Grazalema-Benaocaz 5.0: 18 Km de cresteo
near Grazalema, Andalucía (España)
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Itinerary description
Nueva edición de la travesía Grazalema-Benaocaz, íntegramente por cresterío y lapiaz. Es una ruta muy exigente física y técnicamente porque discurre casi en su totalidad fuera de sendero por terreno complicado muy pedregoso, con algunos pasos bastante expuestos. Se tarda mucho tiempo en realizarla, aunque yo voy tranquilo, sin prisa porque me gusta recrearme en las crestas y porque físicamente tampoco doy para mucho más, no se puede esperar tiempos mucho más bajos, el lapiaz impone su ritmo, y sus límites. Es necesario tener una buena forma física y estar acostumbrado a caminar por este tipo de terreno para poder realizarla con seguridad. Un recorrido muy parecido se puede hacer buscando senderos y evitando crestas, con lo cual disminuye considerablemente el tiempo y la exigencia física y técnica.
Como en otras ocasiones, dejo el coche aparcado en Benaocaz y me valgo de la línea de autobuses Ubrique-Ronda que en menos de media hora me pone en Grazalema –y por un precio más que ajustado–. Los sábados sale de Ubrique a las 8:00 y pasa por Benaocaz un cuarto de hora más tarde, aunque conviene consultar los horarios porque pueden variar. A las nueve menos veinte ya estoy en el centro de Grazalema y comienzo a callejear hacia la zona del Camping.
Iglesia de San José en Grazalema
En esta ocasión me propongo subir por las Llanaíllas, recorrer la crestita que se dirige al Puerto de las Presillas para desde allí coronar las cinco cumbres del Endrinal: Tajo Daleao, Navazuelo, Corona de los Yedrales, Simancón y Reloj, más el Morrocano y el Cerro del Asomadero. Luego bajaré al Puerto de la Víbora para cruzar hacia el Navazo Alto y encumbrar el Caíllo, Hacho del Caíllo y Cintillo, aparte de otras muchas cotas que jalonan esta cresta. Finalmente bajaré hasta el Collado del Cintillo y desde allí a Benaocaz, donde se encuentra el coche.
Desde la carretera subo al helipuerto y continúo pegado a la valla en dirección a los tajos del Peñón Grande. En otras ocasiones he buscado la Vereda Alta para aproximarme a las Llanaíllas, pero el sendero no está muy bien definido por esta zona y siempre encuentro más matorral del que me gustaría, así que esta vez me pego a los tajos a ver si tengo más suerte. Lo malo es que voy viendo las brechas que bajan desde la cuerda y me pregunto si se podría subir por alguna de ellas. Sé positivamente que la arista noreste del Peñón grande es completamente inexpugnable, y que la bajada desde ella por la otra vertiente es un tajo vertical también imposible, pero aun así no puedo resistirme y subo por una de esas grietas aunque solo sea por ver el Peñón desde otra perspectiva. La subida es complicada, muy vertical y resbaladiza, con piedrecilla suelta. Y hay que ser conscientes de que después habrá que bajar porque como digo, desde allí no hay otra salida.
Brecha de subida a la arista NE del Peñón Grande
Cuando llego arriba constato lo que ya sabía: la única opción posible es volver sobre mis pasos por la misma brecha. Pero antes contemplo de cerca lo vertical y escarpado de esta cara, y saco un par de fotos desde este ángulo diferente.
Cara NE del Peñón Grande
Comienzo a descender y en cuanto puedo sigo adelante en dirección a las Llanaíllas, lo más arriba que el terreno me permite. Por esta zona apenas hay vegetación, solo piedras, mucho mejor que por abajo, aunque hay algunos pasos bastante expuestos y complicados. Me cruzo con un gran rebaño de monteses –yendo solo se ven más animales– con ocho o diez crías de pocos días, que me va guiando. Es maravilloso ver la destreza que tienen ya desde que nacen. En general, por donde ellas suelen ir se puede pasar, aunque yo no tengo sus pezuñas ni su anatomía completamente especializada, lo que ellas hacen en un segundo –dos saltos–, a mí me lleva un buen rato, y con mucha menos elegancia.
