240. Hayedos de Peña La Maya y Pico Cantoña

📸 FOTOS:
▶ Las 6 primeras seleccionan aspectos de interés (con descripción al pie).
▶ Las siguientes se ordenan según el itinerario (asociadas a cada 'waypoint').

📝 TEXTO (5 secciones):
▶ Índice IBP de la ruta,
▶ Preámbulo: antecedentes y motivos,
▶ La Ruta: recorrido y dificultades,
▶ Destacado: rasgos sobresalientes, y
▶ Anécdota: hechos curiosos.


INDICE IBP de Dificultad de la Ruta

Para Criterios y Tabla de Interpretación, Ir a:
https://www.ibpindex.com/index.php/es/

El resultado del análisis IBP es de 69 (para Senderismo): dificultad 'Media' para una preparación física 'Media'.

El cómputo del desnivel acumulado de la ruta por parte de IBP es de 671 metros (superior al que estima Wikiloc).


⚠️ AVISO PREVIO:

Esta era para mí una ruta ‘experimental’ (‘otra’…). Iba a ‘perderme’ (metafóricamente). Me aislé de todo lo que no veía. Los sentidos me inundaban con lo inmediato. Me dejé zarandear por el aquí y el ahora. Lo demás no existía.

Hasta el km 7,1 seguí el PR-BU-224; más bien menos que más. Después hice lo que se me antojó. Se siente uno bien llamando a eso libertad (…y ningún mal causé con ella como pendón).

Lo que hice (tal como queda en el trazado) no requiere facultades especiales. No obstante, conlleva cierta exigencia (ver en Posibles Dificultades). A eso vamos al monte, ¿no?

Pero no se la aconsejo a todos; sólo a quienes se lleven bien con la incertidumbre y las (moderadas) incomodidades; y con algo de bagaje en su intuición montañera.

Para esta ruta se aplica lo que, con gracia, dice un usuario (‘jldb1961’; abrevio) en su entradilla personal: “El que siga mis rutas, allá él. Yo me pierdo mucho…”.

En mi caso, cuando voy solo, me dejo ir… (mucho, también; pero no me perdí esta vez). Es como mejor lo paso; aprendiendo sin guía; sobre la marcha. Pero entiendo que no todo el personal tiene que ser feliz así.

…Luego no digas que no avisé.

PREÁMBULO

(😟) 🤔 --“¡Pero si ya has estado allí…! …Y de eso hace hace quince días nada más”.

😉 --“Sí, pero entonces fue por la cara sur y por la cresta de la sierra. Ahora será por las laderas y barrancos del norte”.

😟 -- “¿Y la porrada de fotos que sacaste (también de la cara norte, desde arriba)? ¿Qué más necesitas?”.

😉 --“Tengo que vivirlo directamente, sincronizando cuerpo y mente. Para disfrutar más, hay que sudar y padecer en el empeño”.

😟 --“Ya, pero, oye, las previsiones meteorológicas son de 30 grados a las 14 h…. Y la subida por esas rampas se las trae…”.

😉 --“Lo duro, la subida, lo haré con la fresca y en sombra. Para bajar, el sombrero”. (…Menos mal que la Anécdota ‘sombreril’ llegó más tarde…; ver debajo).

😟 --“Además, hay un montón de km de carretera para llegar (y para volver…). (…Y eso que ella entonces no sabía lo de la otra Anécdota…; ni yo tampoco).

😉 -- “Ojalá que la mayoría de las dificultades en la vida fueran menores que esta”.

😟 --“Y, para rematar, esta es una de tus famosas rutas ‘sobre mapa’, me temo, ¿no?”.

😉 --“Tranquila, llevo una jugosa manzana (‘mágica’) en la mochila…, por si acaso”.

…/… Y el ‘tira y afloja’, el rapapolvos de realismo, siguió varios renglones más….

😉 --“Mira, cuando vuelva te respondo como es debido”.

(😟) 🥺 --“¿Y si no… v.u.e.l…?”.

(😉) 😇 --“Ya sabes las claves de la cuenta de ahorro. Seguro que te alcanza hasta que nos veamos en el cielo. …No me olvides…”.

😟 --“Vale, no te descarríes (…demasiado)”.

[Bien pudo haber sucedido así; aunque no creo; bueno, no sé. Pero gusta pensar que se preocupan por ti.]

LA RUTA

El reloj acababa de marcar las ocho. Una aureola naranja alboreaba por encima del monte Mancubo. Era todo lo que se veía del mundo. ¡Quién necesitaba más!

Durante las dos horas siguientes me envolví en las sombras del bosque. En un día de pleno sol fuera, sólo lo vi cuando emergí en el collado de La Planadilla, al pie de La Maya y el Cantoña, de sopetón.

