Huelmos de Cañedo, Castillo del Buen Amor, Izcala, Valencia de la Encomienda, Rivera de Cañedo

Huelmos de Cañedo, Castillo del Buen Amor, Izcala, Valencia de la Encomienda, Rivera de Cañedo


Nos disponemos a realizar una ruta cerca de Salamanca y que nos brinda gran cantidad de flora y fauna.

Partimos del apeadero de ferrocarril abandonado de Huelmos, en la antigua via de la plata, actualmente cerrada, tras recorrer 1,5 kms por la carretera que nos conduce a Topas, dejamos el asfalto y nos metemos entre encinas en la finca de Cañedino, aqui ya nos toca buscar el mejor paso posible para cruzar el Arroyo de Cañedo o Regato de San Cristóbal . En esta Finca hay gran cantidad de vacas, destacando una variedad procedente de Francia: “Saler”

Seguimos la Rivera de Cañedo hasta llegar a la Finca de Villanueva de Cañedo, donde se encuentra la Ermita de Nuestra Señora de los Remedios y el Castillo del Buen Amor

Ermita de Nuestra Señora de los Remedios:

La ermita de Villanueva del Cañedo de origen románico y gran sencillez, acoge los lunes de Pentecostés, la Romería de Nuestra Señora de los Remedios a la que cada año se dan cita cientos de fieles, muchos de ellos acuden andando, procedentes de los pueblos de Topas, Valdelosa, Calzada de Valdunciel así como de algunas localidades zamoranas, sobre todo del Cubo del Vino

Castillo del Buen Amor:

El Castillo de Villanueva del Cañedo, también conocido como Castillo del Buen Amor, se encuentra ubicado en la localidad de Topas. Se trata de un castillo de estilo renacentista que fue construido en el siglo XV sobre los restos de una antigua edificación del siglo XI. En sus orígenes fue una fortaleza militar  En 1447 perteneció al conde de Alba de Tormes, el futuro duque de Alba, que entregó la población de Villanueva del Cañedo, junto con el castillo, a los Reyes Católicos en el año 1476, a cambio de la de San Felices de los Gallegos.
El nombre del Castillo del Buen Amor procede de la leyenda que cuenta los amores del Arzobispo Alonso de Fonseca con Doña María de Ulloa. Pero lo cierto es que, según investigaciones recientes, el artífice de la construcción fue su primo, Alonso de Fonseca Quijada, Obispo de Cuenca, Ávila y Osma, que lo compró en 1477 a Alfonso de Valencia, que lo había recibido de los Reyes Católicos como recompensa por haberles hecho entrega de la ciudad de Zamora.
El Obispo de Fonseca reconstruiría y convertiría entonces el castillo en su palacio. De esta forma, Alonso de Fonseca sería el primero en introducir el estilo renacentista en la ciudad.
En esta fortaleza viviría con su amante, Doña Teresa de las Cuevas, con la que tuvo cuatro hijos. Sería el primogénito, Gutierre, quien lo heredaría pocos años antes de morir su padre.
En este lugar mantuvieron su amor prohibido a salvo de las críticas y murmuraciones de la sociedad de la época. A pesar de su condición de obispo, ambos consideraban su relación tan lícita y honesta que la defendieron hasta el final.
Posteriormente el castillo pasó por varios propietarios hasta comienzos del siglo XX. Posteriormente, el pueblo de Villanueva de Cañedo desaparece y los vecinos de la zona empezarían a usar sus grandes piedras para construir sus casas.
El Castillo del Buen Amor es declarado Monumento Histórico Artístico (1931). Pese a ello, el castillo no tenía en esta época gran consideración para sus propietarios, siendo la finca de 1000 hectáreas en la que se encuentra la que realmente tenía valor para ellos. De hecho, hasta la década de los 50 fue usado como almacén agrícola, actividad económica predominante en la región.
El estado de abandono llegó a ser tan grave que en la torre del homenaje llegó a crecer una encina y en 1933 sufrió un terrible incendio que terminó por echar abajo parte del techo y de las plantas superiores. Y para evitar que la situación fuera a peor, lo único que se hizo fue establecer la prohibición en 1957 de retirar cualquier elemento que acelerara la ruina del castillo.
En 1958, en un estado lamentable, pasa a ser propiedad de la familia Fernández de Trocóniz, que afortunadamente, procede a su restauración.
En la actualidad, es un hotel rodeado de jardines y viñedos que respeta la estructura y los elementos originales del edificio. En el exterior encontramos un foso de 15 metros de ancho donde se ha instalado una piscina y en el interior encontramos habitaciones de todo tipo. Todas ellas diferentes, pues se adaptan a la estructura del edificio, dotadas de techos de madera y otras de cúpulas o bóvedas.

A partir del Castillo del Buen Amor nos dirigimos entre encinas y robles, a la finca de San Cristóbal del Monte, atravesando otras fincas en las que hay gran cantidad de vacas, precisamente antes de llegar a la mencionada finca, abandonamos el sendero que traíamos ya que en medio del mismo se encontraban un rebaño de vacas con sus terneros y por precaución nos desviamos a la derecha, teniendo que cruzar el arroyo Izcala, prácticamente donde une sus aguas al de San Cristóbal, para formar ambos el regato de Cañedo, para volver al camino tenemos que salvar una alambrada justo donde atraviesa el arroyo.

Aqui, tanto en las riveras del regado de Izcala como en las del San Cristóbal, hay gran cantidad de fresnos.

Nos adentramos en la finca por un camino que de seguir recto nos llevaría al Cubo del Vino si seguimos el regato de San Cristóbal o a El Maderal o a Cuelgamures si lo hacemos siguiendo el regato de las Breñas; pero nosotros lo abandonamos, siguiendo a nuestra izquierda, en busca de la finca de la Izcala.

Para llegar a esta finca, tenemos que salvar el paso de la carretera Nacional y de la Autovía, primero lo intentamos por donde lo hace el regato de Izcala, pero como había un caozo grande no pudimos hacerlo, teniendo que retroceder sobre nuestros pasos en busca de un paso subterráneo que nos permitió salvar ambas vias de comunicación sin problema, eso si, dando un rodeo de 1 kilómetro.

En esta finca nos encontramos con un rebaño de terneras de la variedad “angus”

Continuamos nuestro camino entre robles y encinas, dirección Valdelosa, en busca de la finca de Valencia de la Encomienda, antes de llegar a la misma nos vemos inmersos en un espectacular alcornocal, que ya no nos abandonará hasta la salida de dicha finca.

Cantidad de Vacas y Cerdos a lo largo de todo el recorrido.

Atravesamos la Cañada de las Negras y nos dirigimos a la rivera del Cañedo, logrando nuestro objetivo ya en la finca de Santibáñez del Cañedo, siempre encontrándonos a nuestro paso rebaños de vacas que pastaban alegremente en el campo.

Atravesamos el Regato, por última vez y rio arriba nos disponemos a volver al punto de inicio de la ruta de hoy.