, Ordejón…. Pequeños-grandes pueblos.
Finalmente, el valle de Amaya. Este no sólo lo vemos desde su borde, sino que descendemos a él; lo acariciamos. No importaba que hubiera que remontarlo de nuevo en dos ocasiones. Eran los primeros campos de girasoles de la temporada al alcance de la mano.
(2) Peña Amaya (desde abajo):
Uno de los principales alicientes que me movían eran las perspectivas cercanas de la cara ‘más bonita’ de Peña Amaya, la meridional. Flanquearla a lo largo de todo su lado sur, desde su mayor prominencia al este hasta su redondeado ‘castillo’ al oeste.
Los graderíos anillados que la recorren, con poderosas cornisas, en doble escalón, casi simétricos. De belleza apolínea (¿deberíamos decir venusina?). Las estrías, los detalles, y las mil figuras de los farallones. Destellando, hoy sí, a favor del sol.
Si te sacia ver ese lado durante más de una hora ininterrumpida, desvelándosete paulatinamente mientras avanzas de oriente a poniente (desde el km 4,8 al 9,3)…. Si te sacia, digo, es porque quieres. En realidad, basta con dejarse llevar….
(3) Congosto:
Congosto, ‘cuatro’ casas y una generosa fuente de agua fresca. Se resiste, bravo, a desaparecer bajo la apisonadora de ‘la civilización’, la dura intemperie y el inexorable paso de los siglos.
Con su bonita iglesia recuperada del declive hacia la ruina, gracias al tesón y el entusiasmo de sus pocos vecinos y la magnanimidad y el sudor de sus muchos amigos. ¡Y vaya paraje!
Era tercera vez en tres años que pasaba por allí. De la primera no teníamos registro, más allá de unas fotos personales. Sí de la segunda: https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/de-rioparaiso-a-los-piscardanos-107140406 . Muy gratas ambas.
En la primera, había conocido a Espe y a Helio. Me dio un alegrón verlos de nuevo. Juntos, en pie, animosos y valientes, desafiando al implacable devenir del tiempo; camino de sus cien. Iba (yo) ya ‘con prisa’ y ‘con retraso’, pero me quedé con ellos más de media hora.
ANÉCDOTA
Hoy me había dejado el ‘freno de mano (humano)’ en casa; o, más bien, en otros quehaceres. No supe lo de las repercusiones de esa carencia hasta después. Cuando ya era tarde, cuando el incontenible fervor ‘me perdió’. Metafórica y literalmente.
Había diseñado antes un itinerario de la ruta (sobre mapa); para seguirlo. Cerca del 90% de su trazado me era desconocido. Las libertades habría que tomarlas, pues, con mesura. La longitud prevista era de 13,1 km y el desnivel 410 m. Ya estaba bien, para terreno agreste.
Hasta el km 4,0 (en el vadeo del río Odra), me mantuve obediente al plan. Allí cogí la senda de la derecha, pero me dije: ‘¡Qué…!, vuelve y tira por la izquierda’, por lo difícil; ‘deja la campiña y arranca ya para el monte’, para arriba. A donde el viento te lleve.
Y allí se salió todo de madre. El día era magnífico. La temperatura y la brisa, frescas. No eran aún las 9 de la mañana. No se alcanzarían los (deliciosos) 22 grados hasta las 13 horas. ‘Tengo tiempo de sobra’. Los paisajes eran insuperables….
De haber llevado ‘el freno’ conmigo, como compañía, (yo) me habría contenido. Por ella, que no por mí. Para que siga creyendo (ella) que soy un hombre de fiar, que cumple con sus planes y su palabra. Pero ella no estaba allí ese día.
Así que ¡‘ancha es Castilla’! Caminé y caminé, …subí y bajé. ‘Ay, mira allá, campos de girasoles’ (los primeros de cerca). ‘Hay que tocarlos’. Y así, una zanahoria tras otra, el frenesí fue empujando…. Sin freno. Hasta que la razón se impuso a la pasión.
Al final fueron 17 km de longitud y 558 m de desnivel. El 130% y el 136%, respectivamente, de lo planificado; un tercio más. Y bastante más de la mitad del total por zonas diferentes de las previstas. Y con algunas travesías durillas en la parte añadida.
Y tan contento…. Menos mal que nadie me miraba ni juzgaba… (entonces; supongo—presuntuoso—que sí después, ahora).
Waypoints
Comments (2)
You can add a comment or review this trail
Buena crónica de tu recorrido por esas tierras tan nuestras. Las conozco bien, las he recorrido de varias formas, en diferentes tiempos, por eso me permito una valoración. Amistosos saludos.
Gracias, Manu Arroyo. Sí, tan nuestras que somos parte de ellas (y ellas nuestra). No sé si por ese motivo me bailará la pluma (las teclas), emocionada, al escribir. Claro, que eso me pasa con todas, en cuanto pongo los pies en marcha.... 🙂