Y después, a ratos; y porque quise…. Por darle a la estrella un poco de compañía. Porque me apenaba que pudiera sentirse ignorada en el (diríase que) desnortado y desamparado planeta.

La ruta comienza 500 metros antes de Cubilla de la Sierra, justo en el desvío hacia esa localidad desde la carretera BU-V-5202. Hay allí un pequeño espacio para aparcar (¡y a la sombra!).

Hasta el km 3,5, por camino o sendero, se llanea en imperceptible descenso junto al río Molinar, aún arroyo; sediento al inicio de un otoño seco y caluroso.

A partir del km 3,5 y hasta que salimos al collado de La Planadilla en el km 6,3, vamos inmersos en un bosque donde las hayas se enseñorean de las laderas.

En ese tramo del hayedo podemos permitirnos algunas licencias, ‘echar una cana al aire’ fuera del sendero. Con cierta mesura, sin perder el rumbo, o terminaremos frente a algún paredón.

En el km 6,3 se aparece, de repente y deslumbrando, el collado de La Planadilla, entre Peña La Maya y el Pico Cantoña. Amplitud de horizontes en ambas vertientes.

Podemos subir a La Maya y al Cantoña sin grandes exigencias técnicas (con buen tiempo). Los tenía muy recientes. Opto sólo por la primera. Al segundo me acerco, como muestra de cortesía. Un saludo e inicio el regreso.

Ahora, bajando, empieza la parte ignota, desde el km 7,1 hasta casi el final. Seguro que alguien se ha metido por allí antes, mas no quedan pruebas de ello. Alguna vez la imaginación creía ver un rastro de sendero (eran ‘las ganas’…).

En el km 7,7 se llega al collado arbustivo entre el barranco de subida y otro que cae paralelo por la derecha. De nuevo un hayedo, más pequeño. Se transforma en pinar (km 8,2).

Podríamos seguir bajando por el fondo o la ladera de ese barranco hasta término, pero la búsqueda de contraste y cielo abierto me lleva a trepar al alto de La Encina (km 9,3).

Parece muy abrupto el descenso directo desde su cima. Es mejor dar un poco de marcha atrás y retomar, por la falda y sin sendero, el curso hacia el valle y el final (km 12,2).

Posibles Dificultades:

Como indico en el inicio, es esta una ruta ‘experimental’; para dejarse ir, a ver qué pasa. Pero conviene tener un soporte-guía, a fin de no desorientarse; y también para evitar avances imposibles o peligrosos.

Para la primera mitad de la ruta, se puede seguir el PR-BU-224. Lo hice a trechos. En la segunda mitad, todo el descenso es terreno salvaje. Incómodo monte a través; es fácil extraviarse (sin guía).

En los primeros km, en la parte baja, hay un par de vallas con una rústica portilla. En el descenso, hay una alambrada en el km 7,6 y otra en el 10. Tuve suerte al localizar enseguida una rendija y un hueco de paso.

En esas condiciones, las demandas físicas son de cierta consideración (entre moderadas y difíciles), tanto en el ascenso como el descenso. Pero no hay complicaciones técnicas.

DESTACADO

Había recorrido los montes de La Verdina hacía 15 días [1]: Subiendo desde Silanes, cabalgando sobre la dorsal desde La Maya hasta el pico Buey; y de allí, bordeando el flanco sur de la formación, de vuelta hasta Silanes.

Dura (la subida), pero entre las favoritas.

[1] https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/montes-de-la-verdina-desde-silanes-147664208

Quería ahora tener una visión tridimensional de esa sierra, peregrinando por sus barrancos de la vertiente norte. No bastaba con haberlos visto desde arriba. Había que respirarlos dentro.

Esta ruta incluía dos de esos barrancos. A no mucho tardar, vendrían los restantes; cuando el otoño los tiña. En general, se me confirma la idea de que la sierra de La Verdina es un monumento.

Lo destacado de la presente ruta está entrelazado con lo de la anterior [1] (a ella me remito). Abreviaré aquí y evitaré, por tanto, posibles redundancias (sobre todo en el apartado (2) Los Paisajes desde Arriba).

(1) Los Bosques desde Dentro:

Nada más empezar, nos sumergimos en bosque. Primero, a lo largo de la ribera del río Molinar. La vegetación es allí muy variada, con predominancia de robles. Es muy agradable caminar por ese hábitat espacioso y relativamente limpio de maleza.

A su atractivo contribuye el propio río Molinar; bueno, los meandros serpenteantes de su cauce ahora casi seco. ¡Quién te vio en primavera luciéndote espléndido en las cascadas de Tobera, y quién te ve aquí boqueando entre charcos!

Luego, a lo largo de todo el ascenso y en parte del descenso, en dos barrancos diferentes, nos deslizamos por un enorme hayedo. También limpio; como para hacer sendero al andar, casi por donde quieras.

