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Granada.Illora

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Trail stats

Distance
8.77 mi
Elevation gain
1,978 ft
Technical difficulty
Moderate
Elevation loss
1,978 ft
Max elevation
4,135 ft
TrailRank 
32
Min elevation
2,371 ft
Trail type
Loop
Moving time
4 hours 29 minutes
Time
6 hours 10 minutes
Coordinates
2577
Uploaded
December 2, 2023
Recorded
December 2023
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near Illora, Andalucía (España)

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Itinerary description

La Sierra de Madrid…que no está en Madrid.
O
El otro Gibraltar español… a 230 kilómetros del Peñón.

Están en la provincia de Granada, en Íllora, municipio del Poniente Granadino, asentado en la falda de Sierra Parapanda, considerada el barómetro de la Vega de Granada, dicen los lugareños que «cuando Parapanda tiene montera, llueve aunque Dios no quiera»

Me cuenta el amigo Joaquín Medina Ferrer, "granaino de pro" que ejerció de maestro en Tocón de Íllora, que por Granada también se dice que el nombre de Parapanda viene de que cuando la montaña se cubría de nubes los lugareños decían " esas nubes para pan darán".

De Íllora llama la atención que sus habitantes están repartidos en seis núcleos de población, al estilo de las antiguas alquerías árabes: Íllora, Alomartes, Brácana, Escóznar, Obéilar y Tocón. Sugerentes nombres que invitan a, con alma de viajero, recorrer estas poblaciones y disfrutar de su patrimonio, entre los que destacan el Castillo de Íllora, la Iglesia de la Encarnación y las Torres Atalayas para vigilancia y control del paso del enemigo hacia el interior.

Curioso es también que el Duque de Wellington tenga una finca en estas tierras y el por qué de ello. La historia se remonta a 1813 cuando el Gobierno de España otorgó a perpetuidad el Soto de Roma al militar británico Arthur Wellesley, primer duque de Wellington, por su ayuda para combatir la ocupación francesa durante la Guerra de la Independencia contra las tropas napoleónicas.

El Soto de Roma tiene una larga historia. Estuvo vinculada a la familia real nazarí de cuyas manos pasó a la corona de Castilla, convirtiéndose en sitio de realengo utilizado como cazadero real y para el aprovechamiento forestal.

Posteriormente, a la finca se le conoce con el nombre de 'La Torre' y los vecinos la rebautizaron como “la Gibraltar granadina”.

Las relaciones actuales entre los Wellington y autóctonos son cordiales e incluso de cooperación por ambas partes; aunque históricamente no han sido tan amistosas; reyes y gobiernos de España han tenido sus más y su menos con intentos vanos de recuperar la propiedad para el estado español.

El periodista y escritor Gabriel Pozo Felguera es autor del estudio más completo sobre esta finca. De este trabajo publicado en el Independiente de Granada, os selecciono algunas pistas para que os hagáis una idea:

Una donación que fue política, polémica y cuestionada en muchas ocasiones.
La primera cuestión que suscitó aquella donación de las Cortes de Cádiz fue su presunta ilegalidad. Para empezar, los diputados donaron una propiedad que era inalienable por pertenecer al patrimonio nacional.

Surgió la figura del general inglés Arthur Wellesley como capitán general de todas las tropas anti napoleónicas. Su poder y su fama se acrecentaron tanto entre 1811 y 1813, que la España libre la aclamaba. Recibió honores, distinciones, regalos y propiedades allá por donde pasaba. El título de Duque de Ciudad Rodrigo, una espada de oro de la ciudad de Vitoria, caballos, cuadros, etc. Pero sin duda el mayor y más valioso regalo de todos fue la propiedad del Real Sitio del Soto de Roma. Así lo debatieron y decidieron las Cortes de Cádiz en el mes de julio de 1813.

En cuanto Fernando VII regresó al trono, a principios de 1814, lo primero que hizo fue anular todos los acuerdos de las Cortes de Cádiz, incluida la donación del Soto de Roma. ¿Pero por qué no fue recuperado el Real Sitio para la Corona? De siempre ha sostenido el Ducado de Wellington que Fernando VII hizo una excepción con el Soto de Roma; supuestamente, tienen una carta firmada por Fernando VII nada más entrar por Gerona en la que confirmó la donación del Soto. Pero esa carta jamás ha sido mostrada.
Pero Fernando VII, tímidamente, inició un pleito judicial en la Real Chancillería de Granada para discutir la legalidad de aquella donación. En 1836 dieron la razón al Duque…A toro pasado se descubrió que buena parte de los jueces de la Audiencia también trabajaban a sueldo del Duque de Wellington en otros pleitos y asesorías.
En I República española, los revolucionarios granadinos, llamados “de las alpargatas”, se dirigieron en varias ocasiones a hacerse cargo del Soto de Roma. Un verdadero ejército de guardas armados defendió a tiros la finca, incluidos algunos mercenarios contratados por el administrador inglés. Aquello debió parecerse mucho al ejército de Pancho Villa en estampida.

Quien sí se tomó más en serio la posibilidad de expropiar el Soto de Roma fue Emilio Castelar, presidente de la I República…pero cuando se topó con el Duque de Wellington y su propiedad española del Soto de Roma debieron temblarle las piernas.

La penúltima bajada de pantalones del Estado español tuvo lugar durante la II República. El Ayuntamiento de Fuente Vaqueros aprobó una moción muy clara exigiendo al Gobierno que acometiese la expropiación del Soto de Roma en el proyecto del Instituto de Reforma Agraria. Debería repartirla entre los colonos que llevaban tres siglos encadenados a esas tierras, las habían roturado y se habían dejado el sudor y la vida en ellas. Enviaron la propuesta al gobierno.

Pero al ministro Marcelino Domingo, debió entrarle el mismo tembleque que al presidente Castelar en 1873. Metió la propuesta del Ayuntamiento de Fuente Vaqueros en un cajón y exceptuó al Soto de Roma del listado de las fincas a expropiar. El temor a un conflicto diplomático con la poderosa Inglaterra pesó más que la impartición de justicia a miles de colonos de la Vega de Granada.

Desde 1940 hasta la actualidad la tranquilidad ha sido absoluta; la finca es un modelo de explotación agrícola que da empleo a centenares de personas. Por supuesto, ha acogido y sigue acogiendo visitas de la realeza mundial. El actual Duque de Wellington nada tiene que ver con la rancia nobleza británica de años atrás.

Las únicas anécdotas recientes tuvieron lugar en la década de 1980-90, cuando algunos jornaleros se presentaron a las puertas de la finca pretendiendo ocuparla y vivir de ella y en 2010 el entonces alcalde de Íllora, encargó a un despacho de abogados la investigación y tramitación de una demanda para intentar recuperarla.

Pero dejemos estas tierras bajas y caminemos a la Sierra de Madrid, considerada la hermana menor de la de Parapanda, algo más baja pero con una noble vegetación de encinas y preciosas panorámicas. Una sierra cómoda para recorrerla hasta su vértice y que invita a una caminata agradable con conversaciones pausadas, algunas risas y chácharas sin pretensiones de arreglar este mundo…hablamos y conversamos pero no hacemos milagros.

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