LA ALMENARA. SUBIDA DESDE GATA. RUTA CIRCULAR

Subir a la Almenara desde Gata, es un agradable paseo de entre 3 y 4 horas, que partiendo de este pueblo, asciende por un bonito sendero que discurre suave y empedrado entre musgos y frondosos bosques. Al final, un desvío a la izquierda nos lleva por una estrecha vereda flanqueada de retamas y escobas que en este abril de 2023 se hallan en floración, hasta la imponente Almenara, que Alfonso IX de León, ganara en 1212 a los moros , al igual que el castillo de Santibáñez, que desde ella se divisa al sur en un alcor cercano. Ambas fortalezas pasaron más tarde a la custodia de la Orden Militar de Alcántara. Esta torre, cuyo nombre en árabe significa precisamente Fortaleza, es pentagonal y aunque antaño gozaba de gran esplendor hoy en día está casi totalmente en ruinas, rodeada de una barrera seca de piedra. Dentro del recinto, junto a las murallas se encontraban las caballerizas, con dos habitaciones encima y la sólida torre, único resto persistente en la actualidad. Está hecha con piedra y cal, con sillares en sus cinco esquinas. Aún perdura parte del baluarte redondo situado delante de la puerta. Desde aquí se accedía a la torre por una escalera de mano, a modo de puente levadizo, con el fin de asegurar su aislamiento y seguridad para la defensa. Sin duda, la vista desde lo alto, recompensa el esfuerzo de la subida.

La bajada de nuevo a Gata, más directa, se realiza desandando el último tramo de vereda que sube hasta la cumbre y desviándonos donde esta acaba, a la izquierda, a través de una ancha pista de tierra batida que remata la ruta circular hasta el pueblo.
Si inicias el camino tempranamente, al regreso puedes dedicar el final de la mañana a pasear por Gata, (1.300 hab.), declarada Bien de Interés Cultural en 1995 admirar su interesante iglesia de San Pedro (1.508) y su peculiar arquitectura rural. Son casas altas, de dos y aun de tres pisos, ocupando el bajo las bodegas y cuadras, el del medio las salas y dormitorios y el alto la cocina sin chimenea, que no se usa, despensa y desvanes, construidas con piedra y argamasa de tierra. En algún edificio se puede apreciar cómo la parte más alta de la vivienda es de entramado de madera y adobe algo más abajo aparece el ladrillo. Los solados de las calles se resolvieron a lo largo de la historia con empedrados de pequeños trozos de granito y cantos rodados de los cauces.
En la actualidad la política municipal trata de recuperar el antiguo empedrado, si bien modificándolo para concretar aceras de piezas de granito más cómodas, manteniendo el centro de la calle de cantos rodados y piedra gajada. Se observan huecos con arquillos conopiales y pequeños antepechos labrados de notable armonía y gracia, que junto con otros muchos detalles que el viajero curioso puede observar callejeando, nos hablan del señorío de que en el pasado gozara la villa.
Una de las tareas más importantes en esta excursión, imprescindible diría yo, es sentarse finalmente a tomar unas cervecitas y comer en la terraza del Bar Los Portales, en la plaza, al lado de la iglesia. Esto ya es para nota.