GARGANTA DE SANTA MARÍA (Candeleda, sur de Gredos)
near Candeleda, Castilla y León (España)
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GARGANTA DE SANTA MARÍA (Candeleda, Gredos sur):
¿Borneo? ¿La isla de la serie 'Perdidos'? No. Es la garganta de Santa María, una maravilla de la naturaleza enclavada en el municipio de Candeleda, a los pies de la sierra de Gredos, cuya belleza nada tiene que envidiar, en algunos tramos, a la de esos paraísos remotos con los que tantas veces soñamos.
La de hoy es una espectacular caminata circular por un esquinazo de la provincia de Ávila, en la zona fronteriza donde el valle del Tiétar se diluye en La Vera extremeña. Un pateo exigente para el físico, remontando uno de los valles fluviales que descienden por la cara sur del macizo central de Gredos. Ruta señalizada con balizas.
Se trata de progresar por la orilla meridional de la garganta Santa María y su PR-AV 46 (la ribera derecha según se sube, la llamada Trocha Real) hasta su nacimiento, donde confluyen las gargantas Lóbrega y Blanca, de cuya fusión de aguas surge la de Santa María. La Trocha Real es una vía acondicionada a principios del siglo XX para facilitar el acceso a las cumbres de Gredos para las cacerías reales de Alfonso XIII. La trocha sigue a su vez la antigua vía trashumante de la Mesta que se usaba para cruzar Gredos por el puerto de Candelada, evitando así el paso por el puerto del Pico, más al oriente y que era de pago e implicaba un par de jornadas más de viaje para los rebaños.
El punto de retorno de la ruta lo marca el puente del Puerto (en el letrero informativo se señala su posible origen romano), de un solo ojo, que salva la garganta Lóbrega y a cuya sombra es posible bañarse en un par de fabulosas pozas. La vuelta a Candeleda se emprende cambiando de orilla, por la Senda de los Pescadores.
Aviso: la ruta requiere, ya en la vuelta (Senda de los Pescadores), negociar dos tramos de roca con la ayuda de unas cuerdas fijas (en buen estado cuando se hizo la caminata): uno de descenso (bandera 14 del track) y otro de ascenso y descenso (bandera 15). Se trata de pasos moderadamente fáciles de sortear, gracias a las cuerdas, de unos 5 metros de desnivel en pendiente (no es pared vertical), pero conviene extremar la precaución, especialmente quienes no se encuentren en una mínima forma física (en este caso, valorar si es pertinente realizar la marcha) o no estén familiarizados con este tipo de situaciones.
Un tercer paso de cuerdas (estilo puente tibetano) atadas de árbol a árbol, nos ayuda a vadear más tarde el arroyo Castañejo, en este caso mientras se avanza por piedras sobre el agua, paso a paso, y se agarra la cuerda-puente con las manos (bandera 18).
INICIO
La ruta empieza en el pueblo de Candeleda. Se sube por la calle del Reventón, hasta el convento de las Hermanas Concepcionistas (bandera 1), donde hay una señal que marca el inicio de ruta, rumbo a La Puente del Puerto (literal). En ese punto, la calle se transforma en pista de cemento: es el Camino del Puerto de Candeleda (GR-180). El primer kilómetro va en cuesta (unos 100 metros de desnivel), atravesando huertos, con estupendas panorámicas ocasionales a nuestra espalda del embalse de Rosarito (en la llanada del valle del Tiétar), hasta dar con una hermosa majada con castaños que ya nos ofrece una primera maravillosa vista del macizo central de Gredos.
Se sigue por la pista, ya de tierra, hasta llegar a la señalización borrosa que marca el ingreso en el parque regional de Gredos (bandera 2).
En el kilómetro 3, intersección con panel informativo (bandera 3): abandonamos el GR-180 y cogemos la pista de la izquierda (PR-AV 46). Unos 200 metros después, la pista se convierte en sendero, y a nuestra izquierda disfrutamos ya de las primeras vistas del valle que forma la garganta de Santa María, cuyo imponente cauce discurre 150 metros abajo. En la fuente del Sauce (bandera 4 y 1.25 horas), en mitad de un bonito robledal, parada para rellenar cantimploras.
