Hayas, pinos y robles en Soria (Sierra Cebollera y El Royo)
near El Royo, Castilla y León (España)
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Trail photos
Itinerary description
El 5 de julio amenazaba con ser un domingo feroz. Casi 35 grados en Soria y la meseta norte y más de 40 en Madrid y la meseta sur. En Andalucía el mercurio había reventado los termómetros hace semanas. En fin, vaticinios de un día de calor como dios manda.
Por eso escogimos un paseo por la sombra, que nos durara desde el alba hasta que los rayos comenzaran a ponerse impertinentes, a eso del mediodía. Las fotos dan cuenta de la umbría que nos acompaño en todo el camino, lo que hace aconsejable la ruta para los días de calor y sol de justicia.
Y aquí está el resultado: 25 km de pistas por hayas, pinos y robles, debajo de los cuales corre la brisa y no llega la radiación ultravioleta. Eso sí, hay que subir hasta más allá de los 1.800 metros de altitud al principio, pero más de la mitad del camino es una bajada suave y agradable, viendo agua y sobre todo una selva de árboles frondosos.
A unos dos km del comienzo llegamos a la ermita de la Virgen del Castillo, edificada al lado de un castro de los pelendones relativamente bien conservado. Dicen que sus campanas se oyen en todo el término de El Royo (consúltese la página web del pueblo, abajo). Por una escalera de caracol se sube a la espadaña y desde allí el panorama abarca media provincia, desde el pico Frentes, a la izquierda, hasta el comienzo del embalse de la Cuerda del Pozo. Las fotos dan cuenta de la vista a esas horas de la mañana.
En esas alturas reina el roble, que se combina con el pino albar (o sea, el pino soriano de ramas rubias de toda la vida). Este año de 2015 ha tocado rehacer todas las pistas, y están casi a estrenar: lisas, mulliditas y fáciles de pisar. La subida se hace cómoda.
Por encima de los 1.700 m ya solo hay pinos, que son enormes. Al llegar al punto más alto llevamos 12 km y no estamos cansados. continuamos por la cresta del monte hasta que, en el km 13,2 nos cambiamos de pista, bajando directamente por la ladera derecha unos 200 m en los que hay que tener algo de cuidado por la pendiente, aunque no representa peligro alguno. Uno puede agarrarse a las crines de los brezos para no caerse al suelo.
En la nueva pista, tras andar diez minutos nos paramos en un estanque, con fuente, a comer algo de fruta, y luego seguimos bajando hasta dar con el camino que desde Molinos de Razón rodea el antiguo circo glaciar de la Sierra Cebollera.
Allí mismo empieza el espectáculo de las hayas, y se prolonga unos cinco km monte abajo. Este año habían limpiado también el monte y los troncos se veían limpios e hirsutos, sin nada debajo porque el haya es así de egoísta. En los márgenes del camino proliferan los helechos y se ven algunos acebos. Pero el frescor era indescriptible, mientras en el llano la temperatura subía a la carrera.
En un recodo encontramos varios cerezos altísimos, que peleaban por el sol con los pinos y las hayas, con su fruta roja demasiado alta para probarla.
Poco más allá del km 18, ya en el llano por la cuenca del río Razón (vaya nombre de río más chulo), visitamos la represa que estaba desierta de bañistas a esa hora. Los pocos bañistas habían acampado cinco km más abajo en el río, en el lugar denominado "El Chorrón", que consiste en una hendidura en la roca de un metro de profundidad y tres de altura por la que se cuela y luego se despeña el agua, formando luego una bonita balsa donde se solazan en traje de baño los veraneantes (no creo que los lugareños tengan humor para tirarse a un agua tan fría, ni siquiera en julio).
Lo dicho, a las cinco horas de salir estábamos de nuevo en el punto de partida, como pueden corroborar las vacas que por allí pastaban, que debían tener poca educación porque no se levantaron al vernos ir ni al vernos volver (claro, esto no es la quebrada de Humahuaca y por eso el ganado bovino no va a escuela).
A todo esto, el termómetro del coche ya marcaba a esa hora 30 grados.
Por eso escogimos un paseo por la sombra, que nos durara desde el alba hasta que los rayos comenzaran a ponerse impertinentes, a eso del mediodía. Las fotos dan cuenta de la umbría que nos acompaño en todo el camino, lo que hace aconsejable la ruta para los días de calor y sol de justicia.
