Integral del Valle de las Navas - Tobes y Rahedo - Melgosa
near Melgosa, Castilla y León (España)
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En un despejado 3 de febrero de 2024 somos Mariajo, Roberto, Jesús, Miguel Ángel y quien esto escribe los que nos dirigimos a Tobes y Rahedo con la intención de realizar un itinerario circular conocido como la Integral del Valle de las Navas. Vamos a seguir un recorrido inspirado por alfilodeloinfrungible y descargado también en Wikiloc. Se trata de un recorrido con continuos subeybajas por un terreno que, por su aridez y vegetación rala, carente de arbolado, o sus tierras arcillosas, nos recuerda los paisajes desérticos de Almería, los Monegros o las Bardenas Reales. Algunos han dado en denominar esta zona la “Arizona burgalesa”. Estamos en las cabeceras del río Homino. La intensa erosión ha excavado en sus blandos materiales (margas, arenas, calizas, yesos y arcillas) un sinnúmero de barrancos y cárcavas. Hay una gran variedad cromática. La vegetación a lo largo del recorrido ha sido fundamentalmente de aulagas, gayuba y enebros, sobre todo en los parajes recorridos al norte de Tobes y Rahedo. En la parte sur, la del final de nuestro recorrido, nos hemos adentrado por terreno calcáreo y la vegetación ha sido algo más tupida y compuesta fundamentalmente por encinas.
Iniciamos nuestra marcha en las afueras de Tobes y Rahedo. Una vez atravesado el pueblo en dirección a Melgosa, y unos metros después de dejar atrás el cementerio, nos metemos por una pista a la izquierda. Nos detendremos a los doscientos metros en el paraje denominado El Val o Pasaderillas. Estamos en campos de labor cerealística. Aquí iniciamos nuestro recorrido a las 10.00 de la mañana.
Seguimos por la pista hacia el oeste; vadeamos el río Martín (10.14) y, tras medio kilómetro más de marcha, salimos de la pista para empezar a ascender por una cresta que nos llevará al Cerro de San Mamés. Seguimos un surco formado por las motos de motocross o enduro. Tenemos a veces que discurrir un poco alejados de esta huella para no quedar encajados dentro o para hacer zigzags, pues la pendiente es bastante pronunciada y resbaladiza debido a la grava suelta.
El paisaje es bastante yermo. Lo que nos espera a partir de ahora es una sucesión de subidas y bajadas por una cresta continua que va ganando altura. Poco a poco empezamos a contemplar el imponente paisaje de las Navas. Estamos en una zona desconocida porque no es lugar de paso a ningún sitio. Estos parajes se ubican entre las carreteras de Villarcayo y la de Poza. Se suceden cerritos con estratificación multicolor, de escasa cubierta vegetal y prácticamente nula presencia arbórea.
La ruta nos va a hacer pasar por tres grupos de mesetas o cerros testigos separados entre sí. Estamos en la primera que cota, la cual culmina en el vértice geodésico de Utero (987). Pero para llegar él, antes tenemos que alcanzar el paraje de Ribota (10.44). Una vez alcanzado este lugar ya aparece más definida una cresta estrecha que separa dos valles. A nuestra derecha (este) está el valle excavado por el río de Fuente Monte, y en cuya vega se asientan Melgosa y Tobes y Rahedo. A la izquierda (oeste) se ubica el valle del río de Molina, con La Molina de Ubierna, Cobos Junto a la Molina o Revillarruz. Ambos cursos de agua acabarán uniéndose al río Homino unos kilómetros más al norte para que este, a su vez, vierta sus aguas al Oca y de aquí al Ebro.
A las 11.09 llegamos al Alto de San Mamés (991). En su zona culminante, y mirando hacia el sur, hay un panel metálico un poco desangelado, para informarnos de los lugares relevantes en esa dirección. Las vistas a partir de aquí y en gran parte del recorrido que nos espera son amplísimas. Abarcamos desde la sierra de la Demanda a los Montes Obarenes, con la Mesa de Oña o el mar de nubes que cubre la Bureba. Hacia nuestra izquierda vemos los páramos y campiñas del oeste de Burgos y en la lejanía las cumbres más emblemáticas de la Montaña Palentina (Curavacas y Espigüete).
