La Chorrera de Calabazas
near Castañar de Ibor, Extremadura (España)
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Trail photos
Itinerary description
El camino por donde discurre la ruta parte de la carretera EX-118 que une Guadalupe con Navalmoral de la Mata, justo a la altura del restaurante Solaire, a la entrada de Castañar de Ibor.
El inicio se encuentra bien indicado y señalizado con un panel por lo que no existe posibilidad de pérdida.
Se trata de un camino de tierra apisonada en buenas condiciones (luego se transformará en un sendero) con una subida inicial que aunque no es dura sí es constante y que discurre entre robles, castaños, encinas y alcornoques. Al iniciarla también podremos disfrutar de la vista de pequeñas huertas cultivadas para consumo propio.
Rodeados de castaños (alguno de ellos de considerables dimensiones que nos hace presagiar los que veremos algo más tarde) y aproximadamente a los dos kilómetros del inicio llegamos por fin al llamado Collado del Postuero, un prado que se abre a nuestra derecha según ascendemos. En este lugar un cartel nos señala que el sendero de la Chorrera de Calabazas tiene una longitud de 5,34 kms. A partir de este punto la subida se torna en un descenso suave que discurre en medio de un precioso robledal. Es entonces cuando poco a poco empezamos caminar junto al curso del arroyo que formará poco después la Chorrera. Un pequeño claro con algunos carteles nos anuncian que estamos en medio de los conocidos como "Castaños de Calabazas". Se trata de diecisiete impresionantes castaños, declarados árboles singulares de Extremadura, entre los que destaca el Castaño del Postuero, un increíble castaño que bien parece sacado de un cuento de hadas. Ocho metros de perímetro, 17 metros de altura que serían más de no haber sido en algún momento alcanzado por un rayo y 700 años de edad. Una copa magnífica lo cubre y unas inmensas raíces que sobresalen de la tierra y que aparecen cubiertas en esta época del año de un brillante musgo de un intenso color verde.
Dejamos atrás los castaños caminando por un estrecho sendero rodeado de helechos y troncos cubiertos de musgo y descendemos entre piedras sueltas que nos obligan a extremar el cuidado. Por fin aparece ante nuestros ojos la Chorrera de Calabazas, una pequeña cascada que desemboca en una poza de aguas transparentes.
Ruta sencilla y sin dificultades absolutamente recomendable.
Sin duda la mejor época para disfrutarla es el otoño cuando las hojas de los castaños nos presentan sus típicos colores ocres y dorados.
El inicio se encuentra bien indicado y señalizado con un panel por lo que no existe posibilidad de pérdida.
Se trata de un camino de tierra apisonada en buenas condiciones (luego se transformará en un sendero) con una subida inicial que aunque no es dura sí es constante y que discurre entre robles, castaños, encinas y alcornoques. Al iniciarla también podremos disfrutar de la vista de pequeñas huertas cultivadas para consumo propio.
Rodeados de castaños (alguno de ellos de considerables dimensiones que nos hace presagiar los que veremos algo más tarde) y aproximadamente a los dos kilómetros del inicio llegamos por fin al llamado Collado del Postuero, un prado que se abre a nuestra derecha según ascendemos. En este lugar un cartel nos señala que el sendero de la Chorrera de Calabazas tiene una longitud de 5,34 kms. A partir de este punto la subida se torna en un descenso suave que discurre en medio de un precioso robledal. Es entonces cuando poco a poco empezamos caminar junto al curso del arroyo que formará poco después la Chorrera. Un pequeño claro con algunos carteles nos anuncian que estamos en medio de los conocidos como "Castaños de Calabazas". Se trata de diecisiete impresionantes castaños, declarados árboles singulares de Extremadura, entre los que destaca el Castaño del Postuero, un increíble castaño que bien parece sacado de un cuento de hadas. Ocho metros de perímetro, 17 metros de altura que serían más de no haber sido en algún momento alcanzado por un rayo y 700 años de edad. Una copa magnífica lo cubre y unas inmensas raíces que sobresalen de la tierra y que aparecen cubiertas en esta época del año de un brillante musgo de un intenso color verde.
Dejamos atrás los castaños caminando por un estrecho sendero rodeado de helechos y troncos cubiertos de musgo y descendemos entre piedras sueltas que nos obligan a extremar el cuidado. Por fin aparece ante nuestros ojos la Chorrera de Calabazas, una pequeña cascada que desemboca en una poza de aguas transparentes.
Ruta sencilla y sin dificultades absolutamente recomendable.
Sin duda la mejor época para disfrutarla es el otoño cuando las hojas de los castaños nos presentan sus típicos colores ocres y dorados.
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