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Hastiala y Peña de Francia desde Monsagro, vuelta por el GR10-Valle del Agadón

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Trail stats

Distance
16.08 mi
Elevation gain
3,970 ft
Technical difficulty
Moderate
Elevation loss
3,970 ft
Max elevation
5,688 ft
TrailRank 
34
Min elevation
2,880 ft
Trail type
Loop
Time
9 hours 7 minutes
Coordinates
2777
Uploaded
May 16, 2021
Recorded
May 2021
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near Monsagro, Castilla y León (España)

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Itinerary description

Mi Querida Comarca no deja de sorprenderme; de nuevo un rincón impresionante escondido entre los valles profundos de la Sierra de Gata y Francia del que había escuchado hablar, pero que como de costumbre, hay que ver de primera mano.

Hacer rutas por mis áreas de confort (Madrid, Salamanca) me suponen una autoconfianza un poco inexplicable e injustificada, ya que me hacen no preparármelas todo lo exhaustivamente como lo haría, por ejemplo, si planificara una por Pirineos. Será la falsa sensación de control que da el hecho de que las cimas no superen los 1.800m, o será la confianza por (creer!) conocer estos lugares por haberlos pateado tantas veces desde hace tantos años…
Pero eso precisamente me sigue sorprendiendo gratamente, cuando parece que lo conoces todo y de repente descubres joyas como la Peña de la Cabra en Madrid, o este valle del Agadón en Salamanca.

Al lío!

Aparco en Monsagro, pueblito que está sabiendo potenciar muy bien sus puntos fuertes y se está abriendo al turismo de naturaleza como pocos pueblos de este nuestro Campo del Agadones. Se han montado un museo sobre el pasado submarino de estas tierras así como los fósiles que se encuentran fácilmente, y hay algo más de oferta de alojamiento que en otros pueblos. Su cercanía a la Peña de Francia también ayuda, supongo.
No tengo ni idea de dónde empieza el camino y pregunto a un paisano, que me indica lo mejor que puede pero aún así me cuesta encontrar porque no hay la más mínima señalización. Finalmente lo engancho a la derecha de la pequeña fuente que brota en medio de la subida por la calle empedrada antes de pasar el campo de fútbol.
A unos 500m hay una bifurcación que yo tomé a la derecha (error!) pero que luego he comprobado debe seguirse por la izquierda ya que si no acabas empantanada como yo en una de las endiabladas pedreras de la zona. Subo por ella con muchas dudas, creyendo ver débiles trazas de paso de personas y no animales, y con la gran duda de si el camino estará comido por la maleza ya que es una ruta que no hace mucha gente, y este año la vegetación está salvajísima.

Cuando estoy a punto de desistir, rebaso una escoba y voilá, ahí está la senda que viene de la izquierda del cruce que tomé mal. Contentísima la cojo y me sube fuerte en diagonal hasta que alcanzo el Alto del Copero, donde hay un refugio muy grande con placas solares y una caseta de Forestales, también enorme. No en vano llega hasta aquí una peazo de pista que sube del lado del Maíllo.

Desde aquí ya veo la Hastiala y la cresta repleta de pedreras que comunica con ella y por donde he leído que no hay senda. Pero mi agudo olfato montañero detecta una línea de hitos que decido seguir a la izquierda, bajándome éstos al lado del Maíllo por debajo de la cresta. Continúo siguiéndolos como puedo ya que es complicado identificar los hitos en este terreno de pedregal constante, y tampoco las tengo todas conmigo de a dónde me llevará este itinerario. El hecho de estar en absoluta soledad, sin ver ni oler un alma en kms a la redonda, me mantiene completamente alerta y de vez en cuando pego un respingo ante lagartijas repentinas o gritos de pájaros. Un rebaño de 10 o 15 corzos triscando plácidamente a 200m me vuelvo a recordar que por aquí no hay ni el Tato. Muy poco a poco esta senda me va pasando por debajo de toda la cresta pero se me hace lentísimo, quizá porque me tengo que concentrar mucho en avistar los hitos. Cuando paso debajo de la alucinante pared vertical del Pico de la Ventana (ahí pueden salir impresionantes viotes de escalada que algún día debo volver a explorar!) me acabo de desesperar con esta traza llaneante y decido hacer un recto parriba a buscar la cima de la Hastiala. Brincando por rocas grandes no se hace tan duro, y pronto llego a la cresta cimera donde se me abren fantásticas vistas a la Peña de Francia, objetivo número 2 del día.

