Isoba - Picu San Justo

Tras la tempestad llega la calma... una tranquila, templada y soleada jornada de senderismo en el Paraíso que es el Parque del Mampodre y Riaño en la montaña de León.

En esta ocasión nos acercamos a Isoba, con el punto de mira en su cumbre más destacada: el Picu San Justo.

Partimos del centro del pueblo, con amplias zonas para estacionar, y continuamos hacia la derecha, en busca del inicio de la amplia y cómoda PR-LE17, por la que discurrirá un cuarto del trazado de subida.

Pasados varios balcones del circo de Cebolledo y los picos Torres y Valverde, llega el punto clave de la ruta, e insisto: ¡O-JITO! (Acéptese el sutil y ocurrente "chiste"). Hemos marcado un waypoint al efecto en el punto exacto en el que se encuentra este querido elemento de señalización, BASTANTE DESAPERCIBIDO teniendo en cuenta la proximidad de un poste de sendero PR que, lógicamente capta más nuestra atención. Si nos desviamos aquí de la PR, por el estrecho sendero entre escobas que se nos presenta, entraremos en el trazado de bajada, bastante más recomendable dada la limpieza del recorrido, la suavidad de la subida y la permanente señalización (hay un jito casi cada 20 metros hasta la cumbre).

Volviendo al tramo de subida, la vista nos "traicionó", dejando pasar el jito y continuando por la PR hasta que, en punto bastante propicio, optamos por comenzar el ataque a la cumbre. Merece la pena, no obstante, esta incursión ya que aunque carente de toda señalización, se trata de una limpia, pero pindia, canal de subida ante unas panorámicas espectaculares de Les Rapaínes y Peña Rapaona.

Ambas opciones llegan a un nexo común, ante un espeso escobal con truco hacia la derecha de la ladera: encontraremos un tímido sendero para adentrarnos en él y llegar a un incómodo, pero pequeño, canchal en el que volvemos a encontrar los jitos que pueblan, afortunadamente, este trazado.

Entramos en la fase final de la ascensión, bastante engañosa al tener la sensación por tres veces de haber alcanzado una supuesta cumbre.

Por fin, alcanzaremos un amplio collado junto a la ya bastante evidente, y muy amplia, cima. Nos resta una pequeña, y nada complicada, trepada antes de alcanzar este entretenido techo, coronado por un vetusto y muy castigado buzón de cumbres junto a los restos de lo que parece ser una antigua trinchera. El mirador no puede ser más privilegiado, abarcando la vista desde la cercana Peña Los Niales, pasando por el Picu Runción y hasta nuestros queridos Picos de Europa.