La Garriga-GR 97-Cardedeu

Llegamos en tren a La Garriga para disfrutar de entrada de su hermoso Passeig, trufado de artísticos edificios, un largo y ameno paseo hasta la Ermita de Santa María del Camí y la visita a la bien acondicionada Vil.la Romana de Terrers. Dejamos así esta parte urbana e iniciamos la travesía hasta Cardedeu, que discurrirá por senderos, caminos, pistas y algún pequeño tramo de carretera. Nos recibe el Bosc de Malhivern con abundante y verde vegetación y umbría. Sorprende y se agradece caminar primero por el bosque y luego rodeados de campos de cultivo y el otoño en todo su explendor nos regala una espectacular explosión de ocres. Afortunadamente el tráfico es escaso en los tramos asfaltados y no interrumpen más que unos instantes la paz que se respira. El embriagador aroma del campo se alterna con el propio de las granjas, sin llegar a ofender al refinado olfato de estos urbanitas. Nos saludamos con complicidad con caminantes ocasionales, paseantes con perros, algunos corredores con y sin perro, y un par de grupos de ciclistas con los que compartimos brevemente el recorrido.Un madurito aficionado operando un dron y el paso de un globo aeroestático sobre nuestras cabezas, nos proporciona la excusa para discutir sobre tecnología y modernidad durante un trecho.Llegando a Corró D'Amunt nos sorprenden unos carteles que claman por su salvación. Desafortunadamente no nos cruzamos con algún vecino que pueda informarnos sobre que acontece, y debemos reanudar nuestro camino con la duda sin resolver. Con la perenne salvaguarda dels Cingles de Bertí a nuestra espalda, el Montseny a la izquierda y la Serralada Litoral al frente, llegamos al Parc de la Penya, ya en Cardedeu, donde nos apresuramos a visitar el Gorg de la Mina, deseosos de disfrutar del rumor del agua. Nos sorprenden unas risas cantarinas de un grupo de jóvenes, que abandonando los folios, suponemos para el trabajo de campo, chapotean y juegan en el pequeño curso fluvial. Ideal entrada en la población atravesando varios parques, para así habituarnos gradualmente al reingreso en la vorágine urbana. Tras un pequeño recorrido por sus calles y la consabida pausa de hidratación, llegamos a la estación para el regreso al hogar.