Hayedo Milenario de la Biescona (Sierra del Sueve)
near La Vita, Asturias (España)
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Trail photos
Itinerary description
Recorrido por el Hayedo Milenario de la Biescona, partiendo del Alto del Fito por el PR AS-71 hasta la Llanada Bustacu, descendiendo luego por la riega de la Toya hasta la carretera AS-260. Es necesario contar con 2 vehículos, evitando con ello los 4 km de asfalto, que median entre los dos puntos.
Alto del Fito (578 metros) - Llanada del Bustacu (655 metros) - Casa Julia / AS-260 (200 metros)
Desde la autovía del Cantábrico (A-8), tomar la salida de Colunga y por la rotonda continuar la AS-260, que se dirige a Arriondas por el Alto del Fito. Poco después de 6 kms., dejar uno de los dos vehículos a la altura de Casa Julia, antiguo bar que hoy es una vivienda privada. Un amplio espacio a la izquierda, es un lugar idóneo para aparcar. Ya en el alto del puerto, existe también aparcamiento, aunque suele estar muy concurrido, sobre todo en verano.
Desde el Alto del Fito, salimos en dirección Oeste a salvar la pequeña subida, que a través de un pinar, nos lleva a la bonita pradería de Peña Poares, desde donde se contempla una gran panorámica de los concejos de Caravia y Colunga. Antes a nuestra izquierda y emplazada en la cima de Piedra Redonda, se encuentra un antiguo refugio forestal, hoy restaurado como centro de flora y fauna de la Sierra del Sueve. Así figura en la web del Ayuntamiento de Caravia, la realidad es que está cerrado y abandonado, con la vegetación cubriendo su acceso.
El sendero faldea luego a media ladera y sin apenas desnivel, por las lomas del Palomberu (672 metros) y el Cantu la Teya (729 metros) para llegar al collado (665 metros), donde converge con la pista ganadera, que procede de la carretera sureña del Fito. Llevamos 3,5 kms de cómodo caminar desde el collado del puerto, descendemos luego unos 300 metros, en dirección a la majada del Bustacu y sin llegar a ella nos desviamos a la derecha, a coger el sendero que nos baja hacia la riega de la Toya, también conocida como riega del Cubil.
Tras un breve paso por una zona de pastos, nos internamos en el bosque y pronto nos encontramos con la "gran fayona". A nuestra izquierda aparece espléndida, enorme en su dimensión y muy próximo a ella el Trasgu tallado en un tronco caído, que no supimos encontrar y del que sabemos por un reportaje fotográfico.
Siempre en descenso, el hayedo va cerrándose en espacio. El barranco, seco en esta época del año, nos queda a la derecha y mientras, la luz apenas llega al suelo del bosque, en el que además de las hayas, pequeños acebos, abedules, robles y castaños, los musgos, líquenes, hongos y helechos aparecen tapizando el sotobosque de un mágico paisaje.
La Biescona, nombre procedente de Biesca (Viesca), que significa bosque espeso, de poco tránsito, tiene la singularidad de encontrarse entre los 300 y 500 metros de altura y a unos 4 kms de la línea del mar. La haya (faya), en condiciones habituales, forma su hábitat en torno a los mil metros sobre el nivel del mar, es por tanto un caso único, que tiene su origen por la proximidad de la Sierra del Sueve al mar. Las húmedas corrientes de aire del norte penetran por su angosto valle, encajonándose las nieblas y aportando una constante humedad.
Mientras seguimos descendiendo, vemos los colores y contrastes lumínicos, que el sol aporta en su intento de cruzar las copas de los árboles. Llegamos al fondo del barranco para seguirlo durante un trecho, en lo que es la parte mas agreste del recorrido. Encajonado entre inestables murallones, con las fayas y sus raíces colgadas de sitios inverosímiles, es un paisaje para detenerse, observar y disfrutar de la naturaleza en estado puro.
Dejamos atrás el barranco, siguiendo un estrecho sendero tallado en la roca. Discurre por la ladera oriental de la riega, en un bonito tramo aéreo que nos lleva al conjunto de ruinas de las Minas de La Toya (250 metros). Su origen data del año 1.920 y estuvo unos 15 años funcionando, se extraía mineral de hierro y aunque entre 1.950 y 1.954 se retomó alguna actividad, para valorar la rentabilidad de reabrirla, permanece abandonada desde entonces con sus muros de piedra mimetizados con la vegetación, aportando historia y misterio al bosque.
A partir de las ruinas, el paisaje empieza a cambiar. Se abren los espacios de la riega, el bosque va quedando atrás y el sendero se transforma en un amplio camino, que nos lleva a la zona de pastos de Piedrallana. Algunas edificaciones y plantaciones de eucalipto, señalan que la intervención humana, ha puesto límites a un paraje inolvidable. Con la gratificante experiencia, de haber disfrutado de la naturaleza en su mejor versión, llegamos a nuestro destino en la carretera, después de un recorrido asequible y recomendable.
Alto del Fito (578 metros) - Llanada del Bustacu (655 metros) - Casa Julia / AS-260 (200 metros)
Desde la autovía del Cantábrico (A-8), tomar la salida de Colunga y por la rotonda continuar la AS-260, que se dirige a Arriondas por el Alto del Fito. Poco después de 6 kms., dejar uno de los dos vehículos a la altura de Casa Julia, antiguo bar que hoy es una vivienda privada. Un amplio espacio a la izquierda, es un lugar idóneo para aparcar. Ya en el alto del puerto, existe también aparcamiento, aunque suele estar muy concurrido, sobre todo en verano.
Desde el Alto del Fito, salimos en dirección Oeste a salvar la pequeña subida, que a través de un pinar, nos lleva a la bonita pradería de Peña Poares, desde donde se contempla una gran panorámica de los concejos de Caravia y Colunga. Antes a nuestra izquierda y emplazada en la cima de Piedra Redonda, se encuentra un antiguo refugio forestal, hoy restaurado como centro de flora y fauna de la Sierra del Sueve. Así figura en la web del Ayuntamiento de Caravia, la realidad es que está cerrado y abandonado, con la vegetación cubriendo su acceso.
El sendero faldea luego a media ladera y sin apenas desnivel, por las lomas del Palomberu (672 metros) y el Cantu la Teya (729 metros) para llegar al collado (665 metros), donde converge con la pista ganadera, que procede de la carretera sureña del Fito. Llevamos 3,5 kms de cómodo caminar desde el collado del puerto, descendemos luego unos 300 metros, en dirección a la majada del Bustacu y sin llegar a ella nos desviamos a la derecha, a coger el sendero que nos baja hacia la riega de la Toya, también conocida como riega del Cubil.
Tras un breve paso por una zona de pastos, nos internamos en el bosque y pronto nos encontramos con la "gran fayona". A nuestra izquierda aparece espléndida, enorme en su dimensión y muy próximo a ella el Trasgu tallado en un tronco caído, que no supimos encontrar y del que sabemos por un reportaje fotográfico.
Siempre en descenso, el hayedo va cerrándose en espacio. El barranco, seco en esta época del año, nos queda a la derecha y mientras, la luz apenas llega al suelo del bosque, en el que además de las hayas, pequeños acebos, abedules, robles y castaños, los musgos, líquenes, hongos y helechos aparecen tapizando el sotobosque de un mágico paisaje.
La Biescona, nombre procedente de Biesca (Viesca), que significa bosque espeso, de poco tránsito, tiene la singularidad de encontrarse entre los 300 y 500 metros de altura y a unos 4 kms de la línea del mar. La haya (faya), en condiciones habituales, forma su hábitat en torno a los mil metros sobre el nivel del mar, es por tanto un caso único, que tiene su origen por la proximidad de la Sierra del Sueve al mar. Las húmedas corrientes de aire del norte penetran por su angosto valle, encajonándose las nieblas y aportando una constante humedad.
Mientras seguimos descendiendo, vemos los colores y contrastes lumínicos, que el sol aporta en su intento de cruzar las copas de los árboles. Llegamos al fondo del barranco para seguirlo durante un trecho, en lo que es la parte mas agreste del recorrido. Encajonado entre inestables murallones, con las fayas y sus raíces colgadas de sitios inverosímiles, es un paisaje para detenerse, observar y disfrutar de la naturaleza en estado puro.
Dejamos atrás el barranco, siguiendo un estrecho sendero tallado en la roca. Discurre por la ladera oriental de la riega, en un bonito tramo aéreo que nos lleva al conjunto de ruinas de las Minas de La Toya (250 metros). Su origen data del año 1.920 y estuvo unos 15 años funcionando, se extraía mineral de hierro y aunque entre 1.950 y 1.954 se retomó alguna actividad, para valorar la rentabilidad de reabrirla, permanece abandonada desde entonces con sus muros de piedra mimetizados con la vegetación, aportando historia y misterio al bosque.
A partir de las ruinas, el paisaje empieza a cambiar. Se abren los espacios de la riega, el bosque va quedando atrás y el sendero se transforma en un amplio camino, que nos lleva a la zona de pastos de Piedrallana. Algunas edificaciones y plantaciones de eucalipto, señalan que la intervención humana, ha puesto límites a un paraje inolvidable. Con la gratificante experiencia, de haber disfrutado de la naturaleza en su mejor versión, llegamos a nuestro destino en la carretera, después de un recorrido asequible y recomendable.
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