ETAPA 5 DEL CAMIÑO DOS FAROS-COSTA DA MORTE-DE AROU A CAMARIÑAS
near Arou, Galicia (España)
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Itinerary description
Marcha realizada el domingo 10 de octubre de 2021
AVISO: Se entiende, que todo aquel que quiera realizar esta misma ruta, asume la responsabilidad que conlleva una actividad no exenta de posibles riesgos o incidentes, en un entorno en el que el sentido común y las circunstancias pueden marcar la diferencia entre pasar un buen día o todo lo contrario.
Empezar destacando que esta quinta etapa del Camiño os Faros además de ser más larga, en casi seis kilómetros, en relación a la anterior, también tiene dos partes claramente diferenciadas. La primera parte hasta el cementerio de los ingleses es de una belleza similar, sino superior en algunos de sus tramos a la anterior etapa. La segunda parte desde dicho cementerio, que supondría algo menos de la mitad de la etapa, trascurre en una buena cantidad de kilómetros por una pista de tierra, que aunque nosotros evitamos en una de sus partes pegados junto a la costa, sin embargo se hace un tanto tediosa y cansina. Dicha pista pasa por el parque eólico que hay poco antes de llegar al Faro Vilán, y aunque la ubicación y entorno de dicho faro si es de una singular belleza, sin embargo una parte del primer tramo de bajada desde el faro hacia Camariñas tampoco es para recordar, debido al uso industrial que de las aguas salinas se está haciendo en dicha zona. No obstante, los entendidos y conocedores del Camiño os Faros ya nos habían dicho que estas dos etapas intermedias que hacemos nosotros, junto con las dos últimas son las más bellas del total de ocho que conlleva dicho recorrido costero.
Hoy salimos desde la misma playa de Arou, donde finalizábamos la etapa de ayer. Un primer tramo por una pasarela de madera, para rápìdamente salir a un tramo asfaltado que comunica esta población con la pequeña aldea marinera de As Lobeiras, por la que pasaremos más adelante. Al cuarto de kilómetro dejamos dicha pista, para por la derecha coger un sendero
Cuatrocientos metros después de haber dejado dicha ensenada, y salvando una corta pendiente se acaba saliendo hasta un mirador circular y hormigonado, que nos deja muy a las claras nuestro próximo destino. Se trata de uno de los rincones que más nos gustó, y en el que se encuentran unas pocas casas aisladas de pescadores en plena playa de As Lobeiras. La playa no es muy grande, ya que cuatrocientos metros después de haber bajado desde el citado mirador ya estamos finalizando una playa de As Lobeiras, que aunque pequeñita tiene mucho encanto por el montón de salientes graníticos que tienen sus aguas, las dos islas muy cercas de As Lobeiras a la derecha y un poco más retirada y a la izquierda la isla Negra, en la que se puede ver una gran colonia de gaviotas cana y sombría; y también porque a diferencia de otras playas en la que el granito se ha pulverizado por efecto del desgaste marino, con una arenas de lo más finas, aquí sin embargo se pueden ver granos un poco más gruesos que hacen visible los tres componentes básicos del granito: el cuarzo, el feldespato y la mica.
Ochocientos metros después un fabuloso mirador en A Punta do Cabalo y un cuarto de kilómetro más adelante otro de esos abundantes coídos, en este caso el de Os Boliños, y es que los bolos graníticos perfectamente pulidos tras el paso de los años, se asemejan bastante a los bolos del popular juego.
El siguiente tramo de dos kilómetros y medio hasta llegar a la Punta da Cagada, con la isla del mismo nombre justo enfrente, es de una belleza singular, ya que en una costa de lo más abrupta posible se van sucediendo las puntas o entrantes graníticos en el mar, como la Punta do Capelo, la Punta Batedora, o la Punta da Pedra do Sal.