Proseguimos por la estrecha loma cenital hasta llegar, después de superadas no menos de cuatro cotas subiendo y bajando de forma continua, al alto de Utero (989). Continúan las vistas impresionantes. Aquí se encuentra el característico cilindro que certifica que estamos ante un vértice geodésico. Son las 11.55.
Iniciamos el descenso también por la cresta de la Majada hasta alcanzar un collado por el que pasa la pista que une Revillarruz con Melgosa (12.28). Hemos terminado de recorrer nuestra primera altura significativa. Quedan tres.
Tomamos la dirección de Melgosa hacia el este. A nuestra izquierda está el Alto de San Quirce. Seguimos por una recta larga hasta pasados unos 600 metros. Debemos salirnos de la misma hacia la izquierda. A partir de ahora se van a suceder tramos con roderas de tractor y campos de secano. En algunos se pierde la senda. Hay que estar atentos a la ruta que nos marca el GPS. Volvemos a crestear un poco por cotas sin nombre. Hemos pasado al lado de un humedal cercado en el paraje denominado de la Huertona (12.39). No lejos, y según el mapa, hay restos de pretéritas prospecciones de petróleo (Valdearnedo 1). No las hemos visto. Tampoco nos hemos acercado para comprobar su existencia.
Seguimos entre campos de cultivo y laderas de aulaga y enebros. El paraje es Prado de la Espina. Ya sea transitando por la línea de cumbre o ladeando llegamos al cabo de un par de kilómetros desde que salimos de la pista anterior a otra pista a las afueras de Melgosa. Estamos en la Peñuela, al borde mismo del arroyo de Fuente Montes (13.22).
Hay que remontar un poco la pista por espacio de 300 metros para salirnos de ella y vadear el arroyo (13.29). Ahora toca ascender hasta el Alto la Mayor. Pero aún queda trayecto por hacer. Por el camino que va hacia el este seguimos unos 600 metros antes de salirnos de él y enfilar hacia arriba sin camino definido para alcanzar otra crestería que toma rumbo sur. Aquí nos encontramos ya con un sustrato más desnudo que el que habíamos visto hasta ahora. Es pedregoso y hay un continuo cambio de colores de la piedra.
Tenemos a nuestra derecha unas vistas magníficas de la zona que hemos recorrido en la primera parte de nuestra marcha, Se ve Melgosa y abundan las cárcavas y barrancos que caracterizan el Valle de las Navas. Este paraje, en el que se suceden las crestas, alterna en el mapa tres denominaciones: Valdelindo, las Quemadas y Cerro Canto. A nuestra izquierda se encuentra el arroyo de las Mulderas.
Una vez alcanzado un pequeño cerro (891) a las 14.14 en las inmediaciones de Cerro Canto, toca bajar para, de nuevo, ascender a la tercera sección de altura de nuestro itinerario (acabamos de superar la segunda). Subimos hasta una amplia meseta dividida en tres partes separadas por unos collados. Se trata de la altiplanicie de Alto Mayor. Ascendemos por un espolón salvando unos 130 metros de desnivel hasta la esquina noreste de esta meseta: Conejeras. Son las 14.44. Ya empiezan a verse ciertos cambios en el paisaje. La planicie tiene trazas de exokarst sin llegar a ser lapiaces agresivos como los que podemos encontrar en la cordillera cantábrica. Esta meseta está poblada de un incipiente pinar. Aquí nos detenemos por espacio de media hora para comer. No habíamos parado hasta ahora y son las 14.53. El cansancio ya estaba empezando a hacer un poco mella, por lo menos en mí.
