Garcibuey - Villanueva del Conde - Garcibuey : Ruta de los bancales del vino

Enclavado en la Sierra de Francia entre los ríos Alagón, San Benito y La Palla, cuyas aguas son aptas para el baño y la pesca, Garcibuey disfruta de un entorno natural donde abundan los bosques de encinas, robles, olivos, castaños y madroños, además de los prados y huertos que rodean su casco urbano. Sus casas, en su mayoría de mampostería con cerramientos de adobe, piedra y ladrillo, datan de la época medieval, aunque también descubriremos edificaciones de los Siglos XIV y XV, alguna de ellas con perfiles mudéjares de las zapatas.
Nuestro paseo nos llevará a la vecina localidad de Villanueva del Conde por un sendero señalizado que no entraña demasiada dificultad, aparte de alguna pendiente que no nos requerirá demasiado esfuerzo. Para ello nos dirigiremos al frontón de Garcibuey, que nos sorprenderá con una divertida pintura mural de unas gallinas gigantes con un aspecto ciertamente realista. Forma parte de un certamen de arte urbano que ha llenado de colorido las paredes de este pueblo.
Calle abajo, pasando por la trasera del centro de salud, nos encaminamos hacia las afueras por un firme de cemento que transcurre por la antigua cañada, donde aparecerán los primeros huertos con frutales y olivos. No en vano en Garcibuey encontraremos una almazara que elabora aceite de oliva virgen. La presencia de viñedos en su término municipal, nos recuerda que nos encontramos en la Ruta del Vino de la Sierra de Francia, y que también aquí podremos acercarnos a la bodega Perahigos para comparar alguno de sus vinos encuadrados en la Denominación de Origen Sierra de Salamanca. La carpintería artística Pereira Canet es otra buena muestra del carácter emprendedor de sus gentes.
Al alcanzar una bifurcación encontraremos un indicador degradado que nos advierte de que el camino que sale a nuestra izquierda nos lleva hacia Miranda del Castañar por el GR-10 y que nos permitiría acercarnos para descubrir los restos de un acueducto árabe. También por este camino podríamos llegar hasta Villanueva del Conde, aunque habríamos de recorrer más de cinco kilómetros. Sin embargo, el sendero que baja hacia el Arroyo de la Umbría de San Benito a nuestra derecha nos ahorrará trecho, pues tan sólo dista dos kilómetros trescientos metros de Villanueva. Este es el que escogeremos. Veremos un paisaje de zarzales, olivos, chopos y por encima de todos, un pinar. El camino pasa entonces a tener un firme de tierra y comienza a ascender levemente entre madroños, muy abundantes en nuestro paseo, robles, cerezos y encinas.
Escuchamos el rumor del arroyo a nuestra izquierda, donde podremos bajar si así nos lo parece, a bañarnos en una poza con una pequeña cascada que de seguro habrán de desperezarnos el cuerpo. Jaras y cantueso nos acompañan hasta el pequeño puente de piedra que nos permite cruzar para contemplar los restos del molino abandonado junto al arroyo, donde bajan a hozar los jabalíes en busca de hongos a la caída del sol.
A la izquierda del puente observamos una senda pedregosa que asciende junto a los tapiales. En un momento dado deberemos torcer hacia la derecha, marcado con un hito de piedra y una señal blanca y verde de Sendero Local, en lugar de cotinuar de frente. Nos internaremos ya en una zona donde los robles cubren nuestras cabezas mientras el camino continúa ahora la ascensión, salpicada de madroños.
Encontramos una bifurcación, cuyo ramal hacia la izquierda desciende hacia Villanueva del Conde a novecientos metros. Continuaremos recto, aunque sea un poco más largo, en concreto mil doscientos metros, pues esperamos regresar más tarde por este camino que ahora hemos desechado.
Tras dejar atrás varias fincas de cultivo de cerezos, nos internaremos en un pinar. Avanzando por el mismo camino sin desviarnos por las opciones que salen a nuestra derecha, daremos con el acceso a un área recreativa denominada La Remonje, la antigua era, con una zona de merendero con mesas y bancos de piedra e instalaciones de columpios para los niños.
