Isabel la Católica (Cañamero - Guadalupe)
near Cañamero, Extremadura (España)
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Trail photos
Itinerary description
RECORRIDO: Ruta de Isabel La Católica desde el río Ruecas en la localidad de Cañamero hasta el río Guadalupejo y la Puebla de Guadalupe; pasando por el embalse del Cancho del Fresno, la Cruz de Andrada, el Colmenar de los Frailes, el castaño el Abuelo y la ermita de Santa Catalina.
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ITINERARIO:El aire voluble, variable nos llevó por otros andurriales y, remontando el vuelo, recalamos en Las Villuercas un domingo del mes de abril en busca de los aires serranos y morenos de Guadalupe:
Todavía permanecen en nuestra mente, y tardarán en borrarse, las imágenes captadas y las sensaciones experimentadas a lo largo de la ruta que nos llevó desde la localidad cacereña de Cañamero hasta la vecina Guadalupe en una apacibe y tibia mañana.
Empezamos salvando el curso alto del río Ruecas por su piscina natural cuyas frescas y trasparentes aguas se represan más arriba en el embalse del Cancho del Fresno, tras salvar un agreste y empinado camino de cabras. A partir de la represa llaneamos por una pista bien acondicionada entre pinos a la orilla del agua por donde transcurre con sosiego la primera parte de la ruta con las crestas de Las Villuercas reflejándose en el espejo del lago artificial disfrutando de unas imágenes de postal.
Pero la comodidad no se inventó para los amantes de la naturaleza y un desvío bien señalizado nos indica la dirección en continuo ascenso por una sinuosa vereda hasta otro hito de la ruta, una sencilla cruz de piedra: Se trata de la Cruz de Andrada, que recuerda el alevoso asesinato de un caminante que tuvo lugar en este apartado paraje por parte de unos salteadores de caminos acaecida allá por el año 1844. Grabado en hierro y en mi mente quedó el luctuoso suceso que termina con esta súplica:
“¡Ruega por mí al pasar por mi camino
y que otra sea tu suerte, peregrino!"
Tras sortear un arroyo que baja entre peñas de las cumbres, la ruta nos ofrece su más encrespado y arriscado semblante al llevarnos a través de un tupido jaral hasta el accidentado paso del Melonar de los Frailes, (donde se cuenta irónicamente que los agotados caminantes podían saciar su sed en verano). Se trata en realidad de un canchal o pedregal que se precipita de arriba abajo por la vaguada de la Sierra del Águila, el tramo más abrupto y peligroso de la ruta. Superado el trance, llegamos a una pista forestal que discurre por un tupido pinar desde donde alcanzamos el collado de la Era del Pico Agudo donde nos detenemos a admirar uno de los árboles más singulares de Extremadura: Un longevo castaño conocido como “El Abuelo”, que a duras penas se mantiene en pie agobiado por el peso de los años.
A partir de aquí el camino desciende entre robles, primero y pinos después mientras vamos divisando La Puebla de Guadalupe con el monasterio destacando entre el caserío en el fondo del valle del Guadalupejo, con la sierra de Las Villuercas a nuestra espalada.
Desde la ermita de Santa Catalina podemos divisar una las panorámicas más espectaculares de la ruta. Continuamos el descenso con el monasterio cada vez más a nuestro alcance donde nos espera la patrona de Extremadura para darnos la bienvenida. Cruzamos el río Guadalupejo y nos adentramos en el pueblo pasando por la fuente del Piojo, la calle del Tinte y la plaza de la fuente de los Tres Chorros.
En la plaza de Santa María nuestros asombrados ojos se topan de golpe con la impresionante fachada gótica del monasterio. Entramos en la iglesia, saludamos a la Morenita agradeciéndole que todo se haya desarrollado sin sobresaltos y recorremos el claustro admirando la serena y relajante belleza del lugar.
Nos queda descansar, beber y reponer fuerzas en alguno de los numerosos abrevaderos y pesebres de Guadalupe.
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ITINERARIO:El aire voluble, variable nos llevó por otros andurriales y, remontando el vuelo, recalamos en Las Villuercas un domingo del mes de abril en busca de los aires serranos y morenos de Guadalupe:
Todavía permanecen en nuestra mente, y tardarán en borrarse, las imágenes captadas y las sensaciones experimentadas a lo largo de la ruta que nos llevó desde la localidad cacereña de Cañamero hasta la vecina Guadalupe en una apacibe y tibia mañana.
Empezamos salvando el curso alto del río Ruecas por su piscina natural cuyas frescas y trasparentes aguas se represan más arriba en el embalse del Cancho del Fresno, tras salvar un agreste y empinado camino de cabras. A partir de la represa llaneamos por una pista bien acondicionada entre pinos a la orilla del agua por donde transcurre con sosiego la primera parte de la ruta con las crestas de Las Villuercas reflejándose en el espejo del lago artificial disfrutando de unas imágenes de postal.
Pero la comodidad no se inventó para los amantes de la naturaleza y un desvío bien señalizado nos indica la dirección en continuo ascenso por una sinuosa vereda hasta otro hito de la ruta, una sencilla cruz de piedra: Se trata de la Cruz de Andrada, que recuerda el alevoso asesinato de un caminante que tuvo lugar en este apartado paraje por parte de unos salteadores de caminos acaecida allá por el año 1844. Grabado en hierro y en mi mente quedó el luctuoso suceso que termina con esta súplica:
“¡Ruega por mí al pasar por mi camino
y que otra sea tu suerte, peregrino!"
Tras sortear un arroyo que baja entre peñas de las cumbres, la ruta nos ofrece su más encrespado y arriscado semblante al llevarnos a través de un tupido jaral hasta el accidentado paso del Melonar de los Frailes, (donde se cuenta irónicamente que los agotados caminantes podían saciar su sed en verano). Se trata en realidad de un canchal o pedregal que se precipita de arriba abajo por la vaguada de la Sierra del Águila, el tramo más abrupto y peligroso de la ruta. Superado el trance, llegamos a una pista forestal que discurre por un tupido pinar desde donde alcanzamos el collado de la Era del Pico Agudo donde nos detenemos a admirar uno de los árboles más singulares de Extremadura: Un longevo castaño conocido como “El Abuelo”, que a duras penas se mantiene en pie agobiado por el peso de los años.
A partir de aquí el camino desciende entre robles, primero y pinos después mientras vamos divisando La Puebla de Guadalupe con el monasterio destacando entre el caserío en el fondo del valle del Guadalupejo, con la sierra de Las Villuercas a nuestra espalada.
Desde la ermita de Santa Catalina podemos divisar una las panorámicas más espectaculares de la ruta. Continuamos el descenso con el monasterio cada vez más a nuestro alcance donde nos espera la patrona de Extremadura para darnos la bienvenida. Cruzamos el río Guadalupejo y nos adentramos en el pueblo pasando por la fuente del Piojo, la calle del Tinte y la plaza de la fuente de los Tres Chorros.
En la plaza de Santa María nuestros asombrados ojos se topan de golpe con la impresionante fachada gótica del monasterio. Entramos en la iglesia, saludamos a la Morenita agradeciéndole que todo se haya desarrollado sin sobresaltos y recorremos el claustro admirando la serena y relajante belleza del lugar.
Nos queda descansar, beber y reponer fuerzas en alguno de los numerosos abrevaderos y pesebres de Guadalupe.
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