HAYEDO DE LA TEJERA NEGRA ( P. Nat. Sierra Norte de Guadalajara): SENDA DE CARRETAS

Como describe la página oficial de la Consejería de Turismo de Catilla – La Mancha (http://www.turismocastillalamancha.es/naturaleza/hayedo-de-tejera-negra-53160/visita/ ) , “un excepcional microclima conserva el último hayedo del sur de Europa. Los ríos Lillas y Zarzas, que nacen en el glaciar La Buitrera, los alimentan. El bosque crece en dos valles, flanqueados por altas y afiladas crestas rocosas.

El bosque de hayas, su mayor atractivo, tiene un ambiente de cuento: por sus colores, el musgo de sus suelos, y sus silencios. Además crecen robles melojos, pinos silvestres, tejos, acebos y abedules. En su suelo crece en otoño el apreciado Boletus Edulis, y sus cielos los surva el águila real, sobre corzos, zorros y jabalís.”

En la mencionada página web explica cómo llegar y, aunque la entrada es libre el resto del año, en otoño el número de visitas está limitado y es necesario reservar plaza de aparcamiento con antelación.

Existen dos rutas circulares para realizar a pie: la Senda de Carretas y la Senda del Robledal . Nosotros optamos por la primera , un cómodo paseo perfectamente señalizado y con abundantes paneles explicativos , que comienza en el aparcamiento.
Los dos primeros km. los hacemos por un amplio valle, junto al río Lilla. Abandonamos el sendero marcado y cruzamos el río un par de veces, deambulando un poco junto a las vacas que pastaban por allí. Delante iba un grupo un poco escandaloso y preferimos dejar un margen entre ellos y nosotros .

Transcurridos los 2 km. giramos a la izquierda para remontar el Arroyo de las Carretas . Aquí ya nos internamos en el hayedo, aunque hay que decir que no veremos ejemplares de gran tamaño. Hasta hace unas décadas se cortaban, por lo que las hayas que ahora hay son en su mayoría jóvenes, muchas de ellas rebrotes de las que fueron taladas.
Pasamos junto a una representación de una carbonera (que olvidé marcar como waypoint) , con su panel explicativo. A partir de aquí, durante 1 km. más o menos, la pendiente se hace más pronunciada hasta llegar a la Pradera de Matarredonda. Cruzamos la pradera hasta llegar al mirador , donde paramos un ratito para disfrutar de unas vistas extraordinarias.

Los dos siguientes km. vamos llaneando por el hayedo. Hay paneles que nos explican la fauna y la flora que nos encontramos, especialmente un solitario tejo de buen tamaño. Cuando llegamos al punto donde confluye nuestra senda con la del Robledal iniciamos el descenso. A unos 500 m. nos desviamos un poco del sendero hasta unas rocas que vemos a la izquierda, que he señalado como mirador, desde el que tenemos buenas vistas del hayedo y del recorrido que hemos hecho.

Desde aquí el sendero baja de forma pronunciada. Al poco pasamos junto a unas curiosas colmenas y 1 km. más tarde llegamos al aparcamiento, donde finalizamos esta preciosa ruta.
Una ruta para todos los públicos por un entorno grandioso, especialmente en otoño.

Tiempo en movimiento : 2 h. 14 min.