La Cabrera: Convento de San Antonio, Castro de La Cabeza y Tumba del Moro

La ruta de hoy es una que hace tiempo que quería hacer. Se trata de volver a la zona de La Cabrera y visitar el Convento de San Antonio, los restos del Castro Arévaco y la Tumba del Moro. Es una corta y sencilla ruta, aunque tiene una parte divertida en la subida a La Cabeza.

Iniciamos en un aparcamiento en la parte sur del pueblo, al lado del Hotel Mavi. Vamos en dirección norte hasta llegar a la calle en donde se encuentra el Camping del Pico de la Miel. Abandonamos la calle, cruzando una puerta soldada para seguir por un sendero. Realmente no había hecho falta llegar hasta la calle, podíamos haber seguido por el campo. El sendero bordea prácticamente la mitad del camping hasta que tomamos un camino a la izquierda. 

Atravesamos la Dehesa Roblellano, en la cual nos encontramos con una explotación ganadera abandonada. Seguimos avanzando y entramos en un robledal en cuyo interior nos encontramos con un arroyo.

Después de saltar un muro de piedras vamos un momento campo a través hasta que llegamos a la carretera. En la misma comenzamos a ver hitos de un vía crucis. La carretera asciende hasta llegar a la entra del conjunto del Convento de San Antonio, del siglo XI. Subimos hasta el mismo, pero está cerrado y solo podemos rodearlo. 

Tomamos el Camino del Reconquillo, que sale enfrente de la entrada principal del Convento. Este camino pasa al lado de las ruinas de la Zona Arqueológica La Cabrera. Justo encima de nosotros se encuentra el Cancho Gordo. Seguimos avanzando y llegamos al Collado de la Cabeza, en donde disfrutamos de unas espectaculares vistas del Mondalindo, Cabeza Arcón y a lo lejos parte de la Cuerda Larga, aún con algo de nieve. 

Tomamos dirección sur siguiendo por un sendero que nos lleva directamente a las peñas del Alto del Romeral. Aunque el sendero se oculta por momentos, no es difícil seguir por él si vamos pendientes de los hitos de piedra. Es la parte más divertida de la ruta, ya que vamos entre rocas que debemos ir sorteando. Una vez abandonamos las rocas, seguimos por un pequeño sendero que llega hasta un muro de rocas. Se trata de parte del muro que delimitaba el Castro de la Cabeza. Se supone que era un castro arévaco, parte de los celtíberos que habitaban la zona antes de los romanos. Obvia decir que las vistas desde los canchos de La Cabeza son inmejorables. 

Después de unos minutos por la zona, iniciamos la bajada. Justo en un poste de señalización, giramos a la derecha para iniciar un descenso pronunciado por un difuminado sendero. Por el mismo, discurre una bajada de agua que, en algunos tramos, dificulta la progresión. Sin embargo, con cuidado conseguimos terminar la bajada. 

Una vez hemos descendido, seguimos dirección sur hasta que llegamos a la Tumba del Moro. Se trata de una necrópolis de época visigoda compuesta de diez sepulturas, una de las cuales tiene forma antropomorfa, la llamada Tumba del Moro. Justo al lado de la tumba, está la carretera, por la que transitamos unos quinientos metros hasta que la abandonamos para seguir por un sendero paralelo a aquella, que nos llevará hasta el inicio de la ruta. 

Dos consideraciones finales: en época de calor puede resultar no demasiado adecuada y no es recomendable para niños ya que la parte de la carretera puede ser algo peligrosa para ellos. 

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Época recomendada: primavera, otoño e invierno.