Iznájar: pantano de Iznájar-tajos de Valdearenas-sierra de las Ventanas-Iznájar
near Iznájar, Andalucía (España)
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Itinerary description
¡Atención!: la subida a la sierra de las Ventanas que muestra este track, por su cara sur, entraña cierto peligro. No hay camino, se realiza campo a través con una pronunciada pendiente y con numeroso material suelto. Un resbalón en ese ascenso puede resultar fatal. Además, una vez en la arista, es necesario recorrer la crestería para alcanzar la cumbre. Es aconsejable, por tanto, subir al pico por su cara norte, por el mismo itinerario que el de vuelta.
Partimos desde el Caserío de Iznájar, una buena opción de alojamiento si se desea pasar la noche en la zona. Nos dirigimos hacia la playa fluvial de Valdearenas, a orillas del pantano de Iznájar. Este pantano en el río Genil, construido a finales de los 60 del siglo pasado, con un perímetro de más de 100 km que se extiende por tres provincias -Granada, Córdoba y Málaga- es uno de los más grandes de España y el más grande de Andalucía, de ahí que se le conozca como el "lago de Andalucía". Ahora, sin embargo, se encuentra bastante vacío, al 30% de su capacidad.
Recorriendo la orilla, observamos en un embarcadero ejemplares de "mejillón cebra". En efecto, esta especie exótica invasora, procedente del mar Caspio, ha colonizado muchas de nuestras masas de agua de interior, convirtiéndose en un gran problema. De hecho, como medida de control, cualquier embarcación que desee navegar en el embalse debe desinfectarse previamente en instalaciones gratuitas habilitadas para ello. En el embalse abunda, también, otra especie invasora: el siluro.
Remontamos el embalse y pasamos frente al centro de interpretación del mismo. Si está abierto, merece la pena visitarlo por la gran cantidad de información que atesora. Sabremos, entonces, que la construcción del embalse produjo el desplazamiento del 50% de la población de Iznájar, cuyas tierras quedaron anegadas por las aguas y que tuvieron que emigrar a otros territorios. En una de las salas, una gran maqueta donada por una mujer que, siendo niña, tuvo que emigrar por ello a Cataluña, muestra de manera fidedigna cómo era el territorio antes de la construcción del embalse.
Toca ahora encaramarse, entre olivares a los tajos de Valdearenas. No hay mejor manera de contemplar el entorno que recorriendo los tajos. Las vistas del pantano, del pueblo de Iznájar, con su castillo asomando por encima de la peña, y de todos los alrededores, son fabulosas. Descendemos por la otra cara y no dirigimos por una carretera poco transitada hacia la sierra de las Ventanas. A medio camino se encuentra la población de Celada. Una vez a los pies de la sierra, afrontamos la subida por su cara sur. Ya hemos comentado al principio que entraña cierto peligro porque no hay camino y la pendiente es muy pronunciada. En la cumbre hay un hito geodésico protegido por una barandilla. Desde allí, tenemos unas espectaculares panorámicas de la subbética cordobesa, con su pico más alto, la Tiñosa, a la derecha y, cerca del mismo, el pico Bermejo. No hace mucho, andorreamos por allí. La bajada la hacemos por la cara norte, campo a través entre olivos hasta contactar con un carril que conecta con la carretera de vuelta. Desandamos lo andado por la carretera y nos dirigimos ahora hacia Iznájar pasando por el puente antiguo. A la izquierda del puente se puede observar una chimenea industrial antigua. Es todo lo que queda de una antigua orujera que quedó bajo las aguas tras la construcción del embalse.
La visita a Iznájar es una delicia, con sus calles laberínticas y sus numerosos miradores. La parte más bella es la que rodea el castillo y la parroquia de Santiago apóstol. Merece la pena dedicar tiempo a recorrerla entera. Es muy gratificante, además, encontrar poesías en sus puntos más emblemáticos. Ya solo queda volver de nuevo hasta el Caserío de Iznájar para completar una buena jornada de senderismo por zonas muy poco transitadas.
Partimos desde el Caserío de Iznájar, una buena opción de alojamiento si se desea pasar la noche en la zona. Nos dirigimos hacia la playa fluvial de Valdearenas, a orillas del pantano de Iznájar. Este pantano en el río Genil, construido a finales de los 60 del siglo pasado, con un perímetro de más de 100 km que se extiende por tres provincias -Granada, Córdoba y Málaga- es uno de los más grandes de España y el más grande de Andalucía, de ahí que se le conozca como el "lago de Andalucía". Ahora, sin embargo, se encuentra bastante vacío, al 30% de su capacidad.
Recorriendo la orilla, observamos en un embarcadero ejemplares de "mejillón cebra". En efecto, esta especie exótica invasora, procedente del mar Caspio, ha colonizado muchas de nuestras masas de agua de interior, convirtiéndose en un gran problema. De hecho, como medida de control, cualquier embarcación que desee navegar en el embalse debe desinfectarse previamente en instalaciones gratuitas habilitadas para ello. En el embalse abunda, también, otra especie invasora: el siluro.
Remontamos el embalse y pasamos frente al centro de interpretación del mismo. Si está abierto, merece la pena visitarlo por la gran cantidad de información que atesora. Sabremos, entonces, que la construcción del embalse produjo el desplazamiento del 50% de la población de Iznájar, cuyas tierras quedaron anegadas por las aguas y que tuvieron que emigrar a otros territorios. En una de las salas, una gran maqueta donada por una mujer que, siendo niña, tuvo que emigrar por ello a Cataluña, muestra de manera fidedigna cómo era el territorio antes de la construcción del embalse.
Toca ahora encaramarse, entre olivares a los tajos de Valdearenas. No hay mejor manera de contemplar el entorno que recorriendo los tajos. Las vistas del pantano, del pueblo de Iznájar, con su castillo asomando por encima de la peña, y de todos los alrededores, son fabulosas. Descendemos por la otra cara y no dirigimos por una carretera poco transitada hacia la sierra de las Ventanas. A medio camino se encuentra la población de Celada. Una vez a los pies de la sierra, afrontamos la subida por su cara sur. Ya hemos comentado al principio que entraña cierto peligro porque no hay camino y la pendiente es muy pronunciada. En la cumbre hay un hito geodésico protegido por una barandilla. Desde allí, tenemos unas espectaculares panorámicas de la subbética cordobesa, con su pico más alto, la Tiñosa, a la derecha y, cerca del mismo, el pico Bermejo. No hace mucho, andorreamos por allí. La bajada la hacemos por la cara norte, campo a través entre olivos hasta contactar con un carril que conecta con la carretera de vuelta. Desandamos lo andado por la carretera y nos dirigimos ahora hacia Iznájar pasando por el puente antiguo. A la izquierda del puente se puede observar una chimenea industrial antigua. Es todo lo que queda de una antigua orujera que quedó bajo las aguas tras la construcción del embalse.
La visita a Iznájar es una delicia, con sus calles laberínticas y sus numerosos miradores. La parte más bella es la que rodea el castillo y la parroquia de Santiago apóstol. Merece la pena dedicar tiempo a recorrerla entera. Es muy gratificante, además, encontrar poesías en sus puntos más emblemáticos. Ya solo queda volver de nuevo hasta el Caserío de Iznájar para completar una buena jornada de senderismo por zonas muy poco transitadas.
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