Hay que destacar que medio kilómetro antes de llegar a la Punta da Cagada hay un letrero que recomienda no pisar el terreno por el que trascurre un sendero hasta el collado en el Monte Branco (parte más alta de la duna), ya que se está intentado evitar el impacto de las pisadas, para así lograr la recuperación de la flora y fauna de un lugar tan sensible como suelen ser las dunas. Nosotros, obedientes, continuamos por el camino que bordea la costa, y un par de cientos de metros más adelante el recodo que bordea dicha Punta da Cagada, que no sabemos si se refiere al vértigo que puede dar a aquellas personas que, precisamente no disfrutan con las caídas verticales y pendientes abruptas que tiene este tramo de la costa. A nosotros, y para añadirle un poco más de sal y pimienta, se nos unió un fuerte viento racheado que en alguna zona nos obligaba a extremar la precaución para evitar un posible susto.
Una vez se corona y bordea la parte más alta, una pronunciada y divertida bajada, sin ningún riesgo, siempre que se lleve un buen calzado, nos permite llegar en algo más de medio kilómetro desde la zona más comprometida hasta A Praia do Veo y la impresionante duna del Monte do Branco. Aún algo más de un kilómetro y medio de playa y duna que acaba conectando con la Ensenada Batel.
Un kilómetro después de haber dejado atrás la ensenada, y tras una pequeña remontada, se acaba saliendo hasta el principio de la Punta do Boi, en la que toma un trágico y triste protagonismo el Cementerio de los Ingleses, en el que se encuentran enterrados los cuerpos de los ciento setenta y dos ahogados que formaban parte de la tripulación del buque-escuela HMS Serpent, que en 1890 naufragaban y se hundían frente a la Punta do Boi.
Medio kilómetro después, y tras haber bordeado esta Punta do Boi, afilada como un cuchillo, conectamos con el tramo del que se hablaba al principio de la descripción. Y es que a partir de aquí será una pista de tierra, que une el Faro Vilán con estas otras zonas visitables, la que habrá que llevar inevitablemente durante poco más de dos kilómetros. En dicho punto, y justo poco después de haber pasado una enorme ancla oxidada, un senderito por la derecha que se acerca bastante a la costa y zona más bonita, nos permitirá evitar durante los próximos dos kilómetros dicha pista polvorienta y antipática, para en el primer tramo recorrer muy cerca e incluso pisar la Playa de Balea, en la que un buen grupo de surfistas practican su deporte favorito. A continuación un tramo de subida, por una zona de vegetación pero pisada y sin problemas para la progresión, que inevitablemente nos acaba sacando de nuevo a la pista, aunque ya en una zona más alta, y no muy lejos ya del Faro Vilán, que un poco más adelante empezaremos a ver. Lo que ya estamos viendo y también oyendo son los enormes aerogeneradores eólicos que pasaremos justo por debajo tras un kilómetro y medio desde el citado cruce y salida a la pista. Un kilómetro después llegamos hasta el impresionante Faro Vilán o Villano como reza en un cartel informativo, al que aunque no se puede subir, solo verlo desde fuera, las vistas y el sitio que ocupa merecen mucho la pena. Tras recuperar las fuerzas y dar buena cuenta de la comida y bebida que traemos, retomamos la parte final de la etapa.
Y así pues, iniciamos una primera bajada que inevitablemente ha de salvar por la derecha una zona y explotación poco vistosa, que conlleva casi tres cuartos de kilómetro, para después de poco menos de tres kilómetros y por una amplia senda llegar hasta el Monte Farelo, que por un desvío a la derecha permite acercarse hasta la Ermita de Nuestra Señora del Monte, cosa que nosotros no hicimos.
Desde aquí, y tras un par de tramos de camino entre pinos y eucaliptos, además de pasar por la Playa del Lago, en poco más de tres kilómetros acabamos entrando en la zona portuaria de la bonita población de Camariñas, final de esta quinta e interesante etapa.