Reiniciada la marcha, tomamos rumbo sur suroeste por cómodo terreno llano. Pasamos sucesivamente dos pequeños collados que separan la meseta principal y más extensa, de sus dos hermanas menores: las Calzadas y Castrejón, pobladas igualmente de pinos. A lo largo de más de un kilómetro de recorrido las alturas entre la cota más alta y más baja de este conjunto meseteño apenas hay una diferencia de tres metros. El mapa no muestra curva de nivel alguna salvo las de los dos colladitos.
Todo muy cómodo hasta aquí. Ahora toca un descenso pronunciado y resbaladizo por,ya sea un barranco o una rampa de piedra suelta. Son muy útiles los bastones de marcha para evitar tropiezos. No hay un camino muy definido. Tenemos que llegar al río Mino. Bajamos por la ladera escarpada de Matapanes y el Andrinal. Se llega a este arroyo, el Mino, que alimenta al arroyo de Fuente Montes, a las 16.00, Hay que encontrar un lugar apropiado para vadearlo. Está en una zanja. Se alcanza la pista que une Tobes y Rahedo, a nuestra derecha, con la carretera de Poza, a nuestra izquierda.
En esta pista iniciamos la cuarta parte de nuestro recorrido con una nueva ascensión. La morfología del terreno cambia radicalmente. Unas decenas de metros a nuestra izquierda y volvemos a dejar la pista. Iniciamos un ascenso muy suave y tendido por zona claramente calcárea, poblada por un tupido encinar. Hay que tomar al principio siempre la trocha que va hacia la derecha en cuanto hay desvíos. A veces entramos en una galería forestal que nos quita buena parte de la escasa o tenue luz que nos llega en estos atardeceres de invierno. La nueva altura por la que vamos ascendiendo se conoce como el Monte de la Casilla. No llegamos hasta su máxima cota sino que vamos ladeando por la vertiente septentrional.
En nuestro itinerario en sentido horario estamos llegando al extremo sur. Poco a poco vamos saliendo del encinar. Nos apartamos del camino cuando los árboles desaparecen a nuestra izquierda y tomamos rumbo hacia el sur para ir poco a poco, ya por zona de páramo, virando hacia el oeste. Vamos hacia la Erilla. Según el mapa será el punto de máxima altura de toda nuestra marcha, con 1.021 metros sobre el nivel del mar.
Para llegar hasta aquí hay que dejarse guiar por el track y tomar los desvíos adecuados cruzando el camino que lleva de Tobes y Rahedo a Temiño.
Una vez en la Erilla, con abundante maleza y al borde de un escarpe al sur que no teníamos previsto, desandamos un poco nuestro recorrido para bajar al Mueso por zona de considerable pendiente y que los moteros de los alrededores suelen emplear para realizar sus bajadas de vértigo.
El Mueso es un pequeño cañón calcáreo al que descendemos para remontar por la otra vertiente. Si lo siguiéramos, llegaríamos a la pista de une Tobes y Rahedo con Temiño. Pero como somos masocas, nos planteamos un nuevo ascenso hasta Peña Mocha. La subimos sin acercarnos a su punto culminante y descendemos ya hacia la carretera que se dirige a Tobes y Rahedo.
El descenso hay que hacerlo también con cuidado y elegir concienzudamente el tramo más adecuado para evitar el riesgo cierto de romperte la crisma.
A las 18.08 llegamos a una de las curvas de la carretera en el punto kilométrico 4,5. Y de aquí solo nos queda tomar otro camino de grava y tierra que baja justo al punto en el que ocho horas antes iniciamos el paseo. Tenemos casi un kilómetro de descenso entre curvas hasta llegar a Las Pasaderillas dando por finalizado nuestro periplo por el Valle de las Navas.
Hemos andado subiendo y bajando 25,9 kilómetros y acumulado un desnivel total de 813 metros. No ha estado mal. No hemos visto excursionistas como nosotros en todo el tiempo de nuestra marcha. Sí en cambio, unos cuantos agricultores a los mandos de sus tractores, un motero que se ha lanzado a tumba abierta en una de las cuestas de la Erilla y unos cuantos corzos en tres o cuatro ocasiones más algunos jabalíes.