Continuamos obviando un camino que sale a la izquierda hasta llegar a una mancha de eucaliptos. A nuestra derecha sale otro ramal que nos llevaría a la carretera. Nosotros optamos por seguir pisando tierra mientras descendemos y a nuestro alrededor brotan helechos. Estamos a ochocientos metros de Villanueva. Tras un recodo, vislumbramos la espadaña del pueblo y en frente gozamos de una espectacular vista de la Sierra de Francia.
Entramos a Villanueva por un recoleto merendero hasta que una señal en un poste de la luz nos indica que lo bordeemos por una calle encementada que sale a nuestra izquierda.
Villanueva del Conde es uno de los hermosos Conjuntos Históricos de la Sierra de Francia. Con una personalidad muy marcada definida por la disposición circular de sus casas de típica arquitectura serrana que forman un recinto defensivo, su plaza mayor ofrece un pasaje de soportales único en la zona y esconde en el entramado de sus calles numerosos y estrechos pasadizos que discurren por debajo de las casas y que sirven para unirlas con los pequeños huertos que cultivan sus habitantes. Otra de las características de su arquitectura son los esgrafiados de sus fachadas: una decoración de figuras geométricas que se obtiene raspando el mortero que recubre sus muros.
Llegamos entonces a la carretera que bordea el pueblo que tomaremos en su sentido descendente, dejando a nuestra derecha la iglesia. Desde allí tendremos unas buenas vistas del entorno natural donde se alternan cultivos en bancales de frutales olivos y viñedos con densos bosques de robles, castaños y jaras. La recuperación de los viñedos centenarios semiabandonados, ha permitido el desarrollo de Cámbrico, una de las bodegas más prestigiosas de la provincia, que participa de la Asociación Ruta del Vino de la Sierra de Francia, también con sede en Villanueva.
Pocos metros antes de llegar al moderno centro de día, desciende un camino a nuestra izquierda que es el que habrá de llevarnos de regreso al punto de partida. Es la senda dos, la Cuesta del Horno, un descenso de tierra que nos lleva a pasar por un pilón y un caño en la umbría y magníficas vistas hacia el valle entre los cultivos de cerezos y brezos. Tomaremos un desvío a la izquierda apenas señalizada por una indicación de madera perdida entre las hierbas. Poco después, tras pasar junto a un viñedo, volveremos a tomar un camino que subiendo a nuestra izquierda nos lleva a aquel desvío que anunciamos cuando veníamos de Garcibuey a Villanueva. El resto, sólo es desandar los pasos por donde vinimos.
Para aquellos que se hayan quedado con ganas de más, están en el lugar adecuado: la más conocida de ellas son los diez sencillos kilómetros del Camino de los Prodigios, un sendero circular que transcurre entre Miranda del Castañar y Villanueva del Conde en cuyo recorrido, se combina una naturaleza exuberante con sorprendentes obras escultóricas.
Más larga es la que parte desde Villanueva para ascender a el monte Codorro en San Miguel del Robledo y visitar Sequeros antes de regresar a Villanueva del Conde: veintidós kilómetros algo más exigentes por pistas forestales. También desde Garcibuey podemos disfrutar los ochos kilómetros que nos llevarán a Los Puentes del Alagón por un recorrido que transcurre entre huertas, viñas y zonas de bosque y matorral.

Servicios: alojamiento, bar, restaurante.
Otros puntos de interés: acueducto romano, bodegas, almazara, pinturas murales, carpintería artística.

Si quieres descargarte el libro 26 Paseos Inesperados por las Sierras de Salamanca:
https://adriss.net/wp-content/uploads/2022/04/Guia-26-PASEOS-INESPERADOS.pdf

Otras propuestas en la revista Sierras de Salamanca: https://www.sierrasdesalamanca.es/revistas-electronicas/

Y para saber más de las Sierras de Salamanca: https://www.sierrasdesalamanca.es/