AVISO: Se entiende, que todo aquel que quiera realizar esta misma ruta, asume la responsabilidad que conlleva una actividad no exenta de posibles riesgos o incidentes, en un entorno en el que el sentido común y las circunstancias pueden marcar la diferencia entre pasar un buen día o todo lo contrario.
Empezar destacando que esta quinta etapa del Camiño os Faros además de ser más larga, en casi seis kilómetros, en relación a la anterior, también tiene dos partes claramente diferenciadas. La primera parte hasta el cementerio de los ingleses es de una belleza similar, sino superior en algunos de sus tramos a la anterior etapa. La segunda parte desde dicho cementerio, que supondría algo menos de la mitad de la etapa, trascurre en una buena cantidad de kilómetros por una pista de tierra, que aunque nosotros evitamos en una de sus partes pegados junto a la costa, sin embargo se hace un tanto tediosa y cansina. Dicha pista pasa por el parque eólico que hay poco antes de llegar al Faro Vilán, y aunque la ubicación y entorno de dicho faro si es de una singular belleza, sin embargo una parte del primer tramo de bajada desde el faro hacia Camariñas tampoco es para recordar, debido al uso industrial que de las aguas salinas se está haciendo en dicha zona. No obstante, los entendidos y conocedores del Camiño os Faros ya nos habían dicho que estas dos etapas intermedias que hacemos nosotros, junto con las dos últimas son las más bellas del total de ocho que conlleva dicho recorrido costero.
Hoy salimos desde la misma playa de Arou, donde finalizábamos la etapa de ayer. Un primer tramo por una pasarela de madera, para rápìdamente salir a un tramo asfaltado que comunica esta población con la pequeña aldea marinera de As Lobeiras, por la que pasaremos más adelante. Al cuarto de kilómetro dejamos dicha pista, para por la derecha coger un sendero
Cuatrocientos metros después de haber dejado dicha ensenada, y salvando una corta pendiente se acaba saliendo hasta un mirador circular y hormigonado, que nos deja muy a las claras nuestro próximo destino. Se trata de uno de los rincones que más nos gustó, y en el que se encuentran unas pocas casas aisladas de pescadores en plena playa de As Lobeiras. La playa no es muy grande, ya que cuatrocientos metros después de haber bajado desde el citado mirador ya estamos finalizando una playa de As Lobeiras, que aunque pequeñita tiene mucho encanto por el montón de salientes graníticos que tienen sus aguas, las dos islas muy cercas de As Lobeiras a la derecha y un poco más retirada y a la izquierda la isla Negra, en la que se puede ver una gran colonia de gaviotas cana y sombría; y también porque a diferencia de otras playas en la que el granito se ha pulverizado por efecto del desgaste marino, con una arenas de lo más finas, aquí sin embargo se pueden ver granos un poco más gruesos que hacen visible los tres componentes básicos del granito: el cuarzo, el feldespato y la mica.
Ochocientos metros después un fabuloso mirador en A Punta do Cabalo y un cuarto de kilómetro más adelante otro de esos abundantes coídos, en este caso el de Os Boliños, y es que los bolos graníticos perfectamente pulidos tras el paso de los años, se asemejan bastante a los bolos del popular juego.
El siguiente tramo de dos kilómetros y medio hasta llegar a la Punta da Cagada, con la isla del mismo nombre justo enfrente, es de una belleza singular, ya que en una costa de lo más abrupta posible se van sucediendo las puntas o entrantes graníticos en el mar, como la Punta do Capelo, la Punta Batedora, o la Punta da Pedra do Sal.