La fama paisajística de Burgos la copan los cañones del Ebro y las Loras, las Merindades y las sierras de la Demanda y de Neila. El resto parece escondido y solo conocido de las personas oriundas de esos lugares perdidos. El Valle de las Navas es uno de esos paraísos desconocidos de la provincia que sin duda sorprenderá a los que lo contemplen por primera vez.
Para saber más de este sitio es útil la lectura del capítulo “Estratos y sedimentos” del libro Lugares de interés geológico en la provincia de Burgos publicado por la Asociación Geocientífica de Burgos.
Iniciamos nuestra marcha en las afueras de Tobes y Rahedo. Una vez atravesado el pueblo en dirección a Melgosa, y unos metros después de dejar atrás el cementerio, nos metemos por una pista a la izquierda. Nos detendremos a los doscientos metros en el paraje denominado El Val o Pasaderillas. Estamos en campos de labor cerealística. Aquí iniciamos nuestro recorrido a las 10.00 de la mañana.
Seguimos por la pista hacia el oeste; vadeamos el río Martín (10.14) y, tras medio kilómetro más de marcha, salimos de la pista para empezar a ascender por una cresta que nos llevará al Cerro de San Mamés. Seguimos un surco formado por las motos de motocross o enduro. Tenemos a veces que discurrir un poco alejados de esta huella para no quedar encajados dentro o para hacer zigzags, pues la pendiente es bastante pronunciada y resbaladiza debido a la grava suelta.
El paisaje es bastante yermo. Lo que nos espera a partir de ahora es una sucesión de subidas y bajadas por una cresta continua que va ganando altura. Poco a poco empezamos a contemplar el imponente paisaje de las Navas. Estamos en una zona desconocida porque no es lugar de paso a ningún sitio. Estos parajes se ubican entre las carreteras de Villarcayo y la de Poza. Se suceden cerritos con estratificación multicolor, de escasa cubierta vegetal y prácticamente nula presencia arbórea.
La ruta nos va a hacer pasar por tres grupos de mesetas o cerros testigos separados entre sí. Estamos en la primera que cota, la cual culmina en el vértice geodésico de Utero (987). Pero para llegar él, antes tenemos que alcanzar el paraje de Ribota (10.44). Una vez alcanzado este lugar ya aparece más definida una cresta estrecha que separa dos valles. A nuestra derecha (este) está el valle excavado por el río de Fuente Monte, y en cuya vega se asientan Melgosa y Tobes y Rahedo. A la izquierda (oeste) se ubica el valle del río de Molina, con La Molina de Ubierna, Cobos Junto a la Molina o Revillarruz. Ambos cursos de agua acabarán uniéndose al río Homino unos kilómetros más al norte para que este, a su vez, vierta sus aguas al Oca y de aquí al Ebro.
A las 11.09 llegamos al Alto de San Mamés (991). En su zona culminante, y mirando hacia el sur, hay un panel metálico un poco desangelado, para informarnos de los lugares relevantes en esa dirección. Las vistas a partir de aquí y en gran parte del recorrido que nos espera son amplísimas. Abarcamos desde la sierra de la Demanda a los Montes Obarenes, con la Mesa de Oña o el mar de nubes que cubre la Bureba. Hacia nuestra izquierda vemos los páramos y campiñas del oeste de Burgos y en la lejanía las cumbres más emblemáticas de la Montaña Palentina (Curavacas y Espigüete).
Proseguimos por la estrecha loma cenital hasta llegar, después de superadas no menos de cuatro cotas subiendo y bajando de forma continua, al alto de Utero (989). Continúan las vistas impresionantes. Aquí se encuentra el característico cilindro que certifica que estamos ante un vértice geodésico. Son las 11.55.