800 metros después, la senda sortea el arroyo de la Quebradilla (bandera 5), punto en el que comienza el descenso a la garganta (menudas vistas), que al final atraviesa un hermoso bosque de helechos, hasta converger con el torrente de agua (kilómetro 5,70 aproximadamente y superada la bandera 6).
El sendero sigue en paralelo a la garganta durante dos kilómetros, hasta alcanzar el puente del Puerto (kilómetro 7 y bandera 8), atravesando soberbias praderas fluviales y arboledas, paisajes de gran belleza que, como se dijo al principio, parecen paraísos remotos. Antes de llegar al puente, nos toparemos a izquierda con un pluviómetro.
El puente, según informa un letrero antes de acceder a él, es una construcción de piedra de un solo ojo, "posiblemente de origen romano rehabilitado en el románico y más tarde por la Mesta, para facilitar el paso de los rebaños que atravesaban el Sistema Central por el puerto de Candeleda".
Hasta el puente son unas 2.45-3.00 horas con paradas. En la orilla norte del puente (garganta Lóbrega), una poza permite darse un chapuzón. En época estival se agradece, pues la mayor parte del recorrido se hace bajo la solana y los sofocos son recurrentes. Un buen lugar, además, para reponer fuerzas.
Unos 15-20 metros después del puente, giramos a la izquierda (bandera 9), abandonando la Trocha Real (PR-AV 46). Seguimos el sendero, que nos mete en un nuevo bosque de helechos que tapizan la vista y ocultan los cuerpos. En apenas 100 metros, nos encontramos con la señal de madera que indica el inicio de la Senda de los Pescadores (bandera 10).
Toca atravesar otro puente, sin protección pero sin complicaciones en su tránsito (bandera 11 y km 7,50), que surca el tramo final de la garganta Blanca. De la unión de ésta con la garganta Lóbrega, ya se ha dicho, nace la de Santa María (fusión en forma de 'Y'), cuya orilla derecha, según descienden las aguas, seguimos ahora, por la mencionada Senda de los Pescadores.
LAS CUERDAS
Medio kilómetro después pasamos por la casa Vega del Cerezo (a nuestra derecha; km 8 de la ruta, bandera 12), se sortea luego el arroyo de las Malezas por un paso brevísimo de metro y medio de piedras (bandera 13) que hacen de puente (precaución) y se llega al primer tramo de cuerdas (bandera 14; km 8,5).
Éste consiste, primero, en un breve paso horizontal de roca, que empalma con otro de descenso de no más de 3-5 metros de altura y con una pendiente que, probablemente sin cuerdas, permitiría salvar la inclinación culeando cuidadosamente. La cuerda tiene nudos que facilitan el agarre de bajada. Los pies se mantienen siempre en el suelo: no hay que descolgarse.
El segundo tramo de cuerdas se encuentra muy próximo, a unos 200 metros (bandera 15). Esta vez se sube primero la roca, otros 4-5 metros, en una trepadita de unos 35º (calculamos), para luego descender otros tres metros.
Ninguno de ambos pasos supondrá un gran problema en época seca para quien esté acostumbrado a este tipo de lances montañeros; tampoco será impedimento para quien tenga una mínima forma física. Para personas inseguras, eso sí, se recomienda ir en grupo y observar primero cómo progresa el compañero más avezado (cuidado si la superficie está mojada y resbaladiza; en nuestro caso, era un día que pegaba el sol de lo lindo).
Nada más finalizar el segundo tramo de cuerdas, y al pie de la roca superada, la garganta nos devuelve el esfuerzo ofreciéndose con otra poza ideal para el baño (bandera 16).
El sendero continúa en cómodo llaneo, atravesando una suerte de praderitas muy chulas, que finalizan en el km 9,3 aproximadamente (bandera 17), donde el sendero se embosca, en suavísima pendiente, hasta dar con el tercer, y último, paso de cuerdas.