Y aquí está el resultado: 25 km de pistas por hayas, pinos y robles, debajo de los cuales corre la brisa y no llega la radiación ultravioleta. Eso sí, hay que subir hasta más allá de los 1.800 metros de altitud al principio, pero más de la mitad del camino es una bajada suave y agradable, viendo agua y sobre todo una selva de árboles frondosos.
A unos dos km del comienzo llegamos a la ermita de la Virgen del Castillo, edificada al lado de un castro de los pelendones relativamente bien conservado. Dicen que sus campanas se oyen en todo el término de El Royo (consúltese la página web del pueblo, abajo). Por una escalera de caracol se sube a la espadaña y desde allí el panorama abarca media provincia, desde el pico Frentes, a la izquierda, hasta el comienzo del embalse de la Cuerda del Pozo. Las fotos dan cuenta de la vista a esas horas de la mañana.
En esas alturas reina el roble, que se combina con el pino albar (o sea, el pino soriano de ramas rubias de toda la vida). Este año de 2015 ha tocado rehacer todas las pistas, y están casi a estrenar: lisas, mulliditas y fáciles de pisar. La subida se hace cómoda.
Por encima de los 1.700 m ya solo hay pinos, que son enormes. Al llegar al punto más alto llevamos 12 km y no estamos cansados. continuamos por la cresta del monte hasta que, en el km 13,2 nos cambiamos de pista, bajando directamente por la ladera derecha unos 200 m en los que hay que tener algo de cuidado por la pendiente, aunque no representa peligro alguno. Uno puede agarrarse a las crines de los brezos para no caerse al suelo.
En la nueva pista, tras andar diez minutos nos paramos en un estanque, con fuente, a comer algo de fruta, y luego seguimos bajando hasta dar con el camino que desde Molinos de Razón rodea el antiguo circo glaciar de la Sierra Cebollera.
Allí mismo empieza el espectáculo de las hayas, y se prolonga unos cinco km monte abajo. Este año habían limpiado también el monte y los troncos se veían limpios e hirsutos, sin nada debajo porque el haya es así de egoísta. En los márgenes del camino proliferan los helechos y se ven algunos acebos. Pero el frescor era indescriptible, mientras en el llano la temperatura subía a la carrera.
En un recodo encontramos varios cerezos altísimos, que peleaban por el sol con los pinos y las hayas, con su fruta roja demasiado alta para probarla.
Poco más allá del km 18, ya en el llano por la cuenca del río Razón (vaya nombre de río más chulo), visitamos la represa que estaba desierta de bañistas a esa hora. Los pocos bañistas habían acampado cinco km más abajo en el río, en el lugar denominado "El Chorrón", que consiste en una hendidura en la roca de un metro de profundidad y tres de altura por la que se cuela y luego se despeña el agua, formando luego una bonita balsa donde se solazan en traje de baño los veraneantes (no creo que los lugareños tengan humor para tirarse a un agua tan fría, ni siquiera en julio).
Lo dicho, a las cinco horas de salir estábamos de nuevo en el punto de partida, como pueden corroborar las vacas que por allí pastaban, que debían tener poca educación porque no se levantaron al vernos ir ni al vernos volver (claro, esto no es la quebrada de Humahuaca y por eso el ganado bovino no va a escuela).
A todo esto, el termómetro del coche ya marcaba a esa hora 30 grados.
Waypoints
Ruins
4,576 ft
Ermita del Castillo
Ermita del Castillo
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Information
Easy to follow
Scenery
Easy
Agosto de 2019: hemos hecho esta ruta (eso sí, al revés: empezando por El Chorrón y acabando por la ermita, para así poder ver esa poza a primera hora, sin nadie). El paseo es agradable y fresco aunque con alguna pega: la ida (vuestra vuelta) es una pista tan amplia y arreglada que llevas tres horas andando y los coches aún te pasan tranquilamente. Y se hace algo monótona. Y en nuestro caso además escuchando todo el rato un ruido pesado y constante (durante horas) quizás de algún aserradero. El paso entre las dos pistas es un poco complicado. Y la pista de vuelta (vuestra ida) actualmente tiene una zona de explotación maderera (la zona de "lomo quemado") arrasada: tocones de pino y miles de ramas secas por todos sitios. Parece que la hayan bombardeado. PERO, pese a todo vale la pena: por el río Razón, por el hayedo, por los pinares (los no arrasados), por la ermita, etc,etc. Una manera sencilla de hacer 26 kms rápidos, con fresquito, río y bosque. Interesante también para aficionados a los pájaros. Gracias por compartirla.