Hocino de la Bajada y Hoz Mayor, desde Fuendetodos

Hoy me acerco hasta la población que vio nacer a Francisco de Goya y Lucientes, Fuendetodos, pero no para visitar en está ocasión la población, sino para conocer dos de sus hoces u hocinos, la hoz de la Bajada y la hoz Mayor.

Para ello, dejo la furgoneta en el parque de la Balsa, donde siguiendo las marcas del PR-Z23, me dirijo en sus primeros compases hacia la sierra Gorda, aunque cuando apenas llevo medio kilómetro, cojo a mano izquierda un camino, que obvio, para acortar por el ribazo de un campo de cultivo, hasta enlazar con el camino de Fuendetodos a Valmadrid, por el que avanzo en suave descenso, pasando junto a los restos de unos corrales, donde ya empiezan a verse las características formas de las rocas en las hoces.

A medida que voy perdiendo desnivel, los pinos hacen acto de presencia, hasta adueñarse de la margen izquierda del camino, alternando en algunas zonas con pequeñas parcelas de tierra, hasta alcanzar la Val de Santa María, donde el camino se vuelve completamente llano y desde la que puedo ver al otro lado, el final de la hoz Mayor, a la cual me acerco para verla desde las alturas, pero en vez de atravesar un campo, bajo unos metros por el camino, hasta llegar a un extremo del campo, que rodeo monte a través, subiendo a un resalte desde el que disfruto desde las alturas, de la hoz Mayor, que más tarde recorreré

Luego, regreso al camino principal, por el que avanzo tranquilamente, en una mañana esplendida, donde el camino en determinadas ocasiones se divide en dos, tomando siempre el ramal por el que va el PR-Z23, hasta llegar a la altura de la hoz de la Bajada, donde abandono el camino principal, para tomar otro secundario a mano derecha (lo marqué con un hito), que unos metros más adelante desaparece, por lo que continuo monte a través, hasta llegar a la entrada de la hoz.

Como desde este lugar pega el sol de cara y las fotografías no salen bien, bordeo la hoz para irme a la otra punta, donde hago las fotografías con el sol a mi espalda. Mirando abajo, observo que desde aquí es más factible bajar, e incluso localizo un hito, así que con cuidado desciendo hasta el interior de la hoz, fijándome en un curioso arco en la pared.

Sin alcanzar el cauce, atravieso una corta pedrera por una senda, por la que bajo definitivamente al cauce seco de la hoz, salpicada con algunos enebros, aunque aquí lo principal, es disfrutar de los verticales paredones que conforman la hoz, pasando bajo un árbol tumbado que ocupa todo el ancho (se pasa con cuidado por un lateral).

Una vez al otro lado, poco a poco la hoz va perdiendo altura, hasta salir definitivamente al monte, donde enlazo con un camino por el que avanzo paralelo al barranco de las Obrallas, adentrándome en un pinar en suave ascenso, hasta alcanzar el punto más elevado, desde el que observo la hoz Mayor, a la que accedo tras perder el desnivel ganado.

Siguiendo una senda muy clara, me adentro en esta impresionante hoz, de altivas paredes, el sendero no ofrece dudas, ya que va siempre por el cauce del barranco de Zafrane, en el que ha crecido un precioso bosque compuesto principalmente por almeces y arces de Montpellier, que en estás fechas sus ramas estas despojadas de las hojas.

Cuando llevo aproximadamente un kilómetro en el interior de la hoz, llego hasta una pared vertical que la cierra, aquí podría buscar una escapatoria, pero prefiero regresar sobre mis pasos, observando los detalles, algunos "poco naturales", ya que en una pared descubro una vía de escalada, que sinceramente me sorprende, ya que esperaba encontrar esto, en una zona más o menos salvaje.

Contento por disfrutar de este enclave, salgo de nuevo al camino, por el que continúo subiendo adentrándome en el pinar, que unos metros más adelante se transforma en un sendero por el que salgo a un nuevo camino, por el que sigo avanzando por medio del pinar, hasta que este se divide en tres ramales, obtando por el del medio.

A medida que voy ganando desnivel, el pinar va quedando abajo, los pinos escasean pero siguen ofreciendo algo de sombra, y a cambio las vistas se amplían, pudiendo entrever el Moncayo, aunque la luz de hoy no permite fotografiarlo. Casi por terreno llano, alcanzo una bifurcación, donde sigo por el camino principal (izquierda) y unos metros más arriba, tras pasar el balsete del soldado, abandono el camino para tomar a mano derecha otro secundario, donde me topo con tres corzos, que se me quedan mirando, ya que no han percibido mi presencia hasta encontrarse frente a mí (a unos 10 metros).

Mientras ellos enfilan la huida hacia una Val, yo la rodeo primero por camino y un poco más adelante, monte a través, siempre pegado al campo, que es la zona más despejada de vegetación, aunque en general se camina bien por casi cualquier lugar, hasta completar medio círculo de la val (aquí es el único punto donde es necesario el GPS), para continuar ya monte a través tomando de referencia un aerogenerador, que me permite llegar a una amplia meseta, por la que avanzo disfrutando de los restos de trincheras de la guerra civil española, que hay diseminados, algunos en muy buen estado, observando ya a lo lejos, la población de Fuendetodos.

Atravesando la llanura, inicio el descenso hasta enlazar con el camino de la sierra Gorda, por el que avanzo hasta llegar al parque de la Balsa, donde cierro está bonita circular, por unos parajes poco frecuentados, que seguiré investigando