Iniciamos el descenso también por la cresta de la Majada hasta alcanzar un collado por el que pasa la pista que une Revillarruz con Melgosa (12.28). Hemos terminado de recorrer nuestra primera altura significativa. Quedan tres.
Tomamos la dirección de Melgosa hacia el este. A nuestra izquierda está el Alto de San Quirce. Seguimos por una recta larga hasta pasados unos 600 metros. Debemos salirnos de la misma hacia la izquierda. A partir de ahora se van a suceder tramos con roderas de tractor y campos de secano. En algunos se pierde la senda. Hay que estar atentos a la ruta que nos marca el GPS. Volvemos a crestear un poco por cotas sin nombre. Hemos pasado al lado de un humedal cercado en el paraje denominado de la Huertona (12.39). No lejos, y según el mapa, hay restos de pretéritas prospecciones de petróleo (Valdearnedo 1). No las hemos visto. Tampoco nos hemos acercado para comprobar su existencia.
Seguimos entre campos de cultivo y laderas de aulaga y enebros. El paraje es Prado de la Espina. Ya sea transitando por la línea de cumbre o ladeando llegamos al cabo de un par de kilómetros desde que salimos de la pista anterior a otra pista a las afueras de Melgosa. Estamos en la Peñuela, al borde mismo del arroyo de Fuente Montes (13.22).
Hay que remontar un poco la pista por espacio de 300 metros para salirnos de ella y vadear el arroyo (13.29). Ahora toca ascender hasta el Alto la Mayor. Pero aún queda trayecto por hacer. Por el camino que va hacia el este seguimos unos 600 metros antes de salirnos de él y enfilar hacia arriba sin camino definido para alcanzar otra crestería que toma rumbo sur. Aquí nos encontramos ya con un sustrato más desnudo que el que habíamos visto hasta ahora. Es pedregoso y hay un continuo cambio de colores de la piedra.
Tenemos a nuestra derecha unas vistas magníficas de la zona que hemos recorrido en la primera parte de nuestra marcha, Se ve Melgosa y abundan las cárcavas y barrancos que caracterizan el Valle de las Navas. Este paraje, en el que se suceden las crestas, alterna en el mapa tres denominaciones: Valdelindo, las Quemadas y Cerro Canto. A nuestra izquierda se encuentra el arroyo de las Mulderas.
Una vez alcanzado un pequeño cerro (891) a las 14.14 en las inmediaciones de Cerro Canto, toca bajar para, de nuevo, ascender a la tercera sección de altura de nuestro itinerario (acabamos de superar la segunda). Subimos hasta una amplia meseta dividida en tres partes separadas por unos collados. Se trata de la altiplanicie de Alto Mayor. Ascendemos por un espolón salvando unos 130 metros de desnivel hasta la esquina noreste de esta meseta: Conejeras. Son las 14.44. Ya empiezan a verse ciertos cambios en el paisaje. La planicie tiene trazas de exokarst sin llegar a ser lapiaces agresivos como los que podemos encontrar en la cordillera cantábrica. Esta meseta está poblada de un incipiente pinar. Aquí nos detenemos por espacio de media hora para comer. No habíamos parado hasta ahora y son las 14.53. El cansancio ya estaba empezando a hacer un poco mella, por lo menos en mí.
Reiniciada la marcha, tomamos rumbo sur suroeste por cómodo terreno llano. Pasamos sucesivamente dos pequeños collados que separan la meseta principal y más extensa, de sus dos hermanas menores: las Calzadas y Castrejón, pobladas igualmente de pinos. A lo largo de más de un kilómetro de recorrido las alturas entre la cota más alta y más baja de este conjunto meseteño apenas hay una diferencia de tres metros. El mapa no muestra curva de nivel alguna salvo las de los dos colladitos.