‘Ya sabemos lo que son los hayedos’…. Cerrados por arriba, abiertos por abajo. Alfombrados de hojas secas; ensombrillados por sus copas. Crean su propio mundo, ajeno al exterior. Y esos troncos esbeltos de piel lisa y jaspeada….

Lo más bonito está en la parte más elevada, justo antes de salir al collado de La Planadilla. Allí las hayas parecen exhibirse; muestran sus mejores formas. Y esa boca de salida al collado; ese cordón umbilical entre penumbra y explosión de luz….

En el barranco de descenso, un hayedo más pequeño deja pronto sitio a un pinar, un bosque mixto, y un monte de arbustos. Todo es ya más terrenal.

(2) Los Paisajes desde Arriba:

Las partes altas de la ruta proporcionan bellas panorámicas en todas las direcciones.

En el collado de La Planadilla se nos ofrece un gran contraste entre dos vertientes. Puedes poner un ojo en cada una. Al sur, la extensa llanura de campos de La Bureba. Al norte, el brazo septentrional de los Montes Obarenes, con el Humión y compañía.

Luego, en Peña La Maya, las vistas se amplían por el oeste. Se nos muestra todo el cordal encrespado de los Obarenes hasta la Mesa de Oña. La parte oriental queda algo limitada por la presencia interpuesta del Cantoña.

Ya durante el descenso, el alto de la Encina aporta cercanía al valle, que se amolda entre las alineaciones del Humión y de La Verdina. Allí ya no estás en la periferia; te sientes en el centro de algo magnífico.

ANÉCDOTA

¡¿Quién necesita una anécdota para una ruta en la que partes con los puntos cardinales como única referencia y luego haces lo que te viene en gana?¡ Dejándote gobernar por la veleidad y la intuición del momento.

En una ruta así todo es una anécdota. Todo sorprende. Sabes cuál habrá de ser tu inmediato paso siguiente, pero ya no el que va después. Vas siempre alerta; una alerta entusiasta; con la dosis justa, la óptima, de tensión mental y emocional.

Pues aun así te pueden sobrevenir sorpresas añadidas; totalmente fuera de previsión:

(1) El Sombrero:

Llegado al aparcamiento, al final de la ruta, decidí caminar un par de cientos de metros en dirección a Cubilla de la Sierra, para hacer algunas fotos más. Bonito paisaje, con algunos árboles ya en traje otoñal.

Vuelvo y me desvío otro tanto en dirección a La Molina del Portillo de Busto. Regreso al coche. Por pura casualidad, echo una mirada final de agradecimiento y despedida hacia Cubilla. Mi buen gesto tuvo recompensa.

“¡¿Ñó, qué se ve allá, en medio de la carretera?!”. A más de 100 metros. A ver…. Conforme me acerco… “Anda, un sombrero; …como el mío. …Pero yo lo tengo puesto…. ¿no?…”.

Aclaro que el sol ya pegaba (28 grados) y el sombrero debía estar en el lugar que corresponde a su función. No iba colgando por ahí de cualquier manera, quién sabe dónde.

Sí, hacía rato que lo llevaba en la cabeza. Y con su cordón de ‘seguridad’ al cuello. Ni me percaté de su pérdida. Cosas del embelesamiento. ¡’Menos mal que no fue la cabeza’!

(Me refiero a la bola sobre los hombros. La otra, la mental, ya ha quedado claro que iba ‘a su aire’, vagando por ahí, ajena a las minucias materiales).

(2) La Encerrona:

Había llegado en coche al inicio de la ruta desde Pancorbo, por el este. Por variar, quise volver por el Portillo de Busto, por el oeste. –“Oye, llegaré a tal hora, a comer… (‘a mesa puesta’)”.

En marcha: Vaya, me dije, carretera flamante; recién asfaltada. Así da gusto. Pero 8 minutos después, saliendo de La Molina, me encuentro de frente con un monstruo.

Ocupaba toda (literalmente) la estrecha carretera: un ‘tractorón’ (y su ‘remolcón’). Imposible pasar. ‘¡Y mejor que fuera así!’. ¡Ein! ¿Cómo que ‘mejor’?

El conductor me hace una señal: que me baje del coche. ‘¿Y éste qué quiere?’. No vi que llevase un garrote ni nada. Sólo la expresión franca de un buen tipo.

--“Cinco km más allá no se puede pasar. Están arreglando la carretera”. Me preguntó dónde iba, para sugerirme una vía alternativa. Un poco larga.

Cuando llegué a casa, la comida estaba fría y la mesa ‘de-puesta’. Pero, ¿a quién le importaba eso, comparado con la amable actitud del tractorista y la encerrona de la que me había salvado?

PD. Por cierto, ninguna señal vi de ‘Obras’ o ‘Carretera Cortada’. (¿No me la ‘jugaría’ el del tractor…? No, seguro; ...o era un grandísimo actor).