Guatiza - Arrieta (Los Calderones - Valle de Arriba - La Triguera - Rincón de La Moza - Lomo de La Peña - Tabayesco) 02012023

La idea inicial era partir desde El Bulín (Guatiza - parada de guaguas) y dirigirme por la calle Santa Margarita hasta el Cementerio del mismo nombre, pero se me ocurrió entrar a tomar café y después de los saludos “obligatorios” de entrada del nuevo año a un conocido se le ocurrió cumplir con eso de empezar el año siendo buena gente y me acerco al cementerio y un poco mas allá.
Así que partí desde la carretera LZ-406 (El Mojón - Santa Margarita) justo en el punto donde empieza la pista de tierra que asciende sobre el Lomo Bayón y continué por ella hasta alcanzar el pie de Montaña Temeje. Dejo el camino, que continua al frente por la ladera de la montaña, y me adentro por El Vallito, en dirección a Los Calderones, la primera etapa del día.
Hay buena luz, el día está despejado pero no hace calor excesivo, así que atravieso el Vallito en busca de la vereda que se adentra dentro del barranco, la localizo y me voy por ella.
La vereda no tiene perdida porque está pelada, se nota el transito de las motos por las rodadas y por la hendidura en forma de “U” que va adoptando su trazado. Voy avanzando paralelo al cauce del barranco, hay tiempo para observar los diques de contención levantados para controlar el paso del agua y hasta para admirar “Los Calderones”, las concavidades abarrancadas que se nos presentan a nuestra derecha y que están coronadas por Las Peñas Negras y por los molinos de viento del Parque Eólico en sus proximidades.
Llega un momento en que la vereda se divide en dos, una a la derecha que va pegada al cauce y otra, la que sigo, a la izquierda, que va ascendiendo por la ladera. Las dos vuelven a confluir un poco mas adelante, así que no hay perdida. El verde es el color del lugar aunque no está dominándolo todo, hay mucho tajasnoyo, veroles, tabaibas, infinidad de cerrajón de risco, algún bejeque y toda la colección de hierbitas que vas pisando casi sin querer. La estampa de la palmera solitaria por encima de la caseta en ruinas y bajo el abrigo del saliente rocoso que está un poco separado de las Peñas de Bonilla domina la mirada a la izquierda.
Continuo por la vereda y se llega a la zona de ascenso para luego continuar a la izquierda, por la ladera sur, hasta la caseta bajo la palmera. Al llegar casi a Las Huertas del Serón se complica un poco porque hay que salvar algo de pendiente zigzagueando, pero es un tramo corto que nos pondrá sobre una vereda “tranquila” que asciende sin dificultades por la ladera. Conviene parar un poco y mirar hacia el “vértice”, hacia el naciente del barranco: Las Huertas del Serón. Infinidad de diques amurallados para contener el paso del agua que dan idea de lo mucho que curraron aquellos Conejeros que habitaban por estos lugares hace bastantes años.
Llego a la caseta, contemplo un rato, y sigo por la vereda, ahora estamos un poco mas a la sombra, se ven mas floridos colores a nuestros paso y además hay piteras, tuneras y hasta un algarrobo.
Sin salirme de la vereda continuo hasta alcanzar el pie de Las Peñas de Bonilla, y la pista que asciende desde Guenia y comunica con Los Valles, cojo resuello antes de proseguir.
Recordé que una compañera de trabajo, hace algún tiempo, me comentaba que ellos desde Guatiza subían a la Ermita de Las Nieves por Los Calderones y continuaban por el Valle de Arriba, así que hoy repito esa peregrinación sin mas pretensiones que las de caminar.
Por la pista de tierra me acerque al Mirador del Valle para continuar atravesando la carretera y alcanzar La Ladera del Dise y continuar por la pista que se adentra en El Valle de Arriba.
Al principio es una pista ancha, apta para coches, pero que acaba en la última finca y continua en vereda. Impresionan las laderas transformadas en terrazas de cultivo y las fincas en apariencia cuidadas pero sin uso, aunque en alguna se veían papas. Después de dejar atrás la pista y “la civilización” nos adentramos en el barranco y la vereda transcurre por la ladera que tenemos a nuestra derecha para luego pasar a la izquierda. De nuevo aparecen los diques para regular el flujo del agua y la vereda se va “aupando” por la ladera para ir solventando las dificultades. Hay unos “mojones” de piedras (unas pequeñas torres, piedra sobre piedra, que van orientando la marcha) que señalan la dirección a seguir en algunos tramos y se llega al naciente (vértice) del barranco en el que el ancho se ha encogido y el ascenso se hace casi trepando por las rocas que han quedado de la erosión. Es un tramo con algo mas de dificultad que todo lo anterior pero que se hace sin problemas, las rocas se prestan a su uso como peldaños de una escalera y te permiten llegar arriba.
Llego a la carretera que conecta Los Valles con la Ermita y me voy por ella a por la tercera etapa: La Triguera.
Había que volver a casa y para ello cogí dirección a La Triguera, de nuevo hay un camino de entrada al borde de la carretera y para alcanzarlo me fui por el asfalto para luego, casi al final, dejarlo y atravesar El Lomo de Los Cardos hasta localizar dicho camino.
Me adentro en la zona y continuo por una vereda que de nuevo está muy marcada por las motos, incluso mucho mas que la de Los Calderones. Seguí su trazado, en algunos tramos hay algo de pendiente pero con los bastones de refuerzo se solventan los posibles resbalones, y un rato después ya estaba en el cauce para de nuevo ascender por la otra ladera hasta Los Tablones.
Desde Los Tablones me fui a la derecha de la Peña Matamoros para descender por El Rincón de la Moza hasta el Valle del Palomo. Es un tramo tranquilo en el que se pasa por “La Catedral”, la rofera del lugar, y como es un sitio muy frecuentado la vereda tampoco ofrece ni dudas ni dificultades.
Desde el camino del valle desciendo al cauce para alcanzar desde él la rofera de enfrente y continuar por la vereda que asciende por la ladera hacia la degollada y que parte desde esta rofera.
Al principio la vereda no presenta dificultades (por aquí no han pasado motos) pero después se pierde, se nota el poco transito de senderistas y deduzco que las lluvias de días atrás han borrado las huellas de la misma, pero el ascenso tampoco da mucha guerra. Hay muchos barranquillos y para ascender hay que tenerlo en cuenta no sea que terminemos teniendo que dar saltos para solventarlos.
Se llega arriba, la degollada que separa La Pequena de Suerte de Los Negros y toca afrontar la última etapa de la jornada, alcanzar Tabayesco.
Ascendí un poco por la vereda hasta la vivienda en ruinas (dicen que es prehispánica) para desde ella afrontar el descenso. Otras veces he descendido por aquí sin mas dificultades que el ir pasando de terraza a terraza pero hoy se me ocurrió intentarlo mas a la derecha. En una visita anterior había estado por la parte alta de El Vallito y en un pequeño cerro donde predominaban las piteras con sus lanzas en alto creí entender que descender por ahí era factible y hoy vine con esa predisposición. Al llegar al lugar después de un rato de pateo por la cornisa del barranco de La Luciana (acabo de descubrir en un libro del insigne Agustin Pallares que los nombres que había asignado en salidas anteriores a estos barrancos estaban equivocados, hoy rectifico con la ayuda de Don Agustín) me doy cuenta que solventar el primer tramo de este cerro es muy complicado (para mis aptitudes) así que inicio el regreso buscando descender para rodear esta parte y continuar después.
Casi era mejor haber alcanzado la vivienda y bajar por donde otras veces, pero descendí al primer hueco que encontré y avanzar fue algo dificultoso al principio. Un ratito de incertidumbre con las precauciones en guardia y al final logre localizar una de esas veredas antiguas que va por las terrazas descendiendo poco a poco. Alcanzo la zona bajo el cerro donde había estado antes y empieza a descender. Es una zona de posibles resbalones, así que de nuevo los bastones se hacen imprescindibles y con toda la paciencia del mundo voy descendiendo poco a poco hasta alcanzar la pista que circunda La Peña y por ella la carretera LZ-207.
Desde Tabayesco me fui a Arrieta por la carretera.