Hoces del Río Esva (hasta quedarme sin batería...)

Nos situamos en el kilómetro 7 de la carretera comarcal TI-8, a las afueras del pueblo de Calleras, en el concejo de Tineo, en lo que se podría denominar la "Asturias profunda"...
Desde ahí parte la ruta de las Hoces del Río Esva.

La ruta que hemos hecho es circular (aunque según el track, no lo es, ya que me quedé sin batería a falta de unos 3 kms de la llegada al punto de inicio). Sin embargo, en el panel informativo que nos encontramos al inicio de la ruta, han grapado una cartulina plastificada en la que nos vienen a decir que la ruta debe ser lineal sí o sí. Esto es así porque hay un tramo del recorrido circular (el que hicimos) en el que se ha dejado de hacer mantenimiento. Y eso en Asturias significa que los helechos, las zarzas y resto de hierbajos se comen literalmente el sendero y lo hacen impracticable... Este tramo es de un kilómetro y pico y empieza desde el último waypoint del track y finaliza justo después de cruzar el barranco de Relloso (que coincide más o menos con el último punto del track).

La cuestión es que en un primer momento (antes de llegar al citado panel y ver la cartulina plastificada que afirma que la ruta ES lineal) teníamos intención de hacer la ruta circular, pero al ver que debía de hacerse lineal, nos planteamos cambiar de planes. Realmente, lo que hicimos fue dar la clásica patada hacia delante...

El tramo que bordea las hoces es espectacular. Ofrece unas vistas fabulosas del río encajonado entre unas paredes de vértigo y esa sensación de paz de la que se disfruta al sabernos solos y alejados de la civilización.
El sendero en este tramo está bien cuidado, con pasarelas de madera y mallas metálicas en algún punto para evitar resbalones.

Esta primera parte del recorrido es un auténtico sube y baja por los escalones y pasarelas de madera por donde transcurre el sendero. Quizás esto lo hago algo fatigoso, pero es el único esfuerzo requerido para lo que nos ofrece el camino: las aguas del río corren limpias y claras... El verdor es intenso y los cortados de las hoces sobrecogedores. Todo ello convierte este primer tramo del recorrido en una experiencia sensorial inolvidable.

Hay varias paredes en las va goteando el agua entre el musgo, lianas y helechos, y que forman unas preciosas caídas de agua. Se ve que alguno ya le ha dado nombre a alguna de estas caídas de aguas... Cascada de Laiz. Pues sea...

El sendero que seguimos es el PR AS-2 señalizado con la marca blanca y amarilla que caracterizan a los senderos de pequeño recorrido.
Pasaremos por varias paredes de hormigón que embalsan el agua para, seguramente, quitarle fuerza al caudal y evitar riadas.

Dejaremos la zona de vegetación más espesa y cercana al cauce del río para ir ascendiendo poco a poco por un terreno más rocoso y despejado de vegetación.

En algún punto, el camino se complica: fijada a la pared, se extiende una cuerda a la que podremos sujetarnos si queremos ir más seguros. Lo cierto es que si uno tiene vértigo, este sendero puede ser una buena prueba de fuego... Los precipicios por los que pasamos nos van a cortar la respiración en más de una ocasión...
Mientras ascendíamos, nos acompañaba de forma intermitente un suave orbayo que le daba ese toque misterioso a la ruta y que me recordó a otra fantástica ruta que hicimos hace unos años por Asturias, la del Desfiladero de las Xanas.

Pasado este tramo algo más rocoso, complicado y estrecho, el sendero irá descendiendo poco a poco hasta que, en una curva del río, nos toparemos primero, con un refugio (waypoint 12) y a continuación, con un bosque de eucaliptos cuyo olor nos embriagará recordándonos al Vips Vaporub de nuestra infancia...

En un abrir y cerrar de ojos, llegaremos a las primeras casas y hórreos de Bustiello de Paredes, el pueblo en el que hicimos parada y fonda. Nuestro agradecimiento a Giorgeta, del Bar El Suco, que nos preparó en un santiamén unos bocadillos de lomo con queso mientras charlábamos amistosamente con su hijo Adán. Aunque el crío se monstró algo taciturno en un primer momento, cuando comió y dejó de ver la tele, nos enseñó orgulloso su colección de juguetes, con mención especial a sus dinosaurios.

El tiempo que estuvimos en el Bar estuve cargando el móvil, porque me imaginaba lo que finalmente pasó: que me iba a quedar sin batería en algún punto del camino de vuelta... Quedarse sin batería está bien de vez en cuando: te permite desconectar de waypoints y de gilipolleces de ese estilo y puedes centrarte en disfrutar de la ruta.

El caso es que tuvimos que marchar cuando sólo tenía un 60% de batería. Lo bueno es que los aldeanos con los que entablamos conversación no nos quitaron de la cabeza el hacer la ruta en modo circular, que era la idea que traíamos. Eso sí, nos advirtieron de la tremenda rampa (hablaron de 500 m de desnivel) que tendríamos que superar para ello. Se equivocaron con el desnivel (según wikiloc, no llegó a 300 m) pero no con la dureza de la rampa: Emma casi tira la toalla (bravo por mi niña, por haber superado una prueba más junto a su familia) y los demás teníamos que ir parando para descansar y beber agua. Como punto positivo, digamos que esto también nos permitió disfrutar de una vistas verdaderamente impresionantes de las paredes rocosas de las hoces y de los verdes prados de la comarca vaqueira.

La subida fue dura, sí, pero el camino estaba desbrozado. Junto al refugio con el que nos encontramos en el camino de ida, nos cruzamos con dos operarios armados con segadoras a motor que nos indicaron que ya habían limpiado la subida. Y así fue. Lo que no nos contaron es que, a partir del desvío a Calleras, una vez finalizado el ascenso, el camino ya no estaba desbrozado. Esto le añadió aún más dureza al camino de vuelta... Para más inri, Adrián iba en pantalones cortos, con los cual acabó con las pantorrillas algo maltrechas por las zarzas y demás vegetación que debíamos de ir sorteando...
Este pequeño calvario finalizó al cruzar el arroyo del Barranco de la Crucelina. También finalizó el track de esta ruta, coincidiendo con la descarga total de la batería de mi móvil...
De los dos kilómetros y medio aproximadamente que faltan del track, habría que destacar el agradable paseo por el pinar que lleva a Calleras una vez cruzado el barranco y la vuelta a la civilización (un padre con su hijo y un par de perros volviendo a casa y una anciana que me miró atónita al verme aparecer por la calle que bordeaba su huerto).

Desde Calleras, sólo bastó llegar a la carretera TI-8 y desde ahí, al punto de inicio de nuestra ruta CIRCULAR.

P.D.: Si alguien quiere arriesgarse a hacer esta ruta, que se asegure bien antes de hacerla si el sendero de vuelta sigue existiendo y no ha sido engullido por la maleza... Si una cosa tiene esta tierrina, es la humedad reinante y la consiguiente exuberancia de la vegetación... Ahí lo dejo.