Jaya Cruzá-Trambosríos-Canal del Hitón
near Saja, Cantabria (España)
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Itinerary description
Jaya Cruzá-Trambosríos-Canal del Hitón
Comenzamos a recorrer los primeros metros y el camino se divide en dos, tomamos el ramal de la derecha que tiene menos desnivel.
El sendero nos interna en un precioso hayedo donde también encontramos fresnos, avellanos, arces y espinos.
El río Saja se localiza abajo a nuestra derecha y oñimos como comienza a sonar con mayor fuerza a medida que avanzamos y nos vamos acercando a él.
Cruzamos un pequeño arroyo y continuamos avanzando. Descendemos suavemente y desembocamos en un puente. Llegamos a la zona que se conoce con el nombre de Trambosrios. Aquí se unen los dos ríos principales que discurren por Sejos: el Bijoz, que proviene de la Canal del Infierno y el Cureñas, que baja por la Canal del Diablo. En este tramo donde se unen ambos ríos comienza oficialmente el río Saja.
Un puente de cemento a la derecha cruza sobre el río y conduce a una cueva artificial. Esta cueva fue parte de un proyecto que nos e terminó, en el que se pretendía construir un canal para llevar agua desde aquí hasta los montes de Bucierca.
No cruzamos este puente, seguimos por el sendero principal que gira a la izquierda y comienza a ascender.
El bullicio del río nos acompaña gran parte del camino donde podemos ver pozos, pequeñas cascadas… La pista comienza a ascender de forma más progresiva trazando curvas y vamos encontrando hayas de gran porte, algunas de ellas acompañadas de avellanos, acebos, serbales, mostajos y saucos.
Por el camino se han instalado algún tramo con barandillas de madera que pueden ayudarnos en la marcha, ya que el terreno en estos tramos es bastante irregular, y sirven de protección para evitar caídas, aunque el camino es ancho y no entraña dificultad.
Pasaremos por dos pequeñas vaguadas denominadas de los Albarqueros, nombre que sugiere que en ese lugar se cortaba madera de abedul para fabricar albarcas y la segunda vaguada denominada Joracaeros, que hace referencia a joracar, que significa agujerear o ahuecar el trozo de madera o tarugo para hacer la forma del pie en la albarca.
A medida que ascendemos nos vamos separando del río y el sonido del río nos llega más lejano. El camino en este tramo a penas tiene desnivel y desde aquí podemos divisar en la otra orilla los Molinucos del Diablo, unas peñas altas verticales con zonas de color amarillo.
Sobre este paraje hay una historia bastante curiosa que merece la pena destacar. El pintor Agustín Riancho (Entrambasmestas, 1841–Alceda, 1929) fue uno de los paisajistas más reconocidos del panorama español del siglo XIX. A lo largo de su carrera, se esforzó por dar a conocer diferentes rincones de nuestro país, especialmente los de montaña. Precisamente, uno de ellos fue adquirido por el Museo del Prado. Sin embargo, a poco más de dos semanas de presentar esta nueva adquisición, la entidad no logró ubicar el lugar así que el conservador del Museo del Prado se puso en contacto con el departamento de geología de la Universidad de Zaragoza. Desde allí hicieron un llamamiento en las redes y la petición se ha acabado viralizando. Son varias las respuestas que recibieron y varias de ellas apuntaban a que se trataba de los Molinucos del Diablo. Este lugar está cerca del pueblo natal de Riancho, por lo que en un principio encajaba ya que a partir de 1884 casi todo lo que pintaba estaba cerca de allí. Pero como no acababa de ser exactamente igual, lo descartaron.
Aquí nos topamos con una gran mole de piedras que forman una pequeña oquedad, denominada esta formación el Castro del Burro.
Seguimos avanzando y vemos más cerca lo Molinucos del Diablo. En esta parte del recorrido las hayas dan paso a robles y acebos.
Nos vamos acercando al fondo de la canal, y el sonido del río vuelve a oírse con intensidad. Volvemos a tener a pocos metros abajo a nuestra derecha el río. Aquí la zona está más despejada sin árboles. Nos estamos acercando a la zona conocida como Cureñas desde donde podemos observar las cimas que cierran el valle.
Este tramo es el más dificultoso para atravesar por la cantidad de barro y el terreno es un muy irregular. Con calma vamos sorteando las zonas de barro, nos vendrá bien la ayuda de bastones o vara.
Desembocamos en un puente de madera que cruzamos para atravesar una zona de escobas y hierba.
Llegamos donde la canal del Hitón. Aquí desemboca el río Cureñas y podemos encontrar pozos moldeados en la roca donde darnos un baño y además podemos aprovechar a comer en este lugar para luego regresar por el mismo camino hasta el coche.
