La Parte de Sotoscueva y sus castaños singulares; Camino Olvidado; Rozas y su Sierra; Asestiadero; Calzada Medieval.

Circular muy completa y sencilla donde podemos descubrir uno de los rincones más valiosos y atractivos de Merindades.

Partimos desde el extremo occidental del valle de Sotoscueva.
Concretamente desde La Parte de Sotoscueva, último o primer pueblo del Valle.

La plaza de esta bella localidad es muy característica.
Los árboles de buen porte son los protagonistas.
El actor principal es un roble con nombre: Roble Cadalso.
Le acompañan otros buenos ejemplares de su especie y algún chopo que no pierde caché junto a ellos.

De ahí encaramos la carretera y la cruzamos de frente siguiendo las marcas del PRC-BU 31.1.
Se trata de una ampliación al trazado original del PR-BU 31.

En cuanto dejamos la carretera nos damos cuenta que el camino transcurre por el barranco de un arroyo.
Enseguida nos damos de frente con unos imponentes castaños medio escondidos entre el bosquejo de roble y con un suelo que se va cerrando con zarzas y ramas caídas en un espacio que se intuye que en tiempos pretéritos tuvo vida y productividad para los habitantes del lugar.

Nos despedimos de ellos y continuamos por la senda marcada hasta atravesar otro barranco gracias a un pontón algo deslizante.
Ls humedad quiere apuntarse al guión de esta fascinante aventura.

Todo es dejar el pequeño cauce y comenzar a ascender hasta coincidir con el delicioso y místico Camino Olvidado a Santiago.

Hacemos caso a las marcas amarillas que lo caracteriza.
Así hasta llegar al collado que separa las merindades de Sotoscueva y de Valdeporres.
Los cambios de vertiente servían desde la protohistoria para delimitar jurisdicciones.
La Varga, que así se conoce este collado, es al que hemos llegado.
Fin del primer acto.

Cambio de guión en la bajada hacia Rozas.
Seguimos por el Camino Olvidado por pista en un primer momento y luego por un bosque de galería revestido por una multitud de avellanos y robles.
Mirando hacia el este podemos descubrir el esbelto arco del Ventanón.

La senda está claramente marcada y en el punto más bajo se nos presenta el arroyo de Agua Buena y una pasarela de madera para cambiar de margen.

Algún cazador de sordas que otro y una chopera invadida por el muérdago hacen que,sin darnos cuenta, lleguemos a la parte baja del poblado de Rozas.

Continuamos paralelos a las vías llegamos a los restos de la iglesia y monasterio del señorío de Rozas.
En clara competencia con la torre de los Porres de Cidad, en este sitio degradado hasta lo inimaginable podemos deducir la importancia del lugar al atestiguar las dimensiones y blasones de los Velasco, Butrón y Guzmán que resisten al expolio y a la irremediable invasión de la vegetación debido a la desidia provocada por la despoblación rural.
La puntilla a este despropósito es la prueba de que la pila bautismal está hecha pedazos a la entrada de lo que fue un importante sitio religioso.
Fin del segundo acto.

Descendemos de la iglesia a la carretera que se dirige hacia el túnel de la engaña y en cuanto cruzamos el puente de la FEVE giramos a la derecha y posteriormente a la izquierda para ascender por una pista hacia la Sierra de Rozas.