Hay que destacar que medio kilómetro antes de llegar a la Punta da Cagada hay un letrero que recomienda no pisar el terreno por el que trascurre un sendero hasta el collado en el Monte Branco (parte más alta de la duna), ya que se está intentado evitar el impacto de las pisadas, para así lograr la recuperación de la flora y fauna de un lugar tan sensible como suelen ser las dunas. Nosotros, obedientes, continuamos por el camino que bordea la costa, y un par de cientos de metros más adelante el recodo que bordea dicha Punta da Cagada, que no sabemos si se refiere al vértigo que puede dar a aquellas personas que, precisamente no disfrutan con las caídas verticales y pendientes abruptas que tiene este tramo de la costa. A nosotros, y para añadirle un poco más de sal y pimienta, se nos unió un fuerte viento racheado que en alguna zona nos obligaba a extremar la precaución para evitar un posible susto.
Una vez se corona y bordea la parte más alta, una pronunciada y divertida bajada, sin ningún riesgo, siempre que se lleve un buen calzado, nos permite llegar en algo más de medio kilómetro desde la zona más comprometida hasta A Praia do Veo y la impresionante duna del Monte do Branco. Aún algo más de un kilómetro y medio de playa y duna que acaba conectando con la Ensenada Batel.
Un kilómetro después de haber dejado atrás la ensenada, y tras una pequeña remontada, se acaba saliendo hasta el principio de la Punta do Boi, en la que toma un trágico y triste protagonismo el Cementerio de los Ingleses, en el que se encuentran enterrados los cuerpos de los ciento setenta y dos ahogados que formaban parte de la tripulación del buque-escuela HMS Serpent, que en 1890 naufragaban y se hundían frente a la Punta do Boi.
Medio kilómetro después, y tras haber bordeado esta Punta do Boi, afilada como un cuchillo, conectamos con el tramo del que se hablaba al principio de la descripción. Y es que a partir de aquí será una pista de tierra, que une el Faro Vilán con estas otras zonas visitables, la que habrá que llevar inevitablemente durante poco más de dos kilómetros. En dicho punto, y justo poco después de haber pasado una enorme ancla oxidada, un senderito por la derecha que se acerca bastante a la costa y zona más bonita, nos permitirá evitar durante los próximos dos kilómetros dicha pista polvorienta y antipática, para en el primer tramo recorrer muy cerca e incluso pisar la Playa de Balea, en la que un buen grupo de surfistas practican su deporte favorito. A continuación un tramo de subida, por una zona de vegetación pero pisada y sin problemas para la progresión, que inevitablemente nos acaba sacando de nuevo a la pista, aunque ya en una zona más alta, y no muy lejos ya del Faro Vilán, que un poco más adelante empezaremos a ver. Lo que ya estamos viendo y también oyendo son los enormes aerogeneradores eólicos que pasaremos justo por debajo tras un kilómetro y medio desde el citado cruce y salida a la pista. Un kilómetro después llegamos hasta el impresionante Faro Vilán o Villano como reza en un cartel informativo, al que aunque no se puede subir, solo verlo desde fuera, las vistas y el sitio que ocupa merecen mucho la pena. Tras recuperar las fuerzas y dar buena cuenta de la comida y bebida que traemos, retomamos la parte final de la etapa.
Y así pues, iniciamos una primera bajada que inevitablemente ha de salvar por la derecha una zona y explotación poco vistosa, que conlleva casi tres cuartos de kilómetro, para después de poco menos de tres kilómetros y por una amplia senda llegar hasta el Monte Farelo, que por un desvío a la derecha permite acercarse hasta la Ermita de Nuestra Señora del Monte, cosa que nosotros no hicimos.
Desde aquí, y tras un par de tramos de camino entre pinos y eucaliptos, además de pasar por la Playa del Lago, en poco más de tres kilómetros acabamos entrando en la zona portuaria de la bonita población de Camariñas, final de esta quinta e interesante etapa.
Waypoints
Risk
227 ft
t. edificación ruinosa junto al faro
Lake
123 ft
q. Balsa de agua en Petón do Capelo
Waypoint
22 ft
u. fin recinto industrial
Waypoint
-22 ft
a. Inicio en Arou
Waypoint
53 ft
w. tramo de pinar u eucaliptos
Waypoint
30 ft
b. tramo asfaltado
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