Faro de Cabo de Gata - Arrecife de las Sirenas - Arrecife del Dedo - Torre de la Vela Blanca.

Impresionante ruta en pleno Parque Natural de Cabo de Gata, en la que se visitan los dos arrecifes que se extienden desde el Faro hasta el Cerro de la Vela Blanca; el Arrecife de la Sirenas, separado del Arrecife del Dedo por el Punto más meridional del Cabo, la Punta Baja. Estamos en una de las regiones volcánicas más extensas de la Península Ibérica y eso se manifiesta en un paisaje extremadamente accidentado, en el que disfrutaremos de increíbles formaciones rocosas y de infinidad de calas de agua transparente que constantemente nos invitaran a detenernos para disfrutarlas.

Comienzo la ruta en la base del Faro de Cabo de Gata donde se encuentra el Mirador de la Sirenas, una serie de chimeneas volcánicas que seguramente deben su nombre a la presencia de focas monje que habitaban este arrecife y que los antiguos navegantes podían confundir con sirenas. El track en esta zona es un poco confuso ya que dejé pendiente de visitar para la vuelta alguna de las calas, donde también pretendía darme un buen baño. En cualquier caso, se puede hacer casi todo el camino hasta la Punta Baja pegado a la costa, disfrutando de las fascinantes zonas que vamos descubriendo. La Punta Baja es, como ya he comentado, el punto más meridional del Cabo de Gata y está formado por una serie de columnas en forma de prisma, que en el pasado fueron aprovechadas para la obtención de adoquines.

Pasada la Punta Baja entramos en el Arrecife del Dedo, algo más extenso que el anterior e igualmente apasionante; debe su nombre a una peculiar roca de cuatro metros de altura de forma característica, que recuerda a un dedo saliendo del agua. Voy recorriendo toda la línea costera hasta llegar frente a la formación que da nombre al arrecife, donde se encuentra una especie de altar, no en vano a esta roca también se la conoce como el Dedo de Neptuno. A lo largo del arrecife encontramos unas zonas blanquecinas que son tobas volcánicas, que contrastan con el tono ocre del resto de la costa.

Ya nos encontramos en la falda del Cerro de la Vela Blanca, que así mismo cuenta con historia y leyenda propias. En sus proximidades y sólo accesible por mar se encuentra una cueva donde residía una colonia de foca monje. Su presencia en estos parajes dio motivo a diversas leyendas en las que estos lobos marinos atacaban a los hombres de mar que intentaban hacerse con las piedras preciosas que había en el interior de la cueva. El acantilado de la Vela Blanca es un antiguo volcán submarino cuya mitad colapsó y se hundió dejando al descubierto el interior del mismo. La gran mancha blanca que aparece al pie del acantilado, que semeja la vela cuadrada de un barco, le da nombre a este cerro, en cuya cima se erige una antigua torre de vigilancia.

Desde este punto yo seguí por la ladera, fuera de sendero por un terreno bastante complicado, por lo que aconsejo no seguir el track, si no volver sobre nuestros pasos y tomar el carril un poco más arriba. Llego al carril y asciendo por él hasta la cima del cerro, donde me esperan unas vistas panorámicas absolutamente cautivadoras y que me llevan a tomar la decisión de volver para disfrutar de ellas al alba. Dejo aquí un link a esa ruta: Amanecer en la Vela Blanca.

La vuelta la realizo por un sendero que va a media ladera del Cerro del Bujo, volviendo al carril principal por un barranco por una trocha bastante complicada y que marco en el track. Después me dirijo a buscar la recoleta cala que había seleccionado para darme un chapuzón y termino la ruta en el Faro, que ya comienza a llenarse de visitantes.