Esta vez, la yincana es diferente: las cuerdas se estiran de árbol a árbol en forma de puente tibetano. Pero no hay que subirse a ellas, simplemente agarrarlas para vadear el arroyo Castañarejo, cuyo cauce tendrá 7 metros de ancho en esta época del año (bandera 18; km 10,40). Asidas las cuerdas con sendas manos, se avanza lateralmente con los pies pasando piedra a piedra: no hay que subir ni bajar, es un desplazamiento horizontal y lateral. Como siempre, precaución con no dar ningún resbalón.
Superado el arroyo, la Senda de los Pescadores va llegando a su fin, ganando en altura entre un hermoso pinar, hasta llegar a una curva selvática donde brota una fuente (bandera 19) y se abre una espectacular panorámica boscosa aérea de la garganta Santa María. La senda muere en una ancha pista acondicionada para vehículos, el camino de Navalpilón o calle de la Jarra (bandera 20; km 12), que cogemos a izquierda y nos dejará en Candeleda.
A la entrada del pueblo, se pueden visitar las piscinas naturales. Esta opción (evitable si se quiere llegar directamente al punto de salida) implica añadir unos 700 metros más de itinerario entre ida y vuelta (salvo que se opte por atravesar las aguas para llegar a la otra orilla, más cercana al punto de inicio de esta estupenda caminata).
¿Borneo? ¿La isla de la serie 'Perdidos'? No. Es la garganta de Santa María, una maravilla de la naturaleza enclavada en el municipio de Candeleda, a los pies de la sierra de Gredos, cuya belleza nada tiene que envidiar, en algunos tramos, a la de esos paraísos remotos con los que tantas veces soñamos.
La de hoy es una espectacular caminata circular por un esquinazo de la provincia de Ávila, en la zona fronteriza donde el valle del Tiétar se diluye en La Vera extremeña. Un pateo exigente para el físico, remontando uno de los valles fluviales que descienden por la cara sur del macizo central de Gredos. Ruta señalizada con balizas.
Se trata de progresar por la orilla meridional de la garganta Santa María y su PR-AV 46 (la ribera derecha según se sube, la llamada Trocha Real) hasta su nacimiento, donde confluyen las gargantas Lóbrega y Blanca, de cuya fusión de aguas surge la de Santa María. La Trocha Real es una vía acondicionada a principios del siglo XX para facilitar el acceso a las cumbres de Gredos para las cacerías reales de Alfonso XIII. La trocha sigue a su vez la antigua vía trashumante de la Mesta que se usaba para cruzar Gredos por el puerto de Candelada, evitando así el paso por el puerto del Pico, más al oriente y que era de pago e implicaba un par de jornadas más de viaje para los rebaños.
El punto de retorno de la ruta lo marca el puente del Puerto (en el letrero informativo se señala su posible origen romano), de un solo ojo, que salva la garganta Lóbrega y a cuya sombra es posible bañarse en un par de fabulosas pozas. La vuelta a Candeleda se emprende cambiando de orilla, por la Senda de los Pescadores.
Aviso: la ruta requiere, ya en la vuelta (Senda de los Pescadores), negociar dos tramos de roca con la ayuda de unas cuerdas fijas (en buen estado cuando se hizo la caminata): uno de descenso (bandera 14 del track) y otro de ascenso y descenso (bandera 15). Se trata de pasos moderadamente fáciles de sortear, gracias a las cuerdas, de unos 5 metros de desnivel en pendiente (no es pared vertical), pero conviene extremar la precaución, especialmente quienes no se encuentren en una mínima forma física (en este caso, valorar si es pertinente realizar la marcha) o no estén familiarizados con este tipo de situaciones.
Un tercer paso de cuerdas (estilo puente tibetano) atadas de árbol a árbol, nos ayuda a vadear más tarde el arroyo Castañejo, en este caso mientras se avanza por piedras sobre el agua, paso a paso, y se agarra la cuerda-puente con las manos (bandera 18).
