Lanjarón - Acequia Montalbán - Castañar de Patatún.

Comenzamos nuestra ruta a la salida del pueblo de Lanjarón, en la Hoya del Grillo, junto al puente sobre el río y desde ahí nos dirigimos hacia la calle Piedra del Castaño, donde vemos el inicio de varias de las múltiples rutas que recorren estos parajes. Tomamos el camino Real en un ascenso por vías de cemento, buscando a través de múltiples desvíos el inicio de la acequia Montalbán. Este pueblo rezuma agua en sus múltiples fuentes y pronto vemos varias acequias que ahora permanecen secas a la espera de sus horas de agua; en sus márgenes enormes ejemplares de castaños y las ruinas de varios cortijos.

Llegamos a la acequia Montalbán que coge agua en el barranco del Lanjarón, llevándola hasta el barranco Salado en un desnivel cercano a los 200 metros, que se aprovecha para regar las agradecidas tierras en su recorrido. A lo largo de la acequia encontramos gran cantidad de castaños de enorme porte, salvados del pavoroso incendio de 2005 que arrasó la ladera opuesta. El trayecto es bastante sencillo y únicamente se complica en un tramo que se indica en el track, que se puede evitar por un sendero anterior; además, llegados a la balsa de riego es conveniente volver a la acequia, nosotros fuimos por debajo a través una senda bastante incómoda que recomiendo evitar. Pronto llegamos a una cascada que no llevaba mucha agua, pero que tiene toda la pinta de formar una bonita cola de caballo y unos cientos de metros más adelante ya nos topamos con la toma de agua en el río.

Solo hay que tomar una vereda descendente que nos lleva hasta un pequeño puente para sortear el cauce y nos detenemos a tomar algo de fruta en una zona de umbría, a la orilla de unas pozas que bien servirían para darse un chapuzón. Salimos de la zona de sombra y emprendemos un corto ascenso con el que nos topamos con la vereda del castañar de Patatún, coincidente en este tramo con la vereda de ascenso al área recreativa de Tello y al cerro del Caballo. El castañar está francamente perjudicado y quedan pocos restos vivos de su antiguo esplendor, principalmente en esta zona alta de la fuente de Matemarquez, donde crece un ejemplar gigantesco, pero como decía anteriormente, un incendio en el año 2005 casi acaba con toda esta ladera, donde ahora nos encontramos con infinidad de esqueletos de árboles de buen porte que anteriormente formaban uno de los bosques más característicos de la Alpujarra granadina del que, con una descripción un tanto peculiar, se decía que "su espesura era tal que las mujeres no se atrevían a cruzarlo solas". Pues bien, entre árboles secos, restos de cortijos y preciosas vistas al barranco, bajamos por una vetusta escarihuela hasta el puente de río Lanjarón, donde habíamos comenzado la ruta.

Se trata de una magnífica ruta de verano ya que es cortita y ofrece una combinación de algo de sombra y agua, para lo que recomiendo hacerla en sentido contrario al escogido por nosotros; el castañar es más duro y tiene poca sombra, por lo que está más indicado para primera hora de la mañana. Podemos después tomarnos un pequeño descanso (e incluso una baño) en el río y disfrutar del frescor de la acequia y sus enormes castaños cuando ya empieza a hacer más calor. Es también muy recomendable para el otoño, aunque quizás entonces podamos plantearnos llegar hasta las casas de Tello.