La Pandera por la Cueva del Yedrón desde el Abrigo del Toril. Peña Blanca. Cagasebo. Cueva de la Piletilla

Subir a La Pandera desde el Quiebrajano es la forma más honesta de hacer esta montaña de la Sierra Sur jiennense. Hace dos años hice una ruta muy similar, pero a la inversa, y considero que esta es bastante más completa gracias a que visitamos la curiosa Cueva del Yedrón y, bajando, nos acercamos también a la Cueva de la Piletilla; además, este track hace menos campo a través y lapiaz, por lo que también es algo más cómodo.

Es difícil empezar por un sitio más bello que el Abrigo del Toril, cuyas grandes moles de piedra se levantan por cientos de metros, poco antes del Castillo de Otíñar. Una vez visitado este, continuamos por pista hasta enlazar con el precioso sendero que nos va a llevar a la Cueva del Yedrón, donde hay un mirador natural soberbio. Esta parte era desconocida para mí y me ha sorprendido gratamente, tanto por la comodidad de los senderos como por la belleza del bosque que atraviesa. Desde el Yedrón nos tocaba conectar con Peña Blanca. Tenía mis dudas sobre este tramo, pero fue mucho más fácil de lo previsto, ya que hay sendero claro gran parte y, después, una zona corta de lapiaz sencillo e hitado. Desde Peña Blanca el camino a La Pandera sí era conocido y la traza casi siempre es clara y, cuando no, evidente. Pasamos por primera vez por el Puerto de la Nava y encaramos la subida hasta Peña del Altar, donde las vistas son siempre preciosas cuando la nubosidad lo permite. Allí comimos algo antes de encaramarnos a la curiosa Pandera, bastante afeada por las ruinas de la antigua base militar yanki y la antena con sus cables. Eso sí, con una panorámica a la cuerda completa de Sierra Nevada.

La bajada la hicimos por el Barranco de la Hoya del Caño por la misma ruta que yo utilicé en subida en mi ruta anterior, con la única diferencia de nuestra visita a la Cueva de la Piletilla. Hay que tener cuidado para no pasarse el desvío y, aunque muy cerca del sendero que traíamos, hay que subir un desnivel considerable en muy pocos metros. En cualquier caso, mereció la pena la visita, pues la cueva es bastante honda. Volvimos al sendero a la altura de la Fuente del Obispo, siempre con rica agua, y nos tiramos para abajo. Antes de llegar a la parte más bonita y encajonada del barranco, quedaba salvar un buen desnivel negativo. Una vez abajo, solo queda atravesar la parte más angosta que sale de nuevo al Abrigo del Toril, el que nunca está de más verlo dos veces.