Garin-Usurbe-Murumendi-Damazuloak
near Garin, País Vasco (España)
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Trail photos
Itinerary description
Sobre la artística presa de Arriaran, cuyas dos esculturas obra de Nestor Basterretxea simbolizan unos embudos abiertos al cielo, se encuentra el núcleo rural de Garin; punto de partida de esta excursión pasada por agua.
Inicio la caminata carretera abajo, hacia Beasain, para pronto empezar a remontar la ladera por uno de los accesos más directos a Usurbe (707 m). Ya empapado de arriba a abajo, llego a la centenaria cima con su enorme cruz y la antena. Volviendo sobre mis pasos, en Agortako lepoa tomo la pista que recorre el cordal y disfruto del tono amarillo de los alerces, mientras dejo de lado las cotas de Zormendi, Mallutz y Eizeta. Rodeo así mismo la cima de Arrapaitz por su flanco oriental, pasando por la fuente homónima antes de superar la herbosa ladera final del Murumendi (868 m). En la cima de esta montaña hogar de la Diosa Mari, varias esculturas en recuerdo a difuntos montañeros, vértice, buzón y mesa panorámica.
Algo frío por la humedad, emprendo la bajada de la forma más directa posible para llegar a través de un mágico hayedo al sumidero de Damazulo. Los hilos de agua que bajan por el torrente desaparecen en un oscuro agujero, tal vez custodiado por la Dama...
Desde la cercana pista se alcanza enseguida otra maravilla, Marizulo, una de las tantas cuevas que se considera morada de la madre tierra personificada. Por si acaso, pido permiso antes de entrar en ella, y me resguardo para comer algo y entrar en calor.
Como si Mari se hubiera apiadado de mí, deja de llover al poco de emprender el regreso, ahora ya más rápido, perdiendo altura por pistas que enlazan los caseríos más altos de Garin.
Inicio la caminata carretera abajo, hacia Beasain, para pronto empezar a remontar la ladera por uno de los accesos más directos a Usurbe (707 m). Ya empapado de arriba a abajo, llego a la centenaria cima con su enorme cruz y la antena. Volviendo sobre mis pasos, en Agortako lepoa tomo la pista que recorre el cordal y disfruto del tono amarillo de los alerces, mientras dejo de lado las cotas de Zormendi, Mallutz y Eizeta. Rodeo así mismo la cima de Arrapaitz por su flanco oriental, pasando por la fuente homónima antes de superar la herbosa ladera final del Murumendi (868 m). En la cima de esta montaña hogar de la Diosa Mari, varias esculturas en recuerdo a difuntos montañeros, vértice, buzón y mesa panorámica.
Algo frío por la humedad, emprendo la bajada de la forma más directa posible para llegar a través de un mágico hayedo al sumidero de Damazulo. Los hilos de agua que bajan por el torrente desaparecen en un oscuro agujero, tal vez custodiado por la Dama...
Desde la cercana pista se alcanza enseguida otra maravilla, Marizulo, una de las tantas cuevas que se considera morada de la madre tierra personificada. Por si acaso, pido permiso antes de entrar en ella, y me resguardo para comer algo y entrar en calor.
Como si Mari se hubiera apiadado de mí, deja de llover al poco de emprender el regreso, ahora ya más rápido, perdiendo altura por pistas que enlazan los caseríos más altos de Garin.
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