Jimena - Cueva de la Graja - Pinar de Cánava - Caracoles - El Lanchar - Cruz Canteros - Fte. Pilas de Trisla - Morrón

Una ruta llena de sorpresas, dejamos el vehículo en la zona de estacionamiento del campo de fútbol de Jimena, que está junto al acceso a la Cueva de la Graja.

Tras la visita a la cueva, donde podremos disfrutar de unas pinturas rupestres pertenecientes al estilo esquemático con tonalidades rojas y de unas vistas privilegiadas, comenzamos la ruta, parando a visitar la ermita de la Virgen de los Remedios.

La subida hacia el Pinar de Cánava es dura por el desnivel del terreno, si bien existe un camino señalizado que facilita la ascensión. Pero las fatigas merecen la pena, pues el pinar sorprende, por su belleza y por su enclave (a los pies del Aznaitín) haciendo bien merecida su declaración como Monumento Natural en el año 2001. Según el panel explicativo se trata de unos 120 ejemplares de pino carrasco, con una altura media de 20 metros y edades comprendidas entre los 100 y 250 años. Sus troncos y ramas retorcidos por las inclemencias meteorológicas no te dejarán indiferente.

Seguimos subiendo y un poco más adelante tropezaremos con el paraje conocido como "Los Caracoles" donde existen un gran número de refugios, parece ser que construidos por los canteros que trabajaban en la zona haciendo ruedas de molino para resguardarse. Un enclave con un gran encanto y unas construcciones realmente chocantes, pues están construidas piedra a piedra conformando bóvedas. Merece la pena detenerse a visitarlas.

Después, y para no variar, toca seguir subiendo, en este caso buscando la cruz de los canteros, que se ubica en la parte más alta de "El Lanchar"

La cruz impresiona por su sobriedad y su ubicación, con vistas a todo el valle del Guadalquivir, llegándose a vislumbrar el perfil inconfundible de "El Yelmo" (Segura de la Sierra)

Por fin comienza la bajada buscando el camino que traíamos inicialmente y que dejamos para subir a los caracoles, desviándonos del mismo al llegar a las señales que indican la Fuente de las Pilas de Trisla. Pasado el cual y volviendo a subir, nos asomamos al "Morrón" debiendo descartar la idea de visitar el santuario paleolítico que el mismo alberga, pues se nos hacía tarde y debíamos iniciar el regreso. En este punto se apreciaba la zona del Aznaitín que este verano -desgraciadamente- se quemó en el incendio forestal.

Bajando por el mismo camino por el que subimos, decidimos tomar el camino que rodea la cara opuesta del lanchar y llega hasta Jimena para hacer la ruta circular y, aunque en la mayor parte del trayecto vas rodeado de olivos, la misma no está exenta de encanto.