Horcajo de Montemayor - Ruta del molino

Situado entre el Arroyo Valtornero y el río Sangusín, Horcajo de Montemayor es una pequeña localidad de la Sierra de Béjar que nos conduce a la ya próxima Sierra de Francia, y que alberga numerosos atractivos tanto en el casco urbano como en la naturaleza que le rodea. Uno de ellos es la presencia de dos iglesias, la de Santa María ubicada en la plaza del pueblo, y la Iglesia Parroquial de San Pedro Apóstol situada en dirección a Colmenar de Montemayor.
Este paseo nos llevará a descubrir el molino harinero, junto al río Sangusín, convertido hoy en museo etnográfico. Es un camino de tierra amplio, sencillo y llano, habilitado también para bicicleta de montaña. Para tomarlo cruzaremos el ancho puente de piedra de tres ojos disímiles que fue construido en 1605 y optaremos por el camino que sale a nuestra derecha y que está perfectamente indicado. Paralelos al río nos dirigiremos hacia la dehesa municipal, por lo que habremos de cruzar una valla con un paso canadiense para encontrarnos con ganado paciendo tranquilamente en los prados. Enseguida veremos varias pequeñas albercas excavadas en la tierra con objeto de recoger agua para los meses de estío.
Si nos fijamos con detenimiento en ellas, percibiremos una serie de oquedades en sus paredes. Son nidos de los abejarucos que en verano vienen a poblar estas charcas. También en verano es fácil ver algún ejemplar de martín pescador en los arenales que hay junto al Sangusín. En determinados lugares, también es posible toparse con el lento caminar del galápago.
Transitaremos entre prados con robles y más adelante varios fresnos cerca del río. A la derecha nos acompañan los tapiales que delimitan los prados particulares y una disyuntiva nos saldrá al paso. Una de las opciones, a nuestra izquierda, comienza a ascender, sin embargo, nosotros optaremos por el que parte hacia la derecha con pendiente de descenso. A nuestra izquierda encontraremos un abrevadero con un caño de agua. Aunque caminamos entre ganado, no presentan ningún peligro pues están acostumbrados a la presencia del hombre.
Los hitos del camino nos informan de que estamos en un tramo del GR10. Más adelante encontraremos un aviso de que el molino está a 270 metros. Si decidiéramos avanzar hacia delante, en lugar de tomar el desvío, llegaríamos a cruzar el río gracias a unas pasaderas que nos permiten acercarnos al pueblo de Valdehijaderos a 3,9 kilómetros de distancia.
Acercándonos al molino veremos varios ejemplares de arce de Montpellier con un precioso tono anaranjado si estamos realizando la ruta en otoño. Poco más allá encontraremos el escaso cauce del río, cubierto de pequeñas flores blancas. Tampoco es difícil encontrar en las cercanías sauces, castaños y nogales, y en las zonas de monte bajo, peonía y cantuesos.
El molino, lindante con la dehesa Boyal, ya existía en 1752 y presenta dos entradas protegidas por cancelas que están siempre abiertas. Desde la más próxima al río podremos admirar su amplia fachada y el discurrir del agua por las marmitas horadadas en la roca, pero para conocerlo por dentro, debemos entrar por la que está más próxima al camino por el que hemos venido. El horario de visitas es los sábados, domingos y festivos, de 12,00 a 18.00 horas, y hay que pedir la llave al alcalde. Lo mejor para ello, es dirigirse al bar-restaurante que hay en la avenida que atraviesa el pueblo.
El molino presenta dos habitáculos, uno de ellos vacío, que sirve como zona de refugio a los visitantes. En el otro, la maquinaria utilizada para la molienda del grano gracias a la fuerza del agua, se encuentra intacta, y puede contemplarse en funcionamiento siempre, pues dispone de un motor para solventar los periodos de sequía. El molino, totalmente restaurado, cuenta con paneles didácticos, y los útiles que se utilizaban para llevar a cabo su labor.
En un futuro cercano, está previsto que el ayuntamiento disponga un merendero para disfrutar aún más de este bello paraje.
Concluida la visita optaremos por regresar desandando nuestros pasos o continuar en dirección Valdehijaderos, tras atravesar otro paso canadiense. Podemos llegar hasta el pueblo o tomar un desvío a nuestra derecha junto a una nave para encaminarnos directamente de regreso hacia Horcajo. Caminamos entonces entre monte bajo de escobas y prados donde pace el ganado siguiendo la dirección que nos marca un poste de la luz que alberga un nido de cigüeña. Veremos robles, fresnos y álamos espigados, por el camino que se ha estrechado y rodeados de altas escobas nos saldrá un camino a la izquierda que desecharemos para continuar de frente, donde comienza una pendiente de bajada junto a una nave ganadera. Cerca ya de la carretera, encontramos prados y sauces junto a sus tapiales. Los restantes dos kilómetros deberemos transitarlos por la carretera, que no suele presentar demasiado tráfico.
Otra opción, si decidimos desechar acercarnos hacia Valdehijaderos, es regresar al puente desde donde comenzamos nuestro paseo y dirigirnos, en dirección contraria, siguiendo el río Sangusín,en busca de las tumbas antropomórficas de probable origen visigodo labradas sobre la piedra en el paraje de en el paraje denominado Valcerezos. Esta ruta no está señalizada.

Servicios: bar-restaurante.
Otros puntos de interés: molino museizado, tumbas antropomorfas