INICIO
La ruta empieza en el pueblo de Candeleda. Se sube por la calle del Reventón, hasta el convento de las Hermanas Concepcionistas (bandera 1), donde hay una señal que marca el inicio de ruta, rumbo a La Puente del Puerto (literal). En ese punto, la calle se transforma en pista de cemento: es el Camino del Puerto de Candeleda (GR-180). El primer kilómetro va en cuesta (unos 100 metros de desnivel), atravesando huertos, con estupendas panorámicas ocasionales a nuestra espalda del embalse de Rosarito (en la llanada del valle del Tiétar), hasta dar con una hermosa majada con castaños que ya nos ofrece una primera maravillosa vista del macizo central de Gredos.
Se sigue por la pista, ya de tierra, hasta llegar a la señalización borrosa que marca el ingreso en el parque regional de Gredos (bandera 2).
En el kilómetro 3, intersección con panel informativo (bandera 3): abandonamos el GR-180 y cogemos la pista de la izquierda (PR-AV 46). Unos 200 metros después, la pista se convierte en sendero, y a nuestra izquierda disfrutamos ya de las primeras vistas del valle que forma la garganta de Santa María, cuyo imponente cauce discurre 150 metros abajo. En la fuente del Sauce (bandera 4 y 1.25 horas), en mitad de un bonito robledal, parada para rellenar cantimploras.
800 metros después, la senda sortea el arroyo de la Quebradilla (bandera 5), punto en el que comienza el descenso a la garganta (menudas vistas), que al final atraviesa un hermoso bosque de helechos, hasta converger con el torrente de agua (kilómetro 5,70 aproximadamente y superada la bandera 6).
El sendero sigue en paralelo a la garganta durante dos kilómetros, hasta alcanzar el puente del Puerto (kilómetro 7 y bandera 8), atravesando soberbias praderas fluviales y arboledas, paisajes de gran belleza que, como se dijo al principio, parecen paraísos remotos. Antes de llegar al puente, nos toparemos a izquierda con un pluviómetro.
El puente, según informa un letrero antes de acceder a él, es una construcción de piedra de un solo ojo, "posiblemente de origen romano rehabilitado en el románico y más tarde por la Mesta, para facilitar el paso de los rebaños que atravesaban el Sistema Central por el puerto de Candeleda".
Hasta el puente son unas 2.45-3.00 horas con paradas. En la orilla norte del puente (garganta Lóbrega), una poza permite darse un chapuzón. En época estival se agradece, pues la mayor parte del recorrido se hace bajo la solana y los sofocos son recurrentes. Un buen lugar, además, para reponer fuerzas.
Unos 15-20 metros después del puente, giramos a la izquierda (bandera 9), abandonando la Trocha Real (PR-AV 46). Seguimos el sendero, que nos mete en un nuevo bosque de helechos que tapizan la vista y ocultan los cuerpos. En apenas 100 metros, nos encontramos con la señal de madera que indica el inicio de la Senda de los Pescadores (bandera 10).
Toca atravesar otro puente, sin protección pero sin complicaciones en su tránsito (bandera 11 y km 7,50), que surca el tramo final de la garganta Blanca. De la unión de ésta con la garganta Lóbrega, ya se ha dicho, nace la de Santa María (fusión en forma de 'Y'), cuya orilla derecha, según descienden las aguas, seguimos ahora, por la mencionada Senda de los Pescadores.
LAS CUERDAS
Medio kilómetro después pasamos por la casa Vega del Cerezo (a nuestra derecha; km 8 de la ruta, bandera 12), se sortea luego el arroyo de las Malezas por un paso brevísimo de metro y medio de piedras (bandera 13) que hacen de puente (precaución) y se llega al primer tramo de cuerdas (bandera 14; km 8,5).
Éste consiste, primero, en un breve paso horizontal de roca, que empalma con otro de descenso de no más de 3-5 metros de altura y con una pendiente que, probablemente sin cuerdas, permitiría salvar la inclinación culeando cuidadosamente. La cuerda tiene nudos que facilitan el agarre de bajada. Los pies se mantienen siempre en el suelo: no hay que descolgarse.
El segundo tramo de cuerdas se encuentra muy próximo, a unos 200 metros (bandera 15). Esta vez se sube primero la roca, otros 4-5 metros, en una trepadita de unos 35º (calculamos), para luego descender otros tres metros.
Ninguno de ambos pasos supondrá un gran problema en época seca para quien esté acostumbrado a este tipo de lances montañeros; tampoco será impedimento para quien tenga una mínima forma física. Para personas inseguras, eso sí, se recomienda ir en grupo y observar primero cómo progresa el compañero más avezado (cuidado si la superficie está mojada y resbaladiza; en nuestro caso, era un día que pegaba el sol de lo lindo).
Nada más finalizar el segundo tramo de cuerdas, y al pie de la roca superada, la garganta nos devuelve el esfuerzo ofreciéndose con otra poza ideal para el baño (bandera 16).
El sendero continúa en cómodo llaneo, atravesando una suerte de praderitas muy chulas, que finalizan en el km 9,3 aproximadamente (bandera 17), donde el sendero se embosca, en suavísima pendiente, hasta dar con el tercer, y último, paso de cuerdas.
Esta vez, la yincana es diferente: las cuerdas se estiran de árbol a árbol en forma de puente tibetano. Pero no hay que subirse a ellas, simplemente agarrarlas para vadear el arroyo Castañarejo, cuyo cauce tendrá 7 metros de ancho en esta época del año (bandera 18; km 10,40). Asidas las cuerdas con sendas manos, se avanza lateralmente con los pies pasando piedra a piedra: no hay que subir ni bajar, es un desplazamiento horizontal y lateral. Como siempre, precaución con no dar ningún resbalón.
Superado el arroyo, la Senda de los Pescadores va llegando a su fin, ganando en altura entre un hermoso pinar, hasta llegar a una curva selvática donde brota una fuente (bandera 19) y se abre una espectacular panorámica boscosa aérea de la garganta Santa María. La senda muere en una ancha pista acondicionada para vehículos, el camino de Navalpilón o calle de la Jarra (bandera 20; km 12), que cogemos a izquierda y nos dejará en Candeleda.
A la entrada del pueblo, se pueden visitar las piscinas naturales. Esta opción (evitable si se quiere llegar directamente al punto de salida) implica añadir unos 700 metros más de itinerario entre ida y vuelta (salvo que se opte por atravesar las aguas para llegar a la otra orilla, más cercana al punto de inicio de esta estupenda caminata).
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Easy to follow
Scenery
Moderate
Ruta superagradable.
Da la sensacion de ir por varios ecosistemas.
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Scenery
Moderate
Preciosa ruta en primavera. El resto de epocas habra q probar, imagino q en verano es medio llevadera temprano, hay zonas sombrias pero otras no, aunque siempre puedes refrescarte por algunas zonas.
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Easy to follow
Scenery
Moderate
Muchas gracias por subir la ruta. La hemos hecho con 4 niños de 7 a 11 años (acostumbrados a andar) y ha sido todo un acierto (principios de septiembre). Salir pronto para evitar el calor (importante), paisajes muy chulos, parada en el puente a tomar algo. Cuando empieza el calor primer bañito. Luego empieza lo divertido para los niños con las cuerdas. Paramos a comer en una poza espectacular con múltiples bañitos. Seguimos con el puente de cuerda que nos entretuvo al tener que pasarlo varias veces. El final, de bajada, se hace más rápido que el track al estar marcados los atajos. Lo dicho, un gran día
Guapíssima ruta sobretodo en primavera por colores verdes y olores de flores,hemos atajado tramo final siguiendo las señales para el pueblo y así evitar pista,muchas gracias por compartir, bañito poza preciosa
Genial ruta !!!