Comenzamos a recorrer los primeros metros y el camino se divide en dos, tomamos el ramal de la derecha que tiene menos desnivel.
El sendero nos interna en un precioso hayedo donde también encontramos fresnos, avellanos, arces y espinos.
El río Saja se localiza abajo a nuestra derecha y oñimos como comienza a sonar con mayor fuerza a medida que avanzamos y nos vamos acercando a él.
Cruzamos un pequeño arroyo y continuamos avanzando. Descendemos suavemente y desembocamos en un puente. Llegamos a la zona que se conoce con el nombre de Trambosrios. Aquí se unen los dos ríos principales que discurren por Sejos: el Bijoz, que proviene de la Canal del Infierno y el Cureñas, que baja por la Canal del Diablo. En este tramo donde se unen ambos ríos comienza oficialmente el río Saja.
Un puente de cemento a la derecha cruza sobre el río y conduce a una cueva artificial. Esta cueva fue parte de un proyecto que nos e terminó, en el que se pretendía construir un canal para llevar agua desde aquí hasta los montes de Bucierca.
No cruzamos este puente, seguimos por el sendero principal que gira a la izquierda y comienza a ascender.
El bullicio del río nos acompaña gran parte del camino donde podemos ver pozos, pequeñas cascadas… La pista comienza a ascender de forma más progresiva trazando curvas y vamos encontrando hayas de gran porte, algunas de ellas acompañadas de avellanos, acebos, serbales, mostajos y saucos.
Por el camino se han instalado algún tramo con barandillas de madera que pueden ayudarnos en la marcha, ya que el terreno en estos tramos es bastante irregular, y sirven de protección para evitar caídas, aunque el camino es ancho y no entraña dificultad.
Pasaremos por dos pequeñas vaguadas denominadas de los Albarqueros, nombre que sugiere que en ese lugar se cortaba madera de abedul para fabricar albarcas y la segunda vaguada denominada Joracaeros, que hace referencia a joracar, que significa agujerear o ahuecar el trozo de madera o tarugo para hacer la forma del pie en la albarca.
A medida que ascendemos nos vamos separando del río y el sonido del río nos llega más lejano. El camino en este tramo a penas tiene desnivel y desde aquí podemos divisar en la otra orilla los Molinucos del Diablo, unas peñas altas verticales con zonas de color amarillo.
Sobre este paraje hay una historia bastante curiosa que merece la pena destacar. El pintor Agustín Riancho (Entrambasmestas, 1841–Alceda, 1929) fue uno de los paisajistas más reconocidos del panorama español del siglo XIX. A lo largo de su carrera, se esforzó por dar a conocer diferentes rincones de nuestro país, especialmente los de montaña. Precisamente, uno de ellos fue adquirido por el Museo del Prado. Sin embargo, a poco más de dos semanas de presentar esta nueva adquisición, la entidad no logró ubicar el lugar así que el conservador del Museo del Prado se puso en contacto con el departamento de geología de la Universidad de Zaragoza. Desde allí hicieron un llamamiento en las redes y la petición se ha acabado viralizando. Son varias las respuestas que recibieron y varias de ellas apuntaban a que se trataba de los Molinucos del Diablo. Este lugar está cerca del pueblo natal de Riancho, por lo que en un principio encajaba ya que a partir de 1884 casi todo lo que pintaba estaba cerca de allí. Pero como no acababa de ser exactamente igual, lo descartaron.
Aquí nos topamos con una gran mole de piedras que forman una pequeña oquedad, denominada esta formación el Castro del Burro.
Seguimos avanzando y vemos más cerca lo Molinucos del Diablo. En esta parte del recorrido las hayas dan paso a robles y acebos.
Nos vamos acercando al fondo de la canal, y el sonido del río vuelve a oírse con intensidad. Volvemos a tener a pocos metros abajo a nuestra derecha el río. Aquí la zona está más despejada sin árboles. Nos estamos acercando a la zona conocida como Cureñas desde donde podemos observar las cimas que cierran el valle.
Este tramo es el más dificultoso para atravesar por la cantidad de barro y el terreno es un muy irregular. Con calma vamos sorteando las zonas de barro, nos vendrá bien la ayuda de bastones o vara.
Desembocamos en un puente de madera que cruzamos para atravesar una zona de escobas y hierba.
Llegamos donde la canal del Hitón. Aquí desemboca el río Cureñas y podemos encontrar pozos moldeados en la roca donde darnos un baño y además podemos aprovechar a comer en este lugar para luego regresar por el mismo camino hasta el coche.
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