Fotos y para abajo de nuevo por una interminable pedrera donde se salpican hitos por aquí y por allá que intentan mostrar el itinerario menos penoso. Finalmente acabo la pedrera y engancho con el camino a media ladera que ya me dejará en la Peña, pero eso será dentro de muchos km más que sé que aún nos separan, porque las dimensiones de la antena y los edificios hacen que parezca más cerca de lo que realmente está.
El camino en general llanea, en algunos puntos desaparece y de nuevo hay que estar atento a los hitos. Poquito a poquito la Peña se va acercando y ya por fin llego a la carretera; de aquí arriba sigo por el camino que sube sin titubear, hasta que por fin corono. Mierda! He olvidado la mascarilla en el coche, así que improviso una de fortuna con el forro atado alrededor del morramen. Recursos del montañero :D

Y de aquí pues bueno, me mentalizo fuertemente de que me quedan aún 13 kilometrazos de pateo, y a por ellos voy. Las vistas son simplemente hermosas, por la mañana veía la Peña y el GR10 zigzagueando en dinámica bajada hasta las profundidades del inmenso valle del Agadón, y ahora veo el recorrido de la mañana, la mole de la Hastiala y el camino también interminable que recorrí hasta la Peña.

En el mítico paso de los Lobos me emociono al recordar aquél maravilloso primer viaje en bici en solitario que hice desde Madrid al pueblo, y al cuál ha seguido ya tantos otros, y me tiro con decisión a por el GR10. Tenía mis dudas pero compruebo que está bastante limpio de maleza, se nota que han pasado hace no demasiado a desbrozar, aunque hay mucha hierba verde mullida sobe el piso pero no es alta. Con semejantes vistas la bajada se disfruta a tope, llegando al fondo del valle rápido. El campo está en su máximo esplendor de floración: brezos, escobas, espinos, jaras… Flores multicolor por todos lados, parece que hasta las piedras están coloreadas! Todo un espectáculo para los sentidos.

Ahora el camino es llano o en leve bajada; primero va encajonado en exuberante verde sin muchas vistas pero con el murmullo del río a la derecha que va creciendo por momentos. Después se cruza un puente de madera y ya en el otro margen las vistas se abren y vemos también el río, de agua clarísima y fresca que no deja de acompañarnos.

Llego a una explanada donde hay un refugio monísimo y un tipi hecho de escobas con un banco en su interior. A este punto llega una pista que enlaza con la carretera.
Y un poquito más adelante… la joya de la Corona, el bellísimo puente de las Yuntas que aún hoy sigue en pie con su estructura de piedras únicamente colocadas en perfecta disposición y sostenidas gracias a la mágica técnica de clave de bóveda. Es este un rincón delicioso y especial como pocos, y a la vez que me dan ganas de gritarlo a los 4 vientos orgullosa de las maravillas de mi Comarca, por otro lado un sentimiento egoísta me sugiere mantenerlo en secreto y protegido de las hordas domingueras.

Continúo atravesando pinares, me cruzo con un corzo, y cuando el camino asciende sobre el valle empiezo al fin a ver Monsagro a lo lejos, además de una panorámica de impresión de este valle tan gigantesco, sus paredes escarpadas y esta locura de vegetación primaveral que me tiene henchida de satisfacción.

Unas cuántas revueltas más y llego a las ruínas de un Molino que en su día tuvo que ser importante, tras lo que supero las últimas rampas que me depositan triunfalmente en Monsagro después de un rutón espectacular de 26km como el que acabo de hacer.
Qué decir; que me siento tan orgullosa de mi querida Comarca, encantada por seguir encontrando nuevas joyas que, lejos de apaciguar mi ansia de exploración, me abre el apetito por continuar descubriendo rincones en este entorno privilegiado de naturaleza salvaje que tenemos en Salamanca. A ver cuál será la siguiente…!

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