La Iruela-Cañada de la Magdalena-Fuente Rechita-Puerto de los Arenales-Cordel Peñón Borondo/Cerro de los Pinos-Regreso por GR

NOTA IMPORTANTE: LA DIFICULTAD CON LA QUE CATALOGO MIS RUTAS ESTÁ REFERIDA PARA MONTAÑEROS HABITUADOS A CAMINAR, QUE SE DESENVUELVEN CON SOLTURA POR TODOS LOS TERRENOS, NO PARA SENDERISTAS OCASIONALES. SI TIENES POCA EXPERIENCIA, AÑÁDELE UN GRADO MÁS A LA DIFICULTAD DE MIS RUTAS PARA NO LLEVARTE SORPRESAS.

Bonito recorrido (parcialmente circular) saliendo desde cercanías de la Iruela y aprovechando los antiguos, muy buenos y cómodos caminos de esta parte de la SIerra de Cazorla.

Dejé el coche, nada más pasar bajo la impresionante muela donde se asienta el Castillo de la Iruela. En el parking del Spá Oleo Salud hay buen sitio para aparcar.

Comenzamos la marcha a pie sobre el paso de cebra que hay en una curva junto a unos contenedores de basura y una hermosa fuente. Hay una sendita que gana altura a la sombra de unas impresionantes paredes donde han creado una vía ferrata privada (no se puede hacer por libre). Cuando el camino enlaza con el que viene por la izquierda de la carretera (sería otro posible inicio de la excursión) gana traza y rango, convirtiéndose en uno de los tramos más bonitos y bien conservados de los caminos que hay por esta sierra. Enseguida llegamos a un nuevo cruce en el que nos encontramos la bonita traza que baja haciendo perfectas zetas sobre unos prados empinados del Cortijo de Prado Redondo y que, a partir de aquí está marcado como GR 247. Seguimos ganando altura casi imperceptiblemente y nuevas vistas sobre las altas paredes que cierran la sierra hacia el este.

Llegamos a un bello rincón conocido como Fuente Rechite, en donde el camino hace una curva cerrada para cambiar de dirección. Este paraje merece una parada por su preciosa vegetación y abundancia de prados. Hay un abandonado Refugio de pastores. Aquí nos encontramos un nuevo cruce en el que vamos a abandonar temporalmente la suave traza del GR para desviarnos a derecha y subir por un umbroso y frondoso valle hasta el Puerto de los Arenales. El camino es igualmente precioso y por él podríamos llegar hasta el Puente de las Herrerías. Pero en el collado lo vamos a abandonar para atravesar la cuerda que queda a norte. No es un terreno muy cómodo pero se puede transitar con un poco de olfato monatañero. El primer tramo de cuerda es fácilmente transitable aprovechando diferentes tracillas de ganado. Llegados a un punto en el que se afila la cuerda (justo cuando acabamos de dejar a nuestra izquierda el Peñón Borondo). Hicimos un primer intento de pasarla por su izquierda pero vi que teníamos que perder mucha altura para pasar por aquí, así que dimos media vuelta para afrontar la travesía por la derecha, encontrando pronto unas tracillas de ganado marcadas con algún hito y que nos facilitaron la transición por esta entretenida zona. Así llegamos al Cerro de los Pinos, que bordeamos por su derecha para bajar por la cuerda (por un terreno al principio bastante incómodo por lo inclinado y por la erosión provocada por las pisadas del ganado) hasta un rellano de pastos y seguir perdiendo altura hasta llegar a una especie de collado donde volvimos a enlazar con la preciosa traza del GR 247 que viene del Puerto de las Palomas.

Lo cogimos hacia la izquierda (es decir en dirección a la Iruela) y con esta cómoda traza volvimos a llegar a donde lo habíamos dejado antes (la zona de Fuente Rechita) Aquí desandamos lo andado por la mañana hasta llegar a un punto en el que abandonamos el camino mayor para subir por una tracilla a izquierda que enseguida pierde traza y prácticamente desaparece, pero enseguida llegamos a una traza mucho más evidente que tomamos hacia la izquierda y que nos acerca a las ruinas de lo que fue el Eremitorio de la Magdalena (aun se conserva bien el alzado de la la puerta y los muros, así como el tallado de algunas zonas de roca, pero lamentablemente no queda nada de la techumbre y el edificio está en un estado de total abandono).

Seguí explorando la senda por la que habíamos llegado al eremitorio y vi que seguía bordeando las paredes para empezar a ganar altura, pero nos dimos la vuelta porque no teníamos mucho más tiempo. Pero en vez de bajar al camino principal desandando los pasos por donde habíamos subido, decidí seguir la marcada senda que habíamos encontrado cerca de la ermita en el otro sentido, y así llegamos a un abandonado y escondido refugio y más abajo de éste una copiosa y también oculta fuente, y de allí ya bajamos al camino principal para regresar al coche.