Todo muy cómodo hasta aquí. Ahora toca un descenso pronunciado y resbaladizo por,ya sea un barranco o una rampa de piedra suelta. Son muy útiles los bastones de marcha para evitar tropiezos. No hay un camino muy definido. Tenemos que llegar al río Mino. Bajamos por la ladera escarpada de Matapanes y el Andrinal. Se llega a este arroyo, el Mino, que alimenta al arroyo de Fuente Montes, a las 16.00, Hay que encontrar un lugar apropiado para vadearlo. Está en una zanja. Se alcanza la pista que une Tobes y Rahedo, a nuestra derecha, con la carretera de Poza, a nuestra izquierda.
En esta pista iniciamos la cuarta parte de nuestro recorrido con una nueva ascensión. La morfología del terreno cambia radicalmente. Unas decenas de metros a nuestra izquierda y volvemos a dejar la pista. Iniciamos un ascenso muy suave y tendido por zona claramente calcárea, poblada por un tupido encinar. Hay que tomar al principio siempre la trocha que va hacia la derecha en cuanto hay desvíos. A veces entramos en una galería forestal que nos quita buena parte de la escasa o tenue luz que nos llega en estos atardeceres de invierno. La nueva altura por la que vamos ascendiendo se conoce como el Monte de la Casilla. No llegamos hasta su máxima cota sino que vamos ladeando por la vertiente septentrional.
En nuestro itinerario en sentido horario estamos llegando al extremo sur. Poco a poco vamos saliendo del encinar. Nos apartamos del camino cuando los árboles desaparecen a nuestra izquierda y tomamos rumbo hacia el sur para ir poco a poco, ya por zona de páramo, virando hacia el oeste. Vamos hacia la Erilla. Según el mapa será el punto de máxima altura de toda nuestra marcha, con 1.021 metros sobre el nivel del mar.
Para llegar hasta aquí hay que dejarse guiar por el track y tomar los desvíos adecuados cruzando el camino que lleva de Tobes y Rahedo a Temiño.
Una vez en la Erilla, con abundante maleza y al borde de un escarpe al sur que no teníamos previsto, desandamos un poco nuestro recorrido para bajar al Mueso por zona de considerable pendiente y que los moteros de los alrededores suelen emplear para realizar sus bajadas de vértigo.
El Mueso es un pequeño cañón calcáreo al que descendemos para remontar por la otra vertiente. Si lo siguiéramos, llegaríamos a la pista de une Tobes y Rahedo con Temiño. Pero como somos masocas, nos planteamos un nuevo ascenso hasta Peña Mocha. La subimos sin acercarnos a su punto culminante y descendemos ya hacia la carretera que se dirige a Tobes y Rahedo.
El descenso hay que hacerlo también con cuidado y elegir concienzudamente el tramo más adecuado para evitar el riesgo cierto de romperte la crisma.
A las 18.08 llegamos a una de las curvas de la carretera en el punto kilométrico 4,5. Y de aquí solo nos queda tomar otro camino de grava y tierra que baja justo al punto en el que ocho horas antes iniciamos el paseo. Tenemos casi un kilómetro de descenso entre curvas hasta llegar a Las Pasaderillas dando por finalizado nuestro periplo por el Valle de las Navas.
Hemos andado subiendo y bajando 25,9 kilómetros y acumulado un desnivel total de 813 metros. No ha estado mal. No hemos visto excursionistas como nosotros en todo el tiempo de nuestra marcha. Sí en cambio, unos cuantos agricultores a los mandos de sus tractores, un motero que se ha lanzado a tumba abierta en una de las cuestas de la Erilla y unos cuantos corzos en tres o cuatro ocasiones más algunos jabalíes.
La fama paisajística de Burgos la copan los cañones del Ebro y las Loras, las Merindades y las sierras de la Demanda y de Neila. El resto parece escondido y solo conocido de las personas oriundas de esos lugares perdidos. El Valle de las Navas es uno de esos paraísos desconocidos de la provincia que sin duda sorprenderá a los que lo contemplen por primera vez.
Para saber más de este sitio es útil la lectura del capítulo “Estratos y sedimentos” del libro Lugares de interés geológico en la provincia de Burgos publicado por la Asociación Geocientífica de Burgos.
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