Hoyo Cerrado desde Collado Hermoso

Salimos de Collado Hermoso, desde el cual tenemos dos opciones: bien por el Camino de los Molinos o bien por la Cañada Real Soriana. Yo he salido desde el primero, que permite dejar el coche al fondo y, tras un quiebro, se alcanza igualmente la Cañada Real. Ahora tenemos un trozo de pista hasta llegar a un portón que no es nada fácil abrir. En caso de no poder abrir el portón, porque se ponga tonto, siempre podremos gatear por debajo de los alambres que hay a la derecha. Ahora tenemos pista para rato. Cuando llevemos andadas entre una hora y media o tres cuartos, llegamos al punto clave en donde es fácil equivocarse y seguir por la pista. Se puede reconocer porque veremos unas peñas en lo alto de la ladera (que es donde tenemos que ir). En este lugar hay una curva pronunciada a la derecha y, nada más pasarla, en ese punto hay que fijarse que sale otra pista a la izquierda, más estrecha, y que sube. Al cabo de un rato, la pista se hace más ancha hasta ser igual que la que hemos dejado atrás. La pista es ancha hasta llegar a una caseta vallada. Tras ésta, la pista se convierte en una senda flaqueada por pinos a ambos lados, como si fuese una avenida. Llegamos a una disyuntiva: la pista de bifurca en una estrecha que sube y otra más o menos horizontal. La horizontal no tiene futuro, se pierde en la maleza, así que seguiremos la de la izquierda que conserva sus árboles de tipo avenida a ambos lados del sendero. Así llegamos a otro punto en que el sendero corta a otro horizontal. Aunque el cuerpo nos pida ir por lo horizontal, seguiremos esforzándonos subiendo por el mismo y despreciando el sendero fácil (ya sabemos eso de que ancho es el camino que nos lleva a la perdición). Con todo esto llegaremos al grupo rocoso que se veía desde la curva y desde el que se domina un paisaje magnífico (ver fotos). Es buen sitio para descansar. Haré la salvedad de que en este mismo punto el sendero parece bifurcarse en uno que tiene una fuerte bajada y otro a la izquierda. Pues bien, hay que tomar el descendente de la derecha porque el de la izquierda solo nos llevará a enredarnos con ramas de pino. Y llega un momento en el que se alcanza la punta de la ladera y el camino se vuelve algo confuso. Hay que seguir recto, sin subir ni bajar, y girando levemente hacia la izquierda como nos marca la propia montaña. A partir de este punto, he visto rutas de senderismo que no tienen pies ni cabeza. La primera vez que hice este camino con otros montañeros, nos perdimos, hasta dar con una ruta lógica, así que, al ser la segunda vez, decidí ir poniendo hitos a partir de este punto, que nos conduzcan por una parte cómoda y racional. Seguiremos, por tanto, los hitos. Al acercarnos a la parte alta, vemos que hay un mini camino que desemboca en otra pista más ancha ascendente. Tras girar a la izquierda por esta pista ancha y seguir los hitos, se llega a una pequeña pista forestal algo difusa. Coloqué en el suelo un hito que marcase el inicio de dicha pista. Esta pista acaba en un cruce con otra perpendicular. Seguimos hacia la derecha. Esta pista parece muy marcada pero pronto se le acaba la chulería y muere en una pradera. Ahora viene la parte peor de la ruta porque hay que ganarse la vida por donde uno pueda, entre los pinos y plantas, praderas surcadas de riachuelos y miradas poco tranquilizadoras de las vacas. Por suerte, este trozo es muy corto. Hay que hacer un acto de fe y creer en mis palabras: Siguiendo recto cosa de un par de minutos o tres, llegamos a una pista. De verdad que está ahí (en realidad la habremos estando viendo a nuestra derecha desde que doblamos la esquina de la ladera de la montaña hace un rato). En realidad, este trozo, cuando es problemático, es a la vuelta, y difícil de dar con esta pista por la que hemos ido. Nos podemos ver perdidos en medio de un bosque de pinos y de maleza. Así que la recomendación es tomar buenas referencias, atar incluso cintas de color vistoso a ramas de árboles durante todo el camino para identificarlos a la vuelta, o llevar un GPS que nos marque la ruta por donde hemos ido.
Seguimos la pista un tramo muy corto hasta alcanzar la cumbre y encontraremos otra muy ancha, transitadas por ciclistas y algún todo terreno. Durante 3, 3 km, esta pista va por la cumbre, a lo largo de un paisaje absolutamente inhóspito en verano (posiblemente la nieve en invierno conceda más belleza a este lugar). No hay apenas subidas, es un trayecto plano, pero se hará pesado, especialmente por la solanera que pueda hacer en verano, o el azote del viento en invierno. Si tenemos paciencia, veremos recompensado este esfuerzo por la visión de las impresionantes cortadas que aparecen en la vertiente de Madrid, y que constituyen Hoyo Cerrado. A la izquierda veremos Peñacabra (a la que se puede ir con facilidad desde este mismo sitio), y más al fondo, el Pico del Nevero.