Subiendo a las Lanaíllas
Finalmente accedo al Collado de las Llanaíllas por el canuto de siempre, en la arista occidental del Peñón grande, mucho más tendida que la nororiental. Dan ganas de subir por ella, pero hoy no toca.
Arista este del Peñón Grande
Tras sacar un par de fotos y contemplar las vistas unos minutos, me dirijo hacia la pequeña cresta que me llevará al Puerto de las Presillas. Al fondo me esperan las cinco cumbres del Endrinal: Tajo Daleao, Navazuelo, Corona de los Yedrales, Simancón y Reloj, los primeros picos con entidad que coronaré.
Las cinco cumbres del Endrinal
Esta cresta es corta pero entretenida, jalonada por tres o cuatro elevaciones en torno a los 1300 metros de altitud, me lleva cerca de una hora recorrerla.
Cresta hacia el Puerto de las Presillas y Tajo Daleao
A un lado dejo el Cerro de las Presillas –que en realidad no tiene nombre, lo llamo así porque es el que está más cerca del puerto–, marcado por un majano y con dos piedras enfrentadas que me recuerdan a los osos del Acelimilla –en pequeñito, en la foto apenas se aprecia–.
Tajo Daleao y Cerro de las Presillas
Luego bajo hacia el sendero, lo cruzo y emprendo la subida al Tajo Daleao. La arista norte y toda la cara oeste es un tajo inexpugnable, así que lo voy recorriendo por su base, pegado a la pared hasta que el terreno me permite atacar la cumbre. Al comienzo hay una valla que salvo por el final con cierta dificultad, hay que trepar a una piedra, y mejor quitarse la mochila para no engancharse.
Tajo Daleao
En el tramo final de la subida el lapiaz es plano y se anda bastante bien, aunque la pendiente es acusada.
Subiendo al Tajo Daleao
Desde la cumbre tenemos ya vista al Navazuelo, el siguiente en la lista, y al Corona de los Yedrales y el Simancón, que irán detrás. En la subida al Navazuelo el lapiaz sigue siendo bastante plano, pero con muchas grietas profundas que hay que ir saltando o esquivando y entretiene mucho. El avance por aquí es también lento, hay que tomárselo con paciencia.
Navazuelo
Un pequeño majano marca la cumbre, sin apenas detenerme sigo adelante con el punto de mira ahora puesto en el Corona de los Yedrales, con su característico resalte que le da nombre.
Corona de los Yedrales y Simancón desde la cumbre del Navazuelo
El terreno es del mismo estilo –piedras planas con grietas profundas– hasta cerca de la cumbre, donde se sitúa el escalón de de apenas un par de metros que se supera con una pequeña trepada sin dificultad.
Resalte del Corona de los Yedrales
No hace falta decir que las vistas desde todos estos picos son extraordinarias, al norte destacan en primer plano el Peñón Grande, el Peñón Gordo o Cresta de Gaidóvar y el Embalse del Fresnillo, detrás la Sierra de las Cumbres, el Puerto de las Palomas, el Cerro Coros, Monte Prieto, Lagarín y las Grajas, Cerro Malaver y al fondo la Sierra del Tablón.
Vista norte desde la cumbre del Corona de los Yedrales
Ahora enfilo hacia el Simancón por derecho, primero bajo al sendero que viene del Llano del Endrinal, lo cruzo y comienzo a subir por la ladera noroeste, del mismo estilo que toda esta zona. La pendiente es acusada, pero se anda bien y poco a poco voy ganando altura.
Subiendo al Simancón
La cumbre del Simancón (1569) es el techo de la Sierra del endrinal –y la máxima cota que pisaremos hoy–, aunque el vértice geodésico –caído hace muchos años– se encontraba en El Reloj (1535), su vecino uno poco más bajo. Desde aquí diviso dos personas llegando a la cima de este último, son sin duda los dos picos más visitados de esta sierra. Detrás se distingue la Sierra de las Nieves, aunque el día está muy calimoso.
El Reloj desde la cumbre del Simancón
La bajada hasta el collado es muy empinada, pero está bien marcada con hitos que nos van guiando por la vía más fácil. Es solo una opción de las múltiples posibles, pero se agradece el trabajo desinteresado de los que marcan los caminos con estos hitos. Ya en el collado la dirección es clara, hay que seguir la arista de la pequeña cresta que nos sitúa en la ladera del Reloj y luego subir hacia la cima por el sendero, también marcado con hitos, o por donde nos parezca porque se sube bien por cualquier lado.
Bajando del Simancón
Cuando llego a la cima del Reloj, los montañeros que había divisado desde el Simancón todavía siguen allí, es una pareja joven, muy simpática, con un perro, y charlo un rato con ellos. Son las únicas personas con las que me cruzaré en toda la ruta, cabras sí, y cochinos y ciervos, muy bonitos, pero no hablan. Ni siquiera saco una foto en la cumbre, pero ya tengo muchas de otras veces. Luego bajo a la Charca Verde, que obviamente está completamente seca este año en el que no ha llovido nada. Continúo por el sendero que va hacia Fardela unos 300 metros y luego lo abandono para atacar la subida al Morrocano. Por esta zona de matorral encuentro peonías, que ya están florecidas.
Peonías al pie del Morrocano
Primero me subo al espolón que tiene en su base, una pequeña trepada sin mucha dificultad, y desde allí echo la vista atrás para contemplar las dos últimas cumbres que acabo de coronar.
Simancón y Reloj desde el Espolón del Morrocano
Luego no hay más que continuar por la arista hasta la cima. A mitad de camino la cresta se bifurca, y tenemos que optar por una de las dos –no se puede estar en dos sitios a la vez–, en esta ocasión elijo la de la izquierda, que es más directa.
Subiendo al Morrocano
Desde la cima del Morrocano hay ya buenas vistas a la Sierra del Caíllo, en la que nos adentraremos a continuación. Detrás destacan la Sierra del Palo y la Sierra de los Pinos.
Sierra del Caíllo desde la cumbre del Morrocano
La arista sur del Morrocano también es divertida, pero corta, en diez minutos estamos abajo. Ahora nos dirigimos al Cerro del Asomadero siguiendo un murete de piedra.
Cerro de la Víbora, Caíllo y Cerro del Asomadero
En esta zona hay unos enormes tajos por los que tenemos que bajar hacia el Puerto de la Víbora. Hay que encontrar el canuto porque por otros sitios parece imposible. La bajada es muy vertical, sobre todo al principio, y luego hay piedra suelta por la que hay que andar con mucho tiento.
Bajada hacia el Puerto de la Víbora
Por esta zona hay una aguja caliza que me recuerda al Diente del Cao, o Colmillo del Diablo, que luego veremos desde lejos llegando a Benaocaz.
Colmillo en la bajada al Puerto de la Víbora con el Caíllo al fondo
En el Puerto de la Víbora, bajo un hermoso quejigo, paro unos minutos a comer algo –sabe a poco, pero no es cuestión de hartarse, que todavía queda mucha tralla, casi la mitad diría yo. No sé cuál es el límite preciso entre la Sierra del Endrinal y la del Caíllo –si es que existe–, pero parece claro que pasa por este puerto.
Puerto de la Víbora
Hacia atrás vemos el Cerro de la Víbora con sus impresionantes tajos, vistos desde aquí es evidente que por allí no se baja, pero más a la derecha sí parece posible –en otra ocasión lo intentaré–.
Cerro de la Víbora desde el Puerto
Luego bajo por la otra vertiente para cambiar de cuerda y conecto con el sendero que va hacia el Puerto de los Navazos. La mejor opción es llegar hasta el puerto y tomar el sendero de la izquierda que nos lleva al Navazo Alto. Además, allí hay un escape perfecto por si tenemos ya bastante ración de piedra, porque siguiendo hacia el frente el sendero nos lleva cómodamente a Benaocaz pasando bajo los Tajos de Verner. Pero yo –que no tengo arreglo– decido desviarme hacia la izquierda para atajar un poco –no es buena idea porque apenas se recorta, el terreno es más complicado y se pierde bastante tiempo, que ya no me sobra–. Finalmente llego al Navazo Alto, que está precioso, plagado de majuelos verdecidos con sus hojas nuevas, con el Cerro del Caíllo como telón de fondo.
Navazo Alto
Me dirijo al Puerto del Ahorcado y emprendo la subida al pico del Caíllo por el sendero, que está muy bien señalizado. Pero en mi afán de buscar caminos diferentes, cuando llego a una bifurcación tomo a la izquierda, por ver si sube más por la cuerda. Pero como veo que va rodeando sin intención de subir, lo abandono también y enfilo directamente hacia la cresta, que ya no dejaré hasta el final. Atrás va quedando la Sierra del Endrinal.
Navazo Alto y Sierra del Endrinal
Desde el vértice del Navazo Alto (1395) –testigo inerte de la estupidez humana– se aprecia claramente el recorrido que hemos traído, y el que nos queda por andar. Me quedan dos kilómetros y medio de cresta hasta el Puerto del Cintillo, tan intensos como todo el recorrido, aunque hay tiempo de sobra, apenas paro un par de minutos porque no quisiera tener que acelerar el paso por este terreno.
Vértice del Caíllo
En el primer tramo de bajada hay una valla a lo largo de la cresta, está caída por varios sitios y podemos ir cruzando a un lado u otro según convenga, pero estorba si queremos ir por la arista. Desde aquí ya vemos el Hacho del Caíllo (1174) y el Cintillo (1127) –los dos últimos cerros que nos quedan por coronar–, al fondo la Sierra de la Silla y los embalses de los Hurones y de Guadalcacín –que brillan entre la calima– y abajo Benaocaz a la derecha y Ubrique al frente, que asoma de vez en cuando.
Sierra de la Silla y Pantanos de los Hurones y de Guadalcacín
Todo este tramo final de cresterío es muy entretenido y expuesto, hay que ir muy atentos, y con las fuerzas intactas. Como he venido tranquilo, a mi ritmo, a estas alturas todavía estoy fresco y puedo ir por el filo de la arista todo el tiempo. Si estuviera cansado o con problemas musculares no lo haría, es fácil perder la concentración, los reflejos disminuyen y la agilidad también, en ese caso es mejor buscar senderos y vaguadas.
Hacho del Caíllo y Cintillo
En el Hacho tampoco permanezco más que unos minutos, el tiempo de hacer un par de fotos y marcar el punto. Desde allí contemplo el tramo de cresta que me separa del Cintillo, apenas seiscientos metros, pero bien enriscado.
Cerro del Cintillo
Desde el Cintillo ya solo queda la cresta hasta el collado y luego la bajada por sendero hasta el pueblo. A la izquierda nos asomamos a la Manga de Villaluenga atravesada por la carretera y al otro lado de ella la Sierra de las Viñas.
Manga de Villaluenga
A medida que vamos bajando, a la dificultad propia del lapiaz se suma la vegetación que aumenta y hay que ir esquivándola y teniendo cuidado de no pisarla porque no sabemos lo que hay debajo, y porque algunas hiervas resbalan mucho si se pisan, sobre todo los gamones, que abundan en esta época. Así que la marcha es más lenta aún, pero como los días son largos y he comenzado temprano, no voy presionado con el tiempo y puedo entretenerme todo lo necesario.
Bajando al Collado del Cintillo
Poco antes de llegar al Collado del Cintillo tomo el sendero que baja zigzagueando por la empinada ladera y me conducirá finalmente a la zona de la ermita. Son más de dos kilómetros que se hacen largos. Cerca ya del pueblo diviso a lo lejos el Colmillo del Cao, junto al sendero que va al Puerto de los Navazos. Luego callejeo un poco hasta la parada del autobús –pasando antes por la fuente– donde dejé el coche esta mañana.
Colmillo del Cao
Waypoints
Waypoint
0 ft
10-Valla
Waypoint
0 ft
16-Reloj
Waypoint
0 ft
17-Charca Verde
Waypoint
2,529 ft
39-Parada Bus
Comments (2)
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Vaya rutas te marcas. Enhorabuena